La opinión pública tiene una naturaleza
cambiante; una
primera minoría (el FPV en 2007, por caso) puede decaer hasta su núcleo duro de
adhesión (FPV en 2009) y después recobrarse hasta adquirir un carácter
hegemónico (FPV en 2011), y aun así volver a perder adhesión; un dirigente que
asoma como presidenciable cantado puede, dos años después, ni siquiera
presentarse como candidato a las elecciones (Cobos y Reutemann en 2009). La
opinión pública está llena de estos vaivenes, que con frecuencia dejan a
reputados editorialistas en offside cuando uno revisa el archivo (recordamos,
por ejemplo, sesudas columnas de James Neilson escritas allá por 2009,
augurando muy convencido que las elecciones presidenciales del 2011 se dirimirían
entre Mauricio Macri y Julio Cleto Cobos; ambos ni siquiera fueron candidatos a
presidente ese año).
Mientras muchos analistas políticos son
afectados por un afán de pronosticar combinado con el efecto contagio de los
microclimas en que están envueltos (doblemente riesgoso si se trata de
microclimas editoriales), en cambio, los consultores y analistas de opinión
pública saben que el oficio (y el negocio) de la consultoría se alimenta justamente
de la volatilidad de la opinión pública, que requiere de mediciones constantes.
Evitar la tentación del profetismo, como bien marcaba Bachelard, es el primer
imperativo del científico social. Esa prudencia, sin embargo, no exime de la
necesidad de esforzarse (aun reconociendo la volatilidad de los electores) por
identificar regularidades, algo inherente a la ciencia y en lo que la
estadística como disciplina viene en nuestro auxilio.
La entrada anterior de este tema es un
ejercicio (no desprovisto de cierto costado lúdico: la ciencia, contra muchos
prejuicios, no tiene nada de aburrido) por identificar esas regularidades para
tratar de entender cómo votó el electorado argentino en estos años, y para ver qué
parámetro de referencia nos proporciona esa conducta electoral para interpretar
el próximo resultado electoral de este año. A
efectos de identificar regularidades jugando con los promedios, tomaremos como
primera referencia el año 2005, dado que en 2003 Néstor Kirchner y Eduardo
Duhalde eran aliados: de esta manera, en todas las elecciones posteriores tendremos
una referencia electoral del PJ anti-K. Así, tenemos de la serie de 2005 a 2011
estas sumatorias de voto del FPV y aliados: 40% (2005) + 45% (2007) + 33%
(2009) + 54% (2011) = 172/4 elecciones = 43%.
Veamos qué sucede con el PJ anti-K: 21%
(11% + 10%; sumo a Rodríguez Saá y Sobisch en 2007) + 15% (PJ anti-K+ PRO +
otras fuerzas de centroderecha en 2009) + 14% (sumo a Rodríguez Saá y Duhalde
en 2011) = 50. Dividido 4 elecciones, da 13% de promedio.
Con la UCR, el socialismo y la
Coalición Cívica la cuestión se complica, porque en la elección de medio
término del 2009 concurrieron aliados, mientras que en las demás lo han hecho
por separado. Tomemos la referencia individual, ya que hay más mediciones por
separado: UCR 14% (2005) + 17% (2007) + 11% (2011)= 42. Dividido 3 elecciones,
da 14% de promedio para el radicalismo. Socialismo: 5% (2005) + 17% (2011)=
22%, dividido dos elecciones, 11% de promedio. ARI/Coalición Cívica: 7% en
2005, 23% en 2007, 2% en 2011 = 32%, dividido 3 elecciones, 11% en promedio
para la fuerza liderada por Elisa Carrió.
Ahora bien, si consideramos que la
elección de este año 2013 es de medio término como las de 2005 y 2009 (se votan diputados y senadores nacionales), no de
presidente y legisladores nacionales (como las elecciones de 2007 y 2011), el
panorama cambia. En ese caso, deberíamos comparar los resultados que las
respectivas fuerzas obtengan este año con elecciones anteriores de medio
término, 2005 y 2009. En ese caso, tenemos: FPV 40% (2005) + 33% (2009)= 76,
dividido dos elecciones = 37% (36,5%), es decir, el promedio obtenido por el
oficialismo en las dos elecciones anteriores de medio término. En el caso del PJ
anti-K + PRO + centroderecha, 19% en 2005 +
15% en 2009 = 34%, dividido dos elecciones, 17% de promedio. UCR +
socialismo + ARI, 26% en 2005 + 25% en 2009 = 51%, dividido dos elecciones, 26%
de promedio (25,5%). Esta referencia es la que consideramos más pertinente para decodificar el futuro resultado de las elecciones legislativas
de este año: digamos, para el FPV una buena elección sería superar el 37% de
los votos (su promedio histórico en elecciones de medio término) este año. Para el PJ anti-K, una buena elección sería superar el 17%;
para la Alianza UCR-Socialismo-Coalición Cívica y aliados, una buena elección
sería superar el 26%. Esto también resulta pertinente para analizar las tendencias que se conocen,
tema sobre el que volveremos en próximas entradas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario