Los últimos días han sido de frenético
armado político, ya que las diversas fuerzas afrontaban el plazo para presentar
alianzas entre partidos de cara a las Primarias Abiertas, Simultáneas y
Obligatorias (PASO) previstas para agosto, primera instancia del calendario
electoral que se cerraría con las generales de octubre. Antes de fines de
junio, a su vez, se inscribirán los candidatos. La cuestión del armado político
es central porque, para decirlo en términos familiares al marketing, ese armado
estructura la “oferta” política que se presenta a los electores (es decir, la
“demanda”) para la elección.
De la interacción entre oferta y demanda
se obtiene el resultado electoral. Sin embargo, la creciente personalización de
la política complica la tarea de perfilar tendencias cuando no se conocen
todavía los candidatos definitivos que las fuerzas competidoras presentarán
(porque hay candidatos que le agregan votos a sus sellos partidarios de origen,
hay candidatos que no le agregan votos o incluso les restan y hay sellos que no
existen por fuera de la figura que los encarna). Aun así, resulta útil revisar
cómo se va configurando el mapa político electoral de las listas, hasta que se
definan los candidatos (figuras).
Haremos en esta entrada una aproximación
a Capital Federal y provincia de Buenos Aires, que tiene una razón de ser bien
concreta: son los dos distritos “vidriera” a nivel nacional y los de mayor peso
electoral: Capital implica casi 10 puntos del electorado nacional y provincia
de Buenos Aires casi 40 puntos, 25 de los cuales los toma el conurbano bonarense,
también conocido como Gran Buenos Aires o GBA (es decir, en conjunto constituyen algo así como una
zona núcleo en términos electorales).
Hasta ahora, el kirchnerismo irá en
Capital y provincia de Buenos Aires (los dos distritos electorales de mayor
peso nacional) con lista única tanto en el caso de diputados y senadores. El Frente
para la Victoria fue inscripto como bloque, (encabezado por el PJ y otras doce
fuerzas). A priori, este formato le permite encolumnar la ingeniería electoral
de manera más ordenada. Si bien el intendente de Tigre, Sergio Massa, inscribió
al Frente Renovador para competir en territorio bonaerense, mientras no se
confirme su candidatura esa lista podría terminar drenando más votos a la
oposición que al oficialismo (de hecho, la novedad de este frente fue la
incorporación del intendente Jesús Cariglino, de José C.Paz, que se venía
desempeñando en un frente bonaerense junto al macrismo). Eso cambiaría, por
supuesto, si Massa es candidato por ese frente en la provincia de Buenos Aires
(incógnita que, de todos modos, se despejaría en breve).
En cambio, no hubo hasta ahora acuerdo
entre el peronismo disidente y el macrismo (PRO) en Capital Federal, Provincia
de Buenos Aires y Córdoba. No es un dato menor: la alianza entre ambos sectores
fue la que posibilitó en 2009 el triunfo de Francisco de Narváez sobre Néstor
Kirchner por dos puntos porcentuales en provincia de Buenos Aires (de Narváez
volverá a ser candidato a diputado nacional este año). Esto, a priori, favorece al
oficialismo, aunque el FPV aún no tiene candidato oficializado en ese distrito
(algo que sí tenía a esta altura, en 2009). El PRO confirmó la presentación de
alianzas electorales en 22 distritos: en algunos va solo, en otros converge con
el radicalismo, en otros con sectores del peronismo disidente (esto plantea
interrogantes en torno a la aritmética electoral post-elecciones que oportunamente
tocaremos).
La falta de acuerdos firmes entre el PRO y el peronismo disidente o el radicalismo hace menos predecible su captación de votantes, no?. En eso sigue beneficiándose el FPV a pesar de no haber presentado al candidato por el Gran Bueno Aires!
ResponderEliminarHola Melisa, gracias por participar! Sí, eso es una ventaja relativa para el oficialismo; de todos modos, habrá que ver cómo queda configurado el mapa político cuando se confirmen los candidatos. Saludos!
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