domingo, 7 de octubre de 2012

Venezuela: lecciones para la oposición argentina (1)


 Durante el año pasado, asistimos varias veces a lecturas forzadas por parte de dirigentes y opinólogos (algunos, fuente de consulta permanente por parte de muchos medios de comunicación) acerca de procesos electorales provinciales con resultado adverso al kirchnerismo (por caso, Capital Federal y Santa Fe), tratando de extrapolar esos resultados a tendencias nacionales  para la elección presidencial que luego, por supuesto, se verificaron absolutamente contrarias, con triunfo oficialista por más del 50% en las elecciones primarias de agosto y más del 54% por ciento en las generales de octubre.

Esa manía por festejar "futboleramente" goles convertidos no por equipos propios sino por rivales del rival (Alfonsín hablaba, por ejemplo, de un "claro escenario de segunda vuelta" para las presidenciales, cuando la UCR había tenido un pésimo resultado en Capital Federal y en Santa Fe no dejaba de ser el socio menor de la coalición ganadora, liderada por el socialismo) tuvo en los últimos días en Argentina un pico de absurdo con dirigentes (y medios) contrarios al oficialismo regodeándose ante la hipótesis de una victoria en Venezuela del candidato opositor Henrique Capriles, un batacazo que no se produjo. Por el contrario, ganó el oficialismo liderado por Hugo Chávez, tal como sugería la mayoría de las encuestas conocidas en las últimas semanas, y por una cifra que seguramente despertará las peores sensaciones en la oposición argentina: más del 54%, prácticamente la misma cifra que consagró hace casi un año la reelección de Cristina Fernández de Kirchner.

La primera lección que deja la elección venezolana a la oposición argentina es la de evitar la pereza intelectual en el análisis: si una victoria de Macri en Capital Federal y de Bonfatti en Santa Fe no eran extrapolables a una derrota de CFK a nivel nacional, mucho menos puede esperarse que una hipotética derrota de Chávez abriera el campo a una victoria opositora en Argentina (ni en 2013, legislativas, ni en 2015, presidenciales). Cada elección obedece a contextos propios y no transferibles; tampoco la victoria de Chávez garantiza una performance exitosa del oficialismo en Argentina el año próximo. 

Una segunda lección es que cuando la oposición quiere vencer al oficialismo en elecciones ejecutivas (como la presidencial argentina en 2011 y la venezolana en 2012) lo que tiene que hacer es construir una alternativa electoral competitiva:  es lo que hizo la oposición en Venezuela, y por eso Capriles ha arañado el 45% de los votos en la elección más reñida desde que Chávez llegó al poder (mientras que en Argentina, en 2011, CFK estuvo unos  37 puntos por encima del segundo, Hermes Binner, una diferencia apabullante). Y atención, que construir alternativas electorales competitivas no es simplemente sumar lo que venga: quedó demostrado el año pasado en la provincia de Buenos Aires con la fallida alianza entre Ricardo Alfonsín y Francisco de Narváez, un fiasco que demuestra que en materia de política juntar lo que venga puede ser contraproducente y dar por resultado sumatorias del tipo 2+1= 2. 

Una tercera lección es que es erróneo creer que los ciclos políticos terminan simplemente por efecto desgaste: Chávez gobierna desde 1999 y volvió a ganar, la Concertación Chilena gobernó por 20 años (si bien con presidentes distintos), en Córdoba la UCR gobernó por 16 años y Unión por Córdoba va camino a alcanzar la misma cantidad de años en el poder...  a veces sucede, pero que la gente (el pueblo elector) cambie por cambiar, es la excepción, no la regla.

La cuarta lección pasa por identificar las circunstancias que pueden estar asociadas al cambio. Son aproximadamente las siguientes 1) la gente cambia cuando "lo que hay" es tan malo que siente que no arriesga nada por cambiar 2) cuando percibe que "lo que hay" ya dio todo lo que podía dar y siente que el nivel que logró no se pone en riesgo por el hecho de cambiar 3) cuando el cambio se percibe como indubitablemente mejor que "lo que hay". Por supuesto, apostar a que en algún momento el oficialismo (del país, de la provincia, o de la ciudad que sea) perderá es una apuesta segura, pero tan segura como estéril en tanto no se pueda precisar el momento en que eso sucederá. 

Una quinta lección es que es difícil derrotar a oficialismos que han tenido éxito en la mejora de indicadores sociales clave: en el caso de Venezuela, Chávez entre 1999 y 2012 logró reducir la pobreza extrema del 20,15% al 8,6% y el desempleo del 16% al 6,5%, además de subir el salario mínimo de 183 a 360 dólares, en progresiones similares a las del oficialismo en Argentina (lo que también pasa con indicadores adversos, como la inflación, que en Venezuela ronda el 27,6%, un poco por encima de lo que las consultoras privadas estiman para Argentina, si bien con inconsistencias técnicas y limitaciones en su capacidad de relevamiento).

4 comentarios:

  1. Dejo una nota de unos de mis malos pronotiscadores favoritos, valga la contradicción...

    http://www.lanacion.com.ar/1452409-desafios-de-un-ano-clave

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  2. Patético Aguinis, como siempre... te lo agradezco y retribuyo con otro material extraído de Facebook, en este caso poniendo a Lanata en el lugar que ha hecho méritos para ganarse: el del ridículo.
    Cariños...

    Esto escribió una periodista que se llama Marta Platia. Comparto lo.

    Lanata y los nuevos "movileros" de la derecha.

    Lanata bochornoso. Está rifando el poco prestigio que le quedaba como periodista. Se fue para “ganar” las elecciones venezolanas con los macromedios y las perdió. Afirmó varias veces --pasadas las nueve y media de allá-- que había “casi un empate técnico” entre los candidatos: “Pero hay una legislación local que me impide dar la boca de urna aunque las diferencias son mínimas”. Su movilero, que era aún peor que él -lo cual ya es mucho- reportó que en la noche de Caracas “había tiroteos y hasta muertos” y que la policía estaba tratando de contenerlos en algunos barrios de la ciudad. Después de conocida la victoria de Hugo Chávez por el 54%, y luego de que Lanata mostró con su semblante destruído por la derrota; el cronista se dio vuelta en el aire como una tortilla y dijo que “los muertos fueron por ajustes de cuentas”. Ahí quedó claro que todo era una mentira. El andamiaje se les cayó. Lanata prometió, inclinado sobre su escritorio, volver con más datos pero su programa terminó diez minutos antes de lo previsto. Da la impresión de que estos tipos están tan enfermos de soberbia y de su propio microclima mediático, que hasta llegan a creerse sus propias mentiras en el tren de mentirnos. Periodísticamente, lo inadmisible es que si sólo hubiesen escuchado con atención al propio Henrique Capriles durante la conferencia que dio luego de emitir su voto, se hubiesen evitado tanto papelón. El candidato de la derecha había adelantado tácitamente que ganar no estaba en su horizonte. Cualquier periodista medianamente avezado pudo deducirlo de sus palabras. Dijo, entre otras cosas, que sería "el primero en llamar al presidente” luego de que se conocieran los resultados. Como nadie lo interrogó sobre a quién llamaría si ganaba él mismo, el tipo siguió sin notar (o sí) su propia boutade. Dijo que en los próximos días pensaba descansar “de tanto trajín por la campaña” cosa que, se sabe, ningún ganador de semejante elección haría; y tampoco supo explicar cuál sería su estrategia de “reconciliación” con los chavistas. Con menos luces que Macri, si eso es posible, Capriles parecía con la mallita en la mano y un pie en el avión hacia Miami. Estaba entregado. No era alguien que se imaginara triunfador. Pero todo eso se les pasó por alto a Lanata y a los suyos. También, parece, a la Bullrich, que hasta cometió la torpeza de violar la veda electoral y dar por ganador a Capriles “con el 50 por ciento de los votos” antes de que se conocieran los resultados oficiales… Eduardo Amadeo, mientras tanto, se estrenaba como corresponsal del dúo Grondona-Rossi desde el bunker de Capriles y cronicaba eufórico “aromas de cambio”. Tal parece que la derecha oligarca argentina viaja con la idea fija de ganar con palabras, con cámaras de televisión y políticos de cuarta las elecciones de un país latinoamericano. Al fin y al cabo para ellos, no es más que otro país bananero, mayoritariamente mulato, gobernado por un “dictador que pretende eternizarse en el poder”; mientras que acá somos tan blanquitos, tan superiores, tan europeos, tan gente como uno... Pero ya se sabe, che: estos negros de mierda no aprenden, no hay caso. Les lavan la cabeza en masa. 54 por ciento allá y 54 por ciento acá. Too much!

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  3. Lo único que te corregiría es que la medición de inflación de las consultoras privadas y las procvinciales en argentina daban muy similar al indec antes de su intervención, primero para pagar menos deuda(Falso) y luego para alimentar el relato. Esa pequeña mentira te hace ocultar 2/3 de pobres en argentina y que la cantidad de pobres se mantiene durante el primer mandato de Cristina. (Entre el 20 y 25%)
    Seria interesante saber porque los homicidios en venezuela pasaron de 3300 a 19000 por año en el período de gobierno del presidente Chavez. Yo no lo se, pero eso lo convierte en el segundo pais mas violento de latinoamerica, ademas del segundo en inflación. Suena de derechas esto de la inseguridad, pero cada año y medio te da lo mismo que los desaparecidos durante la dictadura. Saludos

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  4. Hola Anónimo, gracias por tu aporte! El tema inflación lo hemos tocado algunas veces en el blog; te invito a revisar en el buscador nuestra posición al respecto, pero sintéticamente es la siguiente: por supuesto, no tengo capacidad estadística para medir tal cosa, pero tengo claro que la real no es la del Indec, ni tampoco la de las consultoras privadas (y ni hablar de otras fuentes, que confunden inflación general con aumento de precios de la canasta del supermercado, lo que técnicamente es un error grosero). En algún momento dedicaremos otra entrada a este tema.
    Del tema inseguridad en Venezuela he visto el aumento de 1999 a 2012, pero no tengo datos como para dar una explicación al respecto; personalmente no compararía a las víctimas de homicidios en sentido lato con las víctimas de delitos de lesa humanidad. Saludos!

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