Tal como lo preveían las encuestas, la presidencia de Francia saldrá del ballotage que tendrá lugar el domingo 6 de mayo entre el socialista Francois Hollande (vencedor de la primera vuelta, con 28,8% de los votos) y el actual mandatario conservador, Nicolas Sarkozy (26,1%). Con el dato sorpresa de una fuerte participación de electores en los comicios) (81%) y el crecimiento de la derecha "dura" (la candidata del Frente Nacional, Marine Le Pen, se ubicó tercera con 18,5% de los votos, duplicando el resultado del FN obtenido en la elección de 2007), una encuesta de Ipsos arroja que el socialista se impondría en la segunda vuelta con el 54% de los votos frente al 46% de Sarkozy, con lo cual el socialismo regresaría a la presidencia de Francia después de 17 años de gobiernos conservadores (el último presidente socialista fue Mitterand, quien finalizó su última presidencia en 1995).
Un eventual triunfo de Hollande podría favorecer, como planteamos en una entrada anterior, una cierta inyección de "heterodoxia" en los paquetes de ajuste lanzados en plena crisis europea, ya que el socialista ha anunciado que su primer acto de gobierno será dirigirse a Alemania para reunirse con la jefa de gobierno alemán, la canciller Angela Merkel, para renegociar los tratados europeos recientemente reformados, "pactos" de disciplina presupuestaria que fueron impulsados conjuntamente por la premier alemana y el presidente francés (y que dieron lugar a que se acuñara el término"Merkozy").
Esos pactos imponen grandes esfuerzos fiscales a los gobiernos y un triunfo de un crítico de los mismos sería una luz de alerta en el actual contexto de discusión, ya que podría desalentar su aplicación en aquellos países que enfrenten elecciones en los próximos meses (entre ellos la misma Grecia, en mayo). La lectura sería que el desgaste que producen la crisis y las medidas de ajuste hacen que los gobiernos en funciones pierdan el poder, más allá del signo político que tengan (en España perdió el socialismo y ganaron los conservadores, en Francia podría suceder exactamente lo contrario).
Asimismo, la plataforma económica de Hollande incluye aumentos de impuestos para las grandes empresas y los más ricos, lo que la ha granjeado el apoyo del candidato de izquierda Jean-Luc Mélenchon, del Frente de Izquierda (FI). Mélenchon finalizó cuarto (con el 11,7% de los votos) y rápidamente llamó a votar por Hollande en la segunda vuelta, al igual que la ecologista Eva Joly, que obtuvo el 2%. Mélenchon se ha declarado simpatizante de las políticas "heterodoxas" del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
En quinto lugar se ubicó el centrista Francois Bayrou, del Movimiento Democrático (MoDem), con el 8,6%. Algunos analistas plantean que esos electores centristas podrían definir la elección.
Hollande ha criticado el papel jugado por el Banco Central Europeo (BCE) en la crisis de deuda, planteando que su lentitud en intervenir ha acarreado muchos costos a los Estados, y además porque esa intervención tardía se plasmó luego en préstamos a los bancos a bajo interés, que luego han prestado a su vez a los Estados, pero a una tasa más alta. Paradójicamente, la crítica de Hollande fue parcialmente convalidada por Sarkozy hace pocos días, cuando el presidente en ejercicio pidió al BCE una actuación más enérgica para ayudar al crecimiento, alejándose sutilmente de las ortodoxas posturas pro-austeridad implícitas en los paquetes que impulsó junto con Merkel.
Este pronunciamiento coincidió con la opinión de otros especialistas referentes de la ortodoxia económica, en el sentido de que la incipiente recuperación económica que insinúan la política monetaria y fiscal activa de EE.UU, Japón y otras regiones podría enrarecerse si Europa insiste en las recetas de ajuste impulsadas por Alemania y, hasta ahora, Francia.
Sobre el rol del BCE, aporto lo aparecido en Ámbito hoy: El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, pidió un "pacto de crecimiento" para la Eurozona, que complemente el actual acuerdo fiscal. El funcionario resaltó la necesidad durante su exposición en la comisión para asuntos económicos y monetarios del Parlamento Europeo. "Tenemos que volver atrás y tener un pacto de crecimiento", dijo el presidente del BCE que rechaza un apoyo más directo de la entidad, aunque está a favor de que los Estados mantengan sus medidas para sanear las finanzas y lleven a cabo reformas estructurales, en particular, del mercado de trabajo. "Actualmente, lo que más me preocupa es la necesidad de tener un pacto de crecimiento", insistió. Incluso si "las reformas estructurales se enfrentan a fuertes intereses y hacen daño", deben proseguirse en el futuro.
ResponderEliminarLa consolidación de las finanzas públicas puede hundir a corto plazo a los países en la recesión pero "estamos en medio de un agujero" y tenemos que perseverar, indicó. "Los valores de la integración social y de la solidaridad siguen perteneciendo a mi cultura y no estoy en absoluto en contra del modelo social europeo", agregó. "Pero todo modelo social debe ser sostenible" y no se puede basar en el endeudamiento, dijo.
Muy buen aporte, gracias, Anónimo!
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