viernes, 7 de marzo de 2014

Debate: giro o profundización del modelo. Capitanich-Fábrega-Kicillof=CFK (3)

Es muy común escuchar hoy análisis acerca de que la etapa “virtuosa” del modelo K quedó atrás hace tiempo; incluso algunos clausuran esa etapa en el último año del mandato de Néstor Kirchner (2007), cuando ya se había producido la salida de Roberto Lavagna del Ministerio de Economía y se iniciaba la intervención oficial en el Indec. Economistas críticos del kirchnerismo (es el caso de los referentes de Idesa) plantean que esa etapa “virtuosa” corresponde a los años en que la economía nacional logró tasas más altas de crecimiento (recordar la comparación con las “tasas chinas”). Ese proceso virtuoso, desde esta corriente de pensamiento, fue desdibujándose a medida que desaparecían los “pilares” iniciales del modelo, esto es, los “superávits gemelos” (fiscal y comercial) y se disparaba el gasto estatal, erosionando la competitividad de la economía. 

Los economistas cercanos al kirchnerismo, en cambio, interpretan que el “modelo” no se define sólo por sus condiciones iniciales de partida inicial (los mencionados superávits gemelos) sino por otros ejes, entre los que incluyen el fomento del consumo interno, el fortalecimiento del rol estatal y la reindustrialización. Desde este punto de vista, el enfoque de los críticos del kirchnerismo se apoya excesivamente en la variable externa y subestima el foco en el mercado interno, que consideran no sólo como elemento distintivo del kirchnerismo sino como un factor que permitió extender el período de crecimiento de la economía mucho más allá del 2007 (si bien a tasas menores que las del “rebote” inicial), mejorando a la vez la distribución del ingreso. 

Esquematizando el análisis, los economistas críticos consideran que el crecimiento de la economía del 2007 en adelante se sostuvo con “anabólicos”, que fueron erosionando el modelo hasta ponerlo en jaque. En cambio, los cercanos al kirchnerismo entienden que el impulso al mercado interno y al consumo fueron centrales para el modelo de “crecimiento con inclusión” (tal como lo denomina el oficialismo) y para generar cambios en las condiciones socioeconómicas más allá de las derivadas de la competitividad en términos cambiarios ganada a partir de la devaluación del 2002. 

A favor de esta tesis, el evolutivo del nivel socioeconómico en Argentina entre los años 2006 y 2013 muestra que en ese período se registró un crecimiento neto de la clase media y una reducción de la clase baja: mientras que la clase media típica (C3) pasó del 24% que registraba en 2006 al 30% el año pasado, la sumatoria de las clases baja y marginal (D2 + E) pasó del 24% en 2006 al 16% en 2013 (datos obtenidos a partir de 9.474 casos de una encuesta de alcance nacional realizada por la consultora Delfos, y que son consistentes con otras estimaciones especializadas; ver nota publicada en La Voz, linkeada el pasado lunes en este blog). Asimismo, si se observa la evolución en la clase alta top (ABC1), se aprecia que la misma apenas varió en los últimos 7 años (pasó del 6% en 2006 al 7% en 2013), al tiempo que la media alta (C2) creció (del 14% en 2006 al 16% en 2013) y la media baja (D1) apenas varió (del 32% por ciento en 2006 al 31% en 2013). Es decir, en los últimos siete años la pirámide del NSE a nivel nacional acusa un proceso de movilidad social ascendente, con crecimiento de la clase media y reducción de la pobreza, de lo que resulta una menor polarización social relativa. Es decir, entre 2006 y 2013, el “modelo” mejoró la situación socioeconómica de la población, aspecto en el que siguió siendo "virtuoso" mucho más allá del 2007. 

Ahora bien, aun aceptando provisoriamente (como corresponde a una actitud científica, no dogmática) ese resultado para el período 2006-2013, este año presenta un desafío bien diferente, ya que la reciente devaluación instrumentada por el gobierno introduce un elemento nuevo. De hecho, en este punto el planteo de Idesa respecto de las últimas acciones de política económica es que las mismas son un intento tardío de restablecer los superávits gemelos (condiciones iniciales del modelo). En la discusión sobre si la política económica instrumentada por el gobierno en los últimos meses implica un giro o una profundización del modelo, desde esta corriente de pensamiento crítica del kirchnerismo podría interpretarse que se trata de una “vuelta a las fuentes”, es decir un giro pero en sentido restaurador, tratando de recuperar la competitividad que se fue perdiendo conforme el poder adquisitivo del salario volvía a los niveles de precrisis (o lo superaba). 

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