Estas proyecciones implican para el bienio 2018-2019 una recesión no sólo más aguda sino también más larga, lo que genera dudas respecto a si será socialmente tolerable para un tejido comunitario ya severamente dañado y sensibilizado. Como planteara oportunamente el sociólogo Pablo Nemiña, "la apelación a diversos significantes de la crisis de 2001 (déficit cero, FMI, dolarización, ajuste) contribuye a que la población perciba esta crisis como semejante a aquella. Las palabras dan sentido y construyen realidad". Desde otra óptica y con particular crudeza, el Financial Times escribió la semana pasada que el gobierno y la economía en cualquier momento terminarán “de volar por los aires junto a su presidente”. El ajuste comprometido es la condición del adelanto de fondos que el presidente Mauricio Macri negoció con el FMI para aventar la posibilidad de un default antes de completar su mandato en diciembre de 2019. Sin embargo, los efectos socioeconómicos del programa pueden agudizar la fragilidad sistémica de la política económica de Cambiemos, que ya se puso en evidencia con el incumplimiento del primer acuerdo. Como apuntó el economista Julián Zícari, “en enero de este año el gobierno recibió 9 mil millones de dólares de su última colocación de deuda en los mercados abiertos. Ya sin financiamiento, fue otra vez al FMI para pedir un Blindaje como la Alianza, obteniendo ahora 15 mil millones en junio. Si se miran las reservas del Banco Central se nota que el dinero del Fondo duró otra vez sólo tres meses: los niveles de las mismas a fin de septiembre son los idénticos a los del junio” (ver datos arriba; click para agrandar). El especialista traza un paralelismo con la crisis de 1989: “También el 2019 será un año electoral, donde también existe el miedo en los mercados del retorno del peronismo al poder como en el 89, como además se repite el miedo sobre qué pasará con los capitales que ingresaron y están retenidos solo por las altas tasas de interés, pero a muy corto plazo, existiendo la duda si no querrán también irse en forma de estampida, con una presión cambiaria indetenible como ocurrió antes. Aún más, de continuar siendo las semejanzas tan fuertes, cabe preguntarse si el FMI no dejará de ayudar a Macri como el Banco Mundial hizo con Alfonsín”.
En ese marco, la consultora Macroview plantea: “habrá que ver cómo responde el Gobierno ante las nuevas demandas que detonará la recesión. Primero, porque la caída del consumo y del salario real, junto con el aumento del desempleo y la pobreza, impulsarán la protesta social en la calle. Segundo, porque generará tensiones dentro de la propia coalición gobernante y potenciará el resurgimiento opositor". Respecto al consumo, según la consultora Kantar Worldpanel a nivel masivo volvió a contraerse 2% en agosto respecto de igual mes del año pasado y ya suma cuatro meses consecutivos de caída. Si bien en el acumulado de los primeros ocho meses la variación fue cero respecto a igual período de 2017 gracias al crecimiento que había mostrado hasta abril (cuando se desató la primer corrida cambiaria), en el trimestre junio-agosto todos los sectores muestran caídas en volumen. “Con este escenario, proyectamos una retracción del 3% y del 6% en el tercer y cuarto trimestre del año respectivamente”, explicó Federico Filipponi, director comercial de Kantar Worldpanel. En ese marco, el consumo masivo volvería a sufrir una fuerte contracción en 2018 al igual que sucedió en 2016, en el primer año de la gestión Macri. Sólo en el segundo semestre de 2017 se vio recuperación, en coincidencia con el período electoral, que se prolongó con algunos vaivenes en los primeros meses de 2018, antes de volver a caer por efecto de la corrida cambiaria y el recrudecimiento de la inflación (ver datos arriba; click para agrandar).
En conjunto, el programa definido por el gobierno adolece de inconsistencias económicas: como apuntó el economista Sergio Chouza, “el valor del dólar en $40,1, la desinflación hasta un 23% anual, la convergencia al equilibrio fiscal en conjunto con aumento de exportaciones en un 20%, no maridan de ninguna forma con el nuevo programa monetario cerrado con el FMI” . Adicionalmente, según el ITEGA, "de cumplirse el programa fiscal de 2019, con las propias proyecciones del gobierno llegaríamos a prácticamente la misma incidencia de los intereses sobre el presupuesto público. Lo dice el propio gobierno: el año que viene un 14% del gasto del sector público nacional se iría en pagar intereses de deuda (ver datos arriba; click para agrandar). Adicionalmente, el adelanto de fondos para evitar que Macri defaultee resulta un presente griego para la gestión de gobierno que comience en 2019, ya que tendría que afrontar gravosos vencimientos de deuda sobre fondos ya recibidos antes (ver datos abajo; click para agrandar).
De eso resulta un cóctel de alto riesgo. "De hecho, de acuerdo con las proyecciones oficiales, a pesar del ajuste fiscal y como consecuencia del elevado endeudamiento, se alcanzaría en 2019 el mismo déficit financiero (primario más intereses) que el observado en 2015. La diferencia: la totalidad del déficit se explicaría sólo por los intereses de deuda. De esta manera, se desvanece el único logro que el gobierno tenía pensado presentar al final de su gestión" (ver datos abajo; click para agrandar).
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