miércoles, 18 de diciembre de 2013

La sintonía fina llega con retraso (2)

El perfil dual del jefe de gabinete Jorge Capitanich –economista con cintura y experiencia política- reestrenó el concepto de sintonía fina en la administración y fiscalización de las cuentas oficiales. Detrás subyace el objetivo latente de reducir el gasto o mejorar su calidad, dada la resonancia negativa que tiene para el “relato” cualquier concepto cercano a la palabra ajuste. Allí se inscribe el avance de Capitanich hacia un esquema de financiación que aplique sintonía fina al Fútbol para Todos incorporando la venta de derechos de televisación del fútbol local al exterior (para que los recursos no sean íntegramente aportados por el Estado), a la vez que una revisión de las cuentas de los clubes.

Esa acción se inscribía en un marco general que incluía, en tándem con el ministro de Hacienda Axel Kicillof, un análisis de los subsidios (en particular los energéticos) otorgados a privados. La impronta propia de Kicillof se expresa, en ese contexto, en el seguimiento desde el área de Competitividad de la rentabilidad de las empresas, información que podría servir de base para revisar subsidios a privados en función de los resultados obtenidos.

Durante las primeras semanas, este giro en la política económica logró dos fuertes golpes de efecto: el primero fueron los acuerdos ante el CIADI, en los que el país se comprometió a pagar una deuda de más de u$s 600 millones con cinco empresas estadounidenses a cambio de poner fin a los juicios iniciados. El segundo fue el preacuerdo con la petrolera española Repsol para el pago de una compensación por la expropiación del 51% del paquete accionario de YPF, en un monto cercano a los u$s 5.000 millones. Ambos hechos fueron incluso saludados por funcionarios estadounidenses, lo que significó descomprimir una relación bilateral que venía muy complicada (amén de oxigenar el vínculo con España, en el caso particular del tema Repsol).  

Esos avances, junto con la moderada expectativa generada por la salida de Guillermo Moreno, crearon un ambiente más amigable con el entorno de negocios, al punto que el presidente de Fiat Argentina, Cristiano Rattazzi (habitual crítico de las políticas oficiales en los últimos años), llegó a afirmar que "hay muy buen ambiente de negocios, el país está reencaminándose en serio", y consideró que la "política económica se está reencauzando", en una entrevista con Télam en el marco de la 19na.Conferencia Industrial de la Unión Industrial Argentina (UIA). "Más que los cambios de Gabinete, me encantó el cambio de actitud del Gobierno", manifestó entonces Rattazzi.

Sin embargo, ese efecto de novedad y oxigenación se encontró con una suerte de cisne negro: los muertos y las pérdidas materiales de los saqueos implicaron un primer desgaste político para el nuevo gabinete nacional, al que se suma el interrogante económico abierto por el impacto de los incrementos salariales que los policías provinciales en protesta obtuvieron de los gobernadores (que en muchos casos resultará de difícil financiamiento). El escenario de política salarial que el Gobierno ensayaba para 2014 cambió drásticamente, dado que las subas que los gobernadores otorgaron a las policías distritales cambian el piso de referencia para las futuras paritarias salariales, precisamente cuando el gobierno nacional (tardíamente) se planteaba morigerar las expectativas inflacionarias con una banda de negociación más baja que la de los últimos años. Allí, la sintonía fina se expresaba en el sentido de cambiar la lógica de la negociación salarial, abandonando el índice inflacionario pasado como parámetro para incorporar el análisis de productividad, algo que a fines de 2012 se había propuesto para todos los sectores, pero que terminó porque quedar encapsulado sólo a tres ramas de actividad -electricidad, metalúrgicos y choferes de colectivos-, todas con fuerte regulación estatal. Esta intención de aplicar la sintonía fina en las paritarias se hace difícil de sostener en el nuevo contexto.

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