En provincia de Buenos Aires, el
resultado de las Paso dejó una luz en el túnel para el kirchnerismo, pese a la
derrota propinada por Massa a Insaurralde: a las listas locales del Frente
Renovador se les drenaron votantes, en comparación con la más rendidora lista a
diputado nacional del tigrense. Ese fenómeno se dio incluso en la primera
sección electoral, donde Massa batió categóricamente al FPV: allí la nómina de
legisladores provinciales del FR obtuvo 93.562 sufragios menos que Massa,
es decir, perdió 6,8% de adhesiones, registrándose además un voto en blanco más
alto en ese tramo de la boleta. Esa fisura es una de las claves a partir de las que en estas semanas el kirchnerismo apuesta a acortar la brecha con Massa,
barriendo el territorio de esa decisiva provincia y aceitando el armado
político.
El oficialismo se esperanza en poder mejorar
el resultado en el primer cordón, donde en las Paso perdió (excepto en La
Matanza) en todos los municipios pegados a Capital Federal. Un recurso central
de la campaña será gestión política oficial con anuncios de obras y recursos, protagonismo
de Insaurralde y Scioli y un mayor esfuerzo de los intendentes leales. El
dispositivo de ingeniería electoral territorial se completa con medidas tomadas
al calor de la agenda económica y social de discusión con empresarios y
sindicalistas puesta en marcha por la presidenta, una suerte de remake de los
acuerdos impulsados en 2009 después del magro resultado de las legislativas de
junio de ese año (que, sin embargo, fueron mejores que los de las Paso para el
oficialismo).
En esta línea entran los cambios de
tono de la campaña oficialista, que acusan giros sobre ejes que antes el
kirchnerismo planteaba como indiscutibles: reapertura del canje de bonos como
medida preventiva ante un posible revés en la Corte de Nueva York, demorado
aumento del mínimo no imponible y de las asignaciones familiares y
reconocimiento oficial (por boca de Sergio Berni, Daniel Scioli e Insaurralde)
de que la inseguridad no es una “sensación” sino un problema serio, con el
consiguiente desplazamiento de fuerzas al conurbano bonaerense.
¿Pueden rendir electoralmente estos
giros del oficialismo? Según el consultor Federico González, “tras las primarias en Buenos Aires, el
oficialismo, confundido, primero ignoró la derrota y luego desconoció a
los ganadores, a quienes sindicó como suplentes, mientras desafiaba a debatir a
los titulares, quienes detentarían el poder real. Adicionalmente, se cuestionó
la voluntad del electorado opositor, al cual se amonestó por alentar intereses
ajenos al pueblo. Las encuestas revelaron luego que la brecha entre Sergio
Massa y Martín Insaurralde se expandía hasta 18 puntos. Una semana después, una
Presidenta que parecía haber recobrado la mesura y la racionalidad
política anunciaba la suma del mínimo no imponible; medida que beneficia a
millones de asalariados. Las encuestas muestran ahora que la brecha descendió a
13 puntos (43% vs. 30%).”
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