En el discurso de Massa hay, sin
embargo otro elemento interesante para discutir cuánto hay de poskirchnerismo
en su posicionamiento y cuánto, en cambio, obedece simplemente a la clásica
teoría del péndulo en política. Esta teoría plantea, esquemáticamente, que los
electorados fluctúan, periódicamente, desde un gama del espectro político hacia
la opuesta; en rigor, resulta más pertinente en aquellas culturas políticas donde
puede identificarse con cierta claridad dos bloques políticos, uno de
centroderecha y otro de centroizquierda, o bien uno liberal vs. otro
conservador, o uno libremercadista vs. otro más intervencionista: en esas culturas políticas, la metáfora del péndulo grafica el movimiento periódico del electorado de un polo a otro.
Esa metáfora, sin embargo, es más difícil de aplicar en
nuestro país, dado que tanto el peronismo como el radicalismo (quizá en menor medida) contienen
diversidad de corrientes dentro de un mismo sello.Pero, reduciendo el análisis a las últimas dos
décadas de democracia, podría simplificarse la aplicación de la teoría del péndulo
afirmando que Menem gobernó con un peronismo recostado sobre el ala de
centroderecha o más libremercadista, mientras que el kirchnerismo lo hizo con el
peronismo recostado sobre el ala de centroizquierda.
En cualquier caso, en términos del
posicionamiento discursivo de Massa ya en la campaña, diversos analistas habían advertido que el tigrense había
inaugurado un nuevo período de comunicación "light", que algunos no vacilaban en
asimilar a la demagogia. En esa línea, el
economista Eduardo Levy Yeyati planteaba que "el político new age no
es un estafador, ni un accidente, ni la semilla del fin de la política, sino
una creación colectiva, un emergente de sus votantes, la proyección de nuestros temores y deseos.
El new age es lo que se vota en la antesala
del pos-kirchnerismo".
A su turno, la consultora Mariel Fornoni (Management & Fit) interpretó que el resultado de las últimas elecciones muestra que “hay un giro de la gente en búsqueda de la moderación”. Es decir, aquí la teoría del péndulo se retraduce en términos actitudinales: gran parte del electorado, agotado por la postura “confrontativa” del kirchnerismo, desparrama el voto opositor en distintas alternativas que expresan, diferenciándose del oficialismo, esa matriz más contemporizadora y menos ligada a la visión de la política como conflicto.
A su turno, la consultora Mariel Fornoni (Management & Fit) interpretó que el resultado de las últimas elecciones muestra que “hay un giro de la gente en búsqueda de la moderación”. Es decir, aquí la teoría del péndulo se retraduce en términos actitudinales: gran parte del electorado, agotado por la postura “confrontativa” del kirchnerismo, desparrama el voto opositor en distintas alternativas que expresan, diferenciándose del oficialismo, esa matriz más contemporizadora y menos ligada a la visión de la política como conflicto.
Sin embargo, no hay que perder de
vista que se trata de discursos: el kirchnerismo asume el conflicto como
constitutivo de la política (de allí su cercanía a Laclau, o viceversa, la
relativa proximidad de ese intelectual al oficialismo) mientras que las alternativas
opositoras (Fornoni menciona en esa lista a Massa, Binner, Macri y De la Sota,
pero también a Scioli) la eluden, quizá menos por descreer del conflicto como
constitutivo de la política que en aras de diferenciarse de un oficialismo que
se siente cómodo en la faz agonal y el relato épico, pero que probablemente lo haya agotado como recurso.
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