Profundizamos en el abordaje del consumo al que venimos
dedicándole las últimas entradas: con la suba de junio, el primer semestre del
año cerró con un incremento del 1,7% en volumen, tomando en cuenta todos los
canales -supermercados, mayoristas, autoservicios y almacenes- y las canastas
de alimentos, bebidas, artículos de limpieza y tocador.
Recordemos que en la nota publicada en La Voz del Interior, el consultor Osvaldo del Río sostenía que en el acumulado anual el consumo masivo todavía daba positivo: estos nuevos datos vienen a confirmar entonces un panorama del consumo menos dramático del que parecía instalarse hace poco, y más cercano a la perspectiva trazada por la consultora Delphos Investment, para la cual la inyección de mayores dosis de moneda local (a partir del “efecto paritarias” en los salarios) que no es percibida como refugio de valor posibilita que el consumo recobre cierto vigor.
Recordemos que en la nota publicada en La Voz del Interior, el consultor Osvaldo del Río sostenía que en el acumulado anual el consumo masivo todavía daba positivo: estos nuevos datos vienen a confirmar entonces un panorama del consumo menos dramático del que parecía instalarse hace poco, y más cercano a la perspectiva trazada por la consultora Delphos Investment, para la cual la inyección de mayores dosis de moneda local (a partir del “efecto paritarias” en los salarios) que no es percibida como refugio de valor posibilita que el consumo recobre cierto vigor.
En contraposición, el analista Salvador Di Stefano cree
que "el impacto de las mejoras
salariales y el medio
aguinaldo auguran un
impase en estos meses inmediatos pero, hacia fin de año, el camino
a recorrer se irá haciendo más difícil". De ser así, los números deberían
mostrar un “sinceramiento” (amesetamiento o incluso caída) posterior al rebote
que indican los datos de CCR. Habrá que esperar un tiempo para ver cuál
pronóstico tiene mayor acierto…
Por lo pronto, tomando los datos que reveló CCR, la mayor
suba en la primera mitad del 2012 se registró en bebidas sin alcohol -que
acumularon en el semestre un alza del 8,8% ciento-, seguidos por alimentos
congelados (+ 2,5%) y lácteos (+2,1%). Por contrapartida, cayeron las ventas de
artículos de cosmética (-1,9%) productos de limpieza (-1,1%) y bebidas con
alcohol (-0,8%). En cuanto a los canales/formatos, durante la primera mitad del
año se consolidó la tendencia del regreso de los consumidores a los negocios
tradicionales, que en promedio cerraron el semestre con un incremento del 2,8% en
sus ventas en unidades contra el 1,5% registrado por los súper e hipermercados.
Con todo, el dato más llamativo es que en junio los grandes motores de la
recuperación de la demanda fueron las grandes cadenas, que tuvieron un mes
excepcional, con un incremento del 3,7% en su volumen de negocios.
Estas señales insinúan un perfil del consumo que, si bien
no es el de los últimos años (2010-2011) tampoco es el mostrado en contextos de
crisis (como las de los años 2008-09, ni mucho menos como la crisis 2001-02): se
lo podría caracterizar como un consumidor atento a las señales del entorno (no
un consumidor compulsivo-eufórico, ni tampoco uno deprimido y temeroso), que
administra su economía con más prudencia que en otras coyunturas pero aun así
está abierto a las oportunidades (por conveniencia o por gratificación) de
consumo.
El especialista Guillermo Oliveto, que hasta 2011 hablaba
de consumidores “oportunistas y compulsivos” a la hora de comprar, se refiere
ahora a consumidores “oportunistas cautelosos”. A su turno, Mariano Lamothe,
economista jefe de Abeceb, plantea que serán ciertos rubros los que se destacarán en esta
etapa del consumo, en especial los automóviles
(vistos como una forma de inversión y como una vía para no quedarse en
pesos) y los electrodomésticos (para
aprovechar el "efecto licuación" que brindan las cuotas sin interés).
Una mirada moderadamente optimista es la que mostraron también los ejecutivos
según la Encuesta de Expectativas de Ejecutivos presentada ayer por IDEA: en el
caso del consumo interno, en cambio sigue habiendo una apuesta a que se mantendrá
con cierta dinámica, aunque no habrá un fuerte crecimiento.
En síntesis, se trata de un consumidor que se permite en
ocasiones “ceder” a la tentación de la compra, especialmente ante una oferta
que se esfuerce en sintonizar con sus necesidades a través de promociones y en
un mercado en el que además se agregaron “jugadores” que atienden esas
motivaciones, como es el caso de los cupones de descuento, que hasta hace un
año eran fuertes en gastronomía, indumentaria y belleza y en los últimos meses
comenzaron a tallar también en turismo y otros productos. Se trata de un
contexto y un perfil de clientes que desafían la capacidad de la oferta, de las
empresas y de las marcas de “entender” a este consumidor y ponerse de su lado,
convertirse en aliado y facilitador para su poder adquisitivo.
Finalmente, el perfil de este nuevo consumidor también
merece una consideración desde la lógica política y de la opinión pública, en
especial para un modelo político como el actual, que durante todos estos años
apostó fuertemente al fomento del consumo y la demanda interna como pilares del
crecimiento. Volveremos sobre este punto en próximas entradas.
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