Desde diciembre hasta ahora cabe destacar varios puntos de inflexión en el proceso sociopolítico. El primero tiene que ver con la reforma previsional y sus repercusiones. Al respecto, oportunamente el columnista Pablo Papini destacó que “se ha dicho hasta el hartazgo: el sufragio amarillo se hace más fuerte a medida que se asciende en franjas etarias. La composición sociológica de los nuevos cacerolazos (en referencia a las protestas de fines de diciembre pasado) indica que por primera vez han sentido el impacto en filas propias”. Otra bisagra, que también se articula a partir del impacto de esa reforma, pasa por la circulación de la información. “En su estrategia y formas de comunicación el gobierno parece tener todo asegurado, pero con una estrategia muy falible que hace eje en la interpelación del antikirchnerismo. Cuando se tocan intereses de sectores sociales que ya no se sienten interpelados sólo por esa categoría, puede ocurrir que salgan espontáneamente. Y ese fenómeno, en el uso de las redes sociales, no significa sin organización. Por primera vez desde que es gobierno, Cambiemos fue contrarrestado en su uso de las redes sociales que antes parecía infalible”, apuntó el sociólogo Esteban Dipaola.
A esto se le podría sumar que las repercusiones de esa reforma resquebrajaron el “blindaje” mediático con que venía contando el gobierno durante los últimos meses. Este fenómeno, a su vez, puede ser el germen de un "doble clima de opinión" (Noelle-Neumann), es decir, la emergencia de una diferencia sensible entre el clima percibido por la población y el representado por la mayoría de los medios y periodistas (francamente favorable a Cambiemos). Respecto a si se puede hablar de un punto de inflexión, Dipaola considera que “hay un aprendizaje en el sentido de que la gente se hizo más consciente de lo que se puede producir con las redes, de cómo se pueden hacer circular sentidos y ponerlos en disputa. Creo que hubo una conciencia de eso. Lo que pasó con la convocatoria a los cacerolazos generó esa conciencia y un punto de vista más crítico, tratando de salir de la inminencia de la circulación”.
Un tercer punto de inflexión es el giro económico, luego del plebiscito más netamente “político” que benefició al oficialismo en la elección de medio término. La mayor relevancia de la agenda económica que se percibe en estudios como el de Synopsis que venimos citando marca un riesgo para el oficialismo, en la medida en que desplaza la atención hacia el impacto de las medidas del gobierno en el “metro cuadrado” de la agenda, por encima de los temas en que Cambiemos aún se beneficia por el contraste con la gestión K (issue "corrupción", con el correspondiente acompañamiento mediático y judicial). Que la inflación sea el principal problema en la agenda de los electores y que un 41,4% considere que empeoró respecto a la gestión anterior implica un serio revés para el oficialismo. Sólo un núcleo duro del 25,2% (proporción que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Mauricio Macri en las PASO del 2015) cree que esa problemática mejoró en comparación con el gobierno de CFK (ver datos arriba; click para agrandar). Peor todavía, ese estudio se efectuó antes de que se difundiera el IPC de diciembre, que fue el más alto del 2017 (3,1%), cerrando así el año con casi 25% de inflación. Muy probablemente, el dato hubiera sido más desfavorable luego de esa publicación.
El cuarto punto, ya mencionado y quizá el más importante, es la caída en las expectativas, tanto a nivel de la situación del país como en la situación económica personal. En el primer caso, el porcentaje de consultados que cree que la situación económica del país dentro de un año será "peor" (casi 43%) supera nítidamente al casi 30% que considera que estará "mejor". Respecto al segundo, en noviembre de 2017 un 33,6% de los consultados consideraba que en un año estaría "mejor". En el último estudio de Synopsis, ese guarismo se redujo a 23,4% (una caída de 10 puntos porcentuales), si bien muchos de esos desencantados pasaron a la alternativa de respuesta "igual" (creció de 25,4% a 33,7%) y no a "peor" (subió menos, de 32,9% a 35,6%). En esta línea, el analista Tomás Aguerre destacó que “el relevamiento de Synopsis muestra también la brecha histórica más grande entre quienes consideran que estarán mejor y quienes consideran que estarán peor en el futuro. Para ponerlo en otros términos: desde que Mauricio Macri llegó a la presidencia, nunca tan pocos ciudadanas y ciudadanos creyeron que en el futuro estarían mejor de lo que están hoy. No es la primera vez que hay más ´pesimistas´ que ´optimistas´ respecto al futuro, tal como muestra la serie, pero sí es la primera vez que la brecha es tan prominente. Es un dato para atender en cualquier gobierno y uno para preocuparse especialmente en un proyecto político que ha hecho de las expectativas sobre el futuro uno de los pilares en la construcción de su discurso de gobierno. La respuesta del Gobierno hasta ahora ha sido que se trata de una ´caída natural´ en los indicadores, es decir, que el oficialismo ha decidido invertir capital político en pasar una serie de reformas y que este es el costo natural de hacerlo. Sabemos que no existe en política algo así como leyes naturales necesarias; sin embargo, es cierto que existe el costo de avanzar con una agenda propia, más aún cuando esa agenda resulta impopular. Lo cierto es que reformas anteriores, aunque hayan impactado, no mostraron estos descensos tan abruptos en los números del gobierno. Y, fundamentalmente, no afectaron los pilares de la construcción del discurso de Cambiemos, a saber, la confianza en el futuro. Es necesario pensar a partir de este punto principalmente porque, a pesar de haber pasado la reforma previsional y la tributaria, el plan de reformas del gobierno de Mauricio Macri recién comienza”. En síntesis, esto refuerza nuestra hipótesis de que el gobierno comienza a transitar un sendero en el que el cambio ya no se define simplemente como un consenso negativo respecto del gobierno anterior (antikirchnerismo), sino con una impronta propia. Aquí, corre dos riesgos: 1) ser asociado a la palabra más temida por los estrategas de Cambiemos (“ajuste”) y 2) reforzar el sesgo clasista que se le percibe desde sus inicios y que la encuesta de Synopsis también confirma, cuando detecta que las políticas de Cambiemos para reducir el gasto público afectan más a quienes menos tienen en la percepción de los argentinos (ver datos abajo; click para agrandar).
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
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A propósito de "doble clima de opinión", y disculpándome por la digresión, me permito informar que en Chile hoy, la inmigración descontrolada ha marcado record mundial en % anual sobre la población del país: representó un 6,2% en 2017; guarismo que no tendría parangón en el mundo moderno, jamás (en USA nunca llegó al 2%, sumada legal e ilegal); ésto según datos oficiales, pero casi invisibilizados mediáticamente, del organismo encargado : PDI , sección Extranjería,saldo ingreso-egreso de turistas (hace 4 años el saldo era 0).Simultáneamente, los chilenos favorables a la inmigración son el 5%, mayormente de clase alta, los desfavorables el 65% (de clase media y baja) y los indiferentes, el 30% (estudio "Elsoc", del"COES" de la U.Católica) .Pero criticar públicamente la inmigración, hoy día, es imposible: toda la sociedad está amordazada por un clima de opinión especifico,que campea sin contrapeso e impone su "Verdad Oficial". Me recuerda, nada menos y ominosamente, los meses previos al golpe de estado de 1973.Gracias.
ResponderEliminarGracias por tu lectura y aporte, R.Rojas, saludos!
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