“En materia de asuntos públicos, el
ciudadano francés es el más consultado de todo el mundo por las encuestas de
opinión (…) Francia ha sucumbido más que ningún otro país a la sondeomanía (…) Los
sondeos han volado, en efecto, de victoria en victoria, desde aquellos lejanos días
del mes de diciembre de 1965 en los que anunciaron, ante la incredulidad de
toda Francia, que el general De Gaulle quedaría fuera de juego en la primera
vuelta de las elecciones presidenciales (…) Envalentonados por su victoria, los
sondeos se apresuraron a salir del ámbito electoral, que ya les quedaba
demasiado estrecho. Si el instrumento es tan poderoso, ¿por qué no utilizarlo
para medir, en tiempo real, los gustos y aspiraciones de la población? Y he
aquí a la población interrogada a diario sobre todo y sobre todos (…)” (Alain Minc, La borrachera democrática)
“Hay muchas palabras para describir lo que pasó
en la ciudad de Córdoba, y de hecho abundaron en los medios de comunicación y
en las redes sociales durante estos dos últimos días: vandalismo, saqueo, caos,
horror, tragedia. Pero esa abundancia verbal contrasta con la falta de
conceptos adecuados para pensar la situación en términos sociales y políticos. ¿Es tan clara la distinción
entre actos de delincuencia y estallido social, como lo expuso el gobernador
José Manuel de la Sota en el discurso con el que ayer anunció el fin del
conflicto salarial con la Policía en huelga? ¿Tiene sentido esa distinción para
explicar el fenómeno en todas sus dimensiones? Y, pregunta más importante,
¿sirve para abordarlo políticamente e impedir que se repita en el futuro? (…) Esta vez, las imágenes que más golpearon en la
opinión pública fueron las de gente que salía de los comercios no cargada con
paquetes de alimentos sino con televisores digitales, electrodomésticos o
artefactos electrónicos que están a años luz de ser productos de primera
necesidad. Y también resultó chocante que, en las redes sociales, algunas
personas exhibieran fotos de los artículos robados y escribieran mensajes en
los que se jactaban de haberlos obtenido de esa forma ilícita. Por más que estas actitudes
provoquen un repudio moral, su naturaleza no es estrictamente moral. Antes bien
parecen ser manifestaciones culturales condicionadas por las fantasías
hiperconsumistas del capitalismo actual, por la ideología de la satisfacción
inmediata y por las nuevas tecnologías que posibilitan la autopromoción
narcisista de una forma nunca antes conocida por la humanidad. La violencia que
vivió Córdoba fue como un viaje al lado oscuro de todo lo excitante y
desafiante que puede tener ese nuevo mundo” (Carlos Schilling, Modelos para pensar
el caos, La Voz del Interior, 05/12/2013)
El modelo francés de sociedad hiperauscultada del que habla Alain
Minc deriva de una suerte de política de Estado no escrita: desde la década del
´60, y con mayor intensidad después del Mayo Francés, el sistema de poder y el
sistema de investigaciones demoscópicas sellaron en Francia una alianza cuyo
objetivo central era que no hubiera un segundo Mayo francés: la sociedad debía
ser medida permanentemente y la aplicación metódica de sondeos y encuestas
debería funcionar como un sistema de alerta temprana ante posibles estallidos
sociales, rebeliones, movimientos de protesta e incluso los más inasibles
episodios de vandalismo y violencia urbana. Sin embargo, es sabido que la
realidad encuentra la manera de eludir los instrumentos pensados para
diagnosticarla por anticipación (la propia historia francesa reciente da testimonio de ello); eso, sumado a la intermitente pericia de los
gobiernos para prevenir, le agrega un componente de incertidumbre ineludible a
la historia.
La
pregunta de Schilling apunta a problematizar la distinción oficial entre actos de delincuencia y estallido social:
¿los sucesos del 3D en Córdoba fueron una expresión pura de lo primero o una
hibridación con lo segundo? Dejamos ese punto librado a la libre interpretación; en cambio, nos interesa plantear la existencia de vasos
comunicantes entre la idea de lo que se puede medir y diagnosticar en el caso
Francia y a nivel local. Después de todo, el Cordobazo de mediados de 1969
también fue producto de un clima de época caracterizado por acontecimientos
internacionales como el citado Mayo Francés. Como el difuso límite entre el vandalismo
a secas y el estallido social, la dificultad de medir y anticiparse también es
un híbrido entre los límites de la ciencia social y los logros y déficits de
los gobiernos en prevenir (de esto último, hubo mucho en Córdoba en esta
oportunidad). En cualquier caso, está claro que tratar de administrar las
expectativas de la sociedad y la mentalidad colectiva, aun contando con mediciones permanentes, es aún más complejo que
gestionar obras y servicios, y ni hablar de acciones de carácter más
instrumental como definir una pauta publicitaria. En esa complejidad, cualquier
impericia cuesta muy caro.
Finalmente, también nos parece estimulante la hipótesis de Schilling relativa a los episodios del 3D como “manifestaciones culturales condicionadas por las fantasías hiperconsumistas del capitalismo actual”. De hecho, ya en otras oportunidades hemos planteado en este blog que el desafío es ampliar nuestra mirada para poder cruzar investigación de opinión pública con investigación de mercado: a fin de cuentas, se trata de investigación social, lo que requiere un esfuerzo por leer la política en clave económica (y de consumo), y viceversa. Medimos una comunidad que consume y que vota (no un mercado disociado de un conjunto de electores); y esa comunidad también puede producir estallidos y saqueos, y hacer que nos horroricemos de nuestro propio caos.
Se habló mucho de los saqueos, de los motivos por los que las personas robaban y de los trasfondos políticos pero no se habló de una base que subyace a todo: las relaciones sociales, las "broncas" sociales, los intereses políticos y personales. Y esta base, este común denominador es nada más y nada menos que el capitalismo. Dicen que no era hambre lo que incitaba a robar porque no se llevaban paquetes de yerba ni arroz. Claro que era hambre; era ser de consumo que no podía ser saciada de la manera "correcta". Un consumismo que todos alimentamos, cuidamos, vemos crecer y reproducirse y que, muchas veces, como pasó el martes, nos come.
ResponderEliminarGracias por tu aporte, Alina ! Está en la línea de lo escrito por Schilling...
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarM. Emilia Reynoso Menem- 3° año - Turno Mañana
ResponderEliminar(Disculpe profe había cometido un error de puntuación a la mitad de mi redacción, lo corregí y por eso publico nuevamente mi comentario)
A partir de una publicación que realizó el equipo de Informe Zoom (programa de investigación periodística que se transmite por canal 10) en facebook, la cual enunciaba que a seis meses de los saqueos en Córdoba le hacían zoom al 3D Y 4D; busqué un artículo de este blog que hiciera hincapié en el tema para plantear una reflexión sobre opinión pública desde una mirada netamente periodística. Hoy 7 de junio del 2014, se celebra el Día del Periodista en Argentina. El periodista profesional, cumple un rol fundamental en la sociedad, porque es formador de opiniones, educa, hace reflexionar, incita a pensar, crea conciencia social; el poder del discurso y el impacto del mismo, depende de quién, cómo, para qué, dónde lo diga. Y quiero rescatar de mi enunciado el “somos formadores de opinión” porque inmediatamente puedo establecer un paralelismo con el concepto de opinión pública “es la suma de opiniones y/o actitudes de muestras representativas de las poblaciones, que puede situarse históricamente en los comienzos de la edad moderna con el desarrollo de la imprenta”; con respecto a esto repito lo que comunicamos desde nuestra profesión genera una opinión en el “receptor”, podría graficarse como una interacción entre emisor y receptor de ESTÍMULO-REACCIÓN (cabe destacar que esa reacción puede ser favorable o desfavorable, y habrá un acuerdo o un desacuerdo por parte de aquél que recibe tal o cual información). Es por ello que me llama la atención este dato: “desde la década del ´60, y con mayor intensidad después del Mayo Francés, el sistema de poder y el sistema de investigaciones demoscópicas sellaron en Francia una alianza cuyo objetivo central era que no hubiera un segundo Mayo francés: la sociedad debía ser medida permanentemente y la aplicación metódica de sondeos y encuestas debería funcionar como un sistema de alerta temprana”. Esto trasladado a lo sucedido en Córdoba, me lleva a cuestionarme ¿podría haberse evitado el famosísimo 3D, 4D? ¿Por qué los gobiernos de turno no tienen en cuenta las herramientas metódicas ya sean cualitativas o cuantitativas para medir su actuar cotidiano? ¿Es complicado mirarse dentro de sí, no?, pareciera que es más fácil hacer oídos sordos o vendarnos los ojos, para no escuchar/ver lo que realmente pasa. Esos días estábamos inmersos en una jungla, parecía el estado de naturaleza caótico del filósofo Thomas Hobbes; en diciembre de 2013 la Ley de la Selva se hizo presente.
Si es con respecto a encuestas, muchísimas son las opciones para recabar información y generar cambios a mediano y largo plazo; ya sea domiciliarias, en la vía pública, telefónicas, informáticas, o postales. Se podría haber aplicado por ejemplo un diseño transversal en ese momento de malestar social, para analizar qué opinaba la gente sobre los saqueos y los por qué, y luego de seis meses volver a preguntar por qué se llevaron a cabo, para ver si hubo/hay alguna modificación en las variables. En un aspecto cualitativo, se puede realizar entrevistas en profundidad o no estructuradas, hacer uso del focus group. Hay gente especializada en estos aspectos, algunas herramientas son costosas y más o menos precisas, según las muestras que utilicemos (probabilísticas o no probabilísticas). Si se quiere y desea un cambio a nivel social, hay que empezar por aquellos que nos gobiernan, los que están en la cabecera de nuestro país. Herramientas y técnicas sobran, profesionales hay muchos, pero deberíamos replantearnos qué es lo que queremos para la Argentina del futuro (deseo utópico si se quiere, pero interesante para pensar), y desde el periodismo podemos contribuir en ello, porque la palabra es un factor importantísimo y clave si se la utiliza correctamente. Y para cerrar esta reflexión, quiero mencionar la frase que llevo como bandera “aunque se sufra como un perro, el periodismo es el mejor oficio del mundo” de Gabriel García Márquez.
Gracias Mily por tu aporte en lo metodológico y por bucear en el tema, saludos!
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