Ese malestar socioeconómico es el mar de fondo de los movimientos que se observan desde hace meses: aliados radicales que despegan sus comicios de gobernador de la elección presidencial temiendo un arrastre negativo de la figura presidencial (caso Jujuy, el más reciente), miembros del oficialismo que procuran desdoblar la elección en su distrito (caso María E. Vidal en provincia de Buenos Aires, intento abortado por la mesa chica de Cambiemos), aliados radicales que resisten en su distrito la candidatura a gobernador definida desde la Rosada (caso Córdoba, el más reciente y resonante). Todos esos movimientos serían impensables con un presidente que tuviera un respaldo mayoritario; se producen porque hace mucho que la imagen positiva de gestión se ha replegado hacia el núcleo duro del 30% (e incluso menos en mediciones como las de Synopsis; ver datos al inicio del posteo, click para agrandar).
En este marco, un relevamiento de la consultora D’AlessioIROL/Berensztein grafica cómo la situación actual de crisis impacta en el consumo. Los datos surgen de distintas mediciones realizadas durante el segundo semestre del 2018 y enero 2019, basadas en más de 1.000 encuestas efectuadas de forma online a mayores de 18 años de todo el país. Según los datos, “8 de cada 10 argentinos reemplazaron a las primeras marcas por otras alternativas de menor precio. La sustitución abarca entre un 20% y un 60% de los productos consumidos”. Asimismo, por la brecha entre ingresos estancados o retrasados respecto a la inflación (subas en alimentos, servicios y cargas impositivas), las familias están armando una nueva planificación de sus gastos domésticos, en la que los "extras" se quedan afuera, generando así una categoría de "abandonados" del consumo (ver datos arriba; click para agrandar).
Las gaseosas (71%) son el primer producto en ser desplazado para suprimir lo que pueda generar mayor impacto en el presupuesto familiar. Los encuestados consideran que “pueden suplir lo que resulta más costoso por productos de estación, que además al ser considerados `más sanos` disminuyen la culpa ante el reemplazo”. Las carnes tienden a ser suplantadas por arroz (41%), fideos (40%) y pollo (36%). En la misma línea, las familias optan por consumir mayor cantidad de verduras (35%) y frutas (31%; ver datos arriba, click para agrandar). En sentido contrario, entre los gastos que resisten a la disminución del consumo se destaca internet (68%). Los servicios como la telefonía celular y las transmisiones por streaming (Netflix) tampoco son opciones a la hora de rescindir el consumo.
La caída del poder adquisitivo y el impacto en el consumo también se ponen de manifiesto en una mayor fragmentación de la modalidad de compra. El más reciente estudio realizado en la provincia de Córdoba por la consultora Delfos muestra que la compra mensual con refuerzos diarios (indicadora de un patrón de consumo fuerte) fue desplazada al segundo lugar (21%), superada con creces por las compras diarias (49%); esto confirma el deterioro, dado que las familias se ven forzadas a achicar y dividir sus compras para cuidar el bolsillo (ver datos arriba; click para agrandar). Se trata de un patrón de consumo típico de crisis, que coexiste con el debilitamiento de las primeras marcas. Con apenas matices, se observa tanto en Córdoba Capital como en el interior de la provincia (ver datos arriba; click para agrandar). Con todo, el dato más fuerte es que ese patrón atraviesa todos los niveles socioeconómicos, si bien en el Alto la compra mensual apenas queda 7 puntos porcentuales debajo de las compras diarias (mientras que en el nivel Medio queda 24 pp detrás y en el Bajo 48 pp detrás; ver datos abajo, click para agrandar). En síntesis, todos los datos confirman la profundidad de la crisis socioeconómica, que a tenor de nuestro seguimiento de encuestas de intención de voto está generando efectos preleectorales.
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