El techo que encontró Capitanich
favorece, por efecto de contraste, a Daniel Scioli, que observó en la
entronización del chaqueño un ensayo del kirchnerismo por forzar la maduración
de una alternativa política que no dejara al gobernador bonaerense como la
opción inevitable de un oficialismo complicado para imponer un sucesor de su
riñón. Scioli logró evitar el desgaste que los saqueos generaron en otras
figuras expectantes conteniendo la crisis en su provincia (en términos de foco
en la gestión) y volvió a concentrar su atención preelectoral (en términos de mirada
política de cara a 2015) en la figura de Massa.
El caso de Sergio Massa, ahora sin
responsabilidades de gestión (al asumir como diputado y dejar la intendencia de
Tigre) supone un desafío de naturaleza totalmente diferente: construir armado
territorial (algo que viene haciendo a fuerza de adhesiones y cooptación de
dirigentes “desencantados” del peronismo y del radicalismo) y, sin los riesgos
de gobernar pero tampoco las oportunidades de capitalizar políticamente un
cargo ejecutivo, mantenerse en el escenario
nacional durante la eternidad que falta hasta que llegue el 2015, cuando se
precipite la discusión de las candidaturas presidenciales.
Por el lado de las otras figuras expectables en la
citada encuesta (Binner y Cobos), la situación sigue siendo de indefinición,
toda vez que la jefatura partidaria de Ernesto Sanz en la UCR no resulta a
priori una buena noticia para el ex gobernador mendocino (habida cuenta de que
Sanz es una suerte de competidor del ex vicepresidente).Por otra parte, la
existencia de corrientes refractarias a Cobos quedó puesta en evidencia además
en el reparto de cargos en el Congreso). Asimismo, la idea de un frente
esbozada por el ex gobernador santafesino aún no decantó en nada que se insinúe
como la construcción de una coalición electoral, en lo que es probablemente el
desafío político transversal para todos los que aspiren a competir en 2015 con
chances
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