viernes, 22 de agosto de 2014

Buitres: convicciones, consenso y agenda

En relación al futuro de la economía, la medición de Poliarquía arrojó que 68% de los argentinos prevé que la falta de acuerdo con los holdouts tendrá “un fuerte impacto” negativo en los próximos meses: para 37% de los consultados, el conflicto “afectará mucho”, 31% dijo que será “bastante”, otro 19% opinó que la economía “se verá afectada poco”, y 7% dijo “nada”. Sin embargo, la opinión sobre el impacto económico del tema varía según el posicionamiento respecto del gobierno nacional; aquí interesan algunos matices, dado que las repercusiones del tema no son simétricas en todo el electorado, sino segmentadas de acuerdo a la postura que existe con respecto al gobierno. Así, entre quienes se oponen a la gestión de CFK, 90% consideró que la economía nacional va a verse afectada “mucho o bastante” por la indefinición de los pagos de la deuda, mientras que entre los simpatizantes con el oficialismo sólo 43% cree que tendrá ese efecto; de ahí que la cuestión tenga un efecto fuertemente “fidelizador” del votante duro o más permeable al oficialismo. 

Otro punto donde se advierte una divisoria de aguas: para 47% de los entrevistados, se llegó a la actual situación por el “mal manejo del Gobierno” (lectura en la línea “opositora”), en tanto que 42% juzgó que la responsabilidad principal del default “recae en el sector financiero internacional que pretende perjudicar a la Argentina” (lectura alineada con el oficialismo). Aunque el tema holdouts aumenta la incertidumbre económica y realimenta expectativas negativas (que el gobierno necesita reducir cuanto antes), persiste una funcionalidad política positiva del issue para el kirchnerismo. Esto se advierte en que la posición de acatar el fallo de Griesa y pagar la deuda a los holdouts (sostenida por opositores como Mauricio Macri, líder y precandidato presidencial del PRO) “ha ido perdiendo apoyo social de manera lenta pero sostenida”, de acuerdo a la encuesta de Poliarquía que venimos citando: desde mediados de junio, esa postura se contrajo desde 65% a 49%. En el mismo sentido, el accionar de Griesa fue calificado como “tendencioso” por algo más de la mitad de los consultados: 51%. Es decir, el juez neoyorkino sigue siendo el villano perfecto para el gobierno de Cristina Fernández. 

En 2003, cuando se inició el mandato de Néstor Kirchner, un modo eficaz de crear consenso favorable al gobierno en la opinión pública (y necesario, dado que por la defección de Carlos Menem de participar en segunda vuelta NK asumió con el 22% de votos en primera vuelta como capital político tangible) fue tomar decisiones políticas que marcaron agenda con un “enemigo” o contendiente cuya imagen era francamente negativa, concitando así adhesión por contraste. El ejemplo más claro de esa estrategia fue la iniciativa de NK de propiciar la destitución de los miembros integrantes de la llamada “mayoría automática” de la Corte Suprema (incorporados por el ex presidente Carlos Saúl Menem y alineados con sus políticas a lo largo de esa década). La remoción de esos miembros de la Corte era una medida que coincidía con las convicciones del gobierno, era pragmáticamente necesaria para avanzar en la agenda de reformas del kirchnerismo (amenazadas por Julio Nazareno, el titular de la Corte, que amagaba con un fallo “dolarizador”), y resultaba redituable en términos de opinión pública. Con matices, lo mismo sucede ahora con el fallo de Griesa: 1) cumplirlo es contrario a las convicciones del gobierno, 2) pragmáticamente es peligroso (puede activar la cláusula RUFO y detonar el proceso de reestructuración de deuda) y 3) la opinión pública se inclina más por la posición oficial de eludir el fallo que por pagar, dado que tanto Griesa como los fondos buitre son “enemigos”, con alta imagen negativa, mientras que la postura del gobierno es “soberanista” y “patriótica”.

Estas precisiones son importantes, porque en el debate de coyuntura hay un error perceptivo que consiste en sostener que el gobierno mantiene la puja con Griesa y los holdouts porque le resulta rentable en las encuestas. Esa lectura es simplista: en rigor, el gobierno la sostiene por los tres elementos citados antes, no por uno solo de ellos. En este sentido, resulta pertinente citar al consultor Felipe Noguera: “es indispensable saber realizar un manejo de cartera. Donde los deseos de la gente y la ideología del gobernante coinciden, ése debe ser el centro del gobierno. Luego será necesario hacer algunas cosas que quizá sean impopulares, y para ello se deberá trabajar más el tema de la comunicación. Por otro lado, el gobernante deberá realizar algunas cosas que no son de su agrado, pero que resultarán indispensables para mantener el apoyo (...) Realizando un cuadro de doble entrada, las cosas que ni los gobernantes ni la gente quieren hacer, no se hacen. Las cosas que ambos quieren hacer, obviamente son las prioridades. Luego, es preciso encontrar un equilibrio entre los otros dos cuadrantes, ir en una dirección ideológica propia, ir construyendo algo que sea coherente, sin dejar por eso descontenta a la gente”

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