Los resultados electorales del 2017 marcan una polarización asimétrica, con Cambiemos como primera minoría electoral nacional en torno al 43% y Unidad Ciudadana y aliados en torno al 25%. Por fuera de estos dos polos, antitéticos entre sí, flotan el peronismo filo K (en torno al 5%) y el no K (alrededor del 8%) y el massismo (alrededor del 6%); por fuera de eso, queda un 3% de partidos provinciales y un 5% de fuerzas de izquierda. Con esa foto, de cara al 2019 la competitividad electoral del espacio pan-justicialista depende de las chances de unificar la principal fuerza opositora sumando al casi 20% de la “avenida del medio”, único expediente con el cual un frente amplio podría reunir un 44% capaz de disputar en una eventual segunda vuelta la presidencia con Cambiemos. Hoy, desde la política, tal reunificación parece una quimera: si bien Unidad Ciudadana podría, en una dinámica polarizadora, captar 5 puntos de electorado filo K para alcanzar el 30% y así evitar la victoria de Cambiemos en primera vuelta, se le haría cuesta arriba sumar el 13% que acumulan el justicialismo no K y el massismo (nuevamente: una dinámica polarizadora le permitiría captar una proporción de ese caudal, pero necesita del 100% para tener chances de vencer en un ballotage). Además, son inciertas sus chances de sumar votos de la izquierda o de partidos provinciales.
Desde un análisis fotográfico (y por tanto limitado) de la política, ese cuadro de situación derivaría en una polarización asimétrica favorable a Cambiemos de cara al turno electoral de 2019. Como matiz, se puede apuntar que lo que a veces no resuelve la política, lo resuelve la economía: el oficialismo pudo sortear las elecciones de este año con un buen trabajo sobre las expectativas y sobre la herencia recibida, pero para la elección de 2019 necesitará mostrar logros palpables en materia socioeconómica para revalidar sus pergaminos. Claramente, la apuesta de Unidad Ciudadana es que no podrá hacerlo, y que eso favorecerá una polarización más simétrica que haga competitiva las chances del polo opositor y de Unidad Ciudadana como base y principal articulador de ese frente. Traduciendo: CFK espera cosechar los votos de los electores del espacio pan-justicialista que aún no tiene de la mano de un fracaso oficialista, por más que los dirigentes justicialistas quieran jubilarla o bien no reconozcan su liderazgo como prenda de unificación opositora.
Recientemente, varios especialistas plantearon algunos elementos de análisis que aportan a este debate. El primero que tomaremos para ese post es María Casullo, quien plantea lo siguiente: “El peronismo enfrenta ahora un verdadero nudo gordiano: tiene una dirigente (CFK) que es la que mayor peso electoral tiene, pero por un lado aparece la cuestión de su techo electoral en una elección general, y por otro lado no es querida por un conjunto de dirigentes peronistas. Ahora bien, por el otro lado ninguno de esos dirigentes peronistas ha mostrado, hasta ahora, capacidad electoral por sí mismos”. Es lo que se vio en los resultados electorales de este año: los gobernadores y figuras del espacio pan-justicialista que apostaban a la “jubilación” de CFK perdieron en sus distritos (Juan Urtubey en Salta, Juan Schiaretti en Córdoba, Florencio Randazzo en Buenos Aires). Otro tanto les sucedió a figuras que aspiraban a renovar la oferta de la política desde una “tercera vía”, como Sergio Massa en PBA. Es decir, la grieta no sólo no se diluyó, sino que se reforzó, y terminó absorbiendo (es decir, diluyendo como referencias opositoras) precisamente a aquellos dirigentes que pretendían eludirla.
Eso dejó a la ex presidenta como la figura opositora más visible a nivel nacional y con el mayor caudal de votos en todo el país, pese a su derrota en octubre en PBA. En ese marco, Casullo plantea una hipótesis: “CFK podría decir públicamente ´no me presentaré en 2019´", pero es poco probable que lo haga. Si ella se presentara en el 2019, la pregunta es qué harán los demás. Es decir, ¿estará dispuesto el peronismo "no k" a ir a las elecciones del 2019 a sabiendas de que irá a perder? (…) Hoy la principal figura opositora nacional (guste ella o no guste ella) es Cristina, y con ella un sector del peronismo. ¿Podrá convocar a todo el peronismo? Probablemente no. He ahí el dilema. ¿Se llamará "peronismo" la oposición a Cambiemos? Tal vez no, pero deberá incluir al peronismo para ganar (como Cambiemos debió incluir para ganar a la UCR). Al mismo tiempo, el peronismo tiene muchos problemas pero una cuestión que lo favorece: no parece haber nadie por fuera de él que quiera encarnar una postura netamente opositora”. En esa hipótesis, las chances de una polarización más simétrica (es decir, que haga más competitiva a la principal alternativa opositora frente al oficialismo) podría verse beneficiada si el peronismo no K no tuviera candidato.
En el caso contrario, si lo tuviera, la situación volvería a ser de polarización asimétrica, y por lo tanto favorable a Cambiemos, como la actual: “hoy Macri es favorito para ser reelecto. En base a errores del contrario, méritos propios y a una cuestión estructural de la política argentina: que es que los oficialismos tienen mecanismos para cementar su coalición y fragmentar la de los demás (como hizo el kirchnerismo con éxito en 2007, 2011 y no pudo ya hacerlo en 2015)”, apunta Casullo. Es decir, en la medida en que Cambiemos pueda mantener una marca unificada en la mayoría de los distritos hasta el 2019 y un electorado alineado con esa marca frente a una oposición fragmentada y dispersa en sellos (ver cuadro arriba; click para agrandar) se refuerzan sus chances de victoria en el próximo turno electoral.
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
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