En la entrada anterior decíamos que todos los potenciales
candidatos a presidentes para el 2015 necesitan un armado político electoral
más amplio que sus plataformas iniciales de poder, partiendo de un dato clave:
el kirchnerismo en las elecciones de 2013 rondó el 33% a nivel nacional y cerró el año pasado con un 45% de apoyo a nivel nacional, según Poliarquía,
por lo que previsiblemente de aquí a 2015
el oficialismo conserve un potencial de despliegue electoral que condicione a
todos los demás actores políticos con expectativas para el próximo turno
presidencial, más allá del desgaste que pueda tener su caudal de votos hasta
el cierre de la gestión de la presidenta Cristina Fernández.
En ese
marco, otro dato de cierre del 2013 fue la aparición de un liderazgo político
incipiente, el de Sergio Massa, cuyo rol opositor era registrado apenas por el
1% de la población en junio, mientras que en diciembre alcanzó al 30%. (ascenso que se amesetó tras las elecciones, cuando el gobierno
recuperó por un tiempo el manejo de la agenda, antes de los saqueos y los
cortes de energía). Junto a esos problemas, supuestamente de extensión finita en
el tiempo, campea, según las encuestas de Ipsos-Mora y Araujo, un problema
estructural ascendente en las percepciones, la inflación, que creció en las
últimas tres mediciones consecutivas de esa consultora (julio 30%; agosto 35%;
octubre 40% y diciembre 43%). “Son
crecimientos leves, pero sostenidos. Estos movimientos, esos que se producen
muy de a poco, son los peores de revertir”, apuntó oportunamente su director,
Luis Costa.
El otro
problema central de la agenda (destacado también por Ipsos) es la inseguridad;
junto con la inflación, ambos se combinaron como elementos de los
acuartelamientos policiales y los saqueos de diciembre, desafiando a un gobierno
nacional que no termina de encontrarles la vuelta, más allá de que Cristina
Kirchner, según Ipsos, sigue teniendo valores que pueden considerarse altos de
aprobación de gestión (49%) y de imagen positiva (46%). No obstante, Costa valoró
“que esto ya no es algo que pueda salvar
al Gobierno. Como ha sucedido siempre, el kirchnerismo se ha sostenido
tradicional y únicamente en la figura de Néstor y Cristina Kirchner, sin lograr
derramar algo de su imagen positiva a sus funcionarios o candidatos, algo muy
evidente en la reciente elección (…) En la misma encuesta en donde todavía
quieren a la Presidenta, rechazan a sus nuevos ministros: esto es kirchnerismo
puro. Pero este equilibrio se quiebra
cuando la Presidenta sale de escena, y hoy Cristina Kirchner no está
prácticamente presente en la administración. En las recientes elecciones quedó
muy claro, de nuevo, qué es lo que ocurre cuando ella no es la candidata: casi
todos pierden. Esa situación puntual de un acto eleccionario es la que hoy se
ha extendido a todos los días. Estamos presenciando un ejercicio social. ¿Qué
pasaría si Cristina se va unos meses del Gobierno? Pasaría algo como esto:
crecimiento de la preocupación por la inflación, baja de su imagen,
desconfianza creciente en los ministros y aumento del pesimismo”.
Con el oficialismo sumido en esas tribulaciones, por el lado de la oposición,
la encuesta citada ubicaba a Sergio
Massa al tope del ranking de imagen (59% de positiva y 28% de negativa);
a Mauricio Macri con 38% de positiva
y 52% de negativa; Hermes Binner, con 30% de positiva y 38% de negativa; Julio Cobos, con 27% de positiva y 50% de
negativa. Si se considera que todos fueron dirigentes triunfantes en las PASO de
agosto y las generales de octubre de 2013, se aprecia que en el balance sólo
Massa sale bien parado, con un diferencial de imagen a favor, pero con límites serios en
cuanto a su despliegue nacional, que el tigrense está tratando de enfrentar a
través del armado político y captando (o cooptando) dirigentes desencantados de
las dos fuerzas mayoritarias, el PJ no K y la UCR “disidente”.
Este panorama sigue teniendo vigencia hoy, del mismo modo que siguen presentes las mismas demandas y problemas (algunos agudizados, otros en latencia por las vacaciones). Estas demandas, que tienen grandes chances de permanecer de aquí hasta el 2015, no sólo exigen una mejor praxis por parte de la gestión CFK hasta su cierre, sino que perfilan elementos de los liderazgos emergentes que se planteen como sucesores de Cristina (tanto desde adentro del oficialismo o de sus espacios afines, como desde la oposición). Eso definirá cuál de los contendientes llegará a la próxima elección nacional con más chances de convertirse en el nuevo presidente. Por lo pronto, estas últimas semanas muestran a los dirigentes del oficialismo y la oposición ensayando "scrums" y armados políticos para fortalecer su posicionamiento inicial y alianzas de cara a forjar coaliciones más amplias, condición básica para competir con chances en el 2015.
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