Ciertamente con menos pretensiones intelectuales que
Laclau, el periodista Marcelo Longobardi
planteó en una reciente editorial su duda
respecto a “si estamos ante un giro o una
ratificación del Gobierno (..) La pregunta del millón es hacia donde el Gobierno está dirigiendo
al país". De esa manera, el periodista se preguntó si el país está
ante un giro o ante una ratificación de las políticas del gobierno de Cristina
Kirchner. A favor del concepto de “giro”, incluyó anuncios recientes como el freno en la emisión
monetaria, que el Gobierno prepare una quita de subsidios e intentar llegar a
un acuerdo con los fondos buitre (holdouts), entre otros. A favor del concepto
de ratificación, enumeró la advertencia de CFK de que llamarán "a todos
los que están equivocados", el control a los precios de productos de
supermercados, el nuevo aval al gobierno de Venezuela y el pronunciamiento del secretario
de Justicia Julián Alvarez en el sentido de que los jueces "deben hacer
política con sus fallos".
Una discusión similar rodeó en su momento la llegada al gabinete de Jorge Capitanich y Axel Kicillof (seguidas por el desembarco menos visible, pero que ahora se revela clave, de Juan Carlos Fábrega en el Central). Señales de cambio: tanto Capitanich como Kicillof implicaron designaciones de peso. El ex gobernador chaqueño acreditaba experiencia política y el economista un peso específico mayor a antecesores como Hernán Lorenzino y Miguel Peirano y además con más margen de maniobra. Asimismo, la entrada de Fábrega implicó un giro respecto de la línea marcada en su momento por Mercedes Marcó del Pont, que implicó una pérdida de reservas del Banco Central de alrededor de 1.400 millones de dólares por mes hasta noviembre pasado.
Sin embargo, una lectura contextual revela que el gobierno venía
preparando estos cambios desde hace un tiempo: con un timing mejor que el
aplicado al giro previo a las elecciones de octubre (recordar la disputa que
detonó cuando Martín Insaurralde se decantó por una política de seguridad más
dura y los volantazos en el plan de campaña electoral), una línea más
pragmática venía insinuándose en el oficialismo desde antes del cambio de
gabinete a fines de 2013. Por ejemplo, la posibilidad de tomar crédito en el mercado internacional ya
había sido explorada por el ex ministro
Lorenzino en sus gestiones ante
el Banco Mundial y los
movimientos que desembocaron en el acuerdo para saldar las deudas con las
empresas que le habían ganado juicios a la Argentina en el tribunal
del CIADI. En rigor, que luego de la asunción de Kicillof Lorenzino haya
sido asignado específicamente para la materia de renegociaciones externas ratifica
un rumbo que en su momento el ahora vicepresidente Amado Boudou había encarado
para resolver, entre otras, la deuda
con el Club de París. Otra acción
que ratifica el “modelo” es el último aumento de las jubilaciones anunciado
recientemente.
Por contrapartida, para otros analistas
el “giro” oficial deviene evidente dado que la nueva política económica implica
un enfriamiento de la economía, que en el primer mes de este año se traduce en
una caída en el consumo de alimentos, motos y autos 0 km. Habrá que ver cómo
evolucionan esos indicadores en los próximos meses, pero a corto plazo se
advierte ese freno (por ahora, sin impacto en el empleo). Asimismo, la suba de
la tasa de interés por parte del Banco Central complica el crédito y el
financiamiento en diversas empresas, aunque por otra parte le ha servido al
gobierno para conseguir, junto con otras medidas que marcan la impronta de
Fábrega, que el dólar en febrero cerrara en baja tanto en el mercado oficial
como en el “libre”.
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