martes, 23 de julio de 2013

Kirchnerismo, antikirchnerismo, poskirchnerismo

En diversas entradas del blog hemos planteado que la dialéctica kirchnerismo, antikirchnerismo y poskirchnerimo es central para interpretar el proceso político y electoral del 2013 al 2015. Este planteo, asimismo, se basa sobre una hipótesis de opinión pública que también hemos expuesto varias veces, denominada hipótesis de los tres tercios, según la cual el electorado argentino se divide en tres porciones cuantitativamente similares: simpatizantes o adherentes del kirchnerismo, opositores, y un tercio independiente que es el que define la suerte de la elección. Cuando ese tercio se inclina más hacia el kirchnerismo, se producen elecciones como la presidencial del 2011 (54% de los votos para CFK, o sea mayoría neta); cuando ese tercio se inclina más hacia la oposición, se producen elecciones como la legislativa de medio término del 2009 (entre 31% y 35% de los votos para el FPV, donde conserva la posición de primera minoría pero evidencia un retroceso palpable respecto de las elecciones ejecutivas).

Esa dialéctica es central para entender, a su vez, el posicionamiento de los candidatos que se insinúan como protagonistas de la elección legislativa de medio término de este año (y, mediatamente, de las presidenciales del 2015). Usualmente, las elecciones legislativas de medio término se configuran como plebiscitos a favor o en contra del oficialismo, pero esa lógica bipolar suele encubrir las posiciones que no son netamente detractoras ni netamente adherentes, dado que la oferta electoral entre oficialismo y oposición asume el formato propio de la confrontación.

Sin embargo, respecto a las elecciones de este año, en las entradas dedicadas oportunamente al tono de la campaña decíamos, en su momento, que esa lógica bipolar en el que el oficialismo comunicaba para reforzar el voto permeable o adherente a sus posiciones mientras que la oposición se plegaba al discurso netamente detractor de los medios opositores (o recreaba ese discurso) dejaba vacante un espacio intermedio de mensajes. Ese espacio intermedio es el que define el segmento de electores no alineados en el kirchnerismo ni en el antikirchnerismo y que resulta, por eso mismo, definitorio de cara a la elección. Dos dirigentes nacionales son los que mejor entendieron la importancia de este segmento dentro de la constelación electoral: uno de ellos es el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, y el otro es el intendente de Tigre, Sergio Massa.

Scioli ha reafirmado, una vez más, su pertenencia al espacio oficialista, y de hecho se ha transformado en uno de los sostenes clave de la campaña del candidato del FPV en el estratégico bonaerense (que aporta 3,8 de cada 10 votos en el total nacional); la apuesta de Scioli, medularmente, es heredar el poder, hacer la transición al poskirchnerismo desde adentro, acompañando hasta el final el ciclo político (como lo hizo en su momento con el menemismo, para luego recrearse dentro del kirchnerismo). Massa, en cambio, cruzó el Rubicón lanzando su propia lista, con lo cual se colocó, en términos de oferta electoral, como opositor. Sin embargo, viene evitando con énfasis aparecer como un opositor recalcitrante, lo que le posibilitó arrancar en punta en las encuestas de ese distrito, captando votos en los distintos segmentos electorales: kirchneristas, antikirchneristas y, fundamentalmente, independientes, configurándose como un candidato “cath all”; su paso por la Jefatura de Gabinete en el primer gobierno de CFK y su condición de intendente “exitoso” del PJ le han permitido beneficiarse con ese perfil multitarget que combina dosis de crítica y reconocimiento al gobierno, lejos del discurso netamente detractor de otros opositores de ese distrito, como el en su momento exitoso Francisco de Narváez.

Pero esa condición de exitoso surfeador de tendencias de Massa entra ahora en terreno de prueba,  dado que la dinámica de la campaña a desarrollarse de aquí hasta las PASO (11 de agosto) y desde ahí a las elecciones generales (27 de octubre) lo pone en el fuego cruzado del oficialismo (cuya comunicación apuntará a dejar bien en claro que el candidato oficialista es Martín Insaurralde, no Sergio Massa) y de la oposición (con competidores como Francisco de Narváez, que procura asociar a Massa al kirchnerismo y poner en duda su condición de opositor, y también con aliados como Mauricio Macri y el PRO, que reclama de Massa el reconocimiento de su carácter de socios electorales). En ese proceso, es muy probable que se produzcan movimientos de la intención de voto como el que ya se insinúa: según la consultora Poliarquía, el candidato a diputado nacional del Frente para la Victoria Martín Insaurralde, acortó la diferencia que las primeras encuestas conocidas tras el cierre de listas le llevaba el aspirante del Frente Renovador, Sergio Massa. Y de esos 11 puntos iniciales en favor del intendente de Tigre, ahora la distancia se recortó a entre 7 y 8 puntos porcentuales. El director de Poliarquía, Fabián Perechodnik,  afirmó que  “ha habido un reducción de la diferencia entre Massa e Insaurralde”, indicó el consultor. “No ha habido cambio drástico, pero antes nosotros habíamos dado una diferencia de casi 11 puntos (33 a 22%) y estimamos que hay una reducción entre 3% y 4 %”, subrayó. Perechodnik estimó que el candidato oficialista “ha recuperado posicionamiento” y lo vinculó a que fue incrementando “su nivel de conocimiento”.

Para el director de Poliarquía, la brecha entre los candidatos se acortó:  “Massa arrancó en un punto alto producto de la expectativa que había generado, y ha tenido un crecimiento muy leve pero todavía conserva una brecha importante en torno a 7 u 8 puntos de diferencia”. Si bien Insaurralde logró acortar distancias con Massa, los consultores consideran que aún es prematuro hablar de una tendencia definitiva de cara al del 11 de agosto, aunque este cambio de tendencia fue celebrado en el oficialismo, que apuesta a un empate técnico en las PASO. La mejoría en la intención de voto del intendente de Lomas de Zamora estaría, como indican los datos, muy asociada al incremento en su nivel de conocimiento, ya que hasta hace unos días atrás el 65% de los bonaerenses decía desconocer quién era el candidato oficialista.

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