viernes, 8 de noviembre de 2013

Discusiones: fin de ciclo y poskirchnerismo (1)

 Desde las PASO, y con posterioridad a las elecciones de octubre, se insiste en dos conceptos asociados: fin de ciclo y poskirchnerismo. Esto parte de una línea interpretativa según la cual las elecciones legislativas de medio término clausuran toda chance del kirchnerismo de seguir en el poder más allá del 2015 (algo probable, pero no del todo seguro) y, en particular, de que no queda ningún atajo institucional para que Cristina Fernández siga en el poder (certeza que, en los mismos términos institucionales en que se formula, era, en rigor previa a los resultados electorales de las PASO y de octubre).

En este sentido, la lectura del consultor Carlos Fara sobre las elecciones merece citarse, dado que mantiene convenientemente separada la dimensión del análisis del pensamiento desiderativo que impregna otras opiniones circulantes. Escribe Fara: “Número más, número menos, el electorado terminó confirmando al menos 5 mensajes que ya había dado en las PASO: 1) no re-reelección de Cristina, 2) severa advertencia a la continuidad del kirchnerismo en el poder, 3) quitarle poder al gobierno para no dárselo a nadie en especial, 4) la conformación de la grilla de presidenciables 2015, pero sin candidato favorito aún, y 5) la demanda de un polo no peronista”.

La situación objetiva pos elección –un kirchnerismo en condición de primera minoría nacional, seguido por diversas fuerzas opositoras de desigual despliegue territorial – expresa fragmentación, a diferencia de elecciones de medio término anteriores donde la victoria opositora en el agregado nacional (el peronismo en 1987, la Alianza en 1997) anticipaba el cambio en el signo político que habría de concretarse en el siguiente turno presidencial (con la victoria de Menem en 1989 y de Fernando de la Rúa en 1999). Por eso, decimos, no debe darse por seguro el cambio de signo político en el poder en 2015, aunque sea probable que se de y se exprese en una variante política no K.

Es más problemático, en cambio, dilucidar cómo debe entenderse el concepto de “poskirchnerismo”. Veamos: según el especialista en comunicación política Rubén Weinsteiner,"todo discurso con vocación hegemónica debe incluir y superar a aquel (discurso) al que intenta desplazar y esto es uno de los fundamentals del posicionamiento marcario de Massa". Como evidencia, Weinsteiner señala que sólo uno de cada diez electores del intendente de Tigre justificó su voto por el perfil opositor, mientras que la mayoría destacó sus cualidades en la gestión (lo que incluye su paso por la gestión kirchnerista). 

El posicionamiento de Massa ya ha sido materia de este blog en diversas entradas, en las que, en síntesis, planteamos que Massa acertó el tono de campaña (más no K que anti-K) mientras que De Narváez (netamente anti-K) no lo hizo, lo que explica en gran parte el éxito del primero y la drástica caída del segundo. Desde esta perspectiva, la crítica de Massa a los aspectos más socialmente rechazados del modelo K, pero preservando algunos de los elementos valorados del oficialismo se insinúa como un posicionamiento poskirchnerista (no anti-K), al menos desde el discurso (lo que no permite anticipar, de todos modos, qué haría Massa en ejercicio efectivo del poder).

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