En la entrada anterior (del pasado viernes) anticipábamos
la posibilidad de que el consumo comenzara a mostrar señales de recuperación en
la segunda mitad del año, luego de un magro primer semestre. Pues bien, ya
aparecieron: el domingo, el diario La Nación evalúo “el efecto paritarias llegó al consumo”. La nota en cuestión cita datos que muestran
que en junio las ventas de alimentos y bebidas pegaron un salto del 2,6% en
volumen, en lo que representa la segunda suba más importante del 2012, traccionada
por los aumentos salariales acordados en los últimos meses.
El dato confirma la recuperación de la demanda que había
empezado a insinuarse en mayo, tras el freno registrado desde marzo. Según
datos de la consultora CCR, el segundo trimestre cerró con una desaceleración
de 1 punto frente a los primeros tres meses del 2012, y se identifican dos momentos
bien diferenciados: en abril la demanda tocó su piso (las ventas de los
productos de la canasta básica cerraron con un crecimiento interanual nulo)
mientras que las cadenas de supermercados mostraron una caída interanual del
2,4%.
En cambio, a partir de mayo se inició un proceso de
recuperación del consumo que se acentuó en junio, y que según CCR destacan el
efecto positivo que tuvieron paritarias salariales para impulsar la demanda. "Entre mayo y junio se cerraron las
paritarias en una docena de sindicatos importantes que venían con las
negociaciones demoradas. Los aumentos de salarios que se alcanzaron se volcaron
en forma casi automática al consumo", dijo José Ignacio Amodei,
director de CCR. Los especialistas también remarcaron que el cepo al dólar puede
haber jugado un papel dinamizador de la demanda al clausurar la alternativa de
ahorro preferida de los pequeños ahorristas. "En un contexto de alta inflación y sin alternativas como el
dólar, la compra de cualquier tipo de producto se termina convirtiendo en una
especie de valor refugio para muchos hogares", explicaron en CCR.
Ambos factores fueron examinados en este blog en la
entrada en cuestión, marcando que en un contexto en el que no podían refugiarse
en el dólar ni alternativas de inversión que superen la inflación esperada, los
consumidores (en especial aquellos forzosamente “pesificados”) se encontraban en una situación proclive a
consumir en un panorama de tasas pasivas reales negativas y abundante
oferta de descuentos y cuotas fijas fomentando la compra de bienes (si bien con expectativas
en descenso, uno de los principales factores del clima de opinión que
traccionan a la baja la confianza del consumidor, a diferencia de lo que
sucedió en los últimos dos años que mostraban optimismo en alza).
Un tercer factor que estaría traccionando esta recuperación
del consumo es la política más activa de
oferta de las últimas semanas, concebida como un estímulo para fogonear una
demanda alicaída: desde mayo se revitalizó la actividad promocional por parte
de las cadenas supermercadistas, lo que
se combinó con algunas acciones puntuales por parte de las marcas y de las
empresas proveedoras. "En categorías
como las de las gaseosas hubo un movimiento muy marcado de parte de las
empresas para desarrollar los envases más grandes, lo que ayudó a disminuir la
evolución del precio promedio. Cuando para el mercado la tasa de crecimiento de
precios de venta al público fue del orden del 24 por ciento, para la categoría
de gaseosas se ubicó sólo en el 15 por ciento", señaló Amodei.
En este marco, será importante observar qué sucede con
estos acuerdos y convenios en estos meses, y también las negociaciones que se
entablen con el cambio de estación (la llegada de la primavera en septiembre) y
de cara al fin de año, a ver si la retirada del frío invernal (que por cierto,
ha sido menos crudo que en otras épocas) coincide también con un “calentamiento”
o al menos una mayor “tibieza” del consumo y con compradores más “animados”.
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