En noviembre de 2011, el Observatorio de la Universidad Católica Argentina (UCA) reportó que existía un 34,9% de pobres en
la región metropolitana, un nivel de pobreza similar al del segundo semestre de
2004, cuando el Indec (aún no intervenido) registraba un 37,7% de pobreza en el
Gran Buenos Aires. La cifra de la UCA, consistente en un contexto de 15,3% de
desocupación y 47,7% de trabajo informal, es insostenible con una desocupación
del 7,3% en GBA, con un trabajo informal que (aun siendo elevado) descendió
hasta el 34,5% y con la existencia de la Asignación Universal por Hijo, que transfiere
el equivalente a 440 pesos por hogar beneficiario, de alto impacto en el
universo de ciudadanos bajo la línea de pobreza (en 2004, la AUH no existía).
A mediados de 2012, el mismo Observatorio adujo que casi el 22% de la
población vivía aún bajo la línea de pobreza, con un núcleo duro de indigencia
del 5,4%, lo cual detonó una fuerte
crítica por parte del sociólogo Artemio López (consultora Equis), dado que esa
variación equivalía a una reducción drástica de la pobreza (de 34,9% a 22% de
la población) en apenas un semestre). Según
la misma UCA, a fines de 2012 (es decir, un semestre más), la pobreza había
vuelto a crecer cinco puntos, hasta llegar al 26,9% (otra inconsistencia, 8
puntos en 6 meses), lo cual ubicaría a Argentina con más pobreza que Brasil
(dato sin solidez: por caso, la AUH representa una inversión anual del 0,6% del
PBI, el doble que el plan Bolsa Familia de Brasil, que vuelca el 0,3% del PBI
en su financiamiento) y con una realidad muy próxima a la de Perú, cuando la
misma entidad admite que el gasto social público de ese país (en el que no rige
ingreso universal para las familias y la tasa de mayores jubilados es baja, contra
la amplia cobertura previsional de Argentina) fue del 9,9% del PBI en 2010,
contra el 27,8% del de la Argentina en 2009
(cuando entró en vigor la AUH).
Esa misma inconsistencia se advierte en las estimaciones del Centro de
Investigaciones Participativas en Políticas Económicas y Sociales (Cippes),
según las cuales el nivel de pobreza ronda el 26 por ciento y que es similar al
de la década de 1990: este indicador es relevado por 380 vecinos en distintas
provincias (lo cual añade, a la falta de envergadura de relevamiento ya
señalada, un déficit en términos de rigor técnico).
Con todo, esto no excusa la responsabilidad del oficialismo por haber
lesionado la credibilidad del índice de precios al consumidor que brinda el Indec
(déficit que en materia perceptiva contagia, no siempre de manera justificada,
a otras mediciones del instituto). Desde Ámbito, Sebastián Lacunza lo expresó
muy claramente: “arriesga la extensión de
la desconfianza, agitada por sus adversarios, hacia la estadística pública
acerca de temas sobre los que no hay elementos objetivos para sospechar, al
tiempo que socava un argumento clave sobre el que la Casa Rosada tiene algún
mérito para mostrar, como es la reducción de la pobreza”. Es decir,
probablemente esta discusión ni siquiera tendría lugar de no existir ese
descrédito de la estadística oficial.
Una mirada más amplia del proceso histórico habilita, en ese sentido,
una perspectiva menos contaminada por el debate de la coyuntura. En esa línea,
el economista Salvador Treber plantea que Argentina “en 1974, había llegado a un esquema distributivo muy semejante al que
ostentaba entonces Francia y con el cual se ubicaba en un sitial destacado, con
una distancia entre los deciles antes mencionados de 11,3 veces. La política
seguida durante el período 1976/83 (dictadura militar), que tuvo su correlato
en esa materia con lo ocurrido entre 1989 y 2003, la ensanchó a 39,5 veces,
superando en ese período a Brasil y Chile en cuanto a inequidad. Para 2006, ya
encarada su reversión, la cifra se redujo a 30,1 veces y durante 2010 descendió
a 24,6 veces. Un índice que, según el Instituto Nacional de Estadística y
Censos (Indec), a fines de 2012 habría bajado a 12,6 veces, debido a que el
decil superior receptó 26,5 por ciento del total de ingresos y el inferior, 2,1
por ciento. Esto nos coloca bastante cercanos a los niveles históricos más
logrados de 1974. Aun así, la miseria y pobreza todavía abarcan, con diversa
intensidad, al 12,7 por ciento de la población argentina, lo cual constituye
una deuda social que requiere ser cancelada cuanto antes”.
El balance del kirchnerismo hace hincapié en logros como la reducción
del desempleo (del 24% al 7,9%); más de 4,5 millones de nuevos puestos de
trabajo); la duplicación de la clase media (de 9 millones en 2003 a 18 millones
en 2012) y de la cobertura previsional (por cada 1 jubilado en el 2003 hoy hay
2, y la cobertura alcanza al 96%, la más amplia de Latinoamérica); la reducción
de la deuda externa del 166% del PBI a menos del 40%, en un contexto de
crecimiento del PBI de 7,1% anual en promedio (el doble que Brasil, que entre
2003 y 2012 creció al 3,5% promedio anual). Pero no se puede eludir que hay una
subestimación de la pobreza implícita en la subestimación de la canasta de
consumo; entonces, este cálculo de la pobreza (casi un 13%) aportado por un prestigioso
economista independiente, permite apreciar la mejora de la última década sin perder
de vista los desafíos pendientes de un modelo que hoy muestra indisimulables
señales de desgaste.
Las cifras del índice de la pobreza, a mi criterio nunca van a ser representativas. En primer lugar, para obtener cifras exactas deberíamos censar, debido a que el índice de la pobreza es un dato muy volátil y hay que tener en cuenta la inflación (tanto en la canasta básica como en otros bienes y servicios), el trabajo en negro, la precarización del trabajo, el desempleo, y algún que otro factor que gestione modificaciones a nivel social.
ResponderEliminarPor otro lado, me parece que las cifras publicadas tanto por uno u otro organismo pueden no ser representativas. No se plantea cuántos casos han analizado, cómo recolectaron los datos y con qué margen de error; por lo que podrían acercarse más bien a muestreos por conveniencia por las diferencias obtenidas en los resultados. Si bien la intervención del INDEC es algo que nos afecta (ya que ese organismo cuenta con los recursos para realizar estudios de gran relevancia y esos datos continúan siendo los oficiales y utilizados en otros países, por más que dudemos de la veracidad de estos datos: ¿Qué nos garantiza que los datos recabados por consultoras u organismos privados sean realmente representativos? Estas muestras (tanto las oficiales como las privadas) ¿cumplen con los criterios de azar y leyes de los grandes números propias del muestreo probabilístico?, ¿Cuál es el margen de error con el que trabajan?, ¿Dividieron los datos en cuartiles, deciles, y en el caso de hacerlo notificaron el error?
Me parece que sin esta información a los datos recabados habrían que tomarlos con pinzas, ya que pueden asemejarse a datos obtenidos por muestreos no probabilísticos, dónde el margen de error es imposible de calcular. Estas muestras pueden estar teñidas de intereses políticos e ideológicos, sujetos a la modalidad de trabajo de las consultoras, por lo que al momento de trabajar con los mismos, tenemos que tener en cuenta de dónde sacamos esta información y qué mirada tienen.
Araceli Callegher.
Más allá de que siempre una encuesta tendrá un margen de error por no haber censado a toda la población, considero que las cifras brindadas por el Observatorio de la Universidad Católica Argentina (UCA) fueron poco serias (en este caso en particular). Además, coincido con Araceli en que las cifras pueden no ser representativas al no señalar cuantos encuestados hubo, dónde se recogieron esos datos, y los demás requisitos que forman una muestra seleccionada al azar.
ResponderEliminarEstos datos nos permitirían conocer el margen de error estadístico de la investigación realizada. Conocer esto nos hubiese permitido considerar si las diferentes variaciones entre los datos brindados fueron significativos. Si esa diferencia se movía dentro del margen de error, no hubiese sido significativa. En cambio, si la diferencia es mayor al error muestral si se debería considerar significativa y poco representativa.
También, considero que lamentablemente estos datos nunca se podrán contrastar con la realidad. Primero, como señaló Araceli para conocer con exactitud los índices de pobreza se debería censar a toda la población. Y además, la economía de nuestro país es poco estable por lo que distintos grupos de personas ingresan y egresan constantemente de ese índice, es decir, va más allá del error muestral. Saludos.
Juan Moyano
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ResponderEliminarEl estudio de la UCA no aporta datos básicos para la interpretación y el análisis de las cifras que presenta, como el tamaño de la muestra para verificar si los números son representativos de la población a la que representa. Se omite tambien un dato no menos importante , el error muestral, que serviría para saber si loas valores que asumen las variables son significativos o no. A mi parecer el hecho de que el relevamiento haya sido confeccionado por una institución privada dá lugar a numerosos sesgos a la hora de definir los criterios de selección de la muestra lo que atentaría nuevamente con el grado de confianza y representatividad de los datos. virginia Cabrera
ResponderEliminarCoincido en gran parte con Juan y Araceli en lo que ellos escriben. En esta nota no se puede ver cuan representativas y significativas son estas cifras, ya que falta el dato de la cantidad de personas analizadas y no plantea cual es el error muestral. Esto último seria de gran ayuda para considerar si los porcentajes son significativos en cuanto al tema o no. Por otro lado, considero (como los chicos) que es necesario hacer un censo a toda la población para tener con mayor aproximación el indice de pobreza. Por otro lado, me hace ruido el hecho de que sean consultoras privadas ya que dejan sospecha de la veracidad de los datos expresados-.
ResponderEliminarMaría Florencia Testa
En primer lugar hay que tener en cuenta que para ver la significatividad de una muestra es necesario que se pueda observar el error muestral plasmado en la misma, esto nos demostraría si la diferencia entre dos porcentajes es estadísticamente significativa o no.
ResponderEliminarEn esta nota no es para nada observable el error muestral. Si estuviera se prodría ver realmente si los porcentajes son representativos.
Coincido con mis compañeros en que para este tipo de datos estadísticos estaría bueno hacer un censo a toda la población.
Mariana Camabrieri
5to año.
Concuerdo con Araceli en que las cifras pueden no ser representativas, ya que no sabemos de cuántos casos se trató, cuál es el error muestral ni cómo se tomaron los datos. Esto hace que el resultado pueda estar parcializado por intereses particulares. Me sumo también a las dudas de Araceli ya que creo que si ni siquiera tenemos el dato de la forma de recabar los datos ni del error muestral, no podemos saber si son significativos los valores de las variables. La representitividad de una muestra se basa en los principios de regularidad estadística y de inercia de los grandes números. ¿Cómo sabemos si se respetaron estos principios? Sin los datos planteados creo que el resultado sólo genera dudas y confusión sobre los métodos utilizados y sobre la veracidad de la información.
ResponderEliminarCamila Pérez Schunk
Las encuestas por muestreo permiten medir respuestas y que se hagan cuantificables las cuestiones que se estimen relevantes para los objetivos de la investigación. La representatividad muestral se basa en dos principios fundamentales: EL PRINCIPIO DE REGULARIDAD ESTADISTICA, PRINCIPIO DE INERCIA DE LOS GRANDES GRUPOS.
ResponderEliminarLas cifras que se publican no plantean como han recolectado los datos, de qué manera han analizado los casos, cuantos casos analizaron, y cuál es el margen de error. El margen de error estadístico siempre existe cuando se aplica una encuesta, proviene del hecho de que no se toma la muestra de toda la población, solo una porción. Las cifras de la nota no son representativas por lo expuesto anteriormente. SI se hubiera conocido cual es la cifra de error muestral nos hubiese permitido tener información para estimar si entre dos porcentajes existe una diferencia que sea estadísticamente significativa o no.
Coincido con los comentarios anteriores relacionados a las cifras que establece el INDEC, datos oficiales de nuestro país, y se duda sobre la veracidad de las cifras que publica este ente.
Para poder conocer los indices de pobreza se deberia censar a toda la población no a una muestra representativa.
Vanesa Camaño Lucero
Hola, gracias a todos por sus aportes! Los datos de pobreza oficiales parten de la EPH (Encuesta Permanente de Hogares) del Indec. Si les interesa profundizar, pueden indagar con qué error muestral se trabaja en la EPH. Dicho esto, en tanto las muestras sean probabilísticas, se pueden extrapolar los resultados, es decir, son representativas (considerando el error muestral); es equivocada la opinión de que para conocer los índices de pobreza se debería censar, en ningún país de la Tierra se hace tal cosa (no se puede censar todos los años). Saludos!
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ResponderEliminarLas cifras arrojadas por el Observatorio de la Universidad Católica Argentina (UCA) son – a mi criterio – poco confiables, ya que al tratarse de una dependencia privada éstas podrían favorecer intereses particulares. Además, las cifras pueden no ser representativas puesto que no se indica el número de encuestados, de dónde se han recogido los datos y otros tantos requisitos que precisa una muestra seleccionada al azar.
ResponderEliminarOtro punto a destacar es que se omite el error muestral, que serviría para conocer si los valores que asumen las variables son o no significativos, dependiendo si la diferencia se mueve o no dentro de ese margen de error.
Sin estos datos, se generan diversas dudas y los resultados atentan contra la veracidad de la información.
NIETO, María Clelia
Hola María, gracias por tu aporte! Respecto a las cifras de la UCA, es probable que en la ficha técnica (rastreable vía Internet) pueden encontrarse esas precisiones. El problema es que las mismas mediciones de esta entidad en el tiempo arrojan datos inconsistentes. Quizá no se deba tanto a lecturas interesadas como a deficiencias de la medición por falta de envergadura (se requiere una enorme estructura para relevar estadísticas de esta magnitud). Saludos!
ResponderEliminarDesde mi punto de vista las mediciones relativas a los indices de pobreza son datos muy frágiles y poco consistentes, ya que para poder obtener un dato preciso y cabal se debería realizar un censo. Para este tipo de análisis también se debe tener otro tipo de elemento como los indices de trabajo en negro y la inflación (datos que en nuestro país todavía no son precisos). y por otro lado el estudio realizado por la UCA no es representativo, ya que no se detalla el error muestral y los ni de cuantos casos se trato.
ResponderEliminarMatteucci, Juan.
Viendo este artículo no podemos determinar si la encuesta es representativa y significativa. Para el primer aspecto necesitamos saber el tamaño de la muestra, mientras que para analizar si la encuesta es significativa o no se necesita el margen de error, comparando así los distintos porcentajes que arroja la encuesta. Mas allá de que esos datos se podrían encontrar en la ficha técnica a través de una búsqueda en internet, no estaría mal que estuvieran expresados en el artículo, ya que dudo que muchas personas se aboquen a la búsqueda de los datos faltantes.
ResponderEliminarA cerca de la nota, opino que también las cifras de la UCA, tiene cierta falta de confiabilidad, si los datos puden ser buscados vía internet, debería figurar también en la mediciones realizadas. Concuerdo en que para los análisis se debería tener en cuenta la inflación y el trabajo en negro, cuestión poco probable de que suceda. Es muy difícil dar en cierta forma un grado de confianza en lo que respecta al tema de pobreza o de inflación tanto al INDEC como a las empresas privadas que hacen estudios por su parte, ya que los números de estadísticas suelen diferir demasiado. Abría que realmente ver hasta que punto es significativa esta muestra, si se supieran el margen de error, si este fue considerable o no. Se debería especificar cual fue la muestra en cuestión.
ResponderEliminarCalantoni Agustina
Gracias por sus aportes, Juan, Emiliano y Agustina! En breve, volveremos sobre este tema abordando otras aproximaciones a la medición de pobreza... saludos!
ResponderEliminarTransparencia es lo que se necesita. La información estadística es un bien público que tanto el Estado como las entidades privadas deberían garantizar permanentemente, más allá de los ciclos políticos y económicos. Además las cifras pueden no ser representativas ya que no se indica el número de encuestados de dónde se han recogido los datos. Esto genera dudas sobre la confiabilidad y la veracidad de la información.
ResponderEliminarBarujel, Ivana
"Un modelo que hoy muestra indisimulables señales de desgaste..." versa la última oración de esta nota, y de eso no cabe duda , pero vaya si ha tenido que ver ese desgaste (en la opinión pública) con la pérdida de credibilidad del Indec y sus cifras tan rimbombantes como dudosas, la subestimación de pobreza en la canasta de consumo y otros agregados como el episodio bochornoso del Ministro de Economía que ante la pregunta de ¿Qué piensan hacer respecto a la sanción del FMI que les aplicaría por las estadísticas que están dando?
ResponderEliminarDejando de lado la inconsistencia o no de los datos arrojados por el Indec y por la UCA, lo interesante sería analizar de qué modo estas cifras sobre la pobreza pueden afectar significativamente los comportamientos de la opinión pública.
¿La población es receptivamente sensible a estos datos? ¿En qué medida afecta la imagen pública del gobierno unos numeritos más o menos en los índices de pobreza?
Ese aumento considerable de indecisos -ex K decepcionados, aspirantes en perspectiva al voto racional- tiene que ver, en parte y en mi opinión, con esa laceración de la credibilidad del índice de precios al consumidor del Indec, y en general de todo aporte que emerja de este instituto, que solo aviva el fulgor de la oposición y aumenta los descreídos.
Actualmente y con el congelamiento vigente de 500 productos, otro dato relacionado a los índices de pobreza es la denominada sanción por pobreza (lamento no poder aportar la fuente pero la he perdido, el concepto lo extraigo de un artículo de La Nación), que implica que las personas con menores recursos, al no tener movilidad (vehículo) para llegarse hasta un supermercado o hipermercado, deben conformarse con comprar lo necesario para el día en los almacenes de barrio que en su mayoría están exentos del radio de los controles y cobran los precios más caros. Afectados en su propio bolsillo estos nuevos indecisos van en aumento. Sería interesante en este punto hacer una escala de actitudes en relación a las cifras de economía, que mida su existencia o no y su amplitud, intensidad y consistencia. De allí, cualquier tipo de investigación correlacional que pueda extrapolar la imagen del gobierno con los índices de economía, hablará por sí solo de cuán importante estos datos son para configurar un electorado de cara, ya muy pronto, a las elecciones.
Turno Mañana,CUP.
Gracias, Julieta por tu comentario! Evidentemente, hay una cierta correlación entre el voto y la situación socioeconómica, en virtud de la cual el gobierno nacional, por caso, se vio muy favorecido por el crecimiento de la actividad en las elecciones de 2011, concretamente. Veremos qué pasa este año, con una actividad relativamente más estancada que le da mayor visibilidad al tema pobreza, como a otros temas de la agenda. Saludos!
ResponderEliminarCon el paso de los años las estadísticas publicadas por el INDEC fueron perdiendo fuertemente su credibilidad. Esta pérdida de confianza se debe principalmente a la escasez de concordancia que existe entre, los datos dudosos que brinda el INDEC y lo que vive cotidianamente el ciudadano argentino.
ResponderEliminarEs inevitable pensar que esta manipulación de la información, de los datos que se les brindan a los ciudadanos afecta fuertemente en la opinión pública y en el voto del electorado. Dicho electorado esta constituidos, entre otros tantos sectores sociales, por aquellas personas que verdaderamente son pobres, pero que según el INDEC no entran dentro de los individuos considerados pobres. Lamentablemente en el sistema económico y político que predomina en la Argentina desde hace años, las personas con mayor escasez de recursos son las que más padecen las medidas implementadas por los gobiernos de turno. La no implementación de una economía a escalas (economía en donde se venden productos más baratos y accesibles a las personas con escasos recursos, con menor margen de ganancias pero se vende mucho porque hay muchas personas que viven en la pobreza), hace que los individuos con bajos recursos disminuyan notablemente su calidad de vida y hasta incluso se conciertan en indigentes.
No hay que olvidarnos que, lamentablemente, la mayoría de los gobiernos argentinos, hace provecho de estas clases sociales marginadas, con el único objetivo de conseguir votos que los lleven a ocupar altos cargos políticos. Tampoco podemos negar que hoy en día el gobierno kirchnerista está llevando a cabo variadas medidas que buscan reducir los niveles de pobreza y brindarles mayores posibilidades a este sector, pero que no atacan al problema de raíz.
Profe me olvidé de ponerle ayer que soy del turno mañana del Colegio Universitario de Periodismo. Julieta Giordano y escribí el comentario anterior
ResponderEliminarturno mañana, colegio universitario de periodismo- Antonella Moretti
ResponderEliminarconsidero que los ciudadanos hemos dejado de creer las cifras del INDEC. Hasta hace unos años, medianamente estas cifras eran o se consideraban confiables y creibles, pero luego de cambios políticos y sociales entre otros, se vio afectada la economía no solo del país sino también de los hogares; al fin y al cabo lo que mas le duele al bolsillo del ciudadano promedio son los cambios que vemos cada día en el aumento de los alimentos, los impuestos, la educación, etc.La ecuación es fácil: para mantener la misma calidad de vida que hace, por ejemplo, cinco años, hay que invertir más dinero; esto puede vincularse con la economía, el capitalismo y demás, pero lo que quiero poner en cuestión mas que nada, es que no sólo vivir cuesta más, sino que ya no se le cree al INDEC cuando dice que en 2011 hubo un 37,7% de pobreza en el Gran Buenos Aires. Lo que esta en juego es hasta que punto podemos cerrar los ojos y confiar en las estadísticas dadas por entes oficiales, cuando en realidad cada vez que vamos al super el ticket se pone un poco mas en rojo. Y por sobre todas las cosas, indudablemente esta falta de confianza y manipulación de la información, afecta la calidad y la decisión de voto delos habitantes del país. Si no podemos creer los porcentajes de aumento o disminución de la canasta básica, poco podemos creer y confiar en un candidato que nos promete infinidad de cosas poco realizables.
Gracias Julieta y Antonella por sus aportes! En breve, procuraremos volver sobre el tema estadísticas y credibilidad... saludos!
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