Del carácter fragmentado de la expresión del voto en estos comicios
se desprende otra consecuencia relevante para la interpretación del resultado,
ya no en términos porcentuales sino en la traducción institucional y
legislativa de las elecciones de medio término: el oficialismo retendría el
control del Congreso, dado que sigue siendo primera minoría y al respaldo de
aliados legislativos. De hecho, como en Diputados la oposición arriesgaba más
bancas que el kirchnerismo, en estos términos la elección fue victoria para el
FPV (sumó más bancas que las que ponía
en juego).
Por eso decimos que la foto es similar a la del 2009, pero en una
película diferente, dado que el gobierno en términos relativos no sale tan mal parado
de la elección como sucedió en 2009, ya que a fines de ese año el resultado de
los comicios se tradujo efectivamente en un serio debilitamiento del
oficialismo en el Congreso (la paradoja es que, a la postre, la actuación legislativa
de la oposición fue capitalizada por el oficialismo). En 2009 el oficialismo
perdió el quórum tanto en el Senado como en Diputados, ya que había arriesgado los
legisladores logrados en la elección de 2005, la mejor elección de medio
término para el kirchnerismo (obtuvo el 40% de los votos, junto con aliados).
El impacto de la derrota de 2009 (cuando obtuvo alrededor del 33% de los votos,
prácticamente el mismo porcentual que este año) fue mayor por la cantidad de
bancas en juego, lo que también, por efecto de contraste, reforzó a las fuerzas
de oposición (que venían de flojas elecciones de medio término).
Con todo, es probable que la dinámica legislativa se muestre más
volátil que hasta ahora, ya que los márgenes en las dos cámaras se han acotado.
Subsiste la incógnita de que si se impone una lectura de los comicios
francamente desfavorable al gobierno podría precipitarse una deserción desde
las filas oficialistas hacia alguna de las alternativas opositoras emergentes,
en particular Sergio Massa, quien obtuvo la victoria más resonante sobre el
oficialismo en términos de peso distrital.
Sin embargo, hasta ahora el PJ ha dado señales de abroquelamiento,
cerrando filas partidarias y poniendo de manifiesto la usual vocación peronista
de definir la sucesión del poder dentro del partido, tratando a Massa como
alguien que sacó los pies del plato. Massa, incluso, perderá tres diputados que
fueron electos con su lista, pero reivindicaron su pertenencia al PRO, o sea a
Macri, ahora competidor de Massa (como en 2009 lo fue de De Narváez). Son las
contras de la construcción aluvional, como la que ensayó Massa en estas
elecciones.
Con Cristina impedida de aspirar a un nuevo mandado, está claro
que se abre el proceso de sucesión, pero no necesariamente eso implica un
desbande dentro del PJ. Por otro lado, el adelantamiento de debates por la
sucesión para 2015 (intensificada con la interna dentro del PJ en ausencia de
CFK) recrea, en cierta manera, la foto del 2009, que también precipitó la
guerra de egos dentro de la oposición (recordemos, por caso, las escaramuzas entre
Francisco de Narváez y Mauricio Macri, que habían llegado aliados a las
elecciones de junio de 2009 para luego disputar liderazgos; la puja entre Julio
Cobos, Ernesto Sanz y Ricardo Alfonsín, y la pelea de Elisa Carrió con sus
aliados de junio de 2009, radicales y socialistas).
Lo diferente de la película hoy respecto a la foto del 2009 es que 2013, si
bien repite protagonistas con ansias de dar pelea presidencial en el próximo turno (Macri,
Cobos, Sanz, Carrió, entre otros) también muestra nuevos actores (Massa),
confirma otros que se destacaron en las elecciones de 2011 (Binner) y porque
ofrece una nueva oportunidad de reprocesar institucionalmente (vía grandes
elecciones primarias, como hicieron en este turno las fuerzas convergentes en UNEN
en Capital Federal) las ambiciones encontradas de todos esos dirigentes para el 2015. Esa
misma dinámica podría ser la que tome el PJ, que carece hoy de las dos
candidaturas aglutinantes que tenía luego de los comicios del 2009 el espacio oficialista
(Néstor y Cristina). Hoy, aparecen algunos “primus interpares” (Scioli por el
peso del distrito que gobierna y por lealtad al proyecto, Uribarri y Capitanich
por sus repetidos triunfos electorales, entre otras figuras expectables), pero
no liderazgos extendidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario