jueves, 20 de noviembre de 2025

A dos años del ballotage, se achica la clase media y la movilidad social descendente se impone (nota publicada en CBA24N)

El 19 de noviembre de 2023, luego de obtener alrededor del 30% de los votos tanto en las primarias de agosto como en la primera vuelta de octubre, Javier Milei de La Libertad Avanza (LLA) se impuso con el 55,6% ante Sergio Massa de Unión por la Patria/UP (44,4%). A dos años de esa victoria, las últimas mediciones arrojan que el metro cuadrado de los electores, lejos de mejorar, acusa señales de deterioro. Según el relevamiento nacional que consultora Zentrix realizó para la Federación Económica de Santa Cruz (FESC), casi 7% se autopercibe de clase alta o media alta según sus ingresos, mientras que en el otro extremo poco menos del 60% se identifica como de clase media baja o baja, en tanto que casi un tercio cree pertenecer a la clase media típica (gráfico arriba). 

La consultora Casa Tres cruzó datos de su encuesta nacional realizada en octubre de 2025 con los de la encuesta permanente de hogares (EPH) del Indec durante el segundo trimestre de este año. La comparación arrojó un resultado claramente desfavorable: el 26% se autopercibió de clase media (casi 7 puntos porcentuales menos que en el estudio de FESC) pero, sobre la base de los ingresos mensuales netos que releva la EPH, apenas 14% reúne los ingresos para ser considerado como de clase media (gráfico arriba). En tanto, poco más de un tercio (34%) se percibe como de clase baja, vs 52% que es de esa clase según ingresos. Esto arroja una pirámide de ingresos en la que la sumatoria de las clases media baja y la baja (74%) acumula casi tres cuartos del total. 

En tanto, la última encuesta provincial de consultora Delfos (gráfico arriba), que midió según los parámetros homologados por la Asociación Argentina de Marketing/AAM) y la Sociedad Argentina de Investigadores de Marketing y Opinión/Saimo (no por autopercepción ni por ingresos), reportó que 27% de los cordobeses son de clase media típica o C3 (que en este caso se corresponde de manera aproximada al 26% que se autoidentifica así en el país). Comparando con octubre de 2023 (antes del cambio de gobierno), el acumulado de las clases baja inferior (D2) y marginal (E) creció 2 pp (de 18% a 20%), lo mismo que bajó la sumatoria de las clases media típica y baja superior (D2), una señal de deterioro y movilidad social descendente.  


Ese deterioro también se traduce en un ajuste de las economías domésticas: según Casa Tres, el 63% de los argentinos resignó algún servicio o actividad que realizaba habitualmente, lo que casi duplica al tercio que no hizo recortes (gráfico arriba). En el nivel socioeconómico (NSE) bajo se ajustó casi el 80%, mientras que en el NSE medio recortó poco menos de la mitad (48%). Sólo el NSE alto no tuvo que privarse de nada.  

Consistente con este proceso de movilidad social descendente y ajuste, más de la mitad (55%) percibe que la clase media se está achicando, vs 20% que cree que se mantiene igual y similar proporción de optimistas que ven un crecimiento (gráfico arriba). En ese marco, una primera minoría de casi 41% considera que su situación económica actual es negativa, vs casi 28% que la califica como positiva; así, el malestar acumulado en dos niveles de intensidad trepa a 72,3%. 


Finalmente, según la última encuesta nacional de Explanans (gráfico abajo), el impacto de las medidas de Milei en el bolsillo es peor que el que surge de la medición de FESC: poco menos de la mitad (casi 48%) dice estar peor que antes, casi un 24% dice que su situación no cambió y 28,3% responde estar mejor que antes, guarismo que se ubica en el mismo orden de magnitud del voto duro a LLA en 2023. En síntesis: 1) en conjunto, los datos socioeconómicos convergen en mostrar un deterioro de la clase media, atravesada por un proceso de ajuste 2) la movilidad social descendente es consistente con recortes en el consumo y una pesimista evaluación del metro cuadrado de la economía doméstica 3) esto plantea un panorama que desafía la euforia pos electoral del gobierno nacional y obliga a calibrar las razones del triunfo del pasado 26 de octubre, lo que será tema de la siguiente nota en este espacio. 


viernes, 14 de noviembre de 2025

Inflación, malestar socioeconómico e interpretación pos electoral: las últimas mediciones (nota publicada en CBA24N)

En nuestra nota de la semana pasada destacamos que desde julio de 2025 el índice de precios al consumidor (IPC) que mide el Indec se amesetó en torno al 2% y no hay desinflación desde mayo (es decir, desde hace 5 meses). Esta semana, ese organismo publicó el dato de octubre: los precios al consumidor aumentaron 2,3% en octubre de 2025 respecto de septiembre (gráfico arriba), 31,3% interanual y acumularon un alza de 24,8% los primeros 10 meses del año. Así, por tercera medición consecutiva se registra una aceleración inflacionaria. 

El pasado día 3 de noviembre, el Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE) publicó y difundió su Informe Económico y Social correspondiente al mes de octubre de 2025, en el cual estimó una inflación del 2,3% para ese período en nuestra provincia (gráfico arriba), es decir que el dato de Córdoba anticipó el guarismo nacional. En ese informe, el instituto destacó que esa cifra coexiste con un consumo deprimido (octubre fue el peor mes del año en ventas minoristas, con una caída del 9,5% interanual en volumen). “La persistencia inflacionaria, que difícilmente vuelva a perforar el piso del 2% mensual en lo que resta del año - considerando los aumentos previstos en tarifas de gas,  servicios públicos, prepagas y combustibles, - continuará erosionando el poder adquisitivo y restringiendo el consumo interno. El escenario económico y social de octubre 2025 confirma un cuadro de fragilidad estructural. La contracción del consumo, endeudamiento familiar y creciente dependencia de la asistencia pública dibuja un dificultoso mapa social. El respaldo electoral obtenido recientemente por el Gobierno Nacional constituye tanto una ratificación de confianza como un llamado a la responsabilidad. La sociedad ha hecho un esfuerzo significativo - incluso a costa de su propio bienestar - para evitar una nueva crisis, y sin dudas espera respuestas de racionalidad económica y principalmente, sensibilidad social”, concluyó el documento.  

Sin embargo, no es esa la lectura del oficialismo, que interpreta el 40,7% de los votos obtenidos el pasado 26 de octubre prácticamente como un cheque en blanco. El problema es que esa decodificación triunfalista puede derivar en una profundización de los problemas que reportan tanto los datos duros de las estadísticas oficiales del Indec como los datos blandos de las encuestas. Según el organismo, el uso de tarjeta de crédito o fiado por parte de los hogares para afrontar gastos creció casi 29 puntos porcentuales (pp) entre el segundo semestre de 2023 (el último de la gestión del Frente de Todos) y el primero de 2025, lo que es consistente con la pérdida de poder adquisitivo registrada desde el cambio de gobierno en diciembre de 2025. 

En la misma línea, la merma de ingresos relativos deriva en un creciente endeudamiento de los hogares (gráfico arriba): 1 de cada 4 (25,5%) tomó préstamos en general, mientras que en los segmentos más vulnerables (es decir, el estrato de ingresos bajos) se endeudó casi 1 de cada 3 familias (30,4%). 

Esa situación ajustada que muestran los datos duros del Indec es consistente con el malestar socioeconómico que arrojan los datos blandos de las encuestas recientes: según el relevamiento nacional realizado por consultora Zentrix para la Federación Económica de Santa Cruz (FESC), una primera minoría del 40,5% dice que su situación económica actual es negativa y casi 32% responde regular, lo que acumula 72,3% de malestar en dos niveles de distinta intensidad, vs casi 28% que responde que su situación económica es positiva (gráfico arriba). 

En la misma línea, según la consultora Casa Tres, 41% siente hoy que su presente económico es peor que el de sus padres, 27% percibe que es igual y la misma proporción cree que es mejor (gráfico arriba). La correspondencia es prácticamente lineal, con un pesimismo neto por encima del 40% y un optimismo por debajo del 30%.  

Así, los datos duros y blandos repasados confirman el panorama de fragilidad estructural en términos de 1) endeudamiento de los hogares y 2) percepción de la coyuntura económica actual. En conjunto, esto perfila una situación de crisis que contradice la euforia pos electoral del oficialismo. En esa línea, la última encuesta realizada por D´Alessio/IROL planteó una alerta: si bien el 45% de los votantes  se mostró feliz con el resultado de las elecciones (guarismo que se ubica en el mismo orden de magnitud del casi 41% de caudal obtenido por La Libertad Avanza más aliados el pasado 26 de octubre), el 52% manifestó malestar y, dentro de ese segmento, el 44% se declaró nada feliz (lo que se corresponde de manera exacta con el voto a Unión por la Patria en el ballotage celebrado hace casi 2 años). Es decir, de la polarización levemente asimétrica favorable al oficialismo el pasado 26 de octubre (40,7% vs 34,9% del panperonismo y aliados) que arrojó una brecha de 5,8 pp, se pasa a una polarización asimétrica desfavorable a LLA, con un saldo de -7 pp. 

jueves, 6 de noviembre de 2025

Un aval político que coexiste con la desconfianza respecto a la economía (nota publicada en CBA24N)

Un día después de la elección del pasado domingo 26 de octubre, la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) publicó el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) correspondiente a ese mes. A partir de un relevamiento realizado entre el 1 y el 14, reportó que el ICG de octubre fue de 2,10 puntos, lo que representó un aumento del 8,1% respecto del resultado de septiembre (gráfico arriba), lo que permite inferir que esa mejora benefició al oficialismo en las semanas preelectorales. Sin embargo, al mismo tiempo reportó una variación interanual negativa del 13,4%, lo que sugiere que el presidente Javier Milei llegó a la elección con una confianza debilitada respecto a la que tenía un año atrás. El ICG emplea una escala de 0 a 5, lo que dificulta hacer una trasposición directa al resultado electoral. Sin embargo, el ICG de octubre se ubicó 25,7% por debajo de octubre de 2017, durante la elección de medio término de Cambiemos (2,83), comparación pertinente dado que ambos gobiernos surgieron de un ballotage. El ICG menor al mismo mes correspondiente a la elección de medio término de Cambiemos es consistente con el menor caudal obtenido a nivel país por La Libertad Avanza/LLA (40,7%) respecto al que alcanzó aquel sello hace 8 años: 41,7%.


Profundizando el análisis, si pasamos de los indicadores políticos a los asociados a la economía, se observa que la gestión de esa área registró 44% de acuerdo vs 56% de desacuerdo según la encuesta nacional realizada por Equipo MIDE en octubre (gráfico arriba). Pese al saldo negativo de 12 puntos porcentuales (pp) y la clara tendencia descendente desde junio (con una caída de 5 pp en cuatro meses), el apoyo se ubicó en el mismo orden de magnitud del caudal obtenido por LLA el pasado domingo 26. 

En rigor, el mejor “proxy” al resultado lo aportó el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la UTDT, que alcanzó 42 puntos en octubre, 2 más que en septiembre (leve suba intermensual) y relativamente estable en términos interanuales (vs octubre de 2024), mientras que el ICG de la misma entidad reportó una caída interanual. Si bien el guarismo sugiere que el gobierno tuvo un suave envión a favor antes de la elección, el dato también se ubicó 3 pp por debajo de octubre de 2023 (mes de la primera vuelta electoral de ese año, casi al cierre de la gestión de Alberto Fernández), lo que muestra un humor social desfavorable a las decisiones de compra consistente con el consumo deprimido que caracteriza a la actual coyuntura. 

Una medición alternativa del índice de confianza del consumidor la aportó en octubre Atlas Intel: reportó una caída intermensual de 1,8 pp (de -27,5 a -29,3; gráfico abajo), profundizando la situación de pesimismo dominante. Asimismo, ese informe permite una comparación regional, que arroja que el índice de Argentina se ubicó muy por debajo de los datos de Chile, Brasil, México, Colombia y Perú. 

Una explicación recurrente del resultado del domingo 26 pasa por la variable inflación, presuponiendo que su control es un activo del gobierno nacional. Sin embargo, los datos duros de las estadísticas oficiales y los datos blandos de las encuestas obligan a matizar esa hipótesis. Recordemos que el dato oficial de la inflación tiene rezago de un mes; así, el registro publicado en octubre correspondió a septiembre. Según el Indec, el índice de precios al consumidor (IPC) alcanzó 2,1% en el mes anterior a la elección (gráfico arriba), 0,2 pp más que en agosto. Como se advierte, desde julio el IPC se amesetó en torno al 2% y no hay desinflación desde mayo pasado, lo cual al menos relativiza la hipótesis. 

En tanto, según los datos blandos de la encuesta del CIF-UTDT, la expectativa de inflación a futuro para los próximos 12 meses se ubicó en octubre en 37% (promedio de las respuestas), lo que arroja una baja de 0,6 pp respecto al mes anterior (37,6%). Así, las expectativas inflacionarias se desaceleraron levemente, pero el evolutivo también sugiere amesetamiento más que una desinflación percibida y, lo que es más importante, esperada.  En sentido contrario, la medición alternativa de Atlas Intel de octubre mostró una leve pero sostenida aceleración de la expectativa inflacionaria entre mayo pasado (6,9) y el mes de la elección (9,2): +2,3 puntos (gráfico abajo). Esto relativiza aún más la hipótesis del control de la inflación como un activo, aunque puede coexistir con la idea de que se trata de un nivel tolerable comparado con la registrada a fines de 2023. 

En síntesis, Milei llegó a la elección de medio término: 1) con un menor nivel de confianza en su gobierno que el que tenía Macri a la misma altura de su gestión 2) con un mayor pesimismo en la variable consumo que el del último mes de octubre del mandato presidencial del Frente de Todos 3) en un nivel piso de acuerdo con respecto a la gestión de la economía 4) y con un IPC amesetado en torno al 2% en el trimestre inmediato anterior, no con desinflación. En conjunto, todos los datos sugieren que el aval electoral obtenido por el oficialismo no despeja la incertidumbre económica, por lo que será clave mejorar la gestión para no diluir ese capital político y evitar el advenimiento de una nueva crisis.