jueves, 16 de abril de 2015

Recapitulando tendencias (1)

En post anteriores del blog hemos planteado los matices entre los diversos tipos de encuesta en términos de la modalidad de recolección de datos, y argumentado a favor de las personales domiciliarias (en el lugar de residencia del encuestado, cara a cara con él, encuestador mediante) como preferibles a las alternativas coincidentales, de tracking y telefónicas (en sus diversas variantes). Los motivos de esa  preferencia ya han sido expuestos y debatidos; a los efectos de esta entrada, resumiremos diciendo que es la modalidad menos expuesta a sesgos. No es que no los tenga, sino que son menores que en los otros tipos de encuesta, las cuales son válidas, pero requieren mayores esfuerzos de “manipulación” de los datos, entendido ese término en el buen sentido, es decir, de corrección o ponderación de los sesgos que arrastran.

Esta consideración es pertinente para introducir la más reciente encuesta domiciliaria dada a conocer por el consultor Carlos Fara, cerrada hace menos de un mes atrás, la que nos permite dar una conclusión provisoria a varias cuestiones que venimos desarrollando in extenso en este blog. Repasemos entonces: a) ¿se abrió o no la boca del yacaré entre Mauricio Macri y Sergio Massa? Según la encuesta de Fara, aún no: el tigrense mide 22% de intención de voto, contra 21% de Macri, lo que implica un empate técnico dado que la diferencia no es estadísticamente significativa (el error muestral de este estudio, sobre una muestra nacional muy robusta en términos de casuística –casi 3.000 casos- es de +- 1,8%). 

b) ¿Se desplomó Massa, como afirman algunos estudios? De nuevo, la respuesta es negativa; el líder del Frente Renovador muestra un estancamiento evidente si se mira la serie evolutiva, pero la comparación de su mejor medición (24,6%) con la actual (22%) también arroja una diferencia estadísticamente no significativa, con lo cual la prudencia dicta reportar así: amesetamiento sí, caída aún no sabemos. Una próxima medición nacional podría confirmar si efectivamente la performance del tigrense describe una curva descendente o no. 

c) ¿Se catapultó Macri, como afirman algunos estudios? En rigor, la curva del líder del PRO dibuja un recorrido como surfeando olas, donde alterna subidas con momentos de estabilidad: en el evolutivo, entre puntas el crecimiento es evidente y estadísticamente significativo: de 8,5% a 21%, es decir 12,5 puntos porcentuales. No obstante, entre enero y marzo de 2015 se encuentra estable, por no decir amesetado. También aquí se impone esperar la próxima medición, para ver si vuelve a subir o se mantiene en torno de los 20 puntos porcentuales de intención de voto. 

d) ¿Florencio Randazzo amenaza a Daniel Scioli por la disputa del espacio pan-oficialista? Contundentemente no, según las cifras de Fara. Mientras que el gobernador bonaerense alcanza un 23% de intención de voto, el ministro llega al 6% (17 puntos porcentuales de brecha). Es cierto en el evolutivo que Randazzo crece de 2,9% a 6% entre puntas, pero no lo hace a costa de Scioli, que en toda la serie muestra una pendiente ascendente: de 15% a 23% (8 puntos). En ese marco, parecería que sólo un hecho drástico (por ejemplo, que CFK vetara la precandidatura de Scioli o que se inclinara abiertamente por Randazzo) podría provocar un vuelco, dado que lo que necesita el ministro de los trenes no sólo es crecer, sino hacerlo a costa del bonaerense. Si el ascenso de Randazzo obedece principalmente a la expansión de las fronteras del voto permeable al FPV, la curva del ministro nunca llegaría a cruzar la de Scioli antes de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de agosto. Esto es, si no se acelera la curva de ascenso de Randazzo en las próximas mediciones, o no se produce un hecho de la entidad que planteamos antes (veto a Scioli o definición de la "gran electora" en favor de Randazzo), no se ve cómo el ministro podría doblegar al gobernador, más allá de la postura de los núcleos duros del oficialismo reacia a Scioli. 

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