O sea que Lozano toma para su cálculo de la pobreza (36,5%) un costo de canasta familiar promedio del país idéntico al de una canasta de consumo con sesgo hacia la clase media del distrito porteño: repetimos y remarcamos, algo insostenible. Esto es pertinente porque, en la Argentina, para que una persona sea considerada pobre tiene que tener un ingreso por debajo del costo de la Canasta Básica Total, que incluye los alimentos y servicios considerados necesarios para vivir. La actualización del indicador se realiza a través de la evolución de los precios que componen esa canasta, y gran parte de la discusión pasa por cómo componer esa canasta para que sea representativa del consumo promedio del país, nada menos, dato que además implica actualizaciones periódicas de acuerdo a las pautas de consumo de cada época.
Volvamos a las mediciones alternativas (o sea, no oficiales) de pobreza: la más baja la calcula el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (cercano al oficialismo), que sitúa a la pobreza en el 13,2% de la población, y ajusta la canasta del INDEC con la información de precios que brindan algunos institutos de estadísticas provinciales. El sociólogo Artemio López, director de la consultora Equis y también ligado al kirchnerismo, estima que la pobreza ronda el 14%, en tanto que la Central de Trabajadores Argentinos dirigida por Hugo Yasky (la CTA más cercana al gobierno, a diferencia de la CTA conducida por Pablo Micheli) informó que la pobreza alcanzó en el último trimestre de 2013 a 7,7 millones de personas, es decir 18,2% de la población (y la indigencia, a 1,8 millones de personas, 4,4%).
En cambio, para la central sindical opositora conducida por Hugo Moyano, la pobreza alcanza al 30,1%, más cercana al cálculo de consultoras y de fundaciones que a la inconsistente estimación de Lozano. En esta línea, para la Fundación Mediterránea, en el último semestre de 2013 fueron 10,8 millones (26,2%) los que quedaron por debajo de la línea de pobreza, mientras que el Centro de Investigaciones Participativas en Políticas Económicas y Sociales (Cippes) informó 12,2 millones de personas por debajo de la línea de pobreza (26,4%) y 2,8 millones en la indigencia (6,8%). En conjunto, las mediciones cercanas al gobierno oscilan alrededor de los 14 y los 18 puntos, en tanto que las lejanas (dejamos afuera la de Lozano, del mismo modo que no contemplamos la última medición del Indec, que fue de 5%) rondan entre el 25% y el 30%.
Aun tomando por ciertas estas últimas, el resultado estaría unos 10 puntos por debajo de la estimación del Banco Mundial para fines de la década de 1990 citada en el post anterior, que superaba el 36%. Aquí es pertinente introducir un matiz: el economista actualmente ligado al FAU, Martín Lousteau, en un primer momento planteó que hoy la pobreza es cercana al 28%, superior al promedio (no al término) de la convertibilidad, que estimó en el 26%, pero luego el mismo ajustó esa comparación en una columna: “En esos tiempos [fin del mandato de Néstor Kirchner, con el 29% de pobreza], muchos comparaban dichas estadísticas con las imperantes durante los ‘90, cuya media fue del 26%. La acusación implícita en dicho ejercicio era a todas luces injusta. Es cierto que el promedio de pobres durante la convertibilidad era menor, pero la insostenibilidad de dicha estructura económica hizo eclosión hacia fines de 2001, dejando nada menos que a casi seis de cada diez argentinos en situación de pobreza”. Este reconocimiento es clave, dado que el país que recibió el kirchnerismo (y también el presidente interino, Eduardo Duhalde) no es el “promedio” de pobreza durante el menemismo, sino el resultante del estallido de la convertibilidad durante la Alianza, que heredó del menemismo el modelo económico.
La estadística es una técnica que se utiliza para recopilar, organizar, presentar, analizar e interpretar información numérica, con la finalidad de extraer conclusiones útiles. Pero además de una ciencia, es todo un arte. Aún los especialistas en estadística eligen métodos a partir de los cuales trabajar, proceso que no deja de ser de algún modo subjetivo, y que puede dar lugar a manipulaciones o tergiversaciones de los conjuntos de datos. Aquí radica la importancia de que todos los miembros de la comunidad tengamos al menos conocimientos básicos de esta ciencia; sobre todo los comunicadores sociales, que tenemos en nuestras manos el poder de hacer creer a la sociedad que los índices de pobreza, por ejemplo, son unos u otros. Se trata de entender que puede haber diferencias entre las muestras, ya que siempre que se aplica una encuesta existe un margen de error variable, que no es atribuible a un error profesional sino al hecho de que no se releva a toda la población. También hay que tener en cuenta que en los fenómenos sociales siempre existen grados de indeterminación ineludibles. Pero operan factores diferentes cuando entran en juego nociones ideológicas o intereses políticos. Considero
ResponderEliminarfundamental el aporte de esta nota, que busca concientizar acerca de la diversidad de cifras que dan vuelta por las redes sociales y en los medios masivos de comunicación. Sino, cualquier lector desprevenido termina creyendo, como en este caso, que los índices de pobreza son, como afirmó el diputado Claudio Lozano, del 36,5%. Dato "insostenible", tal cual afirma Berra.
Gracias por tu aporte, Agostina! Saludos...
EliminarTenés 8...
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