domingo, 1 de noviembre de 2020

¿Dulce o truco? Vota Estados Unidos


Hace una semana, repasábamos el giro latinoamericano: Bolivia volvía a votar masivamente al MAS luego del golpe contra Evo Morales, Chile votaba reformar la Constitución heredada de otro golpista y Ecuador perfilaba un repudio a la traición del contrato electoral realizada por Lenin Moreno inclinándose a favor del candidato de Rafael Correa, Andrés Arauz (una tendencia a confirmar todavía, dado que se vota en febrero de 2021). Este "supermartes" 3 de noviembre Estados Unidos completa su elección, dado que ese país viene votando de manera adelantada desde hace meses. 
Según un conteo difundido por el grupo de monitoreo US Elections Project, más de 82 millones de personas votaron de forma anticipada, contra un total de 47 millones que lo hicieron hace cuatro años en el período inmediato anterior a la jornada electoral. De acuerdo con la última encuesta cerrada por la consultora Atlas Intel el pasado 28 de octubre, realizada sobre una muestra de 1.726 electores con un margen de error de +/-2%, el demócrata Joe Biden aventaja al republicano Donald Trump por 50,9% a 46,2%, esto es, 4,7 puntos porcentuales (gráfico arriba). Se trata de una ventaja no decisiva, dado que el error muestral abre una zona de empate técnico: Biden podría tener 51,9% o descender hasta 48,9% y Trump, a su vez, estar entre 44,2% y 48,2%. En el punto donde la covarianza habilita la posibilidad de que el candidato demócrata esté sobreestimado en 2 puntos y el republicano esté subestimado en la misma magnitud, se perfila un cuasi empate lineal (48,9% para Biden y 48,2% para Trump, apenas 0,6 puntos porcentuales). Es pertinente señalar que esa consultora, a la que citamos en el posteo sobre Ecuador, tuvo una buena aproximación a la elección presidencial argentina del 27 de octubre de 2019: su encuesta arrojó 48,2% para Alberto Fernández (obtuvo 48,24%) y 38,5% para Mauricio Macri (que alcanzó 40,28%), con lo cual, dejando afuera el segundo decimal (que rara vez aplica en las encuestas) acertó el caudal del Frente de Todos y apenas se desvió del caudal de Juntos por el Cambio por 1,78 puntos porcentuales. 


Así, la ventaja de 4,7 pp que el estudio de Atlas Intel le da al candidato demócrata sobre el actual presidente no puede considerarse decisiva. Los cruces (crosstabs) del estudio arrojan ventaja para Trump entre los hombres (9 pp) y a Biden entre mujeres (17 pp). Por segmentos etarios, casi todos dan ventajas a Biden, salvo el de 45 a 65 años, donde hay un empate técnico (la ventaja de 2 pp a favor de Trump no es estadísticamente significativa). El voto racial arroja ventajas para Biden entre asiáticos, negros, hispanos y otros, mientras que entre blancos Trump se impone por 7 pp (52% a 45%), aunque a ese nivel de afijación de la muestra esa brecha no puede considerarse estadísticamente significativa. Por ingresos, el demócrata saca ventaja entre quienes están por debajo de los 50 mil dólares anuales y el actual presidente entre quienes ganan más de U$S 100 mil; en el segmento medio de U$S 50 mil a U$S 100 mil la ventaja de Trump es de 6 pp y no puede considerarse estadísticamente significativa. Ambos candidatos se imponen entre sus partidarios, mientras que hay un empate técnico entre los independientes (46% Trump y 48% Biden, brecha de 2 pp estadísticamente no significativa). Finalmente, considerando el voto en la elección anterior también ambos candidatos muestran niveles de fidelidad similares, mientras que entre quienes no votaron por Trump ni por Hillary Clinton hoy Biden tiene una ventaja de 21 pp (gráfico arriba). 

La variable de desempeño de Trump frente al Covid-19 arroja que un 53% lo considera malo o terrible, mientras que 46,1% lo califica como bueno o excelente; casi 1% no sabe (gráfico arriba). Si tomamos esto como un "proxy" del voto, la diferencia entre quienes votan a Biden y califican de manera negativa la respuesta del actual presidente frente al coronavirus es de 2,1 pp, mientras que la diferencia entre quienes votan a Trump y califcan bien su respuesta frente a la pandemia es de apenas 0,1 pp. Así, tampoco esta variable termina de resultar contundente como predictora de un resultado, si bien arroja linealmente una diferencia de 7 pp a favor de quienes califican negativamente el desempeño presidencial frente al Covid-19 (variable gravitante, sin dudas, pero no la única). Si la economía fuera una variable más decisiva, hay encuestas que muestran un empate técnico entre el 46% que cree que las políticas del presidente Trump fueron dañinas para la economía y el 44% que cree que la ayudaron (gráfico abajo). 



Eso le añade más incertidumbre al proceso. En materia de expectativas, el panorama parece más claro: crece el pesimismo sobre una recuperación económica futura (gráfico abajo), pero eso no necesariamente implica que una mayoría de electores crea que cambiar al presidente sea una solución. En gran medida, el contexto socioeconómico que le permitió ganar a Trump hace 4 años sigue vigente. Millones de trabajadores industriales que perdieron sus trabajos o temen perderlo a futuro por automatización y relocalización de fábricas en Asia y México fueron el núcleo de su base electoral en 2016 y residen mayormente en el "Cinturón de Óxido" (Rust Belt, es decir, los estados de Pensilvania, Michigan, Wisconsin y Ohio). Si Trump repite la victoria en esos estados en los que ganó en 2016 por poco podría obtener la reelección. Las encuestas en esos distritos muestran una distancia menor que la media de las nacionales: según el promedio de Real Clear Politics, hay empate en Ohio, una pequeña ventaja de Biden de 3,6 pp en Pensilvania y 6 pp de diferencia en Michigan y Wisconsin. 



Para complicar la cuestión (¿dulce o truco?), la elección de Estados Unidos tiene más de un truco. En ese modelo electoral lo que define al ganador no es el voto popular nacional sino las elecciones en los 50 estados y el Distrito de Columbia. Cada estado tiene un número de votos en el Colegio Electoral proporcional a la población. California, con 39,5 millones de habitantes, tiene 55 representantes. Dakota del Sur, con 884.600, tiene 3. Nueva York envía 29 delegados al Colegio Electoral, Texas 38, Florida 29, Wyoming y Montana 3, Utah 6: 48 estados y Washington DC conceden todos sus votos electorales al candidato que ha ganado la votación popular sin importar si ganó por un voto o por miles, mientras que Maine y Nebraska son las excepciones, pues asignan a sus electores utilizando un sistema proporcional. Al final del proceso, el candidato que alcanza más de la mitad de los votos en el Colegio Electoral (270 de los 538 votos posibles) es el presidente electo. Así, puede que el candidato con más voto popular pierda la elección, ya que las encuestas lo que recogen es básicamente ese voto. Hace 4 años, el promedio de las encuestas indicaban que Hillary Clinton ganaría por un margen entre 2 y 3 pp en el voto popular, y terminó ganando por 2,1 pp. En nuestro país, esa sería una buena aproximación al resultado, pero en EE.UU Trump se llevó más estados y por lo tanto se quedó con la presidencia, ante lo cual los pronósticos nacionales perdieron protagonismo ante los cambios de tendencia en determinados estados. El gráfico inferior, realizado por el matemático y experto en pronósticos Nate Silver, muestra estados azules, aquellos donde Biden lidera encuestas por más del 50%, mientras que los estados rojos representan la misma situación para Trump. Los estados grises (9) son los indefinidos y representan 144 electores. Esta proyección muestra una ventaja para el candidato demócrata, que podría alcanzar los 273 electores aunque los estados indefinidos se volcaran por Trump (que alcanzaría 265 electores).



Fuera de las medias nacionales, los últimos sondeos indican que Biden está ganando en 3 estados en los que Hillary Clinton perdió en 2016: Michigan, Wisconsin y Nebraska. Con ganar otro gran estado, se impondría; ese estado puede ser Pensilvania, aunque también parece tener chances en Florida y Ohio. En la sumatoria nacional, tiene la mayor ventaja desde Clinton 1996, como ya lo perfilaba el mapa de arriba, realizado antes del segundo debate. Así, las últimas estimaciones proyectan para el candidato demócrata Biden unos 214 escaños, mientras que  Trump rondaría 182. En medio están los estados bisagra o swing states para estos comicios (aunque el historial de algunos claramente se indica hacia uno de los dos partidos), que suman 101 delegados. En esta coyuntura son claves las elecciones en Arizona, Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Carolina del Norte y Florida. De ellos, el estado que más pesa es Florida (29 delegados). La media de las encuestas allí arroja 48,4% para Biden y 47,2% para Trump; empate técnico. En Pensilvania (20 delegados), Biden 49,4% y Trump 45,7%; empate técnico. Michigan, con 16 votos, Biden 50,0% y Trump 43,5%; brecha de 6,5 pp. Arizona, bastión republicano pero bisagra este año, con 10 delegados, arroja para Biden 46,8% y para Trump 47,4%; empate técnico. Wisconsin, uno de los estados más castigados por el Covid-19 y escenario de las protestas del movimiento Black Lives Matter, arroja para Biden 50,3% y para Trump 49,7%; empate técnico. Sin embargo, hay otro "truco" a considerar: si el escrutinio se judicializara en algún estado, la mayoría conservadora en la Corte Suprema podría inclinar la balanza hacia Trump, como sucedió en 2000 cuando falló a favor del republicano George W. Bush.


Finalmente, es cierto que esta vez el promedio de las encuestas da a Biden una ventaja mayor que la de Hillary hace 4 años: el promedio de sondeos del portal digital RealClearPolitics, por ejemplo, arroja que Biden tiene una ventaja de 7,8 puntos porcentuales sobre el mandatario (51,3% a 43,5% por ciento), mientras el del sitio de periodismo de datos de Nate Silver, FiveThirtyEight, le da al demócrata una superioridad todavía mayor, de 8,9 puntos porcentuales (52% a 43,1% por ciento). El estudio de Atlas Intel, que citamos le da menos, 4,7 pp. ¿Alcanzará esta vez? Hace 4 años, las encuestas leyeron "bien" el total nacional, pero no el EE.UU profundo de algunos estados, que hicieron la diferencia; no sería raro que, en contexto de pandemia y con mediciones probablemente sesgadas en lo metodológico, se les escape algo de "voto oculto" (por ejemplo, de blancos no hispanos sin educación superior, que en 2016 se volcaron masivamente por Trump). Finalmente, contra los promedios de encuestas, el cientista político Helmut Norpoth predice que Trump ganará utilizando un modelo alternativo al que él denomina "primario" (basado en las elecciones primarias y comicios anteriores), con el cual acertó 5 de las últimas 6 elecciones presidenciales. Otro modelo alternativo al de las encuestas es el del profesor de historia Allan Lichtman, que desarrolló junto con el geofísico ruso Vladimir Keilis-Borok un predictor llamado "Trece claves para la Casa Blanca", el cual ha pronosticado correctamente el resultado de todas las elecciones presidenciales desde 1984, con la excepción de la contienda Bush-Gore en 2000. A diferencia de 2016, cuando ambos expertos predijeron el triunfo de Trump, esta elección dejará también un ganador en los pronósticos: según Lichtman, las «trece claves» se han vuelto contra el mandatario y el modelo predice que perdería. Si acierta, quedará por delante de Norpoth, y viceversa. 

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