jueves, 27 de marzo de 2014

Demandas nuevas, demandas resignificadas (3)

El sexto enfoque que teníamos pendiente de desarrollar es más sofisticado, todavía: reside en la resignificación o resemantización de las demandas. En este caso, la aparente paradoja de que las “simples” demandas del electorado no coincidan con las “prioridades” de los gobiernos (que Haime explica por la diferencia entre lo sencillo y lo complejo y que Mora y Araujo asocia a factores psicologistas) se explica en función del cambio en la manera en que las demandas se semantizan en cada época. 

Según este argumento, la demanda “empleo” (con tasas actuales de desempleo menores al 10%) hoy no significa lo mismo que en 2003 (cuando la tasa de desempleo más que duplicaba a la actual): si en 2003 la demanda era fuentes de trabajo, hoy en cambio la demanda pasa a ser empleo de calidad, registrado, por ejemplo (de hecho, en su momento Néstor Kirchner planteó abiertamente que uno de los objetivos de su gobierno era sumar empleo en términos de masa crítica). En la misma línea, “bienestar económico” no era lo mismo en 2003 (con los efectos de la caída de la convertibilidad y del PBI en la desigualdad económica) que en 2014 (luego de varios años de crecimiento económico con impacto en la movilidad social); tampoco es lo mismo la “inseguridad” en 2003, que en 2014.

De hecho, Hugo Haime completa su aproximación al tratamiento de las demandas haciendo ese mismo señalamiento: “Si el político sabe que las demandas son sobre trabajo, salud, seguridad y ética pública, debería entonces buscar satisfacerlas. Pero resulta que el problema no radica en cómo se titulan las demandas sino en comprender su significado. Para dar solución a una expectativa primero debemos saber cuál es su contenido. Analicemos un simple ejemplo de una encuesta en la cual la desocupación es percibida como el principal problema y, por ende, la principal demanda hacia el gobernador es la generación del empleo. Aunque el problema preocupe al 100% de la población, su significado no es igual para todos. No representa lo mismo para quien ha terminado la universidad que para quien sólo tiene estudios primarios completos. Tampoco es igual si la persona está acostumbrada al trabajo manual o al sector de servicios. Según en qué lugar se ubique el sujeto de la demanda, tanto en términos de su vínculo con el trabajo como de su situación objetiva, la generación de empleo tendrá más de un significado. Entonces, aunque se tenga la mejor de las intenciones y se realicen acciones que objetivamente parecen resolver el problema, quien demanda la solución puede quedar insatisfecho” (Hugo Haime, Qué tenemos en la cabeza cuando votamos)

En síntesis, de acuerdo a este enfoque se mantienen las etiquetas de las demandas en el tiempo, pero cambia su contenido sustantivo, y ese cambio es el que le cuesta hacer a los gobiernos, dado que cada oficialismo, a su turno, posee un “mindset” (hábito mental) asociado a las condiciones iniciales en las que llegó y construyó el poder (de ahí que se “ate” a los logros pasados y le cueste “aggiornarse” al cambio, o vea ese aggionarmiento incluso como traición a su “modelo”).  Una postura más productiva sería comprender los matices y escalamiento progresivo en la agenda de demandas que se derivan de los procesos de inclusión y ascenso social creciente. En rigor, en Argentina, si bien con matices diferenciales, los emergentes en demandas plantean desafíos que también aparecen en otros países de la región (como es el caso de Brasil, donde el ascenso económico de más de 30 millones de pobres ocurrido durante la última década ha traccionado demandas renovadas de mayor ciudadanía, junto con reclamos asociados a ganar posibilidades de mejor consumo: pensemos, por ejemplo, en las protestas urbanas por mejores servicios que tuvieron lugar recientemente en el vecino país, y también en fenómenos sociales como los “rolezinhos”).

Dicho esto, y teniendo claro entonces que detrás de la etiqueta de una "X" demanda se esconden múltiples significados, resulta oportuno actualizar el ranking de preocupaciones. Según una encuesta de Raúl Aragón & Asociados realizada en la zona metropolitana, la inseguridad volvió a encabezar el ranking de preocupaciones: el más reciente estudio de esa consultora reveló un salto exponencial en el nivel de intranquilidad que genera la seguridad. El tema, que concentraba el 51% de las respuestas en noviembre de 2013, durante el primer mes de 2014 cayó al 26,72%, pero en febrero volvió a trepar hasta los 43,20%. La relación se da en sentido inverso a lo que sucede con la economía y la inflación: la línea ascendente asociada a la percepción de esos problemas que se observaba a fines de 2013 llegó a 37,74% en enero (cuanto tuvo un pico), mientras que en febrero pasado bajó hasta el 22%.

4 comentarios:

  1. La resemantización de la demanda es lo que Laclau explica (más complicado de lo que lo hace Berra) en tres variables: relaciones equivalenciales representadas hegemónicamente a través de significantes vacíos, desplazamientos de las fronteras internas a través de la producción de significantes flotantes y una heterogeneidad constitutiva que hace imposible las recuperaciones dialécticas y otorga su verdadera centralidad a la articulación política. Es central este enfoque porque permite comprender que esta en juego en numerosas escenas del juego político, por ejemplo, cuando un opositor junta firmas contra una reforma del código penal ¿es verdaderamente la legislación penal lo que le preocupa? ¿o acaso utiliza un tema instalado para medir fuerzas y acceder de paso a los sentidos transferidos a la temática, en definitiva, capitalizar el sentido dominante para reexpresarlo luego en campaña y lograr así empatizar?

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  2. Gran aporte Marina, muchas gracias! Respecto a la pregunta final, en mi opinión, sin dudas lo segundo... saludos!

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  3. Si bien no hay que negar que sea alarmante la inseguridad en el país, que hoy por hoy lidere en el ranking de las preocupaciones solo afirma que hay un doble clima de opinión, primero de los ciudadanos que viven en carne propia o por un conocido los robos, afirmando el aumento progresivo de estos delitos; también hay que tener en cuenta un segundo protagonista en esta situación que es el clima de opinión que generan los medios de comunicación, que aportan los datos que transcurren en el país, llenando la agenda de la semana con más casos referidos a esta problemática comparado con meses anteriores, subiendo la sensación de delitos en la población. Si bien las encuestas longitudinales que realizaron hasta el momento vuelcan una suba considerativa de la temática inseguridad, no se puede afirmar de donde proviene cada opinión personal de los ciudadanos, porque no hay que perder de vista una espiral del silencio que desde los tiempos remotos manejan el “qué”, el “como” y el “porque” de lo que ocurre en la actualidad.
    Por otro lado y más allá de si lidera o no el ranking la inseguridad, el gobierno debe suplir estas necesidades básicas, como también el desempleo y la pobreza, entre otras, porque son partes de cada gobierno y cada campaña electoral el erradicar o disminuir estas problemáticas sociales.
    De ahí se desprende otra problemática, y es la falta de confianza que se “ganan” los gobernantes de turno por no cumplir con las expectativas elevadas de la población, y ¿por qué elevada? Porque tanto la inseguridad, como la pobreza y el desempleo no se erradican de la noche a la mañana ni en 4 años que dura en nuestro país un mandato político; si bien ayudaría que cada gobierno aporte en pro de estas temáticas tomando lo bueno y lo malo hecho por los anteriores procesos presidenciales para el progreso continuo de Argentina, cabe destacar que hay otros aspectos a tener en cuenta en el ranking de los gobernantes, como es terminar con las deudas que asechan al país. Como esto la mayoría de los ciudadanos no lo perciben directamente, fijan su mirada en otros problemas igual de primordiales, pero su mirada es subjetiva y “egoísta” porque no piensan en el futuro de la sociedad en general, priorizando sus preocupaciones, terminando en “todo tiempo pasado fue mejor” sin ver lo bueno y lo malo de cada mandato desde un punto objetivo para cuando sea la hora de votar vayan consientes de lo que hacen y lo que quieren no solo para ellos sino para Argentina, ya que un país mejor generaría ventajas para todos, terminando de añorar el pasado y visualizar un prospero futuro mejor para todos los argentinos.

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  4. Gracias Facundo por tu aporte, saludos!

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