El cierre de la entrada anterior
repasaba una óptica según la radicalización de posiciones resultó nítidamente
perjudicial para el oficialismo, dado que se distanció del segmento electoral
que decide todas las elecciones: el de los independientes, el electorado más
volátil y elusivo (que ya en 2009, recordemos, se había distanciado del
oficialismo, y en 2011 volvió a acercarse al FPV). Recordemos la hipótesis de
los tres tercios, expuesta repetidas veces en este blog. Recientemente, el
sociólogo Manuel Mora y Araujo en su disertación en la Fundación Mediterránea hizo un planteo similar,
aunque con algunas diferencias en los porcentuales: “el electorado argentino se puede dividir así: 16% es kirchnerista; 13%
algo kirchnerista; un sector intermedio del 27%; otro poco kirchnerista del 22%
y otro antikirchnerista con el mismo porcentaje. Hace 2 años el sector
intermedio acompañó a Cristina y en las PASO no le tuvo confianza. De ellos
depende quién gane en octubre”, reflexionó.
Si tomamos los segmentos adherentes o más
bien adherentes (16% + 13%) nos da un 29%, es decir casi un tercio favorable al
kirchnerismo (en las PASO obtuvo casi un 27%); si tomamos los segmentos
desfavorables, tenemos un 44% (en rigor, debería ser 43% para que la suma total
de 100%). Aunque aquí no tenemos estrictamente una hipótesis de tres tercios,
el segmento decisivo vuelve a ser el 27% de independientes, lo que valida el
argumento de que es el centro el que define la elección. Si el voto está así de
desalineado, entonces al FPV le será difícil mejorar el resultado en octubre,
por más que aceite la ingeniería electoral en Buenos Aires; otra cuestión será
si las medidas de gestión junto al viraje de la campaña (reconocimiento de la
inseguridad + propuestas alejadas del
tradicional “garantismo”, alivio en Ganancias, cierto reconocimiento de la
inflación, entre otras novedades) convencen
o no a estos electores desencantados del oficialismo.
Esa línea argumental también queda
validada tácitamente si reparamos en el conjunto de datos que surgen de las encuestas
realizadas por Federico González y Cecilia Valladares: el candidato del Frente
renovador, Sergio Massa, tiene una intención de voto de 43,13% contra 30,56%
del kirchnerista, Martín Insaurralde. En caso de confirmarse este
resultado el 27 de octubre, el ex
jefe de Gabinete de Cristina Kirchner duplicaría su ventaja, ya que el
11 de agosto, ganó por 35,05% a 29,65%: fueron 5,4 puntos de diferencia,
que ahora subirían a 12,57, con el
plus de superar la barrera
de los 40 puntos. Ese mismo sondeo arroja que Francisco de Narváez,
quien escogió una línea de campaña claramente confrontativa respecto del
oficialismo (con protagonismo del mensaje polarizador “Ella o vos”, a
diferencia de la línea moderada sostenida por Massa) estaría descendiendo del
10,54% obtenido en las Paso al 4,82%. En tanto, la líder del GEN, Margarita Stolbizer, pasaría del 11,13%
obtenido en las Paso al 15,90%, consolidándose
en tercer lugar y estirando la brecha sobre el candidato del PJ disidente de 0,59%
a 11,08%.
Para peor, el empresario que va por la
renovación de la banca obtenida por su victoria sobre Néstor Kirchner y Daniel
Scioli en 2009 ahora podría terminar peleando por el cuarto puesto con la
izquierda, ya que Néstor Pitrola roza el 4%. Ese candidato incluso podría crecer gracias a otras opciones
de izquierda que no alcanzaron el piso necesario para competir en octubre, como
el Movimiento Avanzada Socialista (MAS) y del Frente Popular Democrático y Social
(Podemos), que obtuvieron el 0,78% y el 1,17%. De ser así, la derecha que
encarna De Narváez quedaría confinada a un nicho del espectro electoral, con
porcentajes similares a los de la izquierda: los extremos se tocan…
Por su parte, otro estudio (atribuido a
Jaime Durán Barba, consultor del PRO de Mauricio Macri) ubica a Massa con una
intención de voto proyectada a octubre del 42% de los votos, Insaurralde con el
24% -bajando unos cinco puntos en relación con las PASO de agosto- y Stolbizer
con el 16%. También en este estudio De Narváez queda relegado a pelear por el
cuarto puesto con el ascenso del trotskista Pitrola (ya que ambos oscilan en
torno al 4%). Es muy probable que este sondeo, que estira la ventaja de Massa sobre el FPV a
18 puntos, haya influido en la declaración del líder del PRO, Mauricio
Macri, en el sentido de que su alianza con Sergio Massa apunta a un
"voto útil" que le ponga un límite al oficialismo, pero sembrando
dudas sobre si el rol de Massa es el de un genuino opositor al kirchnerismo. Carente de armado propio en la decisiva provincia de Buenos Aires, el jefe de
gobierno capta que Massa puede ser una amenaza para una eventual candidatura
presidencial suya en 2015 más seria que la que en su momento supuso el estrecho
triunfo de De Narváez en 2009 sobre el kirchnerismo.
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