Desde la década del '40 del
siglo pasado se sabe que uno de los componentes clave de una comunicación
persuasiva eficaz pasa por el prestigio y fiabilidad de la fuente emisora. Este
hallazgo empírico del campo de las teorías de comunicación conserva su vigencia
y es aplicable a la interpretación del discurso político: si un dirigente
posee prestigio y credibilidad, sus mensajes son más eficaces. Esto aplica a la
actual coyuntura: el promedio de la imagen presidencial de Alberto Fernández
según encuestas comparables (favorable vs desfavorable, sin regular) realizadas
en junio es 72,5% positiva vs una negativa 24,4%; según las mediciones más
recientes, la positiva es de 68,8%; así, la media de imagen positiva es 70,6%,
similar a reportada por Zuban Córdoba en su informe más reciente (gráfico
arriba). De todas las mediciones recientes, la que resulta más favorable al
presidente es la de Analogías, que si bien acusa un descenso en el registro
respecto del pico registrado inmediatamente después de implementar la
cuarentena (casi 94%) aún lo muestra en niveles muy altos, con 79,4% de
evaluación favorable y apenas 19,2% de desfavorable (gráfico abajo).
Esos altos niveles de acompañamiento impregnan las actitudes
respecto a la conducción de la política sanitaria en el marco de la pandemia.
Según el estudio realizado por la consultora Analía del Franco inmediatamente después
del anuncio del viernes pasado en la zona metropolitana, casi el 79% de los
electores de ese conglomerado vio o escuchó el anuncio presidencial y casi el
77% está de acuerdo con endurecer allí la cuarentena (gráfico abajo), es decir,
un guarismo cercano al 79,4% de imagen positiva que alcanza Fernández según
Analogías. El 21,6% de desacuerdo también está en la línea del 19,2% de
calificaciones negativas en el mismo estudio (las variaciones no son
estadísticamente significativas).
La credibilidad del presidente replica el mismo patrón: 78,5%
a favor vs casi 16% en contra (gráfico abajo).
El ex presidente Mauricio Macri ofrece el extremo opuesto en este
análisis. Su imagen negativa está en el tope de la serie histórica desde
febrero de 2019 y roza el 69% en junio, al mismo tiempo que la positiva cayó al
piso de la serie, con casi 28%, según Zuban Córdoba (gráfico abajo).
A su posicionamiento respecto de la pandemia del Covid-19 (se
pronunció a favor de permitir los contagios para apuntar a la inmunidad de
rebaño, una tesis ya perimida) se le sumó la causa que investiga la escucha y
espionaje ilegal de políticos y periodistas, un tema que crece en visibilidad: según
Zuban Córdoba, que realizó la primera medición conocida al respecto en junio,
casi 40% está de acuerdo en que el ex presidente promovió ese sistema (gráfico
abajo).
Por su parte, la más reciente encuesta nacional
de Analogías arroja que casi el 60% de los electores argentinos está al tanto
de las denuncias e investigaciones judiciales sobre el espionaje ilegal durante
la gestión Cambiemos (gráfica abajo).
Ese estudio muestra que casi un 46% cree que el anterior gobierno hacía espionaje ilegal, vs 27% que cree que no (otro tanto ns/nc; gráfico abajo). La creencia en la responsabilidad de Macri está en el mismo orden de magnitud del caudal del Frente de Todos el 27-O-2019 y quienes creen lo contrario coinciden con el residual de imagen positiva de Macri hoy, lejos del 40,28% de los votos que obtuvo en octubre pasado. Esto grafica su merma de credibilidad, en un escenario donde de cara a la disputa del liderazgo opositor crece la figura de Horacio Rodríguez Larreta, quien ostenta la doble condición de gobernar el distrito más importante con el que cuenta hoy la fuerza que fundó Macri y ser al mismo tiempo querellante en la causa de espionaje ilegal que complica al ex presidente.
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