miércoles, 20 de septiembre de 2017

Hacia el 22-O y de cara al 2019: minorías electorales a nivel país

En las PASO del 13-A, nuestro recálculo a partir del escrutinio definitivo nos permitió establecer que Cambiemos obtuvo 8.667.643 votos a nivel nacional, ubicándose como primera minoría electoral. Por su parte, CFK alcanzó 3.229.214 votos en provincia de Buenos Aires (PBA), más 2.684.229 que Unidad Ciudadana y frentes aliados recogieron en el resto del país. Eso suma 5.913.423 votos a nivel nacional, el segundo volumen electoral detrás de Cambiemos. Si pintáramos a Cambiemos con amarillo y a UC/FPV con celeste, el mapa de los territorios donde se impuso cada uno daría como resultante el que tenemos arriba (click para agrandar). Aunque a primera vista parece que PBA fuera oficialista, se debe a que Cambiemos sacó ventaja en el interior de esa provincia, mientras que UC/CFK hizo mayor diferencia en el tercer cordón del conurbano bonaerense, conglomerado que está pintado de celeste en el mapa (en torno a la CABA). En síntesis, tenemos 10 distritos favorables a Cambiemos y 5 donde ganó Unidad Ciudadana, la flamante fuerza de la ex presidenta. Estos nos da 15 distritos de 24 para los dos sellos e identidades políticas más nuevas y recíprocamente antagónicas.  

Por otro lado, hay 8 distritos donde se impuso el justicialismo (pintados de verde en el mapa), pero mientras algunos de ellos son cercanos a la figura de CFK (como San Juan, Catamarca, Chaco y Formosa) otros tienen vínculos problemáticos o antagónicos con la ex presidenta, y con matices también una relación con Cambiemos que varía entre la oposición neta a un vínculo institucional afincado en razones de gobernabilidad recíproca. Si revisamos el resultado de las PASO para analizar la estructura de ese electorado justicialista, encontramos 1.380.258 votos de referentes peronistas filo-K o cercanos al kirchnerismo y 2.022.197 del justicialismo no K o anti K. Dejamos afuera de esta división en tres del espacio pan-justicialista a 1País (liderado por Sergio Massa), dado su carácter híbrido. Así, ordenadas por volumen electoral, tenemos las siguientes minorías: 1) Cambiemos 2) Unidad Ciudadana 3) Justicialismo no K 4) Justicialismo filo-K o cercano al kirchnerismo. Esta aritmética electoral resultante de las primarias del 13 de agosto pasado ofrece, por supuesto, abundante material para la lectura y el análisis de cara a las elecciones del 22-0 y también hacia el 2019. 

Según la politóloga María Casullo, “estas PASO afirman tres datos centrales: que Cambiemos es hoy un partido nacional fuerte, que el espacio de `la ancha avenida del medio` se ha ido cerrando, y que, finalmente, el kirchnerismo sigue vivo como identidad política (…) A esto se le sigue que también sigue viva la figura de Cristina Fernández de Kirchner como una dirigente capaz de convocar a una parte importante de la población: las PASO demostraron que los que se sienten representados son un número importante y cohesionado (según encuestas, más del 90% de los que votaron a la ex mandataria hoy están decididos a hacerlo en octubre. Más cohesionado, por ejemplo, que los votantes de Sergio Massa). No sólo CFK salió primera en la provincia de Buenos Aires, sino que en las provincias varios candidatos y candidatas que o bien se referencian como kirchneristas, o bien, al menos, no cuestionaron públicamente la figura de la ex presidenta tuvieron buenos resultados: María Emilia Soria ganó en Río Negro, el camporista Martín Pérez lo hizo en Tierra del Fuego, y Agustín Rossi fue sin duda la figura de la noche al triunfar inesperadamente en Santa Fe”.

A partir de esta lectura de los datos, Casullo remarca que “cualquier proyecto opositor de aquí a 2019 que pretenda tener una perspectiva de éxito deberá incluir dentro de sí al kirchnerismo. La pérdida de votos de Sergio Massa, que pasó de una clara victoria en la elección legislativa del 2013 a salir tercero en esta (casi perdió en su pago chico de Tigre con Cambiemos) y la cosecha poco impresionante de Florencio Randazzo (sobre todo a nivel de los municipios de sus intendentes aliados, donde sus listas de concejales llegaron a quedar cuartas), dejan en claro que apostar a heredar los votantes de CFK por default no será suficiente. Randazzo, Massa, Juan Manuel Urtubey: cualquiera que apunte a liderar el peronismo en 2019 deberá hacer algo que hasta ahora evitaron: sentarse a negociar con Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo, el inverso de esta proposición es igualmente verdadero. Así como el peronismo `con buenos modales´ deberá aceptar que sin el kirchnerismo no podrá llegar a ser gobierno, es evidente que el kirchnerismo deberá también aceptar que por sí sólo no puede transformarse en una alternativa electoralmente exitosa. Cristina Fernández de Kirchner deberá también hacer algo a lo que se ha negado hasta ahora: abrir caminos de negociación con figuras políticas que hasta 2015 fungían como subordinados (…) Esta negociación de cara al 2019 puede resolverse de dos maneras: mediante el consenso sobre reglas o mediante la aparición de un liderazgo que vuelva innecesarias a las reglas. Esto último parece difícil en esta situación, ya que, por un lado la ex presidenta concita un rechazo de importantes sectores sociales y por el otro ninguna de las figuras alternativas “renovadoras” del peronismo se cortó solo del pelotón expectante hasta ahora (Urtubey ganó en Salta, pero de manera más estrecha de lo que se pensaba)”. En síntesis, la politóloga plantea que las chances de una reunificación del espacio pan-justicialista pasan principalmente por la vía consensual, mientras que le asigna menos chances a la aparición de un liderazgo que vuelva innecesarias las reglas. En la próxima entrada del blog, analizaremos por qué CFK podría estar apostando a esta segunda alternativa en lugar de la primera. 

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