Como en la canción de Tom Jobim (interpretada por él y por una exquisita Elis Regina) y la película de Hugo del Carril, las aguas de marzo bajan turbias. Un verano de coyuntura enrarecida, atravesada por la muerte del fiscal Alberto Nisman y sus repercusiones político-judiciales, se va cerrando con una temporada de lluvias inédita por copiosa, que ha generado complicaciones en varias provincias (Córdoba principalmente, pero también Santa Fe y San Luis).
Las vicisitudes de ambas coyunturas ralentizaron las acciones de campaña de varios precandidatos a la presidencia, lo que tenido el efecto de consolidar el escenario de "inercia de expectativas" que ya veíamos a finales del año pasado en términos de figuras instaladas. El escenario nominalmente sigue abierto por una considerable incidencia de indecisos, coherente con el tiempo que aún falta para las primarias, con el hecho de que recién ahora los electores van retornando a la normalidad doméstica que impone el arranque de clases y con la realidad que impone la indefinición de candidatos dentro de dos frentes electorales como el FPV y el FAUNEN. Sin embargo, no dejar de ser sintomático que todas las investigaciones coincidan en destacar el mismo podio de figuras al tope de la intención de voto, si bien con matices en cuanto al ordenamiento.
Uno de los principales interrogantes sigue siendo cómo se resolverá el juego de relativa suma cero entre Sergio Massa y Mauricio Macri, toda vez que las encuestas que ponen primero al tigrense relegan al líder del PRO, y viceversa. Si la lectura más prudente de los diversos estudios es la de un escenario de triple empate entre Massa, Macri y Daniel Scioli, queda abierta la posibilidad de que se abra la boca del yacaré entre Macri y Massa si el primero sigue creciendo y el tigrense se estanca o cae. No obstante, no puede descartarse tampoco la posibilidad de que una eventual caída de Massa pueda beneficiar en parte a Scioli, habida cuenta de que ambas figuras comparten algunos segmentos electorales en su posicionamiento. Es por ello que el “enemigo común” de Macri y Scioli es el líder del Frente Renovador, tanto como es ostensible que Macri es el “enemigo deseado” del oficialismo, por una serie de hipótesis electorales que pronto tendremos ocasión de revisar.
De cara a la sucesión dentro del espacio pan-oficialista, de la compulsa de todas las encuestas conocidas surge una performance en la que Scioli parece relativamente impermeable frente a los vaivenes de la coyuntura; no retrocede frente a los candidatos opositores ni tampoco (y esto es clave, frente a las figuras alternativas del FPV, dentro de las cuales el ministro Florencio Randazzo parece contar con una luz de ventaja). Esto tiene un principio de explicación: el gobernador bonaerense, por ser el más instalado en la escena como precandidato del FPV, es menos vulnerable al desgaste del kirchnerismo que los candidatos alternativos del espacio pan-oficialista, más dependientes del rol que pueda jugar, eventualmente, Cristina Fernández como “gran electora” del oficialismo. Precisamente, el estudio de Management & Fit que citamos en post anteriores relevó en este punto, y entre 2.400 encuestados a nivel nacional obtuvo que el 21,3% cree que va a votar al oficialismo en octubre, un 49,6% a la oposición y un 29,1% aún está indeciso. Luego, la consultora descartó a los afines a la oposición e indagó entre los oficialistas y los que todavía no decidieron su voto: "¿Votaría usted al candidato que elija Cristina Fernández de Kirchner, sea quien fuera?", y un 19,3% respondió afirmativamente en ese sentido. El 21,3% lineal más el 19,3% de los indecisos arroja una sumatoria de 26,9%, es decir, los mismos 27 puntos de voto alineado a CFK que M&F reportó en su anterior medición. De esto se desprende que, pese a la complicada coyuntura de estos meses, el voto “oficialista” no mermó según las cifras de consultora, aun siendo más magras que las de otros estudios (como hemos visto, existen no pocos análisis y antecedentes que estiran el núcleo duro K a alrededor de un tercio de los electores).
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