jueves, 12 de abril de 2012

Heterodoxia (1)


Ayer el Fondo Monetario Internacional publicó un informe de "Perspectivas Económicas" donde, contra lo que es su tradición, recomienda emitir dinero para rescatar a las economías en problemas en el marco de la crisis global. Es decir, su receta habitual (fuerte reducción del endeudamiento vía recortes del gasto, disminución de la monetización en la economía y apertura financiera) ahora ha sido aggiornada con una novedad muy similar a la que viene proponiendo la titular del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Mercedes Marcó del Pont, férrea defensora del desarrollismo e intelectualmente ubicada en las antípodas del monetarismo.

La titular del FMI, Christine Lagarde, ha flexibilizado la posición clásica del organismo al avalar la posibilidad de que los gobiernos apuntalen la recuperación mediante políticas monetarias expansivas (leáse "emisión") y transferencias fiscales. El informe “Perspectivas Económicas Mundiales” plantea que, como solución a la actual crisis , las medidas de expansión monetaria y transferencias fiscales pueden servir para “impedir contracciones excesivas” en la actividad económica. Al parecer, el peligro de que la emisión traiga aparejados efectos inflacionarios preocupa menos que en otros momentos (en noviembre de 2011, el FMI le recriminó a la titular del BCRA estar “recalentando la economía” y creando una “burbuja de consumo”).

Se cuenta que en una ocasión Winston Churchill respondió a una dama que le cuestionaba un cambio de posición "cuando los hechos cambian, yo cambio mis opiniones. ¿Qué hace Ud, señora?". El FMI, emblema de la ortodoxia en materia de política económica, parece haber acusado recibo de algunas de las transformaciones del contexto, atreviéndose a "decontracturar" su hoja de ruta habitual y a dudar (la jactancia de los intelectuales) de los axiomas del “Consenso de Washington” , tomando nota quizá del éxito relativo (al menos si se lo compara con los resultados del ajuste en Europa) de los sucesivos paquetes de rescate vía emisión de dólares de la Reserva Federal que ha llevado adelante en estos años el titular de la Fed, Ben Bernanke.

En la misma línea, el economista Joseph Stiglitz advirtió en estos días sobre el peligro de una "sobredosis de ahorro en Europa". El Premio Nobel de Economía 2001 evaluó que ese camino es incorrecto si se pretende salir de la crisis, y enfatizó que las democracias sólo pueden soportar una limitada medida de recortes y ajustes del gasto: "durante décadas, esta fue la cura que se aplicó a los países en desarrollo. A menudo terminó con la muerte. Existe el peligro de que algo así se repita en Europa", dijo, y remarcó que en todo el mundo no hay "ni un solo ejemplo" de que "se haya saneado un país enfermo con recortes salariales, de jubilaciones o de prestaciones sociales".

Por contrapartida, según Stiglitz, en situaciones de crisis los gobiernos no deben bajar el gasto público, sino aumentarlo, una receta típicamente keynesiana, ya que en tiempos de recesión las políticas de ahorro radical fracasan pues lo que hacen es disminuir el Producto Bruto Interno (PBI) y con ello incrementar el peso de la deuda sobre una economía que se contrae. El economista planteó que Europa requiere de una autoridad presupuestaria común, que compense las diferencias regionales, autoridad que debería poner a disposición de países con un alto nivel de desempleo "medios financieros adicionales" para combatir el desempleo (algo que ha sido férreamente rechazado por la canciller alemana, Angela Merkel).

Finalmente, esto nos lleva a las implicancias económicas de la reciente reforma de la carta orgánica del BCRA, la que le permite al gobierno contar con alrededor de 22.000 millones de dólares extra para pagar vencimientos de deuda, cubrir baches fiscales o financiar créditos a la producción, entre otros fines que incluye una remozada carta que ahora no tiene un único objetivo ("preservar el valor de la moneda") sino tres ("promover, en la medida de sus facultades y en el marco de las políticas establecidas por el gobierno nacional, la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo económico con equidad social"). Con la reforma, el Gobierno se asegura el pago, mediante reservas, de la deuda nominada en dólares (lo que disminuye el riesgo de default e impulsa el precio de los títulos), en tanto que el respaldo en divisas de cada peso en circulación cae por el potencial uso parcial de las reservas.

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