viernes, 21 de febrero de 2020

"Lo prometido es deuda": consideraciones metodológicas sobre mediciones y variaciones (2)


En el posteo anterior hacíamos una nota metodológica respecto a la limitación muestral de la medición publicada por Udesa en enero pasado. Ahora, corresponde un repaso a un tema clásico del tratamiento de las encuestas en la prensa: la consideración de las variaciones, ya que con frecuencia el periodismo no distingue entre aquellas que son estadísticamente significativas y aquellas que no. Esta semana, Clarín dedicó una nota a revisar un estudio de D'Alessio IROL - Berensztein, comparando los datos de enero 2020 y diciembre 2019 respecto a 25 figuras de la política, sobre una muestra mayor a 1.000 casos relevados de manera online. "Del total, sólo 6 mejoraron su valoración en el último mes. O, dicho del lado inverso, 16 la empeoraron y apenas 3 lograron mantenerla", dice la nota. Sin embargo, el gráfico no dice lo mismo (ver abajo; click para agrandar).



Como se aprecia en la imagen, la mayor variación se da en Roberto Lavagna, con menos 6 puntos porcentuales; le sigue Sergio Uñac, gobernador de San Juan, con + 5 pp. Sin embargo, como cualquier encuesta, la de esta consultora tiene un error muestral: aunque no lo reporta, oscila alrededor de +/-3%, similar a la de Udesa que vimos en el posteo anterior. Dado ese error muestral, una variación de +/- 6 pp no es estadísticamente significativa; tampoco lo es, obviamente, una de +/5 pp y, por consiguiente, todas las demás variaciones, que son menores a las de Lavagna y Uñac, tampoco resultan estadísticamente significativas, por ser menores al error muestral. Por lo tanto, técnicamente no es cierto que 6 dirigentes hayan mejorado su valoración entre ambas mediciones y tampoco que 16 la hayan empeorado.  Como veíamos en el estudio de Udesa, sí se puede apreciar una tendencia de mejora en la imagen de los dirigentes oficialistas (Alberto Fernández, CFK) vs una tendencia decreciente entre los asociados al gobierno anterior (Mauricio Macri, María Eugenia Vidal; ver datos abajo, click para agrandar). 




Hecha esta observación, es pertinente apuntar que a las dos buenas noticias en datos duros y blandos de la semana pasada (la baja de la inflación en enero según el Indec y el buen resultado de la gestión Fernández en las encuestas a dos meses de mandato), esta semana agregó una tercera, clave para el gobierno: el reconocimiento del FMI de que la deuda externa argentina “no es sostenible”, algo que el presidente viene sosteniendo desde antes de asumir el cargo. La admisión del Fondo refuerza la estrategia negociadora del gobierno ante los acreedores externos, completando así el proceso de legitimación del discurso oficial, que ya logró acompañamiento interno: según un sondeo de la Consultora Analogías realizado entre el 23 y el 25 de enero de 2020 (del cual ya adelantamos datos en un posteo reciente), 7 de cada 10 argentinos están de acuerdo con la idea del gobierno de bajar el monto y alargar los plazos de la deuda (ver gráfico al inicio del posteo; click para agrandar). Apenas 18,5% se muestra en desacuerdo (muy por debajo del núcleo duro de Cambiemos, que oscila en torno al 33%) mientras que 11,4% ns/nc. El apoyo a la posición del gobierno es transversal y superior al 60% en el análisis por género, edad y nivel educativo. 




Asimismo, el 38% de los electores cree que los funcionarios de la gestión Cambiemos fueron los principales beneficiarios del aumento de la deuda, seguidos por casi un 32% que asocia el endeudamiento a los bancos y acreedores; apenas un 12,1% cree que todos los argentinos fueron beneficiados por ese proceso (ver gráfico arriba; click para agrandar). Esto refuerza el discurso del gobierno, en el sentido de transferir la responsabilidad por el endeudamiento contraído en los últimos años al gobierno de Macri y al Fondo. 

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