Continuamos debatiendo a partir
de comentarios disparadores aportados por lectores. En esta ocasión, tomamos el
siguiente: "la medición
de inflación de las consultoras privadas y las provinciales en Argentina daban
muy similar al Indec antes de su intervención (...) esa pequeña mentira oculta
2/3 de pobres en Argentina y que la cantidad de pobres se mantiene durante el primer
mandato de Cristina (entre el 205 y el 25%)" comentaba este lector.
Veamos: coincido con el comentario en el sentido de que al
gobierno le cabe, por su rol, la responsabilidad institucional por el
descrédito en el que han caído las mediciones del índice de precios (IPC) del
Indec, es decir la inflación. Ahora bien: que esas mediciones sean cuestionadas
no valida las mediciones alternativas de inflación efectuadas por organismos
que, en el mejor de los casos, carecen de la capacidad técnica y la envergadura
necesaria para relevar los datos, y en el peor de los casos, están atravesadas
por intereses (económicos, a veces políticos) contrarios a los de una medición
veraz. En síntesis: el verdadero valor del IPC debe encontrarse en algún lugar
entre la medición oficial y las privadas, pero no podemos calcular lo que no
estamos en condiciones de medir, así que no vamos a dar un valor estimativo,
aunque intuitivamente tengamos uno en mente.
Vamos al segundo punto, la medición de la pobreza. Efectivamente,
si hay un porcentaje (incierto) de inflación no reconocida en las mediciones
oficiales de Indec, eso en algún punto estaría tergiversando las mediciones de
la pobreza. Por eso, examinaremos algunos aportes para tratar de dilucidar si
el valor de 20-25% arriesgado por nuestro atento lector (y que coincide con
posiciones de analistas críticos del oficialismo) es razonable y, en segunda
instancia, para aportar a la discusión respecto de si el “modelo K” redujo o no
la pobreza (y, en caso positivo, en qué medida).
En este sentido, nos parece oportuno rescatar un trabajo de
Alejandro Rofman, investigador principal del Conicet, que arroja datos
interesantes respecto de este debate. Escribe Rofman: “El descenso de todos los
índices de insatisfacción social en el período 2003-2007 no ha sido cuestionado
por ningún observador objetivo (…) Pero el estudio de lo acaecido desde el año
2007 ha instalado una polémica que permanece abierta (…) Esa polémica se
fundamenta en el cuestionamiento a los valores de los principales indicadores
sociales, cuya certeza se supone afectada en su cálculo. En particular, la
severa crítica a los datos del Indec sobre la variación de los precios al
consumidor pone en tela de juicio la versión oficial de que la mejoría de la
situación social persiste y se ha ido consolidando".
"Dos recientes estudios
colaboran decididamente en saldar esa polémica. El primero de ellos fue
publicado por la Universidad Católica Argentina, en julio de este año. Resume
una investigación de su Observatorio de la Deuda Social Argentina (…) El
documento menciona, entre otros agradecimientos, a la gerencia de
responsabilidad social del Banco Galicia y a la Fundación Diario La Nación, así
como la valiosa colaboración del área de responsabilidad social de la empresa
Cablevisión. El otro documento es fruto de un estudio realizado por el Cippec
(Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el
Crecimiento). Su actividad (…) exhibe
como auspiciantes a empresas de capital nacional o extranjero, como Mapfre,
Nobleza Piccardo, Vale y Telefónica, entre otras. (…) Ambos informes están
redactados y sostenidos económicamente por sectores sociales totalmente
desconectados del aparato oficial y de sus seguidores”.
Acto seguido, Rofman cita
textualmente fragmentos del documento de la UCA, donde se afirma que durante el
segundo año del Bicentenario (2011) tuvo lugar una rápida recuperación del
terreno perdido en materia económica después de los embates de la crisis
internacional de 2009 y 2010 (recordemos: la crisis global venía manifestándose
en latencia aproximadamente desde 2007, pero se pone de manifiesto o eclosiona
en 2008 a partir de la caída de Lehman Brothers). El documento subraya que según
la mayor parte de los especialistas, 2007 fue el mejor momento del
modelo político-económico postdevaluación a lo largo de la primera década del
siglo XXI, por lo que se constituye en un parámetro ideal a partir
del cual evaluar los eventuales logros o retrocesos durante los años 2010-2011.
Respecto a la pregunta de si entre 2007 y 2011 la declinación económica
acaecida en los dos años de crisis mundial y su impacto en la Argentina logró
ser superado o continuó prevaleciendo, Rofman, apunta que el informe es
concluyente en afirmar que, "desmintiendo opiniones en contrario, se experimentó
un apreciado avance económico y social singular en toda la década inicial de
este siglo al amparo del modelo político-económico vigente".
A continuación, el autor repasa
datos estadísticos básicos para definir la trayectoria del proceso económico y
particularmente social entre 2007 y 2011, construidos no a partir del cuestionado índice oficial de precios del Indec sino de mediciones alternativas (como el promedio
ponderado de crecimiento de los índices de las siete provincias que llevaban,
entre 2007 y 2011, registros mensuales de variación de los precios al
consumidor). Al respecto, escribe Rofman: “la variación de los ingresos familiares entre 2007 y 2010 resulta
positiva en un 1,2 por ciento, y entre 2007 y 2011 en un 11,9 por ciento. Es
decir, que, pese a los efectos negativos de la crisis mundial en 2008 y 2009,
prosiguió la expansión de este indicador fundamental del bienestar familiar”. Además, destaca que los datos
de Pobreza e Indigencia acompañan el sesgo favorable de la evolución del
ingreso familiar: el estudio del Observatorio utiliza canastas básicas totales
y canastas de alimentos imprescindibles basadas en los índices de precios de
las siete provincias, descartando los del Indec. Sin embargo, pese a ello, el Observatorio Social de la UCA reconoce que la
pobreza calculada por ingresos retrocedió desde el 26,9% en el año 2007 al 26,6% en 2010, y al
21,9% en 2011.
En este punto, Dorfman hace un
flashback y plantea la necesidad de recordar que el índice de regresión social
en el año 2003 (posdevaluación y transición de presidencia Duhalde a asunción de
Néstor Kirchner) superaba el 53%, por lo que la reducción total entre el inicio
del período constitucional bajo la primera presidencia “K” y el 2011
(un período de nueve años) supuso una disminución de la pobreza en un 60%, “lo que da cuenta de un significativo avance
de la equidad social”, reflexiona el autor. En cuanto a la indigencia, los datos del
Observatorio de la UCA revelan que la tasa respectiva se ubicaba en 8,1% de la
población en 2007 (3 millones de habitantes), subió en 2010 al 9,2% y se
redujo en 2011 al 5,4% de toda la población (dos millones 100 mil
habitantes). Ello indica que la disminución de la indigencia fue entre 2003,
cuando afectaba al 27% de la población del país, y 2011, de 22 puntos
porcentuales, una caída del 80%. Como conclusión preliminar, en el
documento de la UCA se afirma: “En términos dinámicos, cabe destacar que la
caída de la indigencia y de la pobreza exhibida durante el último año
(2010-2011) fue particularmente intensa en el estrato social socioeconómico más
bajo (25 por ciento inferior) y, asimismo, en villas y asentamientos precarios
y en los barrios de sectores populares dentro de la traza urbana formal”.