miércoles, 22 de noviembre de 2017

Hacia el 2019: problematizando lecturas

Según determinado enfoque interpretativo, los resultados electorales del 2017 pueden leerse como una puesta en cuestión de las identidades partidarias tradicionales (UCR y peronismo) frente a sellos emergentes (PRO-Cambiemos y Unidad Ciudadana, respectivamente). Si se articula ese planteo con la tesis de la conformación de un polo de centroderecha versus uno de centroizquierda de cara al turno electoral del 2019, entonces habría una oportunidad histórica de superar el carácter híbrido de las formaciones partidarias con más historia en favor de identidades más nítidas: el radicalismo se subsumiría en una fuerza de centroderecha dejando atrás sus pulsiones socialdemócratas, y el peronismo dejaría atrás su carácter pendular para abrazar una identidad nacional-popular más definida. 

En una línea similar a la que planteaba la politóloga María Casullo, el sociólogo Juan Carlos Torre apunta: “Hoy la única fuerza con identidad en el campo del peronismo es la que lidera Cristina Kirchner, aunque, si bien sirve como oposición, claramente no entusiasma a los peronistas. El problema es que el espacio del centro o centroderecha popular de alguna manera ya está ocupado por Cambiemos, mientras la expresidenta gana terreno hacia la izquierda. A los dirigentes que encarnan la renovación por ahora les queda el camino de la ambigüedad”. En efecto, mientras a nivel nacional el polo de centroderecha y el de centroizquierda se afirman como primera y segunda minoría electoral, respectivamente, el camino de la ambigüedad no resulta electoralmente rentable: todas las referencias del espacio pan-peronista que transitaron la avenida del opo-oficialismo este año perdieron (Juan Urtubey, Gustavo Bordet, Juan Schiaretti). Al contrario, aquellas con una identidad opositora más definida frente a Cambiemos salieron airosas: Gildo Insfrán, Alberto Rodríguez Saá, Lucía Corpacci, Sergio Uñac, Jorge Manzur, el recientemente fallecido Mario Das Neves, Carlos Verna (con dos excepciones, Alicia Kirchner y Domingo Peppo). 

Sin embargo, hay otras formas de leer esa persistencia: Julio Burdman la llama “la resiliencia provinciana”, un fenómeno que se dio desde las primarias a la elección general de octubre. “Las PASO mostraron un fenómeno generalizado, el de los partidos provinciales y las anchas avenidas del medio desplazadas por la nacionalización y la polarización. Los oficialismos provinciales de Córdoba, Santa Fe, Río Negro, Neuquén y Chubut, no alineados con ninguna de las dos corrientes políticas principales, habían perdido. En varios casos, quedando en tercer lugar. En la región metropolitana, los disidentes de la grieta encabezados por Sergio Massa y Martín Lousteau quedaron terceros y lejos. Los peronismos autárquicos de San Luis y La Pampa perdían contra Cambiemos. Caían todos en un camino de ida. Pero entre el 13 de agosto y el 22 de octubre, la resiliencia provinciana puso algunas cosas en su lugar. Hubo tres casos de reversión: Chubut, La Pampa y la República de San Luis. Asimismo, los partidos ‘neoprovinciales’ de Misiones y Santiago del Estero ampliaron la brecha. Cinco casos de oficialismos provinciales que hicieron sentir el peso de sus territorios (…) En los cinco casos mencionados, el eje de la campaña fue el provincianismo (...) El provincianismo pareciera haber sido la forma más eficaz de 2017 para resistir a la polarización nacionalizante. Massa y Lousteau siguieron perdiendo. Habría que destacar que no en todos los casos el discurso provincianista funcionó: los oficialismos de Córdoba y Santa Fe no pudieron recuperar posiciones, y tampoco los neuquinos, que vieron aumentar su derrota frente a la ola cambiemita. Sin embargo, los tres tienen algo en común: estuvieron atravesados internamente por una tensión por su relación con el gobierno nacional de Cambiemos. Sapagistas y gutierristas en Neuquén, y De la Sota y Schiaretti en Córdoba, están diferenciados por su relación con Macri. En Santa Fe, el Frente Progresista aún está pagando la ruptura con los radicales y la conformación del cambiemismo provincial. Evidentemente, la estrategia provincianista necesita ser creíble y estar unificada. Ese fue, al menos, el denominador común de los casos que resistieron localmente la ola nacional”.

Del mismo modo que la “resiliencia provinciana” aporta otra clave de lectura para entender por qué algunas figuras del espacio pan-justicialista resistieron el avance de la ola amarilla y otras no, la interpretación en clave geográfica hace otro tanto. Según José Natanson, el apoyo a Cambiemos “tiene un claro componente de clase, con un sesgo a los sectores de mayor poder adquisitivo, y etario, con un respaldo nítido entre los mayores. Pero el corte más claro es geográfico: el PRO es, en esencia, el ‘partido de la soja’, potente en la zona núcleo, que registró sus mejores marcas, además de la Ciudad, en Córdoba, el Norte de la provincia de Buenos Aires y el Sur de Santa Fe” (ver gráfico arriba; click para agrandar). Agrega Natanson: “Con una campaña astuta, la apuesta a candidatos propios y la decisión de explotar al máximo el rechazo que generaba el kirchnerismo en crecientes sectores de las capas medias, el PRO consagró el primer presidente de derecha elegido por los votos y el primero también que no pertenece ni al peronismo ni al radicalismo. Más allá del éxito o fracaso de su gestión, esto ya lo sitúa en un lugar novedoso, que expresa tanto la decisión de un sector de la sociedad de confiar en una fuerza nueva como la crisis de los partidos tradicionales abierta a partir del estallido de 2001”. Complementando esta lectura con la anterior, podríamos decir: el provincianismo pudo resistir el embate de la ola amarilla sólo en aquellos distritos por fuera del “corredor de la soja”. Esto, a su vez, marca un desafío para los gobernadores del PJ que este año sufrieron derrotas frente a Cambiemos en sus provincias, de cara al turno electoral del 2019: ¿es posible hacer un tránsito exitoso desde el opo-oficialismo hacia una postura más opositora más nítida para retener el poder en sus provincias y a la vez preservarse de la dinámica polarizadora nacional en la que Cambiemos y Unidad Ciudadana se insinúan como las referencias principales?

2 comentarios:

  1. Las ultimas dos entradas del blog se encuentran relacionadas. Hago referencia en temas como el plano electoral (tanto a nivel nacional como provincial) del presente año. En el cual la mayoría de los partidos, candidatos y "reglas del juego" varían según el nivel de polarización entre Cambiemos y CFK; mejor dicho "la MaCris" como se mencionó en la entrada "Hacia el 2019: ¿presos en "la MaCris"?.
    Cabe destacar que en ambas entradas (incluyendo "Hacia el 2019: problematizando lecturas") me costó abordar en análisis en temas de unidad 2 y 3 vistas en la materia. Como metodología, diseño de investigación o tipos ya que no encontré un tipo de investigación basado en encuestas concretas sino, a mi entender, datos estadísticos a partir de las votaciones y su enfoque interpretativo en cuestión de indentidades partidarias.
    Sin embargo, al leerlo pude relacionarlo con contenido de la unidad 1.
    En un escenario en donde se habla de fuerzas con identidad en los campos políticos como el peronismo o centroderecha popular y donde, según Juan Carlos Torre, la ambigüedad no resulta electoralmente rentable. Ésta afirmación está basada en casos como Urtubey en Salta o Schiaretti en Córdoba en los cuales se reconocen como partidos opo-oficialismo. Sumado a esto, el aumento de los votos a favor de Cambiemos entre las PASO y las elecciones. Entre estos datos podemos mencionar la teoria que considera los efectos de los medios y como las personas buscan insertarse en el clima de opinión. La llamada Espiral del Silencio. La cual determina que existe una predisposición del público a la conformidad. La Opinión Pública se constituye como aquellas opiniones q se pueden expresar en público sin quedar aislado y un aspecto clave (como dice Neumann) del proceso de formación es el temor al aislamiento. Estudia cómo se comporta un individuo con las actitudes predominantes sobre lo qiue es aceptable y no. Es decir, el orden social vigente es mantenido por el miedo y la necesidad de aceptación, y por la exigencia pública de que "nos amoldemos" a las opiniones y comportamientos establecidos. La autora determina que la sociedad percibe cuando una opinión dentro de ella se fortalece o se debilita. En este caso la determinación a nivel nacional a favor de Cambiemos con un claro apoyo de una determinada clase y sector social influye en el resto de la sociedad como lo demuestra en el gráfico adjuntado.
    Ademas de los medios, si bien la campaña política también influye, en tanto a los Modelos de Voto, el Modelo de Clima de Opinión es el que detalla el temor al aislamiento en donde el elector sufre presión del entorno y busca arroparse en la conformidad y aún más en el clima de votación que existe desde el año pasado entre ideologías totalmente opuestas como Cambiemos y CFK. Cabe destacar que no todos los votos se elaboran a través de este tipo de proceso, también se puede votar a través de la tradición sociológica, la tradición psicológica o el llamado Voto Racional. A nivel personal aseguro que cada tipo de voto estuvo presente en las elecciones del 2017.

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  2. ¡Muchas gracias por tu lectura y comentario, Camila, saludos!

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