Cerrábamos el posteo anterior concluyendo que el repaso de estudios recientes y antecedentes sugiere que el vínculo entre Alberto Fernández y Cristina Fernández no reviste problematicidad para los electores del Frente de Todos y que, en cambio, sí tiene fuerte incidencia entre los electores de Macri, quienes presuponen una alta injerencia de la vicepresidenta en la toma de decisiones y rechazan ese rol. Planteábamos que, en gran medida, esa actitud es previa a la asunción del nuevo gobierno al poder y que se basa en un rechazo visceral al kirchnerismo y a la figura de CFK. Ese rechazo queda graficado en un dato que relevó Hugo Haime en diciembre de 2019: un 48% de los electores respondió ese mes que Cristina Fernández tiene que ir presa por corrupción, una proporción superior al 40,24% que obtuvo Juntos por el Cambio el 27-O pero que identifica claramente a las actitudes de esos votantes, conformadas por un plexo ideológico antiperonista y un consumo de medios netamente antikirchnerista (en algún momento dedicaremos un posteo a este segundo tema). Aunque fuerte, ese 48% está lejos del pico que obtuvo esa respuesta a los pocos meses de que la actual vicepresidenta terminara su gobierno: en junio de 2016, en plena ola mediática y judicial antiK, esa opinión rondaba el 60%(ver gráfico abajo; click para agrandar). El tema se reactualiza con el actual debate presos políticos vs detenciones arbitrarias.
Según Elisabeth Noelle-Neumann, un núcleo duro se puede definir como la opinión que resiste luego de haberse desarrollado una espiral del silencio. Que la opinión a favor de CFK presa haya descendido del 60% luego de que el FPV perdiera el poder al 48% en el mes en que esa fuerza volvió al gobierno dentro del Frente de Todos insinúa que esa corriente de opinión, si bien se repliega, sigue siendo muy fuerte; sólo el tiempo puede responder hasta dónde podría achicarse. Con todo, la impronta del Frente de Todos excede al kirchnerismo puro, como lo demostró el turno electoral 2019 y las encuestas que venimos repasando. Según un estudio de Opinaia realizado entre el 20 y el 24 de enero sobre una muestra de 1.800 casos nacionales, el gobierno encabezado por Alberto Fernández tiene un 59% de imagen positiva (incluyendo allí la neutra positiva), vs 14% de negativa y 15% muy negativa (ver gráfico al inicio del posteo y abajo; click para agrandar). Es claro el punto de inflexión respecto al final de la gestión Macri, que sólo alcanzaba 35% de positiva y 65% de negativa.
Ese 29% de calificación desfavorable para el nuevo gobierno está en el mismo orden de magnitud del voto obtenido por Mauricio Macri en las PASO de 2019: 32,94%. A su vez, se corresponde con el 35% que califica positivamente a Macri al cierre de gestión. Es lo que podríamos tomar como núcleo duro de Cambiemos/Juntos por el Cambio. ¿La opinión a favor de CFK presa podría caer hasta ese nivel si el nuevo gobierno es exitoso? Es una hipótesis. Por lo pronto, está claro que la gestión Fernández no sólo construye sus adhesiones en la opinión pública por su impronta propia, sino también por el contraste con la anterior, algo que viene siendo visible en todos los análisis de gestiones comparadas, como el que vimos recientemente en el estudio de Zuban Córdoba/Focus Market: si se atiende al error muestral, la diferencia entre quienes califican de manera positiva a la gestión Fernández y de manera negativa a la de Macri no es estadísticamente significativa, y lo mismo puede decirse de la diferencia entre quienes califican de manera negativa a Fernández y de manera positiva a Macri; las percepciones funcionan casi como espejos invertidos (ver gráfico abajo; click para agrandar).
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