Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
domingo, 31 de enero de 2016
Nota publicada en suple Tendencias de La Voz
Dicen que viajando se fortalece el corazón
Tecnología aplicada al turismo. Apps y funcionalidades recomendadas para reservar hoteles y vuelos, emprender un viaje en auto y hasta traducir cartas de restaurantes.
Por Norman Berra / Especial
En plenas vacaciones, antes de viajar es conveniente repasar nuevas herramientas y apps para celulares que ayudan a que una salida sea exitosa. Muchas han sumado funciones y/o se han vuelto más sociales, acumulando así experiencias a compartir por los viajeros. También es pertinente considerar recursos auxiliares como traductores y apps para acortar la brecha idiomática.
http://www.lavoz.com.ar/tecno/dicen-que-viajando-se-fortalece-el-corazon
sábado, 16 de enero de 2016
Nota publicada en suple Tendencias de La Voz
Entre lo alternativo y lo bizarro
Plataformas y apps. Más allá de Facebook, Twitter, Instagram y Pinterest.
Por Norman Berra | Especial
El boom de redes sociales masivas como Facebook, Twitter y, más recientemente, Instagram y Pinterest (por hacer un listado no exhaustivo) hace que perdamos de vista otras plataformas menos populares. Aquí, las repasamos para equilibrar la balanza.
http://www.lavoz.com.ar/tendencias/entre-lo-alternativo-y-lo-bizarro
martes, 12 de enero de 2016
Una luna de miel en la mano (Virus) -1
En la jerga, se denomina luna de miel al período inicial (variable en tiempo) de cada nuevo gobierno, en el cual la opinión pública evalúa a la flamante administración básicamente desde el principio del deseo y no el de realidad (remitiendo a otra jerga, la psicoanalítica) y con altísimas dosis de pensamiento desiderativo. Se puede decir que esto es natural, sobre todo cuando el cambio de gobierno, como es el caso argentino, se da en fechas como el 10 de diciembre, que coincide con la cercanía del fin de año, las fiestas, el receso escolar y el inicio de las vacaciones estivales.
De hecho, las primeras encuestas de opinión pública conocidas muestran un overshooting (sobrereacción) de expectativas positivas: 6 de cada 10 argentinos creen que el año que comienza será mejor que el 2015. Los datos surgen de un estudio de la consultora Voices!, cuya encuesta de fin de año indagó sobre las expectativas, esperanzas y temores de la población de casi 70 países. Si bien más de la mitad de los ciudadanos del mundo se muestra optimista con respecto al 2016, el de Argentina no es un caso más. Según la consultora, su nivel de expectativas lo ubica entre los 10 países del mundo más optimistas de cara al nuevo año. Más allá de la mayoría optimista se encuentran un 31% que creen que el 2016 será similar al año que pasó, mientras que el restante 7% es pesimista al respecto.
Ese optimismo impregna las primeras evaluaciones del gobierno de Mauricio Macri. Según un estudio de Analogías, la aprobación roza el 60% en las primeras semanas de gestión. En la misma línea, alrededor del 60% de los consultados respondió como “muy positivo” y “positivo” a la pregunta “¿cómo evalúa el desempeño como presidente de Mauricio Macri?”, de acuerdo a un estudio de OPSM (Opinión Pública, Servicios y Mercados) del consultor Enrique Zuleta Puceiro, a partir de una muestra de 1.200 entrevistas realizadas entre el 15 y el 19 de diciembre pasado en 65 localidades de todo el país. Por su parte, Roberto Bacman, de CEOP, hace una evaluación más articulada con la matriz que venimos trabajando en este blog en términos del plexo político subyacente: “Mauricio Macri cuenta con un núcleo duro que es el porcentaje que lo apoyó en las PASO, de un 24 o un 25% de la población y algo similar ocurre con el kirchnerismo; el resto de la población se va a ir moviendo en función del impacto que tengan las medidas del gobierno”.
No obstante, Analía del Franco, titular de Analogías, advirtió que esos guarismos son típicos de la etapa de luna de miel: “la tendencia de todos los fines de años es hacia una mirada positiva; en marzo, tras las vacaciones empieza la mala onda”, concluyó Del Franco. En cambio, el analista político Rosendo Fraga corrió el arco mucho más cerca: para este consultor, la fuga de los hermanos Lanatta, condenados por el triple crimen de General Rodríguez, marca el fin de “la luna de miel” del nuevo Gobierno. “Desde el punto del análisis político, te diría que esto un poco te confirma esa idea que la luna de miel dura cada vez menos tiempo (…) Antes era el primer año, después 6 meses, 3 meses. Quizás marcaría este hecho como el final de la luna de miel, a partir de ahora vas a tener una opinión pública con un ojo más crítico respecto del que tenías antes”.
sábado, 9 de enero de 2016
Nota publicada en suple Tendencias de La Voz
Influencias recíprocas que suman
Maridajes. Cómo la naturaleza enriquece a la arquitectura y esta inspira al automovilismo.
Por Norman Berra | Especial
La naturaleza enriquece a la arquitectura, y esta a su vez inspira al automovilismo. Veamos casos destacados de estas tendencias:
http://www.lavoz.com.ar/tendencias/influencias-reciprocas-que-suman
viernes, 8 de enero de 2016
Del plexo político al plexo socioeconómico (2)
Una mirada al plexo político preexistente para evaluar la nueva gestión debe ser complementada con una mirada al plexo socioeconómico que coexiste con aquél. Esta premisa tiene la siguiente fundamentación: a mediano o a largo plazo, el desempeño de los gobiernos es evaluado tanto desde una matriz político-electoral como en función del impacto que las sucesivas administraciones tienen en el tejido socioeconómico nacional, al que (a falta de indicadores oficiales fiables) podemos medir a través del nivel socioeconómico (NSE) homologado por la Asociación Argentina de Marketing (AAM) y que utilizan la mayoría de las consultoras de nuestro país.
En este marco, la gestión kirchnerista de 12 años de gobierno deja un panorama en el que la clase media (C3) se consolidó y sumó casi 5 puntos entre 2004 y 2015 (desde el 25,3% relevado por la AAM en 2004 y el 30% relevado por la consultora Delfos a cierre del año pasado) y los segmentos bajo y marginal (D2 y E) cayeron del 21% al 19%, sobre los mismos datos y parámetros de medición citados. Al mismo tiempo, se puede afirmar que la clase alta apenas se modificó: 5,6% de ABC1 en 2004 y mismo porcentaje según la AAM en 2014, contra 5% relevado por Delfos en 2015. La clase media alta (C2), al igual que la media típica, también osciló entre la consolidación y el crecimiento: 14,7% en 2004 y 17,7% según la AAM, contra 15% relevado por Delfos en 2015. En resumen, más clase media y media alta, menos baja y marginal. Nuevamente, ante la falta de indicadores oficiales fiables, estas mediciones privadas permiten aseverar, sobre la base de una robusta casuística, que la pobreza estructural cayó en los últimos 12 años.
Del mismo modo que esos datos confirman un proceso de movilidad ascendente, también ponen en evidencia el amesetamiento de la clase media en los últimos años. Según la AAM, el C3 llegó al 31% en 2011, en tanto que se ubicó en 30,8% en 2012, 30,6% en 2013 y 30,8% en 2014. Aunque las variaciones son estadísticamente no significativas, el amesetamiento es nítido. Resulta más visible si en lugar de los datos de la AAM tomamos el relevamiento de Delfos: 30% para el C3 en 2013, 32% en 2014 y 30% en 2015. En tren de hipótesis, se puede conjeturar que este amesetamiento explica parte de las tensiones que el gobierno de Cristina Fernández experimentó con los segmentos medios en los últimos años de su gestión.
Junto con la anterior constatación, se impone también una mirada histórica todavía más amplia: antes de la medición de la AAM de 2004, los indicadores de esa misma entidad a nivel nacional mostraban con toda crudeza las señales de la crisis vivida por el país desde la recesión que arrancó en 1998 hasta el estallido de la convertibilidad en 2001-2002. Es de rigor señalar que el empalme no es lineal, dado que la metodología fue ajustando los parámetros de medición, pero aun considerando matices el panorama que mostraba la Asociación en 2002 para el total país arrojaba un 10% de ABC1, 10% de C2, 10% de C3, 30% de D1 y 40% de D2 + marginal. Contra esos guarismos, los 12 años de gestión K dejan menos ricos-ABC1 (5% según la medición de Delfos en 2015), más clase media alta-C2 (15%), el triple de clase media –C3 (30%) casi la misma clase media baja o baja superior –D1 (31%) y menos clase baja y marginal –D2 (19%). En síntesis, una comparación que confirma la movilidad social ascendente y el descenso de la pobreza medida a través de parámetros estructurales.
En este marco, la gestión kirchnerista de 12 años de gobierno deja un panorama en el que la clase media (C3) se consolidó y sumó casi 5 puntos entre 2004 y 2015 (desde el 25,3% relevado por la AAM en 2004 y el 30% relevado por la consultora Delfos a cierre del año pasado) y los segmentos bajo y marginal (D2 y E) cayeron del 21% al 19%, sobre los mismos datos y parámetros de medición citados. Al mismo tiempo, se puede afirmar que la clase alta apenas se modificó: 5,6% de ABC1 en 2004 y mismo porcentaje según la AAM en 2014, contra 5% relevado por Delfos en 2015. La clase media alta (C2), al igual que la media típica, también osciló entre la consolidación y el crecimiento: 14,7% en 2004 y 17,7% según la AAM, contra 15% relevado por Delfos en 2015. En resumen, más clase media y media alta, menos baja y marginal. Nuevamente, ante la falta de indicadores oficiales fiables, estas mediciones privadas permiten aseverar, sobre la base de una robusta casuística, que la pobreza estructural cayó en los últimos 12 años.
Del mismo modo que esos datos confirman un proceso de movilidad ascendente, también ponen en evidencia el amesetamiento de la clase media en los últimos años. Según la AAM, el C3 llegó al 31% en 2011, en tanto que se ubicó en 30,8% en 2012, 30,6% en 2013 y 30,8% en 2014. Aunque las variaciones son estadísticamente no significativas, el amesetamiento es nítido. Resulta más visible si en lugar de los datos de la AAM tomamos el relevamiento de Delfos: 30% para el C3 en 2013, 32% en 2014 y 30% en 2015. En tren de hipótesis, se puede conjeturar que este amesetamiento explica parte de las tensiones que el gobierno de Cristina Fernández experimentó con los segmentos medios en los últimos años de su gestión.
Junto con la anterior constatación, se impone también una mirada histórica todavía más amplia: antes de la medición de la AAM de 2004, los indicadores de esa misma entidad a nivel nacional mostraban con toda crudeza las señales de la crisis vivida por el país desde la recesión que arrancó en 1998 hasta el estallido de la convertibilidad en 2001-2002. Es de rigor señalar que el empalme no es lineal, dado que la metodología fue ajustando los parámetros de medición, pero aun considerando matices el panorama que mostraba la Asociación en 2002 para el total país arrojaba un 10% de ABC1, 10% de C2, 10% de C3, 30% de D1 y 40% de D2 + marginal. Contra esos guarismos, los 12 años de gestión K dejan menos ricos-ABC1 (5% según la medición de Delfos en 2015), más clase media alta-C2 (15%), el triple de clase media –C3 (30%) casi la misma clase media baja o baja superior –D1 (31%) y menos clase baja y marginal –D2 (19%). En síntesis, una comparación que confirma la movilidad social ascendente y el descenso de la pobreza medida a través de parámetros estructurales.
martes, 5 de enero de 2016
Del plexo sociopolítico al plexo socioeconómico (1)
En las últimas entradas del 2015 insistimos en que el plexo político preexistente para evaluar a la nueva gestión es la división del electorado en tres tercios. Son los siguientes: uno anti-K (con un núcleo duro de apoyo a la flamante administración de Mauricio Macri), uno pro-K (con un núcleo duro crítico respecto a Cambiemos y relativamente “fiel” a CFK) y un tercero “ni-ni”, que en el ballotage del 22-N pasado se dividió en partes casi simétricas produciendo el resultado ajustado de 51,34% a 48,66%. Según este tercero se oriente en las próximas semanas/meses más cerca de uno de los dos primeros polos, se generará una masa crítica favorable al nuevo presidente o, de lo contrario, las condiciones para su desgaste.
Dicho esto, se impone ser coherentes con la premisa filosófica de este blog: no hacemos por un lado investigación de mercado y por otro estudios de opinión pública, sino que se hace investigación social, donde ambas dimensiones están conectadas y confluyen en la comunidad (comunidad que es a la vez de consumidores y electores, no mercado por un lado y electorado por otro). En ese marco, una mirada al plexo político preexistente para evaluar la nueva gestión debe ser complementada con una mirada al plexo socioeconómico que coexiste con aquél.
En ese marco, la comparación con el año 2006 (cuando la Asociación Argentina de Marketing renovó el índice de nivel socioeconómico, NSE) y el año 2015 arroja un neto crecimiento de la clase media y una reducción de la clase baja. El dato surge del evolutivo que muestra la clase media típica (C3) creciendo del 24% que registraba en 2006 hasta el 30% a fines de 2015 (cierre de la gestión de CFK), mientras que la sumatoria de las clases baja y marginal (D2 + E) pasó del 24 en 2006 al 19% en 2015. La información correspondiente al año 2006 surge del estudio de la Asociación Argentina de Marketing (AAM), en tanto que los del 2015 fueron obtenidos a partir de 9.310 casos relevados de manera domiciliaria en una encuesta de alcance nacional realizada por la consultora Delfos, con un error muestral de +-1% (ver gráfico arriba; click para agrandar).
Observando cómo evolucionó la clase alta top (ABC1), se aprecia que la misma apenas varió en ocho años (pasó del 6% en 2006 al 5% en 2015). Lo mismo se percibe en la media alta (C2, pasó del 14% en 2006 al 15% en 2015) y la media baja (D1, varió del 32% en 2006 al 31% en 2015). Una lectura de todo el período arroja que en los últimos nueve años la pirámide del NSE a nivel nacional acusa un proceso de movilidad social ascendente, con crecimiento de la clase media y reducción de la pobreza, de lo que resulta una menor polarización social relativa. Considerando los datos de segmentación económica, la clase media estricta se corresponde con el segmento C3, es decir que tres de cada 10 argentinos pertenecen a la clase media típica. En cambio, si se contemplan criterios sociológicos, ese universo se amplía, pues si bien el segmento C2 está por encima de la clase media típica por variables económicas y poder de consumo, tiene comportamientos similares a esta clase en términos sociales, educativos y culturales. Visto con ese matiz, la “clase media” abarcaría al 45% del total. Finalmente, si se considera también a la clase media baja, que sin ser clase media típica tiende a identificarse con ella (en rigor, la tiene como “aspiracional”), resultaría un universo del 76%, guarismo que prácticamente coincide con el 80% de argentinos que se definen y sienten como de clase media (autopercepción que, por supuesto, va más allá de las definiciones estrictas de la estadística aplicada).
Dicho esto, se impone ser coherentes con la premisa filosófica de este blog: no hacemos por un lado investigación de mercado y por otro estudios de opinión pública, sino que se hace investigación social, donde ambas dimensiones están conectadas y confluyen en la comunidad (comunidad que es a la vez de consumidores y electores, no mercado por un lado y electorado por otro). En ese marco, una mirada al plexo político preexistente para evaluar la nueva gestión debe ser complementada con una mirada al plexo socioeconómico que coexiste con aquél.
En ese marco, la comparación con el año 2006 (cuando la Asociación Argentina de Marketing renovó el índice de nivel socioeconómico, NSE) y el año 2015 arroja un neto crecimiento de la clase media y una reducción de la clase baja. El dato surge del evolutivo que muestra la clase media típica (C3) creciendo del 24% que registraba en 2006 hasta el 30% a fines de 2015 (cierre de la gestión de CFK), mientras que la sumatoria de las clases baja y marginal (D2 + E) pasó del 24 en 2006 al 19% en 2015. La información correspondiente al año 2006 surge del estudio de la Asociación Argentina de Marketing (AAM), en tanto que los del 2015 fueron obtenidos a partir de 9.310 casos relevados de manera domiciliaria en una encuesta de alcance nacional realizada por la consultora Delfos, con un error muestral de +-1% (ver gráfico arriba; click para agrandar).
Observando cómo evolucionó la clase alta top (ABC1), se aprecia que la misma apenas varió en ocho años (pasó del 6% en 2006 al 5% en 2015). Lo mismo se percibe en la media alta (C2, pasó del 14% en 2006 al 15% en 2015) y la media baja (D1, varió del 32% en 2006 al 31% en 2015). Una lectura de todo el período arroja que en los últimos nueve años la pirámide del NSE a nivel nacional acusa un proceso de movilidad social ascendente, con crecimiento de la clase media y reducción de la pobreza, de lo que resulta una menor polarización social relativa. Considerando los datos de segmentación económica, la clase media estricta se corresponde con el segmento C3, es decir que tres de cada 10 argentinos pertenecen a la clase media típica. En cambio, si se contemplan criterios sociológicos, ese universo se amplía, pues si bien el segmento C2 está por encima de la clase media típica por variables económicas y poder de consumo, tiene comportamientos similares a esta clase en términos sociales, educativos y culturales. Visto con ese matiz, la “clase media” abarcaría al 45% del total. Finalmente, si se considera también a la clase media baja, que sin ser clase media típica tiende a identificarse con ella (en rigor, la tiene como “aspiracional”), resultaría un universo del 76%, guarismo que prácticamente coincide con el 80% de argentinos que se definen y sienten como de clase media (autopercepción que, por supuesto, va más allá de las definiciones estrictas de la estadística aplicada).
sábado, 2 de enero de 2016
Nota publicada en suple Tendencias de La Voz
Tecnología aplicada a la seducción
Verano romántico. Apps que potencian la chance de relacionarse y de buscar pareja.
Por Norman Berra (Especial)
Con su estallido de altas temperaturas y la sensualidad a flor de piel, el verano es una estación propicia para la atracción sexual. A la hora de seducir (o de buscar pareja con fines más serios) la tecnología también puede ser de ayuda. Veamos algunos casos destacados:
http://www.lavoz.com.ar/tecno/tecnologia-aplicada-la-seduccion-0
Suscribirse a:
Entradas (Atom)