viernes, 27 de abril de 2012

Participación política en Córdoba (1*)



El voto ha sido por mucho tiempo la forma más habitual de participación política, aunque es sólo uno más entre los muchos recursos de los que dispone el sujeto para incidir en el mundo político. El repertorio político actual de los individuos hace necesaria una reflexión sobre la extensión y límites de la participación política (Zubieta y Delfino, 2010) Más allá del voto, ¿qué es la participación política? Rodríguez, Costa y Sabucedo (1993) se preguntan “¿qué sentido tiene considerar como formas de participación política una serie de actividades si éstas no tienen una clara proyección política?” Verba, Schlozman y Brady (1995) explican que “la participación política les ofrece a los ciudadanos en una democracia la oportunidad para comunicarles a los funcionarios del gobierno sus preocupaciones y preferencias y para presionarlos a responder”. 

Por su parte, Norris (2001) explica que participación es toda actividad que busque influir en el gobierno o el proceso político, en la sociedad civil o que busque alterar patrones sistemáticos de comportamiento social. Hay cuatro puntos en lo que los autores suelen acordar (Zubieta y Delfino, 2010):
a) la participación política hace referencia a la gente en su rol de ciudadanos y no como funcionarios civiles o políticos 
b) la participación política es entendida como actividad (acción), el sólo mirar la televisión o el declarar querer saber sobre política no constituye participación 
c) las actividades definidas como participación política deben ser voluntarias y no producto de una orden dada por la clase dominante o alguna ley o regla 
d) la participación política se relaciona con el gobierno y la política en sentido amplio y no se restringe a las acciones tomadas en el congreso o parlamento o el voto.


No cabe duda que el repertorio de actividad política de los sujetos no se limita a este tipo de actividades convencionales, como acudir a mítines, convencer a otras personas para votar por algún candidato y/o partido determinado (Zubieta y Delfino, 2010). Observando el comportamiento político de la población, es fácil constatar que el ciudadano recurre también a otras estrategias para tratar de incidir en las decisiones del poder político: huelgas, manifestaciones, etc. (Zubieta y Delfino, 2010) De esta forma, hablar de participación política en general resulta poco preciso, pues el abanico de modalidades incluye manifestaciones diferentes de este tipo de actividad (Sabucedo & Rodríguez, 1990) y, entonces, como explica Sabucedo (1988) los diferentes autores se han visto en la necesidad de distinguir entre distintas formas de actividad política. En la participación política convencional se señalan desde el simple acto de votar hasta el acudir a mítines; y en la participación política no convencional se situaban conductas tan dispares como manifestaciones legales y violencia personal, por citar algunos ejemplos. En lo que respecta a la participación política no convencional, lo más llamativo es la heterogeneidad de actividades que se encuadra bajo ese rótulo (Sabucedo & Arce, 1991). Dentro de las actividades de participación política no convencional se encuentran tipos de respuestas que son consideradas en los estudios sobre alienación política como el modelo de privación social y el modelo de realidad política. Según Samuel Long (1990) la alienación política se define como una respuesta afectiva por parte de un individuo al sistema político y a sus líderes, que es básicamente de naturaleza negativa y que se caracteriza por cuatro sentimientos interrelacionados: 
1) un sentimiento de ineficacia política 
2) un sentimiento de descontento en relación con los resultados del sistema político 
3) un sentimiento de desconfianza hacia los motivos y comportamiento de los líderes políticos 
4) un sentimiento de alejamiento del sistema político

En este estudio, en rigor del contexto donde se efectuó, medimos formas de participación política convencional, no convencional y alienación política en un instrumento único que las agrupó en sus categorías más generales y evidentes. Se trata de un estudio cuantitativo efectuado con un instrumento muy amigable a la hora de aplicar (encuesta breve) con resultados valorables por el tamaño de su muestra (1.796 casos en toda la provincia de Córdoba, error muestral de +-2,3%), realizado por la consultora Delfos en el mes de diciembre del año 2011 (después de una larga seguidilla de elecciones) que tuvo como objetivo la medición de las siguientes variables: autoposicionamiento ideológico, formas de participación política, actitud hacia los políticos, análisis de la situación actual y expectativas a mediano plazo. 


(*) ésta es la primera de una serie de entradas donde presentaremos, por entregas, los datos más relevantes de un trabajo presentado en el panel de Psicología Política en el XIV Congreso de Psicología en Salta los dìas 12, 13 y 14 de abril de 2012, en coautoría con la psicóloga Marina Llaó.



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