Los rebrotes de Covid-19 a nivel país volvieron a posicionar al coronavirus al tope de los problemas percibidos en Córdoba. Según la última encuesta provincial de la consultora Delfos, casi 4 de cada 10 cordobeses mencionaron a ese problema como el principal, con una suba de 12 puntos porcentuales respecto a la anterior medición, mientras que la baja en la actividad económica cedió 5 pp (de 24% a 19%) y la corrupción se mantuvo constante en 22% (gráfico arriba). Al mismo tiempo, creció el pesimismo en materia de expectativas sanitarias: 42% cree que la situación respecto al Covid-19 será peor dentro de un mes (+ 14 pp respecto al estudio anterior), mientras que el optimismo cedió 8 pp (de 23% a 15%); al mismo tiempo, la perspectiva estable se mantiene sin variaciones estadísticamente significativas (pasó de 35% a 33%; gráfico abajo).
En conjunto, los datos ponen en evidencia que la "conciencia de pandemia" se refuerza entre los cordobeses al tiempo que crecen las cifras de contagio en la provincia y el país. Esto reinstaló en el gobierno nacional el debate respecto a la posibilidad de presionar el llamado "botón rojo" (vuelta a fase 1) a nivel país, como sucedió entre fines de marzo y todo el mes de abril: en rigor, el único período que en función de su cumplimiento estricto corresponde técnicamente a una cuarentena. Desde mayo, como se sabe, comenzaron las flexibilizaciones y la segmentación geográfica. Así, las estadísticas muestran que el porcentaje del empleo privado formal habilitado para trabajar llegó al 89% a principios de agosto, contra 58% el 20 de marzo y 77% en julio: 21 de 24 distritos alcanzaron más del 90% del empleo habilitado para trabajar, mientras que en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) el registro pasó del 54% el 20 de marzo al 85% en agosto (gráfico abajo).
El problema, ya planteado en este blog, es que el sistema de medios opositor al gobierno y la oposición política, en particular la de Juntos por el Cambio, vienen taladrando hace meses con la muletilla de "la cuarentena más larga del mundo" (insostenible para cualquier que quiera fundamentarla a través de datos empíricos, como los que exponemos en este blog). Esto se puso en evidencia cuando se trató de restringir la movilidad en julio en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), por entonces el principal foco de contagio y con capacidad de irradiar el Covid-19 en todo el país. El pasado fin de semana, CABA avanzó hacia nuevas flexibilizaciones en el peor momento de la pandemia, mientras que provincia de Buenos Aires (que comparte con CABA el conglomerado del AMBA) mantuvo las restricciones vigentes. Al mismo tiempo, los indicadores de movilidad de las personas a sus lugares de trabajo de Google muestran que la Argentina es uno de los países que está más cerca de una situación de normalidad (gráfico abajo), lo cual tracciona la recuperación de la economía respecto al bimestre marzo-abril pero también acelera la curva de contagios, con el consiguiente riesgo de colapso del sistema sanitario.
De esa manera, las autoridades enfrentan un dilema, ya que endurecer las medidas sin posibilidad de garantizar su acatamiento pierde sentido (es fácticamente imposible poner a personal de seguridad a controlar a cada ciudadano que desee movilizarse por su cuenta). Al mismo tiempo, endurecer las disposiciones en las actividades que sí pueden controlar podría frenar la recuperación que desde hace tiempo insinúan diversos sectores como la construcción y la industria, que en julio registraron subas gracias a las flexibilizaciones. En el caso de la construcción, en julio mostró una recuperación del 6,8% respecto de junio mientras que registró una caída interanual del 12,9% (la más baja desde el inicio de la pandemia y del año). Así, el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) acumuló una contracción del 34% en los primeros siete meses del año, el nivel más bajo desde abril último, insinuando claramente una recuperación en forma de "V" (gráfico abajo).
Finalmente, mientras entre los electores del Frente de Todos la primera minoría (46%) es partidaria de endurecer las medidas vs un 30% que se inclina por flexibilizar, 3 de cada 4 electores de Juntos por el Cambio prefiere flexibilizar las medidas. En conjunto, los datos siembran muchas dudas sobre el acatamiento que podría tener una vuelta "fase 1", lo que termina por desplazar la responsabilidad a cada distrito, con las complicaciones y matices del caso (por ejemplo, San Luis tomó por criterio propio la decisión de endurecer las medidas ante rebrotes, al mismo tiempo que distritos con peor situación sanitaria que la provincia puntana no lo hicieron).
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