Explicitemos la premisa esbozada en el post anterior: por encima de los vaivenes de la coyuntura (corto plazo), los efectos socioeconómicos son los que terminan imponiéndose a mediano y largo plazo. En ese marco, planteamos que la gravitación de la agenda económica (inflación, crisis del empleo, impacto del ajuste de tarifas, caída del consumo minorista) es central para leer hacia dónde va la opinión pública y comprender que lo que está atravesando las encuestas no es ya malhumor sino un malestar latente, consecuencia anímica de una pirámide social que, hoy, muestra una estructura social peor que la de fines de 2015. Existen varios indicadores que podemos tomar para fundamentar empíricamente esta línea de interpretación. Veamos…
Podemos empezar por un análisis del salario real, que resulta de corregir el salario nominal (el dinero que un trabajador cobra en mano) por un índice de precios al consumidor. En los 6 meses que van de inicios de diciembre de 2015 (comienzo de la gestión presidencial de Mauricio Macri) hasta fines de mayo de este año, el poder de compra de los salarios de los trabajadores registrados cayó un 12%. El dato surge del Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), una entidad respaldada por 45 organizaciones sindicales de la CGT y de la CTA, que ayer difundió la primera medición del Indice de Inflación de los Trabajadores. El Informe señala que, a mayo de 2016, en promedio la inflación interanual fue del 44,1%. Si se desagrega según el nivel de los ingresos, para el 10% de los que menos ganan la suba de los precios fue del 49,9%, mientras que para el 10% de los que más ganan fue del 40,9%. Esto sucede porque “el aumento de los precios golpeó más fuerte entre los trabajadores de menores ingresos, debido a que dentro de sus canastas de consumo el peso relativo de los productos que más subieron es mayor que en la de los trabajadores que más ganan”, según el IET. Esa incidencia diferencial ya fue anticipado en otros estudios que hemos citado en el blog, como fue oportunamente el de Indecom.
El documento del IET apunta que el aumento del costo de vida de los trabajadores fue motorizado fundamentalmente por el crecimiento de los precios de los alimentos y bebidas, además del aumento de tarifas de los servicios públicos. “El crecimiento de los precios de los productos de los sectores de alimentos y bebidas, vivienda y sus servicios y de transporte y comunicaciones, aportó el 54,4% del total de la inflación de los trabajadores entre mayo de 2015 y mayo de 2016”. En este marco, una caída de 12% del poder de compra del salario no es malhumor; es malestar (o, de mínima, una de sus dimensiones o indicadores; en post sucesivos veremos otros). Por ello, tiene fuertes efectos en la opinión pública. Veamos antecedentes: en 2014, el año en que el gobierno de Cristina Fernández aplicó también una fuerte devaluación que generó un pass-through a precios (inflación), el salario real cayó 4,2 puntos (considerando el promedio del total de la economía; ver datos arriba, click para agrandar). El cálculo surge de un estudio del Centro CIFRA de la Central de Trabajadores de la Argentina (la CTA liderada por el sindicalista docente Hugo Yasky), no sobre la base del cuestionado Índice de Precios del Consumidor del Indec anterior sino a partir del IPC 9-Provincias (es decir, construido a partir de organismos de estadística provinciales).
Para mensurar la caída desde diciembre de 2015 a enero de 2016 -12 puntos- pensemos que en la mitad de tiempo (6 meses, contra 12) casi triplica el guarismo de 2014 (4,2). Semejante contracción se traduce en un descenso del consumo minorista de 6,4 puntos en 6 meses, lo que equivale a decir que por cada punto de caída del salario real el consumo minorista se contrajo 0,53 puntos. A lo largo del ciclo K, sólo hubo otro año en el cual el salario real cayó casi tanto como en el aciago 2014, y fue el 2008: -3,6%. Llamativamente, tanto en el primer gobierno de CFK (2007-2011) como en el segundo (2011-2015), las mayores caídas del salario real se dieron en el año anterior a una elección: 2008 precedió a la elección de medio término del 2009 y 2014 precedió a la presidencial de 2015. El hecho de que ambas resultaran adversas al oficialismo sugiere que efectivamente la caída del salario real tiene consecuencias de opinión pública a largo plazo, puesto que en los años electorales propiamente dichos el salario real creció: +4,3 en el 2009, y +2,9 en el 2015.
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario