sábado, 29 de marzo de 2014

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz

TECNO 

De qué hablamos cuando hablamos de transformación digital

Tendencia. La incorporación de tecnologías de la información en productos y servicios viene en alza. Así, la experiencia digital gana protagonismo en la relación con el cliente. 

Por Norman Berra

Sin importar a qué se dediquen las compañías, hoy los clientes buscan un vínculo más directo con las empresas con las que se relacionan diariamente, ya sea por negocios o en momentos de ocio. En ese marco, incorporar tecnologías de la información (TI) en productos y servicios se vuelve cada vez más necesario. Esto abre el camino a una tendencia a la que se ha denominado transformación digital, y que se considera clave para renovar el vínculo con el cliente.


http://www.lavoz.com.ar/tecno/de-que-hablamos-cuando-hablamos-de-transformacion-digital



jueves, 27 de marzo de 2014

Demandas nuevas, demandas resignificadas (3)

El sexto enfoque que teníamos pendiente de desarrollar es más sofisticado, todavía: reside en la resignificación o resemantización de las demandas. En este caso, la aparente paradoja de que las “simples” demandas del electorado no coincidan con las “prioridades” de los gobiernos (que Haime explica por la diferencia entre lo sencillo y lo complejo y que Mora y Araujo asocia a factores psicologistas) se explica en función del cambio en la manera en que las demandas se semantizan en cada época. 

Según este argumento, la demanda “empleo” (con tasas actuales de desempleo menores al 10%) hoy no significa lo mismo que en 2003 (cuando la tasa de desempleo más que duplicaba a la actual): si en 2003 la demanda era fuentes de trabajo, hoy en cambio la demanda pasa a ser empleo de calidad, registrado, por ejemplo (de hecho, en su momento Néstor Kirchner planteó abiertamente que uno de los objetivos de su gobierno era sumar empleo en términos de masa crítica). En la misma línea, “bienestar económico” no era lo mismo en 2003 (con los efectos de la caída de la convertibilidad y del PBI en la desigualdad económica) que en 2014 (luego de varios años de crecimiento económico con impacto en la movilidad social); tampoco es lo mismo la “inseguridad” en 2003, que en 2014.

De hecho, Hugo Haime completa su aproximación al tratamiento de las demandas haciendo ese mismo señalamiento: “Si el político sabe que las demandas son sobre trabajo, salud, seguridad y ética pública, debería entonces buscar satisfacerlas. Pero resulta que el problema no radica en cómo se titulan las demandas sino en comprender su significado. Para dar solución a una expectativa primero debemos saber cuál es su contenido. Analicemos un simple ejemplo de una encuesta en la cual la desocupación es percibida como el principal problema y, por ende, la principal demanda hacia el gobernador es la generación del empleo. Aunque el problema preocupe al 100% de la población, su significado no es igual para todos. No representa lo mismo para quien ha terminado la universidad que para quien sólo tiene estudios primarios completos. Tampoco es igual si la persona está acostumbrada al trabajo manual o al sector de servicios. Según en qué lugar se ubique el sujeto de la demanda, tanto en términos de su vínculo con el trabajo como de su situación objetiva, la generación de empleo tendrá más de un significado. Entonces, aunque se tenga la mejor de las intenciones y se realicen acciones que objetivamente parecen resolver el problema, quien demanda la solución puede quedar insatisfecho” (Hugo Haime, Qué tenemos en la cabeza cuando votamos)

En síntesis, de acuerdo a este enfoque se mantienen las etiquetas de las demandas en el tiempo, pero cambia su contenido sustantivo, y ese cambio es el que le cuesta hacer a los gobiernos, dado que cada oficialismo, a su turno, posee un “mindset” (hábito mental) asociado a las condiciones iniciales en las que llegó y construyó el poder (de ahí que se “ate” a los logros pasados y le cueste “aggiornarse” al cambio, o vea ese aggionarmiento incluso como traición a su “modelo”).  Una postura más productiva sería comprender los matices y escalamiento progresivo en la agenda de demandas que se derivan de los procesos de inclusión y ascenso social creciente. En rigor, en Argentina, si bien con matices diferenciales, los emergentes en demandas plantean desafíos que también aparecen en otros países de la región (como es el caso de Brasil, donde el ascenso económico de más de 30 millones de pobres ocurrido durante la última década ha traccionado demandas renovadas de mayor ciudadanía, junto con reclamos asociados a ganar posibilidades de mejor consumo: pensemos, por ejemplo, en las protestas urbanas por mejores servicios que tuvieron lugar recientemente en el vecino país, y también en fenómenos sociales como los “rolezinhos”).

Dicho esto, y teniendo claro entonces que detrás de la etiqueta de una "X" demanda se esconden múltiples significados, resulta oportuno actualizar el ranking de preocupaciones. Según una encuesta de Raúl Aragón & Asociados realizada en la zona metropolitana, la inseguridad volvió a encabezar el ranking de preocupaciones: el más reciente estudio de esa consultora reveló un salto exponencial en el nivel de intranquilidad que genera la seguridad. El tema, que concentraba el 51% de las respuestas en noviembre de 2013, durante el primer mes de 2014 cayó al 26,72%, pero en febrero volvió a trepar hasta los 43,20%. La relación se da en sentido inverso a lo que sucede con la economía y la inflación: la línea ascendente asociada a la percepción de esos problemas que se observaba a fines de 2013 llegó a 37,74% en enero (cuanto tuvo un pico), mientras que en febrero pasado bajó hasta el 22%.

martes, 25 de marzo de 2014

Demandas nuevas, demandas resignificadas (2)

En la entrada previa sobre este tema, Mora y Araujo marcaba un cíclico problema de desacople de agendas que terminaba afectando a todos los gobiernos democráticos desde 1983; en el caso del kirchnerismo, decía el sociólogo, fue sorprendido por la nueva demanda de seguridad y no pudo manejar las necesidades sociales de mantener la inflación bajo control: “Cristina ya está desbordada por esas demandas, pero continúa negando que el problema exista”.  Luego, planteaba que “estos treinta años son la historia de una sociedad que sufre los problemas de la coyuntura sin encontrar el camino de las soluciones, y así sigue deslizándose hacia abajo, a veces imperceptiblemente. Una sociedad que demanda poco: menos crimen, menos inflación, más empleo, un poco de institucionalidad, no mucho más que eso, y no encuentra dirigentes capaces de hacerse cargo de todos esos problemas, no de uno a la vez”.

Si atendemos a la última parte del argumento, advertimos que las demandas están compuestas por un cóctel que mezcla cierto carácter coyuntural (pongamos, la inflación) con otros reclamos bastante básicos: la inseguridad, el empleo, algo de institucionalidad… En esto, Mora coincide con otro sociólogo, Hugo Haime: “Habitualmente, las demandas se estructuran alrededor de pocas temáticas, y el modo en que se expresan cambia según circunstancias históricas, coyunturas políticas y pertenencia a segmentos sociales. Dichas demandas están relacionadas con el presente y el futuro, con vivir, alimentarse y proyectarse en el tiempo. En general están vinculadas con el trabajo, la seguridad física, el cuidado de la salud y la educación (…)  

Haime introduce luego un elemento importante en su argumento: “Las demandas de los ciudadanos son más simples que las de los dirigentes políticos. Básicamente son la generación de condiciones que posibiliten el bienestar económico, la seguridad para sus vidas y bienes, y el funcionamiento adecuado de los sistemas educativos y de salud. Estos deseos básicos (seguridad, protección, inserción social, bienestar económico), que hacen a condiciones mínimas pero esenciales de la vida cotidiana de las personas, están presentes en las demandas que toda sociedad realiza a sus gobernantes y dirigentes”.

Más allá de los matices entre especialistas, el trasfondo conceptual es común: por debajo de la superficie de la coyuntura, existen demandas estructurales o permanentes del electorado hacia los gobiernos. Desde esa perspectiva, Mora y Araujo habla de desacoples en el sentido de que los gobiernos niegan los problemas que el electorado demanda atender (en su argumento, CFK cae en el mismo vicio que Menem y Alfonsín en su momento, es decir, no hacerse cargo de demandas emergentes). Mora parece atribuir el problema a una actitud negadora desde el gobierno (una suerte de interpretación psicologista). Haime, en cambio, estaría sugiriendo que la brecha se da porque a la simpleza de la demanda electoral se opone la complejidad de la agenda política: aquí la interpretación psicologista (e incluso pedagógica) desde el poder sería la de que el electorado opera por “pedidos desplazados”, es decir, demanda “X” pero en realidad “X” se resuelve con “Y” (vamos a poner un ejemplo: un “progresista” diría que el electorado demanda seguridad, pero la seguridad se resuelve con educación, empleo, etc… no con más dispositivos de seguridad en sí mismos; de ahí el concepto de “pedido desplazado”, en el sentido de que la agenda de la gente se activaría “reprimiendo el síntoma”, mientras que la política, según esta teoría, debería operar sobre las causas).

Tenemos hasta ahora dos enfoques para explicar el “gap” o desacople de agendas; existen al menos otros cuatro enfoques posibles de la cuestión. Uno (lo pongamos como tercero), el simple, y achaca el conflicto a la incapacidad de los gobiernos para resolver las demandas: esa incapacidad puede darse en el marco del diagnóstico de problemas (no los ve) o en el plano de la intervención o praxis (los ve, pero no sabe cómo resolverlos, entonces los niega, o bien no opera sobre ellos). Convengamos que con el desarrollo actual de la ciencia aplicada lo primero (no ver los problemas) se hace más difícil de sostener, aunque sigue entrando en el terreno de lo posible. Un cuarto enfoque también bastante simple y lineal, sería el de la “perversidad” o, si queremos quitarle la resonancia moral, el de la intencionalidad sistémica: el gobierno sabe que existe X problema, pero no lo atiende porque no le importa resolverlo, o porque defiende intereses a los que le conviene que exista ese problema. Un quinto enfoque, menos lineal, es el de las consecuencias de la aplicación de un modelo (deseadas o no): por ejemplo, durante la convertibilidad, el desempleo sería una consecuencia “viciosa” de ese modelo, que había tenido la “virtud” de resolver la inflación; hoy, podría decirse desde este enfoque, la inflación es una consecuencia “viciosa” de un modelo que tuvo la “virtud” de recuperar el consumo interno, por ejemplo. Existe, sin embargo, un sexto enfoque posible, que desarrollaremos en la siguiente entrada.

domingo, 23 de marzo de 2014

Nota publicada en suple Economía y Negocios de La Voz

NEGOCIOS 

Capital humano: no se le pueden pedir peras al olmo

Hay que revisar la confianza del management en la capacidad de cambio de las personas, dice el especialista Rubén Heinemann. ¿Qué pueden hacer las empresas?
Por Norman Berra

Los comportamientos de las personas no pueden modificarse; ergo, si las empresas no pueden cambiar a las personas, entonces deben esforzarse en tener la gente adecuada para cada momento. Ese razonamiento es el núcleo del planteo de Rubén Heinemann, director asociado de Wall Chase Executive, que desafía una de las convenciones tradicionales del management: que las personas pueden modificar sus competencias o incorporar nuevas para desempeñarse con éxito en diversos escenarios.
http://www.lavoz.com.ar/negocios/capital-humano-no-se-le-pueden-pedir-peras-al-olmo



sábado, 22 de marzo de 2014

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz del Interior

TENDENCIAS 

Sugerencias para los fines de semana largos

Ayuditas. En pleno marzo, mes intenso si los hay, nos viene servido un fin de semana de tres días. Esto amerita un repaso de propuestas para aprovechar el descanso. 
Por Norman Berra

El año 2014 aún no cumplió tres meses pero algunos ya piden “tiempo”. Este fin de semana largo (por el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia) es uno de los destacados del primer semestre del año, donde además sobresalen los feriados de Semana Santa (desde el 17 al 20 de abril), el “puente” del 2 de mayo (desde el 1 al 4 de ese mes, por el Día del Trabajador) y el que va del 20 al 22 de junio (por el Día de la Bandera). Si estamos en plenos preparativos para aprovecharlo, las siguientes sugerencias en tecno y auto nos pueden ser de utilidad (y también aplican, por supuesto, para los “findes” largos por venir).
http://www.lavoz.com.ar/tendencias/sugerencias-para-los-fines-de-semana-largos




miércoles, 19 de marzo de 2014

Demandas nuevas, demandas resignificadas (1)

La opinión pública se movió incesantemente en oscilaciones más o menos bruscas (las he caracterizado en mi libro La Argentina bipolar), ajustando sus prioridades a los problemas de cada hora. A su vez, los gobiernos tendieron a mostrarse rígidos e inflexibles en su propia agenda. En ese juego entre la sociedad y sus gobiernos se generaron ciclos de entusiasmo y optimismo seguidos de ciclos de frustración y pesimismo. En estos treinta años no se establecieron otros consensos sociales básicos, que son la base de una mínima estabilidad de las políticas públicas en los sistemas democráticos”, sostiene Manuel Mora y Araujo.

La tesis del sociólogo es que hay una constante que atraviesa transversalmente los 30 años de democracia: el recurrente desajuste entre la agenda de la gente (los temas que la población considera prioritarios en cada momento) y la de los gobernantes. “La sociedad va cambiando fluidamente sus demandas, los gobiernos se aferran a la agenda con la cual ganan una elección. El resultado es un ciclo repetido, en el que se pasa de un gran entusiasmo inicial con cada gobierno electo a la frustración y el fastidio”. Mora y Araujo repasa las presidencias desde 1983 para sostener esa tesis: Alfonsín propuso establecer una democracia libre de factores de poder corporativos, y entusiasmó, pero años después no pudo resolver el problema de la inflación; Menem llegó al triunfo montado en esa decepción, fue exitoso en combatir la inflación, pero generó problemas nuevos (como el desempleo, anota Mora y Araujo; corrupción, deuda, pérdida del patrimonio público, agregamos nosotros, sin pretender agotar la lista), “hasta que sobrevino el divorcio”; eso que allanó el camino a la experiencia de la Alianza encabezada por De la Rúa -efímera y sonoramente fracasada, que abrió la senda para el regreso del PJ al poder, primero con el interinato de Eduardo Duhalde y luego con la asunción de Néstor Kirchner-.

Según Mora y Araujo, “Néstor Kirchner asumió en un país que salía de una profunda crisis pero con una economía ya en recuperación, y continuó por ese camino”. Agregamos nosotros: la primera etapa del kirchnerismo también se montó sobre la necesidad de reconstruir el poder de la figura presidencial (fuertemente erosionada en la experiencia de la Alianza), lo cual hizo de manera exitosa. Sin embargo, ese mismo fortalecimiento es el que genera más tarde gran parte de los cuestionamientos. “Hasta que sobrevino el divorcio”, escribe el sociólogo más arriba; la analogía es pertinente, ya que se refiere a patrones vinculares que resultan aplicables tanto a nivel micro como macro: muchas parejas se separan por lo mismo que en su momento se juntaron, del mismo modo que en opinión pública lo que primero aparece como virtud de un gobierno, luego es decodificado como exceso.

Lo que subyace en el planteo es un problema de desacople de agenda: hoy Cristina, ayer Alfonsín y Menem, en síntesis, la figura presidencial en cada etapa, fueron votadas por el electorado para que resolviera determinado orden de problemas (con cierto foco). Sin embargo pero la coyuntura funciona como un blanco móvil que en algún momento le quita valor a los logros pasados y, en cambio, plantea nuevos desafíos emergentes o bien resignifica (por no decir resemantiza) las antiguas demandas: donde antes se privilegiaba la institucionalidad luego se pondera el orden económico (le pasó a Alfonsín), donde antes se premiaba la estabilidad después se cuestiona el costo con que se logró la misma (Menem). Otro tanto sucede con el kirchnerismo: para el sociólogo, la agenda K estuvo inicialmente orientada hacia sectores de la clase media (derechos humanos, subsidios a los servicios públicos) y fue reorientando su objetivo hacia los sectores más pobres. Sin embargo, el kirchnerismo fue sorprendido, según el autor, por "la nueva demanda de seguridad y no pudo manejar las necesidades sociales de mantener la inflación bajo control". 

domingo, 16 de marzo de 2014

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz del Interior

TECNO 

Apuestas y desafíos de la movilidad

Ola. Dispositivos y plataformas “mobile” están cambiando la vida cotidiana y el mundo del trabajo. Lo que hay y lo que se viene en tecno, espacios y autos.

Por Norman Berra

Hoy, la movilidad es una comodidad a la que ningún usuario quiere renunciar; de hecho, según un estudio de Intel, el 60 por ciento de los consumidores locales buscarán en los dispositivos móviles el reemplazo de sus actuales computadoras. Esto no sólo impacta en el ámbito doméstico, sino también en el mundo del trabajo: cada vez más empresas recurren a la amplia y variada oferta proporcionada por los nuevos gadgets tecnológicos corporativos.
El hecho de que los individuos y las empresas guíen sus decisiones tecnológicas en las experiencias plantea un desafío al concepto de movilidad, dado que demanda a las redes alta capacidad y confiabilidad.  
http://www.lavoz.com.ar/tecno/apuestas-y-desafios-de-la-movilidad


miércoles, 12 de marzo de 2014

Debate: giro o profundización del modelo. Capitanich-Fábrega-Kicillof=CFK (4)

Profundicemos sobre el cierre del post anterior: según la línea argumental crítica (de la cual Idesa es un exponente) el “modelo K” funcionó “virtuosamente” mientras se mantenían los superávits gemelos, sostenidos centralmente en salarios deprimidos en dólares (por efecto de la devaluación del 2002). Cuando se fue licuando esa brecha (vía mejoras salariales que, de acuerdo a esa corriente de pensamiento, se otorgaron por encima de las mejoras en productividad) el modelo entró en crisis, dado que progresivamente se erosionó la competitividad ganada con la devaluación que precedió a la asunción de Néstor Kirchner. Mutatis mutandis, el mismo argumento se reproduce ahora. De ahí el escepticismo de los economistas críticos respecto a la política económica actual del gobierno, dado que consideran que la mejora de competitividad lograda por la última devaluación no es sostenible en el tiempo, en la medida en que conviva con elevados niveles de inflación y de gasto estatal.
                               
En la vereda cercana al oficialismo (donde convergen economistas y otros formadores de opinión) ese carácter ambiguo de la política económica actual sirve precisamente de argumento defensivo contra quienes hablan de giro ortodoxo del gobierno: aunque es innegable que la devaluación tiene un impacto en términos de merma del poder adquisitivo del salario (aún no del todo cuantificable) y que la brusca suba de tasa de interés en pesos constituye un cambio respecto a la política financiera que llevó el Banco Central antes de la asunción de Juan Carlos Fábrega, desde esta corriente de pensamiento el gobierno mantiene algunos elementos “identitarios” del modelo: la actualización de las jubilaciones –si bien mermada por el contexto inflacionario-, la vigencia de las políticas sociales (no sólo a través de la AUH sino de nuevos planes, como el Progresar) y el sesgo “controlador” o intervencionista del Estado (plasmado en acciones como los “Precios Cuidados”) y el sostenimiento del gasto público (continuidad heterodoxa, frente a los argumentos críticos que abogan por una contracción).

Adicionalmente, otro argumento fuerte de los referentes que orbitan en torno al oficialismo es que no puede decirse estrictamente que el gobierno esté aplicando lo que se denomina un ajuste “ortodoxo”, ya que si lo fuera, no se explicaría el ya citado escepticismo que campea desde las usinas anti-K. Esquemáticamente, este es el esquema conceptual que opera en la “intelligentzia” filokirchnerista cuando desde la oposición se trata de correr al gobierno “por izquierda” y a la vez se emplean razonamientos “ortodoxos” (no se puede hacer ambas cosas simultáneamente).

En rigor, la política económica implementada en los últimos meses no es un giro copernicano ni tampoco una profundización: en cambio, deviene una suerte de “service” del modelo, en algunos aspectos tardío, en el cual el "timing" de las medidas y la administración de las expectativas transitan sobre un filo muy delgado (de ahí lo delicado del momento, más allá de la “victoria” transitoria obtenida contra la corrida cambiaria del verano). Quizá donde mejor se exprese ese carácter de “service” un tanto tardío del modelo sea en el tratamiento (hoy en estudio) de la eventual quita de subsidios a los servicios de electricidad y gas; se considera que el gobierno avanzará sobre eso cuando evalúe que las presiones inflacionarias que provocó la devaluación del peso se han aquietado (para que esa quita no fogonee a su vez una nueva espiral de aumento de precios). En ese sentido, la lectura oficial es que haber frenado la expectativa en torno al dólar en las últimas semanas (logro del Central, sobre todo) y la fase (aún en progreso) de contener la remarcación de precios y el traslado de la devaluación a los consumidores finales (el denominado “pass through” empresarial) debería abrir paso a un tercer momento donde finalmente se avance sobre el postergado retiro de subsidios en los servicios públicos (que en 2013 insumieron al Estado gastos por $ 143.000 millones, o el 4,9% del PBI, según una estimación del Consejo Profesional de Ciencias Económicas y el Instituto Argentino de Análisis Fiscal –Iaraf-) a ciertos segmentos.

 Ese “timing” que se pretende hoy (a partir de la conciencia de lo delicada que es la coyuntura) es resultante del carácter tardío señalado antes, dado que la sintonía fina fue anunciada a fines de 2011, pero nunca llegó a desplegarse realmente. En esa línea, cuando el martes 4 de marzo se anunció el aumento en las jubilaciones que corresponde por la ley de movilidad, la presidenta Cristina Fernández puso de manifiesto ese sinceramiento en el discurso, dando la señal de largada para iniciar el postergado recorte de subsidios: “Es cierto que hoy, evidentemente, subsisten sectores que tienen subsidios que ya no los necesitan (…) Ya no es un problema de ajuste, es un problema de equidad. Y esa es a la equidad adonde tiene que tender la sociedad y a eso es a lo que voy a ir: a volver a tomar el equilibrio”. 

sábado, 8 de marzo de 2014

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz

TENDENCIAS 
Tecnología que rompe récords

Olímpicos. Con los Juegos de Invierno como recuerdo reciente, repasamos productos que parecen  pensados para competir por el podio en función de sus atributos físicos o sus capacidades.
Por Norman Berra

“Más rápido, más alto, más fuerte” fue la frase que pronunció el barón Pierre de Coubertin al inaugurar los primeros Juegos Olímpicos de la Edad Moderna en 1896 (Atenas, Grecia). También fue el lema en Múnich (Alemania Occidental, 1972) y hasta hoy, junto a los cinco anillos entrelazados y la antorcha, simboliza el espíritu olímpico y el afán por superarse y romper récords de los atletas competidores. 
Ese mismo espíritu impregna diversas facetas del desarrollo tecnológico; veamos productos y gadgets que parecen pensados para romper récords. 
http://www.lavoz.com.ar/tendencias/tecnologia-que-rompe-records

viernes, 7 de marzo de 2014

Debate: giro o profundización del modelo. Capitanich-Fábrega-Kicillof=CFK (3)

Es muy común escuchar hoy análisis acerca de que la etapa “virtuosa” del modelo K quedó atrás hace tiempo; incluso algunos clausuran esa etapa en el último año del mandato de Néstor Kirchner (2007), cuando ya se había producido la salida de Roberto Lavagna del Ministerio de Economía y se iniciaba la intervención oficial en el Indec. Economistas críticos del kirchnerismo (es el caso de los referentes de Idesa) plantean que esa etapa “virtuosa” corresponde a los años en que la economía nacional logró tasas más altas de crecimiento (recordar la comparación con las “tasas chinas”). Ese proceso virtuoso, desde esta corriente de pensamiento, fue desdibujándose a medida que desaparecían los “pilares” iniciales del modelo, esto es, los “superávits gemelos” (fiscal y comercial) y se disparaba el gasto estatal, erosionando la competitividad de la economía. 

Los economistas cercanos al kirchnerismo, en cambio, interpretan que el “modelo” no se define sólo por sus condiciones iniciales de partida inicial (los mencionados superávits gemelos) sino por otros ejes, entre los que incluyen el fomento del consumo interno, el fortalecimiento del rol estatal y la reindustrialización. Desde este punto de vista, el enfoque de los críticos del kirchnerismo se apoya excesivamente en la variable externa y subestima el foco en el mercado interno, que consideran no sólo como elemento distintivo del kirchnerismo sino como un factor que permitió extender el período de crecimiento de la economía mucho más allá del 2007 (si bien a tasas menores que las del “rebote” inicial), mejorando a la vez la distribución del ingreso. 

Esquematizando el análisis, los economistas críticos consideran que el crecimiento de la economía del 2007 en adelante se sostuvo con “anabólicos”, que fueron erosionando el modelo hasta ponerlo en jaque. En cambio, los cercanos al kirchnerismo entienden que el impulso al mercado interno y al consumo fueron centrales para el modelo de “crecimiento con inclusión” (tal como lo denomina el oficialismo) y para generar cambios en las condiciones socioeconómicas más allá de las derivadas de la competitividad en términos cambiarios ganada a partir de la devaluación del 2002. 

A favor de esta tesis, el evolutivo del nivel socioeconómico en Argentina entre los años 2006 y 2013 muestra que en ese período se registró un crecimiento neto de la clase media y una reducción de la clase baja: mientras que la clase media típica (C3) pasó del 24% que registraba en 2006 al 30% el año pasado, la sumatoria de las clases baja y marginal (D2 + E) pasó del 24% en 2006 al 16% en 2013 (datos obtenidos a partir de 9.474 casos de una encuesta de alcance nacional realizada por la consultora Delfos, y que son consistentes con otras estimaciones especializadas; ver nota publicada en La Voz, linkeada el pasado lunes en este blog). Asimismo, si se observa la evolución en la clase alta top (ABC1), se aprecia que la misma apenas varió en los últimos 7 años (pasó del 6% en 2006 al 7% en 2013), al tiempo que la media alta (C2) creció (del 14% en 2006 al 16% en 2013) y la media baja (D1) apenas varió (del 32% por ciento en 2006 al 31% en 2013). Es decir, en los últimos siete años la pirámide del NSE a nivel nacional acusa un proceso de movilidad social ascendente, con crecimiento de la clase media y reducción de la pobreza, de lo que resulta una menor polarización social relativa. Es decir, entre 2006 y 2013, el “modelo” mejoró la situación socioeconómica de la población, aspecto en el que siguió siendo "virtuoso" mucho más allá del 2007. 

Ahora bien, aun aceptando provisoriamente (como corresponde a una actitud científica, no dogmática) ese resultado para el período 2006-2013, este año presenta un desafío bien diferente, ya que la reciente devaluación instrumentada por el gobierno introduce un elemento nuevo. De hecho, en este punto el planteo de Idesa respecto de las últimas acciones de política económica es que las mismas son un intento tardío de restablecer los superávits gemelos (condiciones iniciales del modelo). En la discusión sobre si la política económica instrumentada por el gobierno en los últimos meses implica un giro o una profundización del modelo, desde esta corriente de pensamiento crítica del kirchnerismo podría interpretarse que se trata de una “vuelta a las fuentes”, es decir un giro pero en sentido restaurador, tratando de recuperar la competitividad que se fue perdiendo conforme el poder adquisitivo del salario volvía a los niveles de precrisis (o lo superaba). 

lunes, 3 de marzo de 2014

Movilidad social en la era K: nota publicada en La Voz

NEGOCIOS 

Clase media duplica a la clase baja

Entre 2006 y 2013, el segmento medio de la población trepó al 30 por ciento, mientras que el de menos recursos bajó al 16 por ciento.

Si tomamos a la movilidad social como un indicador de la buena o mala situación socioeconómica de la población, deberíamos decir que estamos bastante mejor que en 2006.
Al comparar 2006 (cuando la Asociación Argentina de Marketing renovó el índice de nivel socioeconómico) con 2013 se observa un claro crecimiento de la clase media y una reducción de la clase baja. En otras palabras, en los últimos siete años creció la cantidad de personas que mejoraron su situación socioeconómica en el país. El dato surge de comparar los resultados de una encuesta de alcance nacional realizada por la consultora Delfos en 2013 con los de un estudio de la Asociación Argentina de Marketing (AAM), elaborado en 2006. De acuerdo a este análisis, mientras que en 2006, la clase media representaba al 24 por ciento de la población, en 2013 el porcentaje se elevó al 30 por ciento. Mientras, la sumatoria de las clases baja y marginal pasó del 24 en 2006 al 16 por ciento el año pasado.
Si se observa la evolución en la clase alta top (ABC1), se aprecia que la misma apenas varió en los últimos siete años (pasó del seis por ciento en 2006 al siete por ciento en 2013), la media alta (C2) creció (del 14 por ciento en 2006 al 16 por ciento en 2013) y la media baja (D1) apenas varió (del 32 por ciento en 2006 al 31 por ciento en 2013).
Así, una lectura del proceso arroja que en los últimos siete años la pirámide del Nivel Socioeconómico (NSE) en el plano nacional acusa un proceso de movilidad social ascendente, con crecimiento de la clase media y reducción de la pobreza, de lo que resulta una menor polarización social relativa. Significativamente, los datos relevados por Luis Dall’ Aglio y Norman Berra de Delfos coinciden de manera casi exacta con los calculados por la consultora W, del especialista en consumo Guillermo Oliveto...
http://www.lavoz.com.ar/negocios/clase-media-duplica-la-clase-baja




domingo, 2 de marzo de 2014

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz

TENDENCIAS 

Tendencias y regalos para ellas

Celebración. A una semana del 8 de marzo, aportamos sugerencias de regalos y “auto-obsequios” para las mujeres. Además, repasamos tendencias y curiosidades tecnológicas.

Por Norman Berra
Se acerca el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Resulta entonces oportuno hacer algunas sugerencias para agasajarlas y repasar algunas tendencias pertinentes para ellas.
http://www.lavoz.com.ar/tendencias/tendencias-y-regalos-para-ellas

sábado, 1 de marzo de 2014

Debate: giro o profundización del modelo. Capitanich-Fábrega-Kicillof=CFK (2)

Ciertamente con menos pretensiones intelectuales que Laclau, el periodista Marcelo Longobardi  planteó en una reciente editorial su duda respecto a “si estamos ante un giro o una ratificación del Gobierno (..) La pregunta del millón es hacia donde el Gobierno está dirigiendo al país". De esa manera, el periodista se preguntó si el país está ante un giro o ante una ratificación de las políticas del gobierno de Cristina Kirchner. A favor del concepto de “giro”, incluyó anuncios recientes como el freno en la emisión monetaria, que el Gobierno prepare una quita de subsidios e intentar llegar a un acuerdo con los fondos buitre (holdouts), entre otros. A favor del concepto de ratificación, enumeró la advertencia de CFK de que llamarán "a todos los que están equivocados", el control a los precios de productos de supermercados, el nuevo aval al gobierno de Venezuela y el pronunciamiento del secretario de Justicia Julián Alvarez en el sentido de que los jueces "deben hacer política con sus fallos".

Una discusión similar rodeó en su momento la llegada al gabinete de Jorge Capitanich y Axel Kicillof (seguidas por el desembarco menos visible, pero que ahora se revela clave, de Juan Carlos Fábrega en el Central). Señales de cambio: tanto Capitanich como Kicillof implicaron designaciones de peso. El ex gobernador chaqueño acreditaba experiencia política y el economista un peso específico mayor a antecesores como Hernán Lorenzino y Miguel Peirano y además con más margen de maniobra.  Asimismo, la entrada de Fábrega implicó un giro respecto de la línea marcada en su momento por Mercedes Marcó del Pont, que implicó una pérdida de reservas del Banco Central de alrededor de 1.400 millones de dólares por mes hasta noviembre pasado.

Sin embargo, una lectura contextual revela que el gobierno venía preparando estos cambios desde hace un tiempo: con un timing mejor que el aplicado al giro previo a las elecciones de octubre (recordar la disputa que detonó cuando Martín Insaurralde se decantó por una política de seguridad más dura y los volantazos en el plan de campaña electoral), una línea más pragmática venía insinuándose en el oficialismo desde antes del cambio de gabinete a fines de 2013. Por ejemplo, la posibilidad de tomar crédito en el mercado internacional ya había sido explorada por el ex ministro Lorenzino en sus gestiones ante el Banco Mundial y los movimientos que desembocaron en el acuerdo para saldar las deudas con las empresas que le habían ganado juicios a la Argentina en el tribunal del CIADI. En rigor, que luego de la asunción de Kicillof Lorenzino haya sido asignado específicamente para la materia de renegociaciones externas ratifica un rumbo que en su momento el ahora vicepresidente Amado Boudou había encarado para resolver, entre otras, la deuda con el Club de París. Otra acción que ratifica el “modelo” es el último aumento de las jubilaciones anunciado recientemente.

Por contrapartida, para otros analistas el “giro” oficial deviene evidente dado que la nueva política económica implica un enfriamiento de la economía, que en el primer mes de este año se traduce en una caída en el consumo de alimentos, motos y autos 0 km. Habrá que ver cómo evolucionan esos indicadores en los próximos meses, pero a corto plazo se advierte ese freno (por ahora, sin impacto en el empleo). Asimismo, la suba de la tasa de interés por parte del Banco Central complica el crédito y el financiamiento en diversas empresas, aunque por otra parte le ha servido al gobierno para conseguir, junto con otras medidas que marcan la impronta de Fábrega, que el dólar en febrero cerrara en baja tanto en el mercado oficial como en el “libre”.