En un post reciente, a propósito de la encuesta de Management & Fit que arrojaba para el presidente Mauricio Macri un apoyo mucho más ajustado que el otros estudios en la primera mitad de su luna de miel presidencial de 100 días (un 49% de aprobación contra un 47% en contrario), citábamos al consultor Dick Morris (El Nuevo Príncipe): “Hoy en día, un político no sólo necesita apoyo público para ganar las elecciones: lo necesita para gobernar. Un ejecutivo electo –sea presidente, gobernador o alcalde- necesita una mayoría popular todos los días de su período (...) un presidente sin popularidad también carece de poder. Cuando cae por debajo del 50%, está funcionalmente fuera del cargo”. Ese 50% señala el umbral de “zona de riesgo de Morris”, dado que, si se perfora ese techo la gobernabilidad, puede entrar en crisis.
Las cifras de Management & Fit no son las únicas que arrojan un apoyo restricto para el oficialismo. Según una encuesta nacional que realizó al cumplirse los primeros 60 días de gobierno el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), sobre una muestra de 1.000 personas en todo el país (respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social), la desaprobación a la gestión de Macri subió notoriamente en este mes y medio y la aprobación bajó en igual proporción. Por primera vez, los insatisfechos con la gestión del gobierno superan a los satisfechos: 49% contra 48%. Si bien la diferencia no es estadísticamente significativa, ese empate técnico confirma la línea de consenso exiguo que había anticipado M&F. Pensando en términos de segmentos electorales, se puede advertir que en diciembre de 2015 la desaprobación (38,2 %) coincidía casi exactamente con el guarismo obtenido por Daniel Scioli como candidato del FPV en las primarias de agosto (38,6%; en octubre obtuvo poco más de 37%), mientras que el apoyo superaba en casi 7 puntos y medio lo obtenido por Macri en el ballotage del 22-N (51,3%), mientras que en febrero la aprobación perfora los 50 puntos para ubicarse en 48,1,% y, en sentido contrario, la desaprobación trepa hasta 49%, prácticamente el mismo porcentaje obtenido por Scioli en el ballotage (48,6%). Otro dato relevante es que la desaprobación intensa (“desaprueba mucho”) es muy superior a la moderada (29,8% a 19,2%), lo que sugiere cierta radicalización del malestar. A la inversa, en la aprobación, la tibia (“aprueba algo”) es muy superior a la intensa (“aprueba mucho”): 32,4% a 15,7%, respectivamente. Esto perfila un panorama con críticos intensos, por un lado, y avales moderados, en el otro polo.
Al igual que sucede con los otros estudios que venimos revisando, la clave para este incipiente desgaste del oficialismo pasa por la percepción de la coyuntura económica, dimensión que relegó desplazó como principal tema de preocupación a la inseguridad. El informe de la consultora dirigida por Roberto Bacman destaca como novedad que los argentinos manifiestan una enorme inquietud por los precios y las tarifas y que además reapareció un fantasma de los años ‘90 la desocupación (de la mano de los despidos en el sector público y en el privado). Esa percepción de la coyuntura también permea en la variable acompañamiento al nuevo gobierno: los adherentes al gobierno nacional bajaron 5 puntos porcentuales en el último mes y medio.
Tal como venimos percibiendo en todas las encuestas realizadas aún en pleno período “teórico” de luna de miel, el estudio de CEOP confirma la tensión entre el pensamiento desiderativo y la percepción de la coyuntura o bien, para recuperar el recurso a la jerga psicoanalítica que hicimos oportunamente, la puja entre el principio del placer y el de realidad. Macri sigue registrando una buena imagen positiva (53,9%), aunque su gestión de gobierno cayó fuertemente. Es decir, las piniones buenas o muy buenas superan a las malas o muy malas, aunque en este mes y medio registra una leve baja. Según Bacman, “la sociedad, incluso más allá de sus diferencias políticas e ideológicas, se debate entre el deseo y la realidad. Por un lado esperan que a este gobierno le vaya bien en el convencimiento de que si esto ocurre a todos los argentinos les va a ir bien. Por eso mantienen la esperanza de que este sea un momento de transición, que solo estamos viviendo los efectos del shock que sufrió la economía y que con el devenir de los días las cosas irán mejorando. Le siguen otorgando su confianza a Macri y por eso su imagen, aunque perdió tres puntos respecto a la medición anterior, mantiene un saldo neto positivo de 13 puntos. Pero cuando tienen que evaluar la realidad en concreto y las medidas tomadas en estos sesenta días, las consecuencias se hacen presentes. La sociedad vuelve a dividirse y en tanto un 48,1% aprueba la gestión del equipo de gobierno, un 49% directamente la desaprueba. El dato en sí mismo es duro, pero mucho más si se lo compara con lo obtenido un mes y medio atrás. La pérdida de diez puntos porcentuales es un claro indicador de que los argentinos han comenzado a preocuparse. Parece ser que había más espinas que rosas en el camino hacia el cambio”. En síntesis, se confirma un panorama en el que Macri se ubica cerca de la zona de riesgo: apenas por debajo si se mide la aprobación (48%), algo mejor cuando se evalúa la imagen presidencial (54%).
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
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