viernes, 10 de mayo de 2013

La opinión pública, entre la cacerola y la urna


La encuesta de Ipsos-Mora y Araujo plantea una divisoria de aguas neta: según 
ella, la mitad tiene una imagen positiva de CFK y casi la otra mitad tiene una imagen negativa. Blanco o negro, sin grises. En cambio, las últimas cifras de la consultora Poliarquía muestran un panorama con más matices: una imagen positiva del 42%, regular del 33% y negativa del 24%. Según Sergio Berensztein, director de la consultora, “hay un Gobierno débil, pero es más fuerte que la oposición política”. Eso también se traduce en términos de imagen, ya que según Poliarquía los tres dirigentes más conocidos y valorados son Daniel Scioli, Cristina Kirchner y Sergio Massa, en ese orden (o sea, ningún opositor ocupa el podio de los dirigentes mejor calificados).


En nuestra opinión, más allá de sus diferencias, tanto la encuesta de Ipsos-Mora y Araujo citada en la entrada anterior como la de Poliarquía son fotos más aproximadas de la coyuntura que los estudios de Equis y Management & Fit.  En la fundamentación de esta posición entra a tallar una hipótesis ya expuesta antes en este blog (y sostenida por diversos analistas de opinión pública): se trata de la hipótesis de los tercios, según la cual el electorado nacional se divide en un tercio pro-kirchnerista (que mantuvo su voto al FPV incluso en su peor momento político reciente, las legislativas del año 2009), un tercio anti-kirchnerista (votantes de fuerzas opositoras en 2009 y 2011) y un tercio equidistante (que en 2009 votó contra el kirchnerismo, pero en 2011 se decantó en un 66% por el FPV y en un 33% por la oposición). 

Si existe un tercio de votantes dispuestos a votar al oficialismo y otro tercio que jamás lo votaría, deviene evidente que la elección la define el segmento electoral no alineado nítidamente ni en el kirchnerismo ni en el anti-kirchnerismo. Esta porción de electores tiene una orientación muy pragmática hacia las elecciones, definida en función de un argumento de base que surge con mucha claridad de los últimos estudios cualitativos que venimos realizando en la consultora Delfos: su director, Luis Dall´Aglio, destaca que muchos argentinos piensan que “si bien la actual situación del país no es buena, es cierto también que se puede estar peor (...) Esto devuelve un comportamiento social absolutamente racional, desprovisto de acompañamientos políticos, los cuales son reemplazados por el pragmatismo de naturalizar los problemas a la nueva realidad, acomodar las posibilidades familiares, a la espera de que la actual coyuntura detenga su deterioro. Y un elemento más: la decisión de la autorrepresentación de sus problemas en el espacio público en una suerte de sublevación social permanente (...) Por este motivo, la sociedad se aferra por estos días a lo que tiene y puede garantizar por sus medios, ya que al horizonte incierto de la economía, se le agrega un panorama sombrío en la política que se presenta sin alternativas u opciones de poder y con una disputa de veleidades de dirigentes opositores que no saben hacer otra cosa más que eso: oposición”.


Sobre las implicancias de la hipótesis de los dos tercios y la fragmentación opositora, ya a fines de 2012 el consultor Fernando Larrosa (CEIS) decía de la misma: “El tema es que el tercio kirchnerista es un voto duro a este espacio, mientras que el tercio opositor es eso, "opositor a..." o que "se une por el espanto" y no es directamente votos a una figura opositora. Eso le da un piso mucho más fuerte al kirchnerismo que a cualquiera de los otros espacios o dirigentes”. Consideremos, aun teniendo en cuenta el tiempo pasado desde entonces, que la encuesta de Ipsos-Mora y Araujo citada en la entrada anterior indica que un 36% se muestra dispuesto a votar a un candidato identificado con el gobierno nacional, contra el 45% que prefiere a un opositor; si el FPV consolida una intención de voto en torno a ese registro (entre 35% y 40%), mientras que la posición opositora del 45% se dispersa entre varias expresiones, el oficialismo podría conservar la condición de primera minoría nacional (algo que logró incluso en la magra elección del 2009), si bien estaría muy por debajo de lo logrado en 2011.


El sociólogo Manuel Mora y Araujo también suscribe la hipótesis de los tres tercios: recientemente, planteó que “la sociedad estaba segmentada en 2011 en términos que están todavía vigentes, y que no son tan sólo los de opositores activos y oficialistas silenciosos. Para ponerlo en grandes pinceladas, el 30% de los votantes se manifestaba kirchnerista convencido, otro 30% antikirchnerista igualmente convencido; el restante 40% no era ni lo uno ni lo otro, eran indefinidos cuyo voto se define circunstancialmente. La aritmética simple sugiere algo que las mediciones confirmaban: una proporción importante de ese 40% de indefinidos votó a la Presidenta, contribuyendo sustancialmente al 54% con el que obtuvo la victoria; y muchos de ellos además valoraban su gestión”.

En ese marco, el especialista alerta que extrapolar al comportamiento electoral los cacerolazos puede ser una conclusión apresurada: “La realidad es que la calle es un indicio de la intensidad de los sentimientos de la gente que se vuelca a ella, pero no tanto de la cantidad de ciudadanos que sostienen esos sentimientos. Lo mismo sucede con el rating televisivo. El millón de personas volcadas a la calle, los treinta puntos de rating de Lanata, sugieren un público muy activado en la expresión de sus sentimientos del momento. Es posible –aunque no seguro, desde luego, pero eso no lo sabemos– que entre esas personas haya una proporción que en 2011 dio su voto a la Presidenta. Mi presunción es que se trata mayoritariamente de quienes ya estaban alineados en el espacio opositor. Si así fuera, el efecto electoral podría ser menos significativo; los votos se cuentan uno por uno, no se miden por la intensidad de las intenciones de los votantes”. En este punto, Mora y Araujo está más cerca de los analistas que plantean que las protestas del 13-S, del 8-N y del 18-A son (mayoritariamente, aunque no exclusivamente)  exteriorizaciones de segmentos que ya eran refractarios al oficialismo en 2011 que “arrepentidos” o “desencantados”. 

9 comentarios:

  1. No se haga tantos rulos licenciado que dudo que la sra presidente llegue a las legislativas. Teoria del auto golpe. No hay mas conejos para sacar de la galera

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  2. Hola Anónimo, gracias por el aporte, aunque me permito disentir con ese apocalipsis que preanuncia... volveremos sobre estas cuestiones, saludos!

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  4. ..."¿La dictadura nazi-ceaucesco-polpotiana de mercado que nos gobierna, genera más indignaciones o más miedos? ¿El miedo impide la indignación? ¿La indignación potencia el miedo? Para pensar.
    Como todos sabemos, el kirchnerismo es un buen presente, condenado desde hace 10 años a un futuro apocalíptico. La semana pasada tocó el Rodrigazo, pero todo va muy rápido, no sabemos si la semana próxima seguiremos con el mismo apocalipsis inminente o ya lo habremos cambiado por otro, menos esquivo...."
    Rinoceronte dixit en M.A.K. allá por Enero (www.mesadeautoayudak.com.ar)

    Acuerdo con la hipótesis de los tercios, es muy sólida. Ciertamente aunque haya más politización las formas de incorporación del ciudadano a un mayor interés no son netamente partidarias. Y a diferencia de otros paises, parece que los argentinos no necesitamos ni partido ni ideología para protestar.

    Rinoceronte cierra la idea así : "...Lo cierto es que CFK es soberbia, ambiciosa, sorda, autoritaria, dura e intolerante. Si no gobernara tan bien, probablemente hace tiempo que las mayorías habrían dejado de apoyarla. En ese sentido, negar la matriz nazi-ceaucesco-polpotiana del kirchnerismo es hacer prueba de una intolerancia típicamente nazi-ceaucesco-polpotiana..."

    (ahora si)

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  5. Marina, gracias x el aporte! La idea de cierre me recuerda a lo que dijo José Mujica después de haber calificado a CFK de terca, respecto a que si no fuera así, no podía gobernar un país tan difícil como Argentina...

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  7. Tratar de ver las políticas tomadas por el gobierno o las críticas de la oposición de un modo objetivo es algo que trae muchos problemas para quienes intentan exteriorizarlo ya que genera ataques tanto de un lado como del otro.
    De igual manera los medios de comunicación y el entorno del individuo generan presiones sobre el, ya que por el miedo a quedar aislados (o a ser catalogados) algunas personas tienden a ocultar sus opiniones con respecto al gobierno. Si consideras correctas las políticas sociales llevadas por el gobierno sos K, si críticas la poca objetividad o delicadeza del diario Clarín sos K, si criticas las políticas económicas del gobierno sos de la oposición, si consideras correcta una investigación de Lanata sos de la oposición, y así sucesivamente. Algunos bloques, tal vez los más extremistas, son más efusivos o públicos respecto a sus opiniones, quizás por que se encuentran arropados por el “clima de opinión” que reina en su entorno, o llevados por el fervor del momento. Esto no quiere decir que no existan otras opiniones, ya que, como se plantea en esta entrada en el blog, el electorado no está dividido en dos mitades (aunque estas sean las más visibles), más bien se encuentra repartido en tres tercios ( oficialistas, opositores e indecisos).Todo esto conlleva a una pasividad por parte del tercio de “indecisos” lo cual hace que pasen desapercibidos puesto que, como plantearon Noelle-Neumann en el “espiral del silencio”, “La gente busca arroparse en un clima de opinión”. Pero, sin importar si exteriorizan sus opiniones o no todos los ciudadanos tienen el mismo derecho a votar y, como plantea Mora y Araujo “los votos se cuentan uno por uno”.
    En resumidas cuentas coincido con lo planteado por Sergio Berensztein y con los resultados arrojados en la encuesta realizada por la consultora Poliarquía (la cual me parece mucho más objetiva que la de Ipsos-Mora y Araujo).
    Como para ir cerrando, la situación política del país deja mucho que desear. Con escasos candidatos a la vista, una oposición con pocas luces y un gobierno que día a día se cava su propia fosa, el panorama para los argentinos no luce muy prometedor.

    Alexia Binda 3er Año Turno mañana

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  8. Una cuestión interesante. Concuerdo con la hipótesis expuesta de los dos tercios, pero creo que uno de los errores más frecuentes al hablar de sociedad es la segmentación de la misma. Si bien es cierto que existen dos sectores politizados bien demarcados, aún existe un amplio sector (tal como menciona Manuel Mora y Araujo) que no es referente de ninguna de las anteriores. Argentina es un país con una sociedad segmentada, se es Kircherista o anti Kirchnerista, sin términos medios. No existen espacios para “indecisos” en una tendencia tan extremista como la nuestra. Sin embargo, son estos mismos vacilantes los que definen el resultado final al momento de una elección. Es entonces cuando aquellos indefinidos adquieren relevancia para los otros grupos, quienes en otras circunstancias los desmerecerían y acusarían de pasibles.
    La dicotomía entre Clarín y opositores contra el gobierno nacional ha trascendido sus fronteras y se ha inmiscuido en los diversos ámbitos privados de los ciudadanos. Es en este punto en donde entra en juego la teoría de la sociedad de masas y la opinión pública. Los medios de comunicación omnipotentes causan efectos directos e inmediatos sobre la población dispersa, atomizada y desintegrada, por lo que los grupos intermedios han desaparecido. Las técnicas de persuasión y propaganda de los medios (siempre teniendo en cuenta a quién respondan) producen dicho efecto y refuerzan la idea de una sociedad masificada.
    De este modo, no es extraño que se considere que el 52% le es fiel incondicionalmente a CFK mientras que el restante 48% de la población es opositora. Se trata de una construcción social de los medios, en la que no hay distinción de aquellos sectores imparciales, se pertenece a un porcentaje o al otro. Y es por esto mismo, que se unifica como oposición a los participantes de las diversas manifestaciones contra el gobierno de Cristina, sin tener en cuenta que en general sólo son una expresión de sentimientos de los ciudadanos.
    Se torna imprescindible para los partidos opositores crear un bloque unificado que presente a un único candidato capaz de concentrar los votos dispersos de los adeptos.

    Sheila Boitenko
    3º año. Turno mañana

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  9. Gracias por sus aportes, Alexia y Sheila! Pero adelanto que considero que una candidatura opositora unificada es una quimera. Saludos!

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