En el post anterior de este tema se evidenciaba una reducción de la
desigualdad en la última década, misma tendencia que se puede apreciar en
Córdoba, como lo reflejó la semana pasada una nota de Daniel Alonso publicada
en La Voz del Interior: al cierre de 2012, la brecha de ingresos per cápita en
los hogares del Gran Córdoba quedó entre las más bajas de la última década. Según
la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadística y
Censos (Indec), en el pico de la pirámide, el 10% de los individuos tenía 15,8
veces más ingresos que el 10% de la base (en el segundo semestre de 2003, la
diferencia era de 24 veces). La distancia también se reduce si la
estratificación se realiza en quintiles, es decir, dividiendo por cinco al
total de hogares.
Por otro lado, tomando el coeficiente de Gini (que, como vimos, pondera
el grado de desigualdad en una escala va de 0 a 1: cero es la situación más
igualitaria y uno, la desigualdad absoluta) para el Gran Córdoba, ese
indicador pasó de 0,49 en 2003 a 0,41 en la segunda parte de 2012. “Con la
recuperación, la desigualdad mostró una tendencia decreciente, con
intermitencias en 2006, 2008 y 2012 (…) Si bien desde 2003 el progreso en
materia de distribución ha resultado notable, actualmente los indicadores de
desigualdad son similares a los de casi dos décadas atrás”, indicaron Marcelo
Capello y Gerardo García Oro, del Ieral de Fundación Mediterránea. En octubre
de 1990, el ingreso per cápita familiar del Gran Córdoba medía 0,42 en la
escala de Gini y pasó a 0,41 en 1993. Luego inició una carrera ascendente (es
decir, mayor desigualdad) hasta tocar su pico en 2003, para después comenzar a
descender.
Según
Alejandra Torres, directora ejecutiva de Idesa, varios factores incidieron en las variaciones de los
indicadores en la última década: la moratoria previsional entre 2006 y 2010, “que
mejoró la situación de las personas que están en los deciles medios”, que se
corresponde con la clase media baja; planes asistenciales y de obra pública comunitaria que se concentraron
en los deciles bajos; la Asignación Universal por Hijo (AUH), “que ayudó a los
más pobres”, con fuerte impacto en la base de la pirámide; y, a partir de 2010,
la no actualización del Impuesto a las Ganancias, que generó que mucha gente
empezara a pagar montos crecientes, lo que le sacó ingresos de bolsillo,
tendiendo a igualar la distribución.
En
tanto, Daniela Cristina, del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) y
del Instituto de Economía y Finanzas (IEF) de la Universidad Nacional de
Córdoba afirmó que hay una reasignación de ingresos desde la punta de la
pirámide hacia abajo: El 10% de la base (decil inferior) creció 79% entre 2003
y 2011 en su participación del ingreso per cápita familiar, mientras que el 10%
ciento más rico (decil superior) cedió 20 por ciento de participación. En tanto
que los ingresos de los menos favorecidos crecen a tasas más elevadas que los
de hogares en mejor posición, “existiría una tendencia a largo plazo a mejorar
la distribución”, interpretó Cristina.
En el post anterior de este tema también podía apreciarse, en la ilustración, el contraste entre las estimaciones oficiales y las divulgadas desde el Observatorio de la Universidad Católica Argentina (UCA), una entidad privada que comenzó a ser tomada como referencia a partir del descrédito posterior a la intervención del gobierno en el Indec. El problema es que, al igual que sucede con la medición del índice de precios, no existe organismo privado con la envergadura que requiere relevar estadísticas al nivel que lo hace el Indec. Lo dificultoso de esa tarea deriva, con frecuencia, en planteos inconsistentes; profundizaremos sobre este punto en la entrada siguiente.
En contraste con la primera parte del análisis, la reducción de la desigualdad en la provincia de Córdoba es muy leve. Cuando se menciona el coeficiente Gini con respecto a Argentina, se hace alusión a una disminución de diez a veinte puntos en sentido descendente. En cambio, al referirnos al Gran Córdoba (siempre con el mismo indicador) se pone en evidencia una fluctuación mucho más inestable. Ya no se mantiene un sentido exclusivamente descendente, sino que en ocasiones se presenta una variable ascendente. Lo lógico sería que si un indicador de desigualdad se muestra progresivo en un país (es decir, favorable para la población en relación a la distribución de la riqueza), lo sea también dentro de sus distintas provincias.
ResponderEliminarPara llevar a cabo dichos estudios, se debe haber optado por un diseño longitudinal, con el objeto de lograr un estudio evolutivo del tema en cuestión.
Sin embargo, considero fundamental distinguir que dicho índice no es un reflejo fiel de la realidad, sino más bien una aproximación de la misma, tomada de un universo específico que sigue el principio de regularidad estadística. Es importante aclarar que los universos son seleccionados al azar a fin de brindar a todos la misma posibilidad de ser escogidos. Creo que la regresión que se presenta en Córdoba no corresponde únicamente a los factores mencionados en el post, sino que también tiene una estrecha relación con las políticas de gobierno. Personalmente no soy muy partidaria de los planes sociales y considero más conveniente la inversión pública y privada, generadora de puestos de trabajo y desarrollo del área. Una redistribución de la riqueza no es negativa en lo absoluto, siempre que respete el derecho de propiedad privada de los individuos en todos sus aspectos.
Gracias por tu aporte, Sheila! Volveremos sobre este tema...
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