jueves, 23 de septiembre de 2010

Hacer del mundo una oportunidad para el país


Según un informe del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) difundido recientemente, la expansión de las economías emergentes "favorece a la Argentina", al tiempo que el Gobierno ha logrado "compensar el efecto de pago de la deuda" con "estabilidad" en el nivel de reservas. Por su parte, la calificadora Standard and Poor’s subió recientemente la nota de la Argentina (a “B” desde “B-”), por “la mejora en el perfil financiero del gobierno derivada de menores niveles de deuda y de una reducción en las presiones de liquidez de corto plazo”. S&P también valoró positivamente el mayor crecimiento económico, aunque alertó sobre los crecientes niveles de discrecionalidad en las políticas en un contexto de elevada inflación, los problemas con las estadísticas oficiales y un previsible aumento del nivel de confrontación conforme se acerque la elección presidencial del 2011. Fitch Ratings ya había elevado hace dos meses la nota del país.

Aclaro que las calificadoras de riesgo no son santos de mi devoción: han cometido tremendos errores y son, en parte, co-responsables de la crisis internacional desatada desde el 2008 (ya que hicieron la vista gorda con muchísimos indicadores y en algunos casos hasta aportaron consejos de "contabilidad creativa", como Goldman Sachs). Tampoco anticiparon el efecto tequila, por caso. Sin embargo, no dejan de ser un termómetro del clima de opinión en el establishment financiero global y en ese contexto me parece oportuno tenerlas como referencia, sobre todo en el marco de la discusión sobre la "seguridad jurídica" y cómo favorecer un buen clima para las inversiones, tan en boga actualmente.

En este sentido, es pertinente recordar que la Argentina nunca obtuvo el grado de inversión (investment grade) que hoy ostentan Brasil y Perú. El máximo al que se llegó fue «BB» (dos niveles más que el actual) en 1997 (durante el último mandato de Carlos Menem). Es decir, ni siquiera en plena década del 90, con desregulación, privatizaciones y un evidente "retiro del Estado" en su papel de árbitro el país resultó suficientemente "confiable" para los capitales internacionales, de acuerdo a las calificadoras.

En el actual contexto, creo que el gran desafío para Argentina está en hacer del mundo una oportunidad para el país, y no tanto en hacer del país una oportunidad para el mundo. Recientemente, la revista Forbes publicó un informe especial que rankeaba a los mejores países para hacer negocios en América Latina: según el mismo, Chile es el lugar más valorado por los ejecutivos y en segundo lugar se encuentra Perú, un país que viene creciendo al 4% anual promedio desde 2001 (con picos del 9% en 2007 y 2008). Sin embargo, gran parte de ese crecimiento no se "derrama" (para usar una palabra bien "neoliberal") hacia las mayorías sociales (lo que en parte explica los bajos niveles de aprobación interna tanto de su ex presidente Alejandro Toledo como del actual Alan García). Buena parte de ese crecimiento depende de actividades de mano de obra intensiva (ejemplo, call centers) que se radican en Perú porque sus recursos humanos son más baratos que los de países como, por ejemplo, Argentina. La estrategia peruana es hacer de Perú una oportunidad para el mundo. La de Argentina, en cambio, debería ser hacer del mundo una oportunidad para el país.

¿Cómo hacerlo? El economista Dante Sica, titular de la consultora Abeceb.com, plantea que “Argentina tiene que mirar al mundo desde el Mercosur”, ya que “crecemos más por lo que el mundo está demandando que por lo que el Mercosur aporta”. En ese marco, Sica considera que hay mucho por hacer en integración económica y que el gobierno nacional debería impulsar en el bloque sudamericano una agenda de apertura de los mercados, para poder insertarse con mayor fuerza como bloque. El "destino sudamericano común" también cobra vigor en el marco de la crisis global, en la que muchos países de la región -entre ellos el nuestro- aplicaron políticas autónomas de las usuales recetas de achicamiento y ajuste en tiempos de crisis, con lo que salieron mucho mejor parados de la crisis general respecto a lo que sucedió en otras latitudes.

En este sentido, no creo que simplemente el país crezca por el "viento de cola" como insisten frecuentemente los críticos del gobierno, del mismo modo que tampoco es cierto que todo sea mérito del "modelo K". Sin dudas, hay componentes de la política económica del gobierno que son favorables: el ya mencionado distanciamiento de las recetas de ajuste en crisis, la promoción del empleo industrial (aumentó 33% entre 2003 y 2009), el descenso de la desocupación (del 20,4% al 7,9%) el aumento de la remuneración media (creció entre 2002 y 2009 más del 56%), la reducción del empleo informal (más del 15%) y la mayor inversión en educación, ciencia, tecnología, políticas sociales activas y obras de infraestructura.

Por otro lado, es cierto que los precios internacionales de los 'commodities' argentinos se encuentran cerca de su máximo histórico en 150 años y que la inversión bruta interna es alta en relación al PBI, pero de baja calidad relativa (en rubros como maquinaria y tecnología, por ejemplo). Otro déficits son las inconsistencias entre la política cambiaria y un gasto público excesivo que erosiona los ahorros fiscales, por lo que el Estado termina absorbiendo el excedente de dólares emitiendo pesos (en lugar de hacerlo con superávit fiscal), apuntalando así una inflación que termina apreciando al tipo de cambio real y afectando la competitividad. El gobierno no ha encontrado la manera de aprovechar suficientemente las oportunidades y condiciones que ofrece el contexto internacional, pues las distorsiones en la aplicación de políticas internas conspiran contra la sustentabilidad del actual proceso de crecimiento económico en el largo plazo.

El "destino sudamericano común" tiene también poderosas razones políticas y geoestratégicas que lo hacen deseable como política de Estado: en 2006, Argentina solicitó a todas las naciones vecinas que no facilitaran el uso de puertos y aeropuertos a buques o aeronaves británicas con destino a las Malvinas, en el marco del conflicto por la soberanía. Esta semana, el gobierno uruguayo de José Mujica negó la entrada al puerto de Montevideo de un buque de la Armada Británica que iba hacia las Islas Malvinas y que había solicitado anclar en el vecino país para reponer víveres y combustible (en diciembre de 2007, con Tabaré Vázquez como presidente, impidió que el destructor HMS Nottingham recalara en Montevideo). Uruguay ha respaldado históricamente el reclamo argentino de soberanía y lo ha apoyado con su voto en los organismos internacionales.

3 comentarios:

  1. Basta de esta locura según la cual "debemos" aprovechar las oportunidades que el mundo nos ofrece, que todo se justifica en función del "crecimiento económico". Solo hablamos de negocios para empresarios y gobierno. Con esos parámetros no se mide el pasivo ambiental y social que el capital financiero deja donde "invierte". No sigamos marchando a paso redoblado hacia la catástrofe, hasta en las mismas centrales capitalistas están advirtiendo las señales de "insustentabilidad" de sus modelos de producción y consumo. Nosotros no necesitamos esas señales ya que los efectos los tenemos en carne propia. Todas las crisis vinieron justo 2 ó 3 años después que nos daban las mejores calificaciones para la inversión extranjera y con crecimientos económicos altos. Apropósito, donde fueron a parar los 7 años de crecimiento ininterrumpido a tasas asiáticas??

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  2. Hola Fabián! Entiendo y hasta cierto punto comparto tu punto de vista, lo óptimo sería impulsar cambios sistémicos, pero me parece que las sociedades no están maduras para eso (según Marx, las sociedades no se plantean históricamente sino sólo aquellos problemas que están en condiciones de resolver). Tema arduo si los hay. Sin dudas, la sustentabilidad en sentido amplio debería ser el eje... el problema es que es difícil consensuar ese criterio en el marco del actual sistema.
    Yendo a chicanas finasa, este año el crecimiento del país va a ser a tasas asiáticas, entre el 8 y el 9% aproximadamente.
    Saludos y gracias por participar!

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  3. Siguiendo con las chicanas finas, voy a hacer un brindis con un vino de $ 50 p' arriba por el crecimiento del 8 o 9% en el 2010, por que supongo que le alcanzará al gobierno para atar el monstruo que se lo quiere deglutir y, al mismo tiempo se resolverá el asunto del 82% móvil para los jubilados, la recuperación de las rentas extraordinarias de los grandes exportadores, un aumento generalizado de salarios (en blanco y en negro) que recupere el poder adquisitivo del 2001, nos podremos dar un respiro con la soja y empezaremos a plantear otros cultivos diversos, no necesariamente oleaginosos, se emprenderán nuevas represas hidroeléctricas para bajar el 70% de consumos eléctricos basados en combustibles fósiles... Veremos pues.

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