martes, 29 de julio de 2014

Épica y pragmatismo (1)

“El enfoque que condujo a resultados satisfactorios en los casos del Club de París y de Repsol –dureza inicial y  retórica sin concesiones, seguidas de voluntad negociadora– debería funcionar ante la Justicia de Nueva York, aun cuando el jugador del otro lado sea un halcón difícil de domar como lo es el juez Griesa”, escribía recientemente el sociólogo Mora y Araujo en una columna para Perfil. Un rasgo característico del kirchnerismo, prácticamente desde sus inicios, ha sido la audacia de jugar al límite; sin embargo, el pragmatismo tampoco le ha sido ajeno (más allá que en el imaginario histórico es altamente probable que Cristina Fernández sea asociada a dosis mayores de intransigencia y Néstor Kirchner a dosis mayores de pragmatismo). En rigor, el gobierno viene recreando esa combinación de dosis de confrontación (revestida de épica) y pragmatismo  en el último año, y el ministro Axel Kicillof, por estas horas en febriles negociaciones con el mediador Daniel Pollack por el tema fondos buitre, ha sido tanto un eficaz instrumento de esa dialéctica como un cabal intérprete de la funcionalidad política que revisten tanto la épica como el pragmatismo.

Esa misma dialéctica atraviesa la sucesión del kirchnerismo, impedido de autoheredarse en una variante pura a partir de la muerte de Néstor Kirchner, que decantó en la candidatura inevitable de CFK (no inevitable por fatalidad histórica, sino por necesidad del proyecto de consagrar una continuidad sin fisuras). Después de las elecciones legislativas del 2013, la continuidad pura enfrentó una doble adversidad: el desgaste electoral (con un resultado similar al del 2009) y, asociado al mismo, la evidencia de imposibilidad de una reforma constitucional que habilitara, vía re-reelección, esa continuidad pura. Si la imposibilidad constitucional transformó en formalmente inviable la continuidad pura, el desgaste electoral puso en evidencia la inviabilidad sustantiva (material) de esa misma continuidad, y abrió el proceso de sucesión con sus previsibles fisuras (despojando este concepto de todo dramatismo). 

Sin la continuidad pura que implicaría el apellido Kirchner nuevamente encabezando la boleta presidencial, ineludiblemente se abren los matices, dado que nada garantiza (desde lo simbólico al "encolumnamiento") el “purismo K” tanto como el apellido Kirchner. Mientras candidatos como Sergio Urribarri se esfuerzan por expresar la continuidad pura (apostando al voto “duro” K), otros (Daniel Scioli) expresan la "continuidad con cambio", tomando nota del desgaste electoral que llevó al oficialismo de la mayoría neta del 54% del 2011 a la primera minoría del 33% en 2013. Al mismo tiempo, figuras como Florencio Randazzo construyen desde el alineamiento político con el proyecto que implica la condición de ministro-funcionario, la impronta de gestión y algunos matices desde lo discursivo. Los potenciales “presidenciales” del espacio pan-oficialista no se agotan en esos tres referentes, pero la mayor o menor extensión del listado no invalida el análisis de base, en el sentido de que la imposibilidad de continuidad pura inevitablemente se traduce en matices (mayores o menores) a la hora de definir la sucesión. Al tiempo que el kirchnerismo duro se inclina por figuras más cercanas a la continuidad pura y el tono épico (Urribarri, Agustín Rossi, por ejemplo), recelando de las figuras más pragmáticas (el gobernador bonaerense Daniel Scioli, ciertamente, es el más representativo de esta impronta "consensual"), otros sectores del oficialismo (peronistas no antikirchneristas, pero tampoco netamente "K") sienten, piensan y operan de la manera exactamente inversa.  

En ese marco, la pregunta de si la gran electora de la sucesión (CFK) tomará en el 2015 partido por opciones más cercanas a la épica (es decir, por candidatos que expresen la continuidad del proyecto, con Urribarri como referente) o por el pragmatismo (la “continuidad con cambio” de Scioli sería la traducción de esa impronta en el plano del eje de campaña) presupone una lógica binaria, que no necesariamente se manifiesta de manera tan lineal en los procesos políticos concretos y reales: en las legislativas del 2013, el “defensor” y cabeza de campaña del oficialismo en la estratégica y decisiva provincia de Buenos Aires fue Daniel Scioli (oficialista pragmático), no Gabriel Mariotto (K alineado); la cabeza de lista del FPV en ese distrito fue Martín Insaurralde (hoy, envuelto en especulaciones de estar preparando un pase al massismo), no un “K” puro. Otro tanto puede decirse en el plano de la gestión: Kicillof es tanto capaz de una retórica encendida como capaz de ejercitar el pragmatismo a la hora de negociar (como lo era Néstor y como es CFK, contra lo que puede parecer desde el reino de las apariencias) . A ese sello, Mora y Araujo denominó, en la misma columna citada antes, “sabiduría convencional”: “La sabiduría convencional que el Gobierno viene aplicando desde hace casi un año rinde sus frutos: sostiene los mercados financieros, abre expectativas de inversiones, redefine las oportunidades del país en el área de los hidrocarburos y, en el plano electoral, proporciona al Gobierno una candidatura competitiva”

domingo, 27 de julio de 2014

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz

TENDENCIAS 

Sé lo que hicieron el verano pasado

Tecnología aplicada al espionaje. Como una suerte de Gran Hermano, el actual entorno tecno cada vez sabe más de nosotros. Casos emblemáticos, y lo que se viene en esta materia.
Por Norman Berra (Especial)

A través de la Web y las redes sociales se pueden recolectar datos de nuestros gustos e inclinaciones. Si además usamos ciertas apps o dispositivos, con seguridad se sabe más de nosotros de lo que quisierámos. Ejemplos de esta tendencia:
http://www.lavoz.com.ar/tendencias/se-lo-que-hicieron-el-verano-pasado



martes, 22 de julio de 2014

Agenda y posicionamiento electoral (2)

Diversos estudios destacan el crecimiento de Macri y analizan que el Jefe del PRO crece sacándole votos a Sergio Massa y al FAU-Unen. En ese sentido, la debilidad común que comparten Massa y los precandidatos del Frente (Julio Cobos, Hermes Binner, Ernesto Sanz, Elisa Carrió y “Pino” Solanas) es que ninguno de ellos tiene actualmente responsabilidades de gestión. Esa debilidad actual tiene grandes chances de potenciarse de aquí al 2015, cuando no se votará un control o límite al oficialismo (como fue en las legislativas del 2009 y 2013, adversas al kirchnerismo) sino el máximo cargo ejecutivo, lo que potencia la gobernabilidad como eje de discusión en la campaña. 

Consciente de eso, el oficialismo (con Scioli incluido en el espacio panoficialista, más allá de ser resistido desde el kirchnerismo duro) le hace “guiños” a Macri, apuntando así a potenciar un rival que crece a costa de la intención de voto de las otras dos expresiones opositoras. Para el kirchnerismo, ¿cuál es el negocio de que crezca Macri en desmedro de Massa y del FAU-Unen? Hay tres elementos centrales: 1) estanca o deprime a Massa, el vencedor del kirchnerismo en la estratégica provincia de Buenos Aires en 2009 2) al amesetar a Massa, limita la chance de “pases” desde el peronismo al Frente Renovador; el kirchnerismo considera que hay más impermeabilidad entre el peronismo no K y el PRO que entre el peronismo no K y el Frente Renovador 3) aunque Macri crezca, tiene déficits de armado político no sólo en el interior del país, sino en el distrito decisivo, provincia de Buenos Aires, lo cual lo transforma en una amenaza acotada. 

Un cuarto elemento de análisis deviene más problemático: el liderazgo indiscutido de Macri dentro del PRO es una potencial debilidad de cara a las primarias del 2015 (Paso), puesto que no tiene contendientes que hagan “atractivo” votar en la interna de ese espacio (idéntico problema tiene Sergio Massa en el Frente Renovador). Por supuesto, esta debilidad no es tan gravitante si las Paso funcionan a modo de “anticipo” de la elección general (en vez de ser "internas"; es lo que pasó en 2011 y 2013). ¿Por qué podría suceder algo diferente en el 2015? Aquí está la apuesta del oficialismo, en primer término, y del FAU-Unen, en segundo: estos dos frentes, el pan-oficialista y el pan-opositor, son los de mayor despliegue electoral en términos de territorio (con amplia ventaja para el oficialismo, si se considera la cantidad de distritos gobernados). Si ese elemento pesa en la decisión de muchos electores, una actitud de “voto útil” (votar a quiénes tienen más chances de ganar) podría favorecer a uno de estos dos frentes en desmedro de fuerzas “unipersonales”, como el Frente Renovador de Massa y el PRO de Macri. Hasta el momento, los análisis de encuestas sugieren que la gente se inclinaría a votar en la interna del Frente para la Victoria (con varios precandidatos), seguido del FAU-Unen (también con varias figuras), postergando al Frente Renovador (que hoy sólo tiene de candidato a Massa) y al PRO (con el jefe de gobierno porteño como único candidato).

Entonces, llevando el análisis al interior de los dos grandes frentes electorales (FPV y FAU-Unen), si la clave de lectura de que los candidatos que se posicionan con una agenda y con impronta de gestión se benefician es correcta, entonces los estudios que muestran a Scioli con ventaja dentro del oficialismo y el ascenso del ministro Florencio Randazzo en la interna del Frente para la Victoria cobran sentido. Según los analistas, Randazzo no hace peligrar el primer lugar de Daniel Scioli (quien conserva, por así decirlo, su condición de “primus interpares”, lejos del liderazgo excluyente que han ejercido, sucesivamente, Néstor y Cristina Kirchner) pero es destacable que en ciertos estudios cualitativos el ministro aparezca como una figura nueva, con perfil de gestión. Su debilidad también es clara: por ahora, no deja de ser una referencia metropolitana. Por contrapartida, que aquella clave de lectura con eje en la agenda de gestión sea correcta también puede explicar por qué el FAU-Unen no despega en su proyección electoral. 

lunes, 21 de julio de 2014

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz


TENDENCIAS 


Aportes del big data

Tecnología aplicada. La gestión de grandes masas de datos multiplica sus impactos en diversos campos: Mundial, deportes, calidad de vida y negocios como casos destacados.

Por Norman Berra (Especial)

Datos provenientes de la web, de mensajes en redes sociales, de señales de telefonía móvil, de transacciones, de sensores ubicados en objetos smart (dispositivos personales, faroles, cestos del mobiliario urbano y hasta edificios inteligentes): este cúmulo de información llevó a acuñar la expresión big data, que alude a grandes volúmenes de datos y a cómo gestionarlos y aprovecharlos. Veamos aplicaciones de big data:
http://www.lavoz.com.ar/tendencias/aportes-del-big-data



viernes, 18 de julio de 2014

Agenda y posicionamiento electoral (1)

Frente a los fondos buitre, el gobierno enfrenta serias complicaciones financieras y riesgos de impacto en la economía real pero, por otro lado, se beneficia en términos de manejo de agenda, porque es un tema que la oposición no puede capitalizar: existe una mayoría neta que considera injusto el reclamo de los holdouts, aunque pueda haber matices sobre cómo el gobierno manejó y maneja la cuestión. En esto coinciden los tres consultores que citamos en el post anterior (Artemio López, Rosendo Fraga y Analía del Franco). Asimismo, el gobierno tuvo éxito en lograr apoyos internacionales e instalar el tema de los fondos buitre “como un ataque especulativo contra una restructuración de deuda soberana, en un contexto en que el mundo se replantea la relación con el que capital financiero", evaluó el economista y diputado nacional del Frente Para la Victoria (FPV) Roberto Feletti. 

Así, en la disputa con los fondos buitre el gobierno reconfirma a su núcleo duro de adherentes y además logra un cierto efecto de empatía en otros sectores, como lo señalan estudios que registran una leve recuperación de imagen positiva del oficialismo. Por otro lado, otros persistentes temas de coyuntura generan agenda negativa para el gobierno, que si bien no necesariamente afectan a su núcleo duro, sí limitan el despliegue electoral que necesita para construir una coalición ganadora mínima de cara al 2015. Entre ellos se destaca la causa Ciccone, respecto a la cual el consultor Carlos Fara planteó: “Me parece que la opinión pública ya juzgó a Boudou, y no creo que el gobierno vaya a perder votos, lo que tiene lo tiene”. Esta lectura coincide con la encuesta publicada recientemente en Perfil, según la cual el “efecto Boudou” parece no afectar a los principales candidatos oficialistas: según ese estudio, el vicepresidente tiene 66% de imagen negativa y cerca del 50% cree que la imagen de la presidenta Cristina Kirchner empeoró a partir del escándalo. Sin embargo, en la misma encuesta, la suma de la intención de voto para Daniel Scioli y Florencio Randazzo está en un empate técnico con Sergio Massa, con el 28%.

En la nota de Perfil, la hipótesis explicativa de ese relativa “impermeabilidad” de Scioli y Randazzo es que ambos se han presentado como candidatos con una impronta propia. Esa podría ser la razón por la cual no parecen ser afectados por el “efecto Boudou”, al menos según la encuesta en cuestión. Otra lectura es que el caso trasciende en cierta medida la “grieta”: esa encuesta arroja que la percepción sobre la culpabilidad del vicepresidente está influenciada por la posición de los encuestados sobre el kirchnerismo. Por nuestra parte, opinamos que la impronta propia es un atributo más fuerte del gobernador bonaerense, no sólo sobre la base de su concepto-slogan “la continuidad con cambio”, sino por su dialéctica de pertenencia-distanciamiento respecto al kirchnerismo (los continuos ataques y críticas de los “K puros” a la figura del bonaerense le “ahorran” a Scioli esfuerzos de diferenciación). Lo que sí comparten plenamente Scioli y Randazzo es que ambos se posicionan electoralmente a partir de su rol ejecutivo. Ostentan responsabilidades de gestión, algo que los expone a los riesgos de la coyuntura, pero también los beneficia porque les permite instalar temas en la agenda, lo que hoy los distingue netamente de otras figuras presidenciables de cara al 2015. 

En este punto, es pertinente comparar las cifras de intención de voto reportadas por Perfil con las publicadas por otras consultoras: según una encuesta realizada por la consultora Raúl Aragón y Asociados (durante mayo, en base a 1.230 casos efectivos en ciudadanos en edad de votar) Sergio Massa tiene una intención de voto del 34,71%, seguido de Daniel Scioli con 17,8 y Mauricio Macri con 15,35%. En cambio, de acuerdo a la titular de la Consultora Analogías, Analía Del Franco, Daniel Scioli supera a Sergio Massa en las últimas encuestas. “Gana Daniel Scioli, cuatro puntos más abajo Sergio Massa, y en tercer lugar Mauricio Macri. Ellos tres están en una situación bastante pareja, no así UNEN que se ubica en el cuarto lugar”. Otros estudios marcan una curva decreciente para Sergio Massa, un repunte del gobernador Scioli y un crecimiento importante de Macri, con paridad entre Scioli y Massa (en torno al 21%) y el líder del PRO con alrededor del 18%, mientras que otras le dan a Scioli una ventaja 29% sobre 25% de Massa, alrededor del 22% para Macri y un 16% a Binner. 

En síntesis, una línea de fuerza que surge de estos estudios es que aparece un juego de “suma cero” entre Macri  y Massa, es decir, que el crecimiento en intención de voto del jefe de gobierno porteño se da a costa del tigrense. Esto refuerza la tesis de que el posicionamiento a través de la gestión puede estar favoreciendo las chances de Scioli, Macri y Randazzo, a la vez que limitando el despliegue electoral de Massa y los precandidatos del FAU-Unen (Julio Cobos, Hermes Binner, Ernesto Sanz, Elisa Carrió y “Pino” Solanas), ninguno de los cuales tiene actualmente responsabilidades de gestión.

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz


TENDENCIAS 

Día del amigo: obsequios para regalar y compartir

Un repaso por las opciones de obsequios para regalar o compartir con ellos. Datos clave y precios.

Por Norman Berra (Especial)

Ya se acerca el Día del Amigo, ocasión siempre oportuna para repasar opciones de regalos tecnológicos, que tanto pueden servir para obsequiar a nuestras amistades como para “autorregalarnos”, pensando en compartirlos en reuniones y celebraciones con ellas. Veamos opciones de la mano de marcas que promocionan productos para esta fecha como Sony (con tiendas propias y también presente en cadenas de retail) y Carla Danelli (www.carladanelli.com.ar):


jueves, 17 de julio de 2014

De “la Grieta” a “La Griesa” (3)

Cerrábamos el post anterior planteando que en la actual coyuntura hay dos elementos de gravitación diversa y operando en distintos plazos en el tiempo, cuyo procesamiento en términos de opinión pública es clave para profundizar la grieta o para morigerarla: la puja con los fondos buitre, y el clima “nacionalista” alimentado por la performance de la selección en el Mundial de Brasil. Sin dudas, el Mundial tuvo un efecto favorable para el gobierno en términos de agenda, dado que le quitó espacio a temas francamente desfavorables para el oficialismo (como la causa Ciccone y la situación procesal del vicepresidente Amado Boudou). Además, traccionó una mejora del estado de ánimo (descomprimiendo tensiones, oxigenando malestares y contagiando sentimientos positivos). 

A la espera de un “stay” en Estados Unidos (una “suspensión” de la orden de pago inmediato a los holdouts que podría derivar en un potencial embargo de los fondos para los bonistas que entraron en el canje), el gobierno tuvo un “break”, es decir una pausa o "tiempo fuera" de descanso en la sucesión de noticias desfavorables de las semanas previas al Mundial. Esa mejora del humor social se puso de manifiesto en los crecientes festejos  (en progresión ascendente desde los cuartos de final, luego semifinal y finalmente subcampeonato), más allá de incidentes aislados (promovidos por grupos francamente minoritarios) y las expresiones de aliento y agradecimiento a la selección. El sociólogo y consultor Artemio López (Equis) lo resumió así: "En el particular clima existente hoy en el país de tanta confrontación mediática, el refuerzo de la autoestima colectiva, el clima festivo y los valores nacionales por sobre los particulares, constituyen un activo para el Gobierno".

Por otro lado, hubo un efecto mundialista en el consumo de algunos rubros, que podría aportar a la desaceleración de la caída en esa variable que ya había señalado para el pasado mes de mayo el relevamiento Consumer Insights de la consultora Kantar Wordlpanel (KWP). Según ese estudio, mayo morigeró el efecto contractivo del consumo en los primeros cinco meses del 2013, ya que si bien ese período arroja una retracción de 2,7%, mayo registró una variación positiva de 1,4%. Así, Juan Manuel Primbas, country manager de KWP, evaluó que “la caída en el consumo se desacelera”. Seguramente, el “efecto mundialista” en el consumo sumará algún punto (aún no hay mediciones consolidadas, pero eso indican datos preliminares) a ese leve “rebote”. Decimos leve, porque si bien algunos estudios pronostican un crecimiento de hasta un 0,5% del PIB por el efecto positivo que genera ganar un Mundial en la sociedad, promoviendo un mayor consumo (la consultora ING estimó, en ocasión del Mundial de Sudáfrica 2010, que el país ganador del Mundial puede crecer entre 0,25% y 0,5%) el subcampeonato no es lo mismo que ganar la Copa, y los especialistas en economía no convencional evalúan que en esta ocasión el impacto será breve y no podrá cambiar la inercia recesiva, aunque sí suavizarla. 

Asimismo, es un hecho que el Mundial quedó atrás y que los efectos residuales que puede tener en materia de humor social son limitados en el tiempo. "Queda claro que los efectos de un evento de este tipo suelen no ser tan relevantes en términos políticos y que los estados de ánimo favorables duran poco. Días más, días menos, la realidad siempre retorna", afirmó el politólogo Rosendo Fraga. Este analista también abordó el segundo tema cuyo impacto en términos de opinión pública nos interesa: el de los fondos buitre. Respecto al mismo, Fraga (conocido por su posición crítica del oficialismo) reconoció que la Presidenta “está logrando con ‘patria o buitres’ que la oposición este quedando detrás de su estrategia. Cuando hubo que viajar, viajaron todos, cuando hubo que votar, votaron todos. Haría falta una postura de la oposición más clara”, enfatizó. Este dato es clave, porque aquí Fraga coincide con la evaluación que hizo del tema Artemio López, pese a que ambos discrepan en su postura respecto al gobierno nacional: el director de la consultora Equis interpreta que el conflicto con los fondos buitre opera como mecanismo identitario sobre un muy amplio colectivo popular democrático: “un relevamiento realizado entre el 25 de junio y el 7 de julio revela que el 66,2% de la opinión pública nacional apoya las posiciones del gobierno (…) Como se observa, una causa nacional que desborda las preferencias electorales y al tiempo que permite capitalizar opiniones favorables a CFK, vuelve a dejar desairada a la mayoría de la oposición...”.

En síntesis, la cuestión de los fondos buitre aparece como un tema que en términos de opinión pública el gobierno puede capitalizar en mejores condiciones que las expresiones opositoras, más allá de algunos matices, como también señaló la consultora Analogías: “en cuanto a los relevamientos sobre los fondos buitre, realizamos un sondeo flash que dio un 60 % a favor de la negociación, y hay una sensación de que el pedido es injusto (...) En general, hay una postura patriótica y nacionalista, aunque la oposición pide suavizar la confrontación y ser más conciliador”, señaló Analía del Franco, titular de Analogías.

viernes, 11 de julio de 2014

De “la Grieta” a “La Griesa” (2)

A lo largo del kirchnerismo, pueden identificarse distintos elementos que funcionaron como claras divisorias de aguas en términos de opinión pública: la discusión por Ganancias es una de ellas, toda vez que se asume (con una cierta base empírica) que el hecho de que ese tributo alcanza progresivamente a cada vez más asalariados dentro de la clase media (en parte) y (sobre todo) media alta le ha hecho perder apoyo al gobierno en esos segmentos sociales, que a la postre se traducen en desgaste electoral. Aquí, “la grieta” funciona en realidad como una metáfora para expresar la “enajenación” de ciertos sectores respecto del oficialismo. Otra divisoria de aguas reciente fue la ley de medios, que a la vez que le granjeó al gobierno el apoyo de algunos segmentos sociales, lo alejó de otros (fundamentalmente aquellos permeables al discurso crítico respecto del estilo de gobierno K, más que de la sustancia del mismo). Fue otro hito de “la grieta”, además convenientemente fogoneado desde los grupos mediáticos contrarios a la ley.

Más lejos en el tiempo, otra clara divisoria de aguas fue la resolución 125, caída tras el voto “no positivo” del por entonces vicepresidente Julio Cobos, tema al que hemos dedicado múltiples entradas en este blog. Esa divisoria, coincidente con un fenómeno de espiral del silencio adverso al gobierno (la corriente ascendente era la contraria, y la descendente correspondía a los adherentes al oficialismo) también operó como una “enajenación” o distanciamiento de segmentos electorales que en las elecciones del 2009 terminaron votando listas opositoras al kirchnerismo. Como se sabe, esa espiral se desarrolló hasta junio de 2009, coincidiendo con las elecciones, cuando alcanzó su cenit, y luego remitió, al tiempo que ascendía la espiral favorable al gobierno, detectada a fines de 2009, claramente visible a mediados de 2010 (coincidente con el Bicentenario) y francamente dominante en las elecciones presidenciales del 2011. Por entonces, “la grieta” estaba en su mínima expresión, toda vez que el oficialismo pasa de ser primera minoría electoral en 2009 (con alrededor del 33% de los votos en todo el país) a mayoría neta, con más del 54%.

Podría argumentarse, no obstante, que “la grieta” persistía, dado que un 46%, más o menos, no votó al oficialismo en esa elección. Discrepamos con esa lectura, amparados en la estadística y en Laclau: no es posible el consenso total, pero si hay una mayoría neta (una del 54% lo es) “la grieta”, en el peor de los casos, está en situación de latencia, no manifiesta, puesto que ese 46% no oficialista no convergía de ninguna manera en una expresión política sólida, sino dispersa en varias fuerzas y candidatos (recordemos que el segundo candidato más votado en esa elección fue Hermes Binner, con apenas 17%, esto es, a 37 puntos porcentuales de CFK). En 2011, el oficialismo “sutura” la grieta recuperando apoyo perdido en el 2009, y a caballo de eso, gana las elecciones presidenciales de manera indiscutida. Desde esta línea interpretativa, entonces, “la grieta” sí fue visible en las legislativas del 2009 (con la 125 como gran divisoria de aguas, aunque no como único tema de campaña, ciertamente) y en las legislativas de 2013 (con Ganancias como divisoria de aguas principal, pero tampoco la única).

Ahora bien, esas divisorias, a la vez que “enajenan” apoyo de la opinión pública al gobierno (que se traduce en pérdida de consenso a lo largo de la gestión y desgaste electoral cuando llega la elección) también tienen otro efecto: reconfirman el apoyo del núcleo “duro” del oficialismo (pensemos que en 2009 y 2013 el kirchnerismo obtiene prácticamente el mismo porcentaje de votos nacionales, alrededor de un tercio). Es decir, cuando “la grieta” es manifiesta y palpable, el oficialismo se “repliega” hacia su núcleo “duro” (la composición de este núcleo “duro”, por supuesto, es más compleja de lo que parece en esta exposición; esto amerita ser tema de otra entrada). En cambio, cuando “la grieta” se sutura, el oficialismo crece por encima de su núcleo duro y construye una coalición ganadora mínima que históricamente osciló entre el 45% de CFK en las presidenciales del 2007 o la mayoría neta del 54% en 2011. Este planteo es pertinente, toda vez que en la actual coyuntura hay dos elementos (de sustancia y gravitación diversa, ya que no operan al mismo nivel ni tampoco con los mismos plazos en el tiempo) cuyo procesamiento por parte de la opinión pública es clave para profundizar la grieta o para morigerarla: la puja con los fondos buitre, y el clima “nacionalista” alimentado por la performance de la selección en el Mundial de Brasil. 

lunes, 7 de julio de 2014

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz

TENDENCIAS 

Tecnología aplicada al urbanismo

Urbótica. Las ciudades del futuro contarán con sistemas de gestión de servicios e infraestructura capaces de aportar sustentabilidad y mejoras en la calidad de vida de las comunidades.
Por Norman Berra (Especial)

Mientras que la aplicación de tecnologías de automatización en viviendas se identifica con el término “Domótica”, los sistemas afines que actúan sobre ciudades se agrupan bajo el concepto “Urbótica”. Esta disciplina abarca campos como la movilidad urbana, la eficiencia energética, la gestión de infraestructuras públicas, el equipamiento y la seguridad pública.
http://www.lavoz.com.ar/tendencias/tecnologia-aplicada-al-urbanismo



viernes, 4 de julio de 2014

De “la Grieta” a “La Griesa” (1)

Ajeno al kirchnerismo (aunque fue ministro de Hacienda de CFK y promotor de la célebre 125) la cita de Martín Lousteau en el post anterior (“la insostenibilidad de dicha estructura económica –la convertibilidad-hizo eclosión hacia fines de 2001, dejando nada menos que a casi seis de cada diez argentinos en situación de pobreza”) se enlaza con la de otros "no oficialistas" memoriosos respecto a la situación social que recibió el kirchnerismo: "La explosión del 2002 llevó a la Argentina al inédito nivel del 55% de la población bajo la línea de la pobreza y al 25% de desempleo", recuerda Guillermo Oliveto, especialista en consumo.

Si hoy “la grieta” es una metáfora para graficar la división social (de lo que se atribuye responsabilidad al actual gobierno, aunque en rigor también es fogoneada por cierto antikirchnerismo capaz de festejar los fallos del juez Thomas Griesa favorables a los “fondos buitre”), entre el 2002 y el 2003 la grieta era algo mucho más tangible: se trataba de una fractura social, y se expresaba tanto en el altísimo nivel de pobreza como en el coeficiente de Gini. Para los no iniciados, consignemos que ese indicador mide la desigualdad del ingreso y se traduce en un número entre 0 y 1, en donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y donde el valor 1 se corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos, y los demás ninguno). Una década atrás, el coeficiente de Gini rondaba el 0,51; actualmente, ronda el 0,42. Con esa base de comparación, la mejora en la igualdad del ingreso es ostensible (“la década ganada”, se diría desde el lado “K” de la grieta): “El Indec calculó el Coeficiente de Gini en el primer trimestre en 0,42, un nivel similar al de hace un año y mucho mejor que el 0,51 de hace una década”, remarca la consultora Idesa (que, por cierto, está lejos de tener una mirada condescendiente con el actual gobierno). 

Si este dato resulta clave, todavía más interesante es la explicación que ofrece Idesa a esa mejora en la distribución de la riqueza: “El principal factor que explica este fenómeno es la creciente incidencia del Impuesto a las Ganancias sobre las remuneraciones más altas (…) Los que menos incremento de remuneraciones tuvieron son el 10 por ciento de los trabajadores con ingresos más altos. Esto se explica fundamentalmente por el creciente impacto del Impuesto a las Ganancias. El 90 por ciento restante de los ocupados, al no estar afectados por este impuesto, tuvieron aumentos de remuneraciones superiores y, por lo tanto, sufrieron menos el deterioro real de sus ingresos". Nótese que Idesa no pone en duda el dato, y hace un análisis consistente con los últimos datos reportados por el Indec, que señalan que los deciles más pobres de la población ocupada fueron los que más mejoraron sus ingresos durante los últimos 12 meses: en el primer trimestre del 2014, los deciles 1, 2 y 3 (los más pobres) mejoraron sus ingresos 31,3%, 28,6% y 27,6% respectivamente, frente al mismo lapso del 2013. En cambio, los deciles 8, 9 y 10 (los más ricos) crecieron 26,1%, 27% y 21,9% respectivamente. 

Esto se produce pese al marco de desaceleración de la actividad económica, el alza de la inflación y el estancamiento en la creación de empleo: Idesa reporta para el primer trimestre del 2014 un PBI que varía -0,2%, actividad industrial en -3,1%, empleo asalariado registrado en el sector privado en -0,3% (si bien contrarrestado por el crecimiento del empleo público en +2,7%), inflación elevada del 2,5% promedio mensual (3,5% según los privados) e informalidad asalariada afectando al 33% del empleo. Aun así, “el Impuesto a las Ganancias, más allá de la rudimentaria forma en que se está aplicando, ha contribuido a mejorar la distribución del ingreso. Hace 10 años, cuando su incidencia era muy acotada, el 10 por ciento de las personas con más altas remuneraciones se apropiaban del 35 por ciento del total de la masa remuneratoria. En la actualidad, esa proporción se redujo al 26 por ciento”, resaltó la consultora. Resulta significativa la lectura de Idesa, toda vez que el reclamo por Ganancias es, sin duda, uno de los que en los últimos años más ha alimentado “la grieta” por parte de los críticos y opositores al kirchnerismo y también por parte de este, que en los años contractivos como 2009 y 2014 se muestra renuente a subir el mínimo imponible de ese tributo (sí lo hizo en otros años; la última vez fue en 2013, cuando elevó el piso a partir de sueldos mayores a $ 15.000 brutos) y que desde que está en el poder no modificó las escalas de las retenciones (en rigor, la falta de actualización de los tramos de escala del impuesto data del año 2000).

La conclusión de Idesa es todavía más categórica (y va más allá del dato, para tomar posición): la consultora califica como “reaccionario” el discurso y la protesta contra Ganancias (¡y es un organismo crítico del actual gobierno!... desde el lado “K” de la grieta, sin duda compartirían esta aseveración). En lugar de ello, Idesa considera que sería más conveniente dejar de avalar “el despilfarro de fondos públicos” en, por ejemplo, subsidios a Aerolíneas Argentinas y Aysa, “que en definitiva son los que determinan la necesidad de una mayor presión impositiva, como la de Ganancias sobre salarios”

martes, 1 de julio de 2014

Discusión: las estadísticas sobre pobreza (2)

Contra las estadísticas del gobierno, pero también contra las privadas que vimos antes, Claudio Lozano, actual diputado nacional por Unidad Popular, sostiene que sus cálculos le dan 36,5% de la población en situación de pobreza (y 12% en situación de indigencia). Ese porcentaje, altísimo, resulta de que, según Lozano, la canasta familiar no baja de 10 mil pesos, dato insostenible como promedio nacional, si tenemos en cuenta que el gobierno de la ciudad de Buenos Aires (claramente un distrito que tiene una estructura de ingresos y un costo de vida bien por encima del resto del país) estimó en abril pasado una canasta de consumos mensuales de $ 8.484 para una familia propietaria de su vivienda y en $ 10.454 para el caso de quienes deben afrontar el gasto de alquiler. José María Donati, director de Estadística y Censos de la ciudad, explicó que esa canasta no se asimila a la tradicionalmente utilizada para medir la pobreza, sino que toma en cuenta un consumo promedio de la población total, entre la que tiene preponderancia la clase media. 

O sea que Lozano toma para su cálculo de la pobreza (36,5%) un costo de canasta familiar promedio del país idéntico al de una canasta de consumo con sesgo hacia la clase media del distrito porteño: repetimos y remarcamos, algo insostenible. Esto es pertinente porque, en la Argentina, para que una persona sea considerada pobre tiene que tener un ingreso por debajo del costo de la Canasta Básica Total, que incluye los alimentos y servicios considerados necesarios para vivir. La actualización del indicador se realiza a través de la evolución de los precios que componen esa canasta, y gran parte de la discusión pasa por cómo componer esa canasta para que sea representativa del consumo promedio del país, nada menos, dato que además implica actualizaciones periódicas de acuerdo a las pautas de consumo de cada época.  

Volvamos a las mediciones alternativas (o sea, no oficiales) de pobreza: la más baja la calcula el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (cercano al oficialismo), que sitúa a la pobreza en el 13,2% de la población, y ajusta la canasta del INDEC con la información de precios que brindan algunos institutos de estadísticas provinciales. El sociólogo Artemio López, director de la consultora Equis y también ligado al kirchnerismo, estima que la pobreza ronda el 14%, en tanto que la Central de Trabajadores Argentinos dirigida por Hugo Yasky (la CTA más cercana al gobierno, a diferencia de la CTA conducida por Pablo Micheli) informó que la pobreza alcanzó en el último trimestre de 2013 a 7,7 millones de personas, es decir 18,2% de la población (y la indigencia, a 1,8 millones de personas, 4,4%). 

En cambio, para la central sindical opositora conducida por Hugo Moyano, la pobreza alcanza al 30,1%, más cercana al cálculo de consultoras y de fundaciones que a la inconsistente estimación de Lozano. En esta línea, para la Fundación Mediterránea, en el último semestre de 2013 fueron 10,8 millones (26,2%) los que quedaron por debajo de la línea de pobreza, mientras que el Centro de Investigaciones Participativas en Políticas Económicas y Sociales (Cippes) informó 12,2 millones de personas por debajo de la línea de pobreza (26,4%) y 2,8 millones en la indigencia (6,8%). En conjunto, las mediciones cercanas al gobierno oscilan alrededor de los 14 y los 18 puntos, en tanto que las lejanas (dejamos afuera la de Lozano, del mismo modo que no contemplamos la última medición del Indec, que fue de 5%) rondan entre el 25% y el 30%. 

Aun tomando por ciertas estas últimas, el resultado estaría unos 10 puntos por debajo de la estimación del Banco Mundial para fines de la década de 1990 citada en el post anterior, que superaba el 36%. Aquí es pertinente introducir un matiz: el economista actualmente ligado al FAU, Martín Lousteau, en un primer momento planteó que hoy la pobreza es cercana al 28%, superior al promedio (no al término) de la convertibilidad, que estimó en el 26%, pero luego el mismo ajustó esa comparación en una columna:  “En esos tiempos [fin del mandato de Néstor Kirchner, con el 29% de pobreza], muchos comparaban dichas estadísticas con las imperantes durante los ‘90, cuya media fue del 26%. La acusación implícita en dicho ejercicio era a todas luces injusta. Es cierto que el promedio de pobres durante la convertibilidad era menor, pero la insostenibilidad de dicha estructura económica hizo eclosión hacia fines de 2001, dejando nada menos que a casi seis de cada diez argentinos en situación de pobreza”.  Este reconocimiento es clave, dado que el país que recibió el kirchnerismo (y también el presidente interino, Eduardo Duhalde) no es el “promedio” de pobreza durante el menemismo, sino el resultante del estallido de la convertibilidad durante la Alianza, que heredó del menemismo el modelo económico.