La teoría de la “espiral del silencio” concibe a la opinión pública como actitudes o comportamientos que se pueden expresar en público. En contextos de control y también de cambio, las opiniones equivalen a actitudes que pueden ser expresadas en público sin correr el peligro de aislarse. Ambas definiciones pueden verificarse con métodos de investigación, por vía de encuestas y observación. Refiriéndose a la corriente de investigación de opinión pública dominante en el paradigma de la sociología (especialmente de cuño norteamericano), la autora Elisabeth Noelle- Neumann destacó oportunamente que lo que impedía la elaboración de la teoría no era el hecho de que la unidad de análisis fuera el individuo, como señalaban algunos críticos de esa corriente, sino el hecho de que la investigación empírica ignorara la naturaleza social del mismo: “lo que faltaba, especialmente en la investigación electoral, eran preguntas sobre el clima de opinión (…) La causa de la transformación de la suma de las opiniones individuales en opinión pública es la continua interacción entre personas debido a su naturaleza social". Vale decir, hay que medir siempre más de una dimensión de la actitud electoral: mientras la tendencia electoral o intención de voto indaga a quién votaría la gente, la ola electoral u ola ganadora sondea quién cree la gente que ganará la elección, independientemente de su intención de voto o preferencia personal. Así, la intención de voto se captura a través de preguntas del tipo “Si las elecciones fueran hoy, ¿a quién votaría?” (fórmula que sirve para acotar el marco temporal, tomar una "foto" y reducir las respuestas “ns/nc”), en tanto que la segunda emplea fraseos como “Independientemente de su voto/preferencia, ¿quién cree que ganará la elección?
En el estudio que venimos citando en los últimos posteos, la consultora Ricardo Rouvier y Asociados hizo ambas preguntas, intención de voto y ola ganadora. El resultado de la primera en la serie evolutiva muestra a CFK con casi 32% y leve tendencia ascendente, mientras que el presidente Mauricio Macri aparece estable en torno al 28%; también aparecen estables Sergio Massa y Juan Urtubey, otros opositores con aspiraciones presidenciables (ver datos al inicio del posteo; click para agrandar). La segunda pregunta, en cambio, muestra un resultado muy diferente: casi 47% para CFK, casi 21% para Macri, apenas 7,1% para Massa y 25,2% para el "no sabe" (ver datos arriba; click para agrandar). En intención de voto veíamos una polarización simétrica entre CFK y Macri, con una leve ventaja de 3,8 puntos porcentuales a favor de la ex presidenta, que por ser estadísticamente no significativa (la encuesta tiene un error muestral de +- 2,7%) no cambia el panorama de empate técnico. En cambio, la ola ganadora muestra a CFK cerca del 50% de la percepción, lo que implica que los que creen que ella puede ganar la elección son más electores de los que hoy la están eligiendo en intención de voto.
Tanto la intención de voto como la ola ganadora son fotos de hoy; la tendencia puede variar. De todos modos, las implicancias de la enorme diferencia a favor de CFK en la ola ganadora, contrastadas con el empate técnico en intención de voto, no son menores. Dentro de la bibliografía dedicada a las repercusiones electorales de las encuestas políticas, existe consenso en marcar dos efectos, llamados de “vagón de cola” (bandwagon) o del “carro ganador” y el efecto del “candidato no favorecido” (underdog), como dos hipótesis posibles (aunque no excluyentes) acerca de la influencia que puede tener la difusión de encuestas en época de elecciones. El efecto de “vagón de cola” señala que, cuando se conocen los resultados de las encuestas, el público indeciso o independiente suele volcarse al carro del vencedor para formar parte de la mayoría, relegando a los demás candidatos. En ese marco, si las encuestas cercanas a la fecha de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias mostraran una leve ventaja a favor de CFK, similar a la que surge de la encuesta de Rouvier (en torno a los 4 pp) junto con una ventaja sólida en la percepción de la ola ganadora (casi 26 pp, según el mismo estudio), esto podría favorecer las chances de la ex presidenta, arrastrando indecisos (o electores que se inclinaban por otros opositores antes, pero cambian para usar al candidato en punta para castigar al oficialismo), estirando así su ventaja por encima de esos 4 puntos. De ampliarse la diferencia que obtuviera, podría romper el empate técnico que muestra el ballotage en ese sondeo con una diferencia de 1 pp a favor de la ex presidenta (ver datos arriba; click para agrandar). En ese caso, no sólo el "no sabe" mostraría una tendencia declinante como se ve en la serie, sino también el "ninguno", que en el evolutivo arroja una visible tendencia ascendente (ver datos abajo; click para agrandar).
Una segunda hipótesis describe justamente el caso contrario: cuando los electores (especialmente los poco movilizados) se vuelcan a candidatos menos favorecidos, perjudicando al que marcha primero (en algunas ocasiones, eso se combina con la posibilidad de que los electores del candidato presentado como ganador en la encuesta no asistan a votar, ante la percepción de que el resultado de la elección ya está definido). De producirse este fenómeno, Macri podría verse favorecido y lograr una ventaja a su favor que rompiera el empate técnico en las PASO (o en primera vuelta) y lo dejara en punta de cara a un ballotage que hoy aparece como inevitable y muy competitivo. El oficialismo podría apelar a una "campaña del miedo" que explotara el temor a un regreso del kirchnerismo al poder para mejorar sus propias chances. Con pocos logros de gestión, una parte central del mensaje de Cambiemos sería así negativo más que propositivo.
En parte, la creencia de la primacía del efecto de “vagón de cola” tiene que ver con que los políticos saben que la difusión de encuestas favorables puede mejorar la movilización de los militantes propios y la afluencia de recursos financieros (pequeña digresión: recordemos que también está pendiente un eventual cambio a la ley de financiamiento de campañas, algo relevante a tener en cuenta). Sin embargo, en términos sociológicos, el hecho de que en la práctica puedan darse ambas hipótesis y que las mismas planteen escenarios contrarios da fundamentos adicionales a la idea de que no se puede hablar de un efecto lineal debido a la publicación de encuestas; vale decir, no hay manera de saber con certeza si se producirá un efecto con primacía sobre el otro, o ambos se neutralizarán mutuamente. Según Philippe Maarek, “los efectos underdog y bandwagon son, por su propia naturaleza, difusos y no cuantificables, ya que uno puede cobrar ventaja sobre el otro sin razón aparente. Por otro lado, estos fenómenos no pueden identificarse a tiempo con vistas a los objetivos de la campaña de comunicación política; así lo han confirmado numerosas investigaciones realizadas desde 1948. Parece ser que en muchos casos los fenómenos se equilibran entre sí, y que el efecto directo que produce en el público el conocimiento de los resultados de las encuestas de opinión no es muy importante”. Con todo, el resultado de la encuesta de Rouvier sí confirma que no hay un efecto G20 mensurable, puesto que el oficialismo no aparece reforzado en términos de intención de voto en la serie evolutiva (persiste el empate técnico con CFK) ni tampoco en sus chances ganadoras en materia perceptiva, donde corre muy por detrás de la principal opositora.
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
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