viernes, 17 de diciembre de 2010

Inflación, INDEC y FMI en contexto


Antes de partir de regreso a Washington, la vocera del FMI, Caroline Atkinson, comunicó que la misión para asesorar al INDEC terminará su trabajo en abril del 2011. En esta etapa de asistencia técnica, la misión no hizo ninguna recomendación y se manejó con un muy bajo perfil, bajo el objetivo declarado de colaborar con el organismo de estadísticas oficial para crear «un índice de precios con una credibilidad más fuerte» que la actual. Durante los ocho días de su misión, los seis funcionarios del FMI se reunieron con los directores del INDEC, Ana María Edwin y Norberto Itzcovich, con técnicos del organismo y con economistas privados (de los estudios Ecolatina, MyS , Orlando J. Ferreres y Asociados, Bein y Fundación FIEL) que elaboran sus propios índices de precios. Estaba previsto un encuentro con los profesores universitarios que conforman el Consejo Académico de Evaluación y Seguimiento (CAES), que elaboraron un crítico informe sobre el INDEC y el índice de precios al consumidor (IPC), pero el mismo no se concretó. También fueron dejados de lado figuras desplazadas del organismo de estadísticas, como la ex directora de precios del INDEC, Graciela Bevacqua.

Semanas atrás, el ministro de Economía, Amado Boudou (potencial candidato a jefe de gobierno de Capital Federal por el kirchnerismo) sorprendió con el anuncio de que el gobierno nacional solicitaba al FMI asistencia técnica para la elaboración del índice de precios a nivel nacional. Mientras la misión del Fondo estuvo en el país, el Indec dio a conocer el IPC correspondiente a noviembre, que para las estadísticas oficiales se ubicó en 0,7%, cifra muy por debajo de las estimaciones de consultoras privadas, para las cuales la inflación osciló entre 1,3% y 1,9% en ese mes.

Según analistas financieros, el día en que se publicó la inflación oficial se percibió un impacto desfavorable en el mercado bursátil, ya que se desvaneció la expectativa de un sinceramiento en la manera de medir el costo de vida (distinto hubiera sido el comportamiento del mercado, se especula, si la medición se hubiera acercado al 1%). Por otro lado, también hay cierto escepticismo en que el FMI pueda realmente colaborar en la confección de un nuevo índice de precios que sea tenido en cuenta por el Gobierno nacional. En esa línea, el economista Pablo Nicolini (profesor de la Universidad Torcuato Di Tella) interpretó que traer técnicos del FMI tiene que ver en realidad con una estrategia del Gobierno para acercarse a los mercados de crédito: "no tengo claro que los técnicos del FMI sean mejores que los de acá. El Fondo tuvo grandes errores estratégicos en 2001 para con la Argentina. Apoyaron reformas que profundizaron el déficit fiscal y después hablaron de un país irresponsable". Otros especialistas recelan de hasta dónde llegará la injerencia del Fondo y de qué variaciones pueden esperarse si el chequeo final del IPC que se elabore lo hará el mismo Indec.

En cambio, el economista argentino y ex director el Departamento para el Hemisferio Occidental del FMI, Claudio Loser -habitual crítico del gobierno- calificó en su momento como “extraña”, pero “muy buena” la decisión de pedir al organismo asesoramiento en la elaboración de un nuevo IPC: "es un acercamiento que vale la pena intentar. Más allá de lo que diga el gobierno, la situación indica que está bajo presión del Club de París y de los miembros del G-20. Me parece que ha optado, en ese contexto, por una forma inteligente de acercarse al Fondo y empezar por algo. Este esquema le permite al país una posición más constructiva, pararse mejor en el mundo (...) el anuncio ya implica que institucionalmente estamos dispuestos a cooperar". Loser interpretó además que el principal oponente al FMI era Néstor Kirchner, quien tenía una especie de "cuestión personal" con el organismo, mientras que ahora "la Presidenta busca una vinculación más sana; quiere arreglar algunas cuestiones porque eso le va a permitir al país conseguir más financiamiento, aprovechar las condiciones internacionales".

Según el sondeo que realiza la Universidad Torcuato Di Tella, el público espera una inflación anual de 35,1% para los próximos doce meses, si se toma el promedio de las respuestas (considerando la mediana de las respuestas, las expectativas de inflación rondan el 30%). En cualquier caso, las cifras en la percepción del público son más cercanas a las estimaciones privadas que a las mediciones oficiales. La persistente falta de credibilidad de las cifras del IPC del INDEC siguen siendo una materia pendiente clave -y la intervención al organismo, una de las peores decisiones- del actual gobierno, porque además afecta indirectamente a otros indicadores, como el crecimiento económico y la evolución de la pobreza.

El gobierno, sin embargo, demora una solución del tema, confiando en que el contexto favorece esa dilación. En cualquier otro país del mundo, una elevada tasa de inflación genera usualmente incertidumbre colectiva y pesimismo, que se traducen más temprano que tarde en una caídas del consumo, pero en Argentina no sucede así: a pesar de que la suba de precios ronda entre el 20 y 25% anual, los índices de confianza no sólo no han descendido, sino que mantienen una suba persistente, comparable a la de épocas de crecimiento sin la inflación actual. Los estudios que miden el pulso del humor social muestran que las expectativas favorables sobre el futuro del país siguen en franco crecimiento, por una serie de indicadores clave: 1) el alto nivel de consumo 2) el fuerte freno registrado en la fuga de capitales 3) el creciente interés por vacacionar en el exterior, favorecido por la tranquilidad del dólar (que es casi la única ancla antiinflacionaria en la que incide el gobierno).

En ese sentido, la Universidad Di Tella mide el clima de optimismo sobre la base de tres "percepciones": cómo se ve la economía del país hoy respecto de la de hace un año, y cómo se espera que evolucione en los próximos 12 meses; cuál es la situación personal de los entrevistados respecto a la de un año antes y cómo ven su futuro para los próximos meses; cómo califican al escenario actual para la compra de bienes (electrodomésticos, autos, inmuebles). En noviembre, ese termómetro del humor social mostró una suba acumulada del 37% respecto al grado de confianza que imperaba hace un año (y un 10% más respecto a octubre 2010). Más aún, la mejor percepción no se limita a la euforia causada por el boom de consumo, los argentinos creen en el buen desempeño que tendrá el país y apuestan a que también les irá bien en lo personal. Es por eso que el consumo actual supera lo que podría entenderse meramente como un comportamiento defensivo ante la inflación. Los estudios de la Fundación Mercado, de la Universidad Católica y la de la Universidad Tres de Febrero también muestran índices de confianza elevados y en ascenso.

Según Ernesto Kritz, director de SEL consultores, la clave que define el humor social parece estar más directamente vinculada con el empleo que con la inflación: "la mejora en el humor social es una combinación de varias causas. Y sentir que hay estabilidad en el empleo es una de las principales, porque es lo que hace posible tomar decisiones de gasto. En cambio, la inflación es un problema contra el cual hay protección, al menos para los asalariados del sector formal". El gobierno ha tomado nota de ese dato, y también de que el ADN del argentino muestra más la tolerancia hacia la inflación que hacia la volatilidad del dólar.

Por su parte, Manuel Mora y Araujo considera que la inflación como preocupación social está rezagada respecto de temas como la seguridad y el empleo: “la inflación no resalta demasiado, preocupa, pero no aparece entre las prioridades para solucionar, porque la actividad económica equilibra estas preocupaciones” (...) históricamente la población se ha dividido entre quienes creen que hay que producir más y quienes creen que hay que distribuir mejor para bajar la pobreza, y hoy domina esta última opción, estamos en una corriente distribucionista, la gente está pidiendo distribuir mejor y no producir más”.

En este sentido, otro dato clave es la línea discursiva del gobierno sobre la inflación, que recurrentemente pone a los empresarios como responsables o al menos co-responsables por el tema: en los últimos tiempos, se advierte un deterioro de la consideración social del empresariado en la Argentina. Un relevamiento de la consultora de investigación de opinión pública y medios CIO muestra cómo, entre el 2009 y 2010, las empresas cayeron del 23% al 13% en nivel de confianza, el más bajo en décadas, mientras que el gobierno creció del 12% al 22% (datos tomados antes del fallecimiento de Néstor Kirchner). Como después de la muerte del ex presidente se aceleró la recuperación de la imagen del gobierno, el hecho de que el mismo cuente con una mejor valoración que los empresarios "es novedoso y debiera encender una luz amarilla en el empresariado: si callan ante las acusaciones de que son los culpables de la inflación, corren el riesgo de convertirse en actores sociales más debilitados de lo que ya están", evalúa el especialista en imagen Diego Dillenberger.

3 comentarios:

  1. EMILIA REYNOSO- 3ERO TURNO MAÑANA ( HAGO DOS PUBLICACIONES PORQUE NO ME ALCANZARON LOS CARACTERES PARA CERRAR LA IDEA. SALUDOS!)

    Teniendo en cuenta que la opinión pública es la suma de opiniones y/o actitudes de muestras representativas de una sociedad, puede hacerse un vago análisis sobre la concepción social respecto al Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) y las cifras que el mismo emite a través de los medios de comunicación. También, es oportuno observar el estado del Índice de Precios de Consumo (IPC), y cómo varía con el tiempo.
    “La persistente falta de credibilidad de las cifras del IPC del INDEC siguen siendo una materia pendiente clave -y la intervención al organismo, una de las peores decisiones- del actual gobierno, porque además afecta indirectamente a otros indicadores, como el crecimiento económico y la evolución de la pobreza.” Si bien para algunos, el INDEC es un ente no creíble (como puede observarse en la cifra anterior) o se lo cataloga de manipulador de información, hay que ser realistas en que es el único organismo nacional capaz de realizar grandes estudios estadísticos.
    En el séptimo párrafo de la nota, aparece la medición sobre el clima de optimismo. Si tuviésemos que graficar las respuestas de las siguientes preguntas: “¿cómo se ve la economía hoy respecto a la de hace un año y espera que evolucione en los próximos 12 meses?, ¿cuál es la situación personal de los entrevistados respecto a la de un año antes y cómo ven su futuro para los próximos meses; cómo califican al escenario actual para la compra de bienes (electrodomésticos, autos, inmuebles)?”, utilizaríamos un diseño longitudinal. El diseño longitudinal se centra en investigar cómo evolucionan o cambian una o más variables, o las relaciones entre ellas, además se efectúa en cortes de medición o puntos específicos para así evaluar diferentes aspectos respecto al o los temas en cuestión. También puede añadirse que las preguntas están enfocadas a un concepto netamente cualitativo. Lo cualitativo apunta a la obtención de la información referida a aspectos más profundos de la actitud y el comportamiento de los entrevistados. Pero también puede medirse cuantitativamente. Recordemos que los métodos cualitativos y cuantitativos son complementarios, no sustitutivos. Si bien el artículo no menciona cuál fue la técnica de medición específica llevada a cabo por la Universidad Di Tella, uno a grandes rasgos puede darse cuenta de que estuvo presente en la investigación el concepto cuali y cuantitativo. Por otro lado, si bien no hay publicación alguna sobre la existencia de un margen de error, puede considerarse creíble las cifras arrojadas porque logró contrastarse los resultados con respecto a los estudios realizados por la Fundación de Mercado, de la Universidad Católica y los de la Universidad Tres de Febrero, que aparentemente emitieron índices de confianza elevados y en ascenso respecto al desempeño del país y en la perspectiva individual a futuro.

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  2. EMILIA REYNOSO 3ERO TURNO MAÑANA (CONTINUACIÓN)

    Refiriéndome a lo que enuncié al principio sobre la concepción social respecto al INDEC, considero que podría relacionarse incluso con la teoría de la Espiral del Silencio. Esta teoría afirma que hay personas que tienen miedo al aislamiento, sin embargo no siempre se suman a la mayoría, hay una parte ascendente y otra descendente, que es minoría. Se conoce que existen personas que sí confían en las cifras que emite el organismo nacional. Dependiendo desde el punto de vista ideológico que se lo mire, la espiral sería ascendente, y habría sólo una minoría que no confía, o viceversa. Si hablamos desde un medio oficial, la mirada sobre las estadísticas podría ser totalmente positiva, como por ejemplo: disminuyó el índice de inseguridad en todo el país, disminuyó la pobreza, creció la esperanza de vida, etcétera. Desde una mirada opositora, tal vez la historia es otra. Puede que tengan una mirada negativa sobre ciertos enunciados o dudarán de ciertas variables, y podría hablarse de una mayoría que pone en duda los conceptos del INDEC (mayoría ascendente) y una minoría que defiende su postura y no está de acuerdo a la postura antagonista.
    Siempre se puede estar mejor, la Democracia permite que los gobiernos cumplan sus ciclos y los cargos se renueven por voto popular. Pero lo que sí hay que hacer es fomentar políticas económicas, educación y la cultura del trabajo, del esfuerzo por conseguir lo propio. Ocupación, dedicación y tiempo al tiempo.
    Y a modo de cierre, quiero destacar cuál es la labor de los medios de comunicación hoy en día en cuanto a la Opinión Pública. Los periodistas o comunicadores sociales, somos formadores de opinión, es real que influimos a nivel social. No establecemos el cómo opinar, la estrategia de pensamiento, sino que planteamos en la Agenda Setting los temas que se consideran de relevancia, brindamos la información, el qué pero no el cómo. Sin ir más lejos, y analizando en profundidad, podría hablarse de manipulación de información, acotar los datos que se publican, pero ya tiene que ver con la idea ética y moral del medio de comunicación que estemos tratando, y las intenciones del mismo para con la comunidad. Y como dice Gabriel García Márquez “la ética debe acompañar siempre al periodismo, como el zumbido al moscardón”.

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