Venimos citando hasta ahora seis encuestas que muestran a Mauricio Macri estancado o en retroceso y, por contrapartida, a Sergio Massa firme en el orden de los 20 puntos (lo que obtuvo el frente UNA en las primarias de agosto) o incluso más: son las mediciones de De Angelis, Query, González y Valladares, Raúl Aragón, Poliarquía y CEOP. Existen otras dos que muestran este panorama de “suma cero” relativamente favorable a Massa y relativamente desfavorable a Macri: Aresco, que ubica a Daniel Scioli (FPV) con 41,4% de intención de voto, Macri (Cambiemos) con 28,5%, Massa (UNA) con 21%, Margarita Stolbizer (Progresistas) con 4%, Nicolás del Caño (FIT) con 3% y Adolfo Rodríguez Saá (Compromiso Federal) con 2,1%. Por su parte, Equis, del consultor Artemio López, muestra a Scioli con 39,6%, Macri con 25,2% y Massa con 22,8%.
Si recalculamos nuestro promedio “Nate Silver” con estas 8 mediciones cuyo denominador común es la resiliencia de Massa (a costa de una meseta o retroceso para Macri, más que para Scioli), obtenemos 40,1% para el candidato del FPV, 28,3% para el líder del PRO y 21,8% para el candidato del Frente Renovador/UNA. Esto implica que, con lo justo, Scioli podría imponerse en primera vuelta, dado que supera el 40% y le saca 11,8 puntos porcentuales a Macri (“grieta” que se ensancha respecto al resultado de las primarias de agosto, medida frente a frente). Macri, en cambio, aunque queda confirmado como segundo más votado y principal candidato opositor, ve reducirse la brecha sobre el tercero a sólo 6,5 puntos porcentuales, por debajo de los 10 puntos logrados en las primarias (ya sea que se los midiera candidato a candidato o frente a frente). Por ello, el escenario resulta favorable a Scioli, aunque no garantiza la victoria sin ballotage, porque supera escasamente el 40%.
Ahora bien, en septiembre también hubo, fuera de estas 8 mediciones que muestran la resiliencia de Massa, encuestas que arrojan escenarios alternativos donde el tigrense no llega a los 20 puntos (o sea, está por debajo de la sumatoria de lo que obtuvo UNA en las primarias, resignando votos propios o bien parte del caudal de su aliado, el gobernador José Manuel de la Sota). Son las siguientes: una del CEOP (de Roberto Bacman, anterior a la citada antes), que ubica a Scioli con 40,8%, a Macri con 30,5%, Massa 19%, Stolbizer con 4,3%, Del Caño 2,7%, Rodríguez Saá 2%. Una del CEIS (Fernando Larrosa), con Scioli en 39%, Macri en 30%, Massa en 18%, Stolbizer en 5%, Del Caño en 2%, Rodríguez Saá en 1,5%; otra de Aresco (anterior a la citada arriba), con Scioli en 40,6%, Macri en 29,4%, Massa 18,1%, Stolbizer 5,4%, Del Caño 3,6%, Rodríguez Saá 2,8%. Asimismo, una encuesta de Ipsos-Mora y Araujo, que se destaca por ser la que hasta ahora muestra a Scioli más cerca del 45% (con proyección, es decir sin indecisos y sobre votos positivos, como ilustra el gráfico de arriba) : 42,6%, contra 29,4% de Macri, 19% de Massa, 5,6% de Stolbizer, 2,8% Del Caño, 1,9% Rodríguez Saá; Ricardo Rouvier y Asociados, con Scioli en 41,2%, Macri en 31,1%, Massa en 19,9%, Stolbizer en 3,5%, Del Caño 2,4%, Rodríguez Saá 1,9%; Elypsis, con Scioli en 39,7%, Macri en 31,1%, Massa en 18,2%, Stolbizer en 4,9%; finalmente, el consultor Hugo Haime, con Scioli en 40,5%, Macri en 30,2%, Massa en 15,7% (esta es la medición más baja para Massa de todas las citadas, o sea, la que muestra un escenario más polarizado entre Scioli y Macri), 3,5% para Stolbizer, 2,3% para Del Caño y 3,5% para Rodríguez Saá.
Calculando nuestro promedio “Nate Silver” con estas 7 mediciones cuyo denominador común es que Massa cae por debajo de los 20 puntos (o sea, resigna votos obtenidos por el frente UNA en las primarias), obtenemos 40,6% para Scioli, 30,1% para Macri y 18,3% para Massa. Nuevamente, Scioli se impondría en primera vuelta, dado que cruza los 40 puntos y obtiene 10,5 puntos porcentuales de ventaja sobre el segundo, Macri, que obtiene lo mismo que sumó el frente Cambiemos en las primarias (o sea, retiene su caudal propio y suma los votos de Ernesto Sanz y Elisa Carrió, pero no más). La diferencia entre la primera serie de 8 encuestas y la segunda de 7 es que en esta la grieta entre Scioli y Macri (10,5 puntos) se agranda respecto a las primarias, pero la brecha entre Macri y Massa también se mantiene por encima de los dos dígitos (11,8 puntos). Es decir, mientras las primeras 8 mediciones sugieren resiliencia de Massa y despolarización o polarización asimétrica, las segundas 7 insinúan una polarización débil.
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
miércoles, 30 de septiembre de 2015
lunes, 28 de septiembre de 2015
Una grieta que se agranda, una brecha que se achica (1)
En las entradas sobre el cierre de agosto basadas en la primera serie de 8 encuestas posteriores a las PASO del domingo 9 veíamos que el promedio “Nate Silver” de esas mediciones nos daba 38,6% para Daniel Scioli (FPV), 31,2% para Mauricio Macri (Cambiemos) y 18,8% para Sergio Massa (UNA). Por fuera de los candidatos del podio, teníamos 4,2% para Margarita Stolbizer (Progresistas), 2,4% para Nicolás del Caño (FIT) y 2% para Adolfo Rodríguez Saá (Compromiso Federal). Haciendo foco en los tres principales candidatos, la serie mostraba mayor diferencia entre el segundo y el tercero, es decir, entre Macri y Massa (12,4 puntos porcentuales en promedio) que entre Scioli y Macri (7,4% en promedio, o sea por debajo de la registrada en las primarias, que fue de más de 8 puntos, medida de frente a frente, es decir, FPV versus Cambiemos). Eso insinuaba una potencial polarización de cara a octubre: el segundo se acercaba al primero, y se alejaba del tercero.
Hasta ahora, las encuestas de septiembre muestran un cambio en esa tendencia. Si a las cuatro mediciones cuyas cifras ya citamos (De Angelis, Query, González y Valladares y Raúl Aragón) les agregamos una encuesta de Poliarquía que sitúa a Scioli con 40,8%, a Macri con 29,5% y a Massa con 20,1% y, a su turno, una encuesta del CEOP que le da al candidato del FPV 41,6%, al de Cambiemos 29,2% y al de UNA 20,2%, tenemos un panorama sensiblemente diferente. En este caso, Scioli obtiene un promedio de 39,9%, Macri de 28,8% y Massa de 21,8%. Aquí, la “grieta” entre Scioli y Macri se estira hasta 11,1 puntos porcentuales, contra los 8,6 (redondos) que habían arrojado las PASO y los 7,4 puntos de diferencia que surgían de la primera serie de 8 encuestas posteriores a las primarias. En cambio, la brecha entre Macri y Massa se achica: pasa a ser de 7 puntos porcentuales, contra los 10 que habían dejado los resultados de las primarias (ya sea que se midiera candidato a candidato o frente a frente) y muy por debajo de los 12,4 puntos promedio de diferencia entre ambos que dejaban las primeras 8 encuestas pos PASO.
Medidas las grietas y la brecha entre serie de encuestas, las diferencias son estadísticamente significativas: entre Scioli y Macri, sube del 7,4% al 11,1%, y entre Macri y Massa cae del 12,4% al 7%. O sea, Scioli estira su ventaja sobre Macri, mientras que Massa acorta la brecha que lo separa del líder del PRO y candidato de Cambiemos. Scioli sigue siendo claramente el primero y Macri conserva su posición de segundo, pero ahora se ve amenazado por Massa. Esa situación no aparecía en los primeros 6 sondeos revisados; por ello, había allí latencia de una futura polarización Scioli-Macri, que esta segunda serie de encuestas no confirma.
Lo que esta serie de 6 encuestas recientes sí confirma es que la ventaja del oficialismo sobre el principal opositor tiende a estirarse, mientras que Macri aparece estancado o incluso con un leve retroceso respecto a las primeras encuestas pos-PASO (y la sumatoria del voto del frente Cambiemos en las primarias). Ignacio Ramírez, director de la consultora Ibarómetro, acuñó la expresión “polarización asimétrica” para ilustrar este fenómeno: “la intención de voto a Daniel Scioli se basa esencialmente en que hay una mayoría de ciudadanos que creen que el balance de los doce años de kirchnerismo es bueno o muy bueno, y Scioli representa más la continuidad que el cambio, o una continuidad con cambios. Del otro lado, hay un amplio espectro de ciudadanos que consideran que el balance del kirchnerismo es malo o muy malo y con su voto apoyan a alternativas de cambio: la cuestión es que esos ciudadanos se dividen entre los que respaldan, principalmente, a Mauricio Macri y los que votan por Sergio Massa. Eso le permite a Scioli sacar una diferencia de importancia, aunque también aparece como el candidato con más condiciones para gobernar (…) en los últimos meses, hemos observado un voto oficialista estable e intermitencias en las preferencias del electorado opositor, lo cual ha configurado una suerte de polarización asimétrica”. Una forma de graficar este proceso es acudir a nuestra acostumbrada figura de la boca del yacaré: a tenor de estas 6 encuestas, pareciera abrirse de a poco la boca de este reptil entre Scioli y Macri y, por contrapartida, cerrarse un tanto entre Macri y Massa.
Hasta ahora, las encuestas de septiembre muestran un cambio en esa tendencia. Si a las cuatro mediciones cuyas cifras ya citamos (De Angelis, Query, González y Valladares y Raúl Aragón) les agregamos una encuesta de Poliarquía que sitúa a Scioli con 40,8%, a Macri con 29,5% y a Massa con 20,1% y, a su turno, una encuesta del CEOP que le da al candidato del FPV 41,6%, al de Cambiemos 29,2% y al de UNA 20,2%, tenemos un panorama sensiblemente diferente. En este caso, Scioli obtiene un promedio de 39,9%, Macri de 28,8% y Massa de 21,8%. Aquí, la “grieta” entre Scioli y Macri se estira hasta 11,1 puntos porcentuales, contra los 8,6 (redondos) que habían arrojado las PASO y los 7,4 puntos de diferencia que surgían de la primera serie de 8 encuestas posteriores a las primarias. En cambio, la brecha entre Macri y Massa se achica: pasa a ser de 7 puntos porcentuales, contra los 10 que habían dejado los resultados de las primarias (ya sea que se midiera candidato a candidato o frente a frente) y muy por debajo de los 12,4 puntos promedio de diferencia entre ambos que dejaban las primeras 8 encuestas pos PASO.
Medidas las grietas y la brecha entre serie de encuestas, las diferencias son estadísticamente significativas: entre Scioli y Macri, sube del 7,4% al 11,1%, y entre Macri y Massa cae del 12,4% al 7%. O sea, Scioli estira su ventaja sobre Macri, mientras que Massa acorta la brecha que lo separa del líder del PRO y candidato de Cambiemos. Scioli sigue siendo claramente el primero y Macri conserva su posición de segundo, pero ahora se ve amenazado por Massa. Esa situación no aparecía en los primeros 6 sondeos revisados; por ello, había allí latencia de una futura polarización Scioli-Macri, que esta segunda serie de encuestas no confirma.
Lo que esta serie de 6 encuestas recientes sí confirma es que la ventaja del oficialismo sobre el principal opositor tiende a estirarse, mientras que Macri aparece estancado o incluso con un leve retroceso respecto a las primeras encuestas pos-PASO (y la sumatoria del voto del frente Cambiemos en las primarias). Ignacio Ramírez, director de la consultora Ibarómetro, acuñó la expresión “polarización asimétrica” para ilustrar este fenómeno: “la intención de voto a Daniel Scioli se basa esencialmente en que hay una mayoría de ciudadanos que creen que el balance de los doce años de kirchnerismo es bueno o muy bueno, y Scioli representa más la continuidad que el cambio, o una continuidad con cambios. Del otro lado, hay un amplio espectro de ciudadanos que consideran que el balance del kirchnerismo es malo o muy malo y con su voto apoyan a alternativas de cambio: la cuestión es que esos ciudadanos se dividen entre los que respaldan, principalmente, a Mauricio Macri y los que votan por Sergio Massa. Eso le permite a Scioli sacar una diferencia de importancia, aunque también aparece como el candidato con más condiciones para gobernar (…) en los últimos meses, hemos observado un voto oficialista estable e intermitencias en las preferencias del electorado opositor, lo cual ha configurado una suerte de polarización asimétrica”. Una forma de graficar este proceso es acudir a nuestra acostumbrada figura de la boca del yacaré: a tenor de estas 6 encuestas, pareciera abrirse de a poco la boca de este reptil entre Scioli y Macri y, por contrapartida, cerrarse un tanto entre Macri y Massa.
viernes, 25 de septiembre de 2015
Resiliencia de Sergio Massa: implicancias (3)
El efecto del carro ganador (“bandwagon”) estaría favoreciendo a Daniel Scioli como candidato más votado y, a la vez, el efecto del candidato menos favorecido (“underdog”) aún no termina de resolverse entre Mauricio Macri (el “mejor segundo”) y Sergio Massa (el tercero en discordia, que resiste la polarización). Por ello, las últimas encuestas muestran una convergencia en un escenario del tipo 40%-30%-20%, que no permite descartar una victoria oficialista en primera vuelta el 25 de octubre pero tampoco que sea necesario ir a un ballotage el 22 de noviembre: la diferencia entre que pase una cosa u otra hoy cae dentro de los errores muestrales de las mediciones de referencia.
Así, una polarización que se demora en producirse perjudica hoy relativamente a Macri más que a Scioli, ya que el líder del PRO necesita cruzar el umbral de los 30 puntos para forzar el ballotage, mientras que a Scioli le bastaría llegar al 40% más un voto si el candidato de Cambiemos perfora el 30%. Además de las cifras de De Angelis, Query y González y Valladares, una cuarta encuesta coincide en ese panorama: según Raúl Aragón, Scioli (FPV) alcanza 39,8%, Macri 27,5% y Massa 23,1%. A tenor de estos guarismos, Scioli sube 1,1 puntos porcentuales respecto de las primarias, mientras que Macri crece respecto a su propio voto como candidato individual pero cede 2,6 puntos porcentuales en relación a lo obtenido por el Frente Cambiemos. Massa, en cambio, avanza 2,6 puntos porcentuales respecto a la sumatoria del sello UNA en las PASO, lo que implicaría que no sólo consolida su voto propio y encolumna el obtenido por el gobernador José De la Sota, sino que además crece sobre otros segmentos electorales que no eligieron a ese frente el 9 de agosto.
Aunque todas las variaciones revisadas oscilan entre la nula y la baja significatividad estadística (por estar cercanas o dentro del error muestral), la amenaza para Macri viene dada por lo siguiente: el voto de Massa se compone de un mix de votantes de perfil filo-PJ o más permeables al oficialismo (no menos de un 36%, y hasta un 50% según algunas encuestas) y un mix de electores de perfil más bien opositor (entre el 64% y el 50%, con el mismo criterio). Si Scioli, pese a la resiliencia de Massa, crece (o, de mínima, mantiene su caudal electoral), quiere decir que el tigrense avanza sobre electores de perfil más bien opositor, el segmento en el que la competencia entre Macri y Massa se resuelve en un juego de suma cero: lo que uno gana, otro lo pierde.
En el caso de las encuestas de De Angelis, Query, González y Valladares y Aragón, la diferencia promedio entre Macri y Massa, ensayando un “Nate Silver” con esas 4 mediciones, es de 5,9 puntos porcentuales: 28,5 contra 22,6. Se trata de una diferencia estadísticamente significativa, porque es mayor al error muestral. Esto implica un relativo alivio para el líder del PRO: la posición de “mejor segundo” que consiguió en las PASO aún se mantiene. El problema para Macri es que si no se produce una mínima polarización que lo proyecte como principal candidato opositor por encima de los 30 puntos (en las primarias, él individualmente obtuvo 24,3%) sino que, por el contrario, Massa lo arrastra hacia la baja o lo frena, crecen las chances de que Scioli alcance poco más de 40 puntos y le saque los 10 de ventaja que clausuran la elección presidencial sin necesidad de segunda vuelta.
Así, una polarización que se demora en producirse perjudica hoy relativamente a Macri más que a Scioli, ya que el líder del PRO necesita cruzar el umbral de los 30 puntos para forzar el ballotage, mientras que a Scioli le bastaría llegar al 40% más un voto si el candidato de Cambiemos perfora el 30%. Además de las cifras de De Angelis, Query y González y Valladares, una cuarta encuesta coincide en ese panorama: según Raúl Aragón, Scioli (FPV) alcanza 39,8%, Macri 27,5% y Massa 23,1%. A tenor de estos guarismos, Scioli sube 1,1 puntos porcentuales respecto de las primarias, mientras que Macri crece respecto a su propio voto como candidato individual pero cede 2,6 puntos porcentuales en relación a lo obtenido por el Frente Cambiemos. Massa, en cambio, avanza 2,6 puntos porcentuales respecto a la sumatoria del sello UNA en las PASO, lo que implicaría que no sólo consolida su voto propio y encolumna el obtenido por el gobernador José De la Sota, sino que además crece sobre otros segmentos electorales que no eligieron a ese frente el 9 de agosto.
Aunque todas las variaciones revisadas oscilan entre la nula y la baja significatividad estadística (por estar cercanas o dentro del error muestral), la amenaza para Macri viene dada por lo siguiente: el voto de Massa se compone de un mix de votantes de perfil filo-PJ o más permeables al oficialismo (no menos de un 36%, y hasta un 50% según algunas encuestas) y un mix de electores de perfil más bien opositor (entre el 64% y el 50%, con el mismo criterio). Si Scioli, pese a la resiliencia de Massa, crece (o, de mínima, mantiene su caudal electoral), quiere decir que el tigrense avanza sobre electores de perfil más bien opositor, el segmento en el que la competencia entre Macri y Massa se resuelve en un juego de suma cero: lo que uno gana, otro lo pierde.
En el caso de las encuestas de De Angelis, Query, González y Valladares y Aragón, la diferencia promedio entre Macri y Massa, ensayando un “Nate Silver” con esas 4 mediciones, es de 5,9 puntos porcentuales: 28,5 contra 22,6. Se trata de una diferencia estadísticamente significativa, porque es mayor al error muestral. Esto implica un relativo alivio para el líder del PRO: la posición de “mejor segundo” que consiguió en las PASO aún se mantiene. El problema para Macri es que si no se produce una mínima polarización que lo proyecte como principal candidato opositor por encima de los 30 puntos (en las primarias, él individualmente obtuvo 24,3%) sino que, por el contrario, Massa lo arrastra hacia la baja o lo frena, crecen las chances de que Scioli alcance poco más de 40 puntos y le saque los 10 de ventaja que clausuran la elección presidencial sin necesidad de segunda vuelta.
miércoles, 23 de septiembre de 2015
Resiliencia de Sergio Massa: implicancias (2)
Otros dos estudios recientes de alcance nacional abonan la hipótesis de resiliencia de Sergio Massa: la última encuesta de la consultora Query sitúa a Daniel Scioli (FPV) con 40% de intención de voto, a Mauricio Macri (Cambiemos) con 30,4% y a Sergio Massa (UNA) con 20%. Aquí, Massa sostiene casi el 100% del caudal obtenido por la sumatoria de sus votos y los del gobernador José De la Sota (20,5%, o sea que resignaría sólo medio punto porcentual, resistiendo la polarización), mientras que Scioli crece 1,3 puntos respecto de las PASO y Macri 0,3.
Según esta encuesta, el FPV logra 9,6 puntos porcentuales de diferencia respecto a Macri, el opositor mejor ubicado (o "mejor segundo"). Esa brecha no le alcanza al oficialismo para imponerse en primera vuelta, pero lo deja muy cerca del objetivo. Le bastaría con subir un poco por encima del 40, o que Macri perfore los 30 puntos, para eludir el ballotage. Precisamente ese panorama es el que muestra el último estudio de Poliarquía, que ubica a Scioli con 40,8% (crece 2,1 puntos porcentuales respecto a las PASO), a Macri con 29,5% (cede 0,6 puntos porcentuales en relación al resultado obtenido por el Frente Cambiemos en las primarias) y a Massa con 20,1% (cede 0,4 puntos porcentuales en relación a lo que sumó el sello UNA el 9 de agosto). Nuevamente, el líder de UNA/Frente Renovador logra resistir la polarización, pero su resiliencia beneficia relativamente a Scioli y perjudica relativamente a Macri, que queda a 11,3 puntos del oficialismo, lo que abre la posibilidad de que el FPV se imponga en octubre sin necesidad de ballotage. Por supuesto, el escenario es estricto y para nada definido: como todas las variaciones entre las primarias y esta encuesta son estadísticamente no significativas, bastaría un pequeño movimiento para abrir nuevamente la posibilidad de ballotage.
Aun con ese matiz, una lectura interpretativa de la foto que dejan estas encuestas sin escenario de polarización pasa por una serie de hipótesis donde confluyen dos efectos bien asentados en la literatura respecto a la difusión de sondeos: el carro ganador (“bandwagon”) y el del candidato menos favorecido (“underdog”). La diferencia es que en este caso los efectos no son posteriores a la publicación de una encuesta por sí sola, sino a una elección primaria como la del 9 de agosto (lo que amplifica su impacto comunicacional). El efecto del carro ganador es el arrastre que beneficia al más votado, y se explica por la necesidad humana de sumarse al clima de opinión dominante. En este caso, tendería a favorecer a Scioli, que según la encuesta de Poliarquía es el único de los tres candidatos del podio que crece respecto a las primarias, si bien en una medida muy exigua aún en términos estadísticos (y bien lejos del promedio estimado por nosotros en este blog como predictor hacia octubre, que era de 5 puntos).
Por el contrario, entre Macri y Massa hay una dinámica de "efecto de candidato menos favorecido" no resuelta. Respecto del oficialismo, la figura más competitiva (el “mejor segundo”, una posición que no existió en las primarias presidenciales del 2011, lo que abonó la dispersión opositora, contra la cual descolló el triunfo de CFK por 54%) es Macri, a tenor del resultado de las primarias (ya que obtuvo como candidato individual 10 puntos porcentuales más que Massa y, como integrante del frente Cambiemos, otro tanto respecto de UNA). Sin embargo, el sentimiento de “simpatía por el más débil” que reside en el concepto del efecto underdog todavía tiene un clivaje en Massa, lo que lo hace resistir la dinámica de polarización y le impide, más a Macri que a Scioli, capitalizar el voto útil de cara a la primera vuelta de octubre.
Según esta encuesta, el FPV logra 9,6 puntos porcentuales de diferencia respecto a Macri, el opositor mejor ubicado (o "mejor segundo"). Esa brecha no le alcanza al oficialismo para imponerse en primera vuelta, pero lo deja muy cerca del objetivo. Le bastaría con subir un poco por encima del 40, o que Macri perfore los 30 puntos, para eludir el ballotage. Precisamente ese panorama es el que muestra el último estudio de Poliarquía, que ubica a Scioli con 40,8% (crece 2,1 puntos porcentuales respecto a las PASO), a Macri con 29,5% (cede 0,6 puntos porcentuales en relación al resultado obtenido por el Frente Cambiemos en las primarias) y a Massa con 20,1% (cede 0,4 puntos porcentuales en relación a lo que sumó el sello UNA el 9 de agosto). Nuevamente, el líder de UNA/Frente Renovador logra resistir la polarización, pero su resiliencia beneficia relativamente a Scioli y perjudica relativamente a Macri, que queda a 11,3 puntos del oficialismo, lo que abre la posibilidad de que el FPV se imponga en octubre sin necesidad de ballotage. Por supuesto, el escenario es estricto y para nada definido: como todas las variaciones entre las primarias y esta encuesta son estadísticamente no significativas, bastaría un pequeño movimiento para abrir nuevamente la posibilidad de ballotage.
Aun con ese matiz, una lectura interpretativa de la foto que dejan estas encuestas sin escenario de polarización pasa por una serie de hipótesis donde confluyen dos efectos bien asentados en la literatura respecto a la difusión de sondeos: el carro ganador (“bandwagon”) y el del candidato menos favorecido (“underdog”). La diferencia es que en este caso los efectos no son posteriores a la publicación de una encuesta por sí sola, sino a una elección primaria como la del 9 de agosto (lo que amplifica su impacto comunicacional). El efecto del carro ganador es el arrastre que beneficia al más votado, y se explica por la necesidad humana de sumarse al clima de opinión dominante. En este caso, tendería a favorecer a Scioli, que según la encuesta de Poliarquía es el único de los tres candidatos del podio que crece respecto a las primarias, si bien en una medida muy exigua aún en términos estadísticos (y bien lejos del promedio estimado por nosotros en este blog como predictor hacia octubre, que era de 5 puntos).
Por el contrario, entre Macri y Massa hay una dinámica de "efecto de candidato menos favorecido" no resuelta. Respecto del oficialismo, la figura más competitiva (el “mejor segundo”, una posición que no existió en las primarias presidenciales del 2011, lo que abonó la dispersión opositora, contra la cual descolló el triunfo de CFK por 54%) es Macri, a tenor del resultado de las primarias (ya que obtuvo como candidato individual 10 puntos porcentuales más que Massa y, como integrante del frente Cambiemos, otro tanto respecto de UNA). Sin embargo, el sentimiento de “simpatía por el más débil” que reside en el concepto del efecto underdog todavía tiene un clivaje en Massa, lo que lo hace resistir la dinámica de polarización y le impide, más a Macri que a Scioli, capitalizar el voto útil de cara a la primera vuelta de octubre.
martes, 22 de septiembre de 2015
Análisis de la elección de intendente en Córdoba, programa Política y Economía en CBA24N
https://www.youtube.com/watch?v=chSWY4caG5o
Compartiendo el análisis de la elección de intendente con el consultor Roberto Schreiner y el conductor Jorge Navarro...
lunes, 21 de septiembre de 2015
Resiliencia de Sergio Massa: implicancias (1)
Cerrábamos la entrada anterior planteando la hipótesis de resiliencia de Sergio Massa e ilustrándola con las cifras de Carlos de Angelis (UBA), según el cual Daniel Scioli alcanza el 39,5%, Mauricio Macri el 29,5% y Sergio Massa el 23%, destacando que implica dos malas noticias para Macri: 1) una ventaja de 10 puntos entre el FPV y Cambiemos, a partir de la cual al FPV le bastaría crecer unas décimas para cruzar el 40% e imponerse así sin necesidad de segunda vuelta, y 2) una menor brecha entre Massa y Macri respecto al resultado de las primarias, tanto medida de candidato a candidato como de frente a frente (6,5 puntos porcentuales, contra 10 que arrojaron las PASO). Esta medición muestra al tigrense creciendo 2,5 puntos porcentuales por arriba de la sumatoria que obtuvo UNA en las primarias, a Scioli menos de un punto por arriba y a Macri menos de un punto por abajo. Como las variaciones son estadísticamente no significativas, el escenario sigue abierto, pero muestra una foto preocupante para Macri y relativamente alentadora para Scioli y Massa.
Por su parte, según la consultora González y Valladares, el FPV alcanza 37,9%, Cambiemos 26,7% y UNA 24,2%. En este caso, Scioli cede 0,8 puntos porcentuales respecto de las PASO (variación estadísticamente no significativa), pero Macri retrocede 3,4 puntos porcentuales respecto al resultado del frente Cambiemos en las PASO, una baja que si bien es baja en términos de significatividad estadística lo deja en situación de empate técnico con el tigrense. Repasando el lote de los demás candidatos presidenciales, según GyV Margarita Stolbizer (Progresistas) alcanza 5,7% de intención de voto (sumaría así 2,2% respecto a lo obtenido en las primarias de agosto), Nicolás del Caño del FIT 3,2% (repitiendo la sumatoria entre los votos de Del Caño y el derrotado Jorge Altamira en las PASO) y Adolfo Rodríguez Saá (Compromiso Federal) 2,3%, creciendo 3 décimas respecto al resultado en agosto.
En este caso, la resiliencia de Massa/UNA claramente perjudica más al líder del PRO/Cambiemos que a Scioli/FPV, ya que el candidato del oficialismo queda a sólo 2,1 puntos del umbral del 40% y a 11,2 puntos de distancia de Macri (el requisito constitucional son 10 puntos), que no podría forzar una segunda vuelta si no logra perforar el techo de los 30 puntos. En esta encuesta, el jefe de gobierno porteño queda a 3,3 puntos de ese umbral, o sea más lejos de los 30 puntos que Scioli de los 40 puntos, y ve su posición de “mejor segundo” amenazada por Massa, que no sólo conserva un caudal numéricamente igual a la sumatoria de su voto y el de José Manuel de la Sota (20,5%), sino que avanza 3,7 puntos porcentuales por sobre ese resultado.
En términos estadísticos, de los tres candidatos por fuera del "podio" la única que insinúa un avance es Stolbizer. Dado su perfil político, la candidata del Frente Progresistas podría, de acuerdo a las cifras de GyV, a estar captando parte del voto de Elisa Carrió o el de Ernesto Sanz que Macri no estaría capitalizando. Esa fuga, junto con el avance de Massa entre los segmentos de votantes opositores, perfilan un cuadro en el que Macri aparece no sólo estancado sino en retroceso, lo que podría allanar una victoria del oficialismo en primera vuelta.
Por su parte, según la consultora González y Valladares, el FPV alcanza 37,9%, Cambiemos 26,7% y UNA 24,2%. En este caso, Scioli cede 0,8 puntos porcentuales respecto de las PASO (variación estadísticamente no significativa), pero Macri retrocede 3,4 puntos porcentuales respecto al resultado del frente Cambiemos en las PASO, una baja que si bien es baja en términos de significatividad estadística lo deja en situación de empate técnico con el tigrense. Repasando el lote de los demás candidatos presidenciales, según GyV Margarita Stolbizer (Progresistas) alcanza 5,7% de intención de voto (sumaría así 2,2% respecto a lo obtenido en las primarias de agosto), Nicolás del Caño del FIT 3,2% (repitiendo la sumatoria entre los votos de Del Caño y el derrotado Jorge Altamira en las PASO) y Adolfo Rodríguez Saá (Compromiso Federal) 2,3%, creciendo 3 décimas respecto al resultado en agosto.
En este caso, la resiliencia de Massa/UNA claramente perjudica más al líder del PRO/Cambiemos que a Scioli/FPV, ya que el candidato del oficialismo queda a sólo 2,1 puntos del umbral del 40% y a 11,2 puntos de distancia de Macri (el requisito constitucional son 10 puntos), que no podría forzar una segunda vuelta si no logra perforar el techo de los 30 puntos. En esta encuesta, el jefe de gobierno porteño queda a 3,3 puntos de ese umbral, o sea más lejos de los 30 puntos que Scioli de los 40 puntos, y ve su posición de “mejor segundo” amenazada por Massa, que no sólo conserva un caudal numéricamente igual a la sumatoria de su voto y el de José Manuel de la Sota (20,5%), sino que avanza 3,7 puntos porcentuales por sobre ese resultado.
En términos estadísticos, de los tres candidatos por fuera del "podio" la única que insinúa un avance es Stolbizer. Dado su perfil político, la candidata del Frente Progresistas podría, de acuerdo a las cifras de GyV, a estar captando parte del voto de Elisa Carrió o el de Ernesto Sanz que Macri no estaría capitalizando. Esa fuga, junto con el avance de Massa entre los segmentos de votantes opositores, perfilan un cuadro en el que Macri aparece no sólo estancado sino en retroceso, lo que podría allanar una victoria del oficialismo en primera vuelta.
viernes, 18 de septiembre de 2015
El beso de la mujer araña: razones para la no polarización electoral vs razones para la polarización (3)
En las entradas recientes planteamos argumentos a favor y en contra de una dinámica de polarización electoral FPV-Cambiemos hacia octubre. Nuestra creencia (en la línea sostenida por Juan Germano, de la consultora Isonomía) es que, conforme se acerque la fecha de la elección, esa dinámica se impondrá por sobre la actual, que muestra un efecto de inercia pos-PASO. Sin embargo, merecen considerarse las implicancias que puede tener una hipótesis contraria: la de “resiliencia” de Sergio Massa/UNA, en el marco de encuestas recientes que muestran una “foto” de ese tipo en la tendencia electoral actual.
Veamos: según Aresco, hoy la intención de voto de Daniel Scioli/FPV alcanza el 40,6%, contra 29,4% de Macri, 18,1% de Sergio Massa, 5,4% de Margarita Stolbizer, 3,6% de Nicolás del Caño y 2,8% de Adolfo Rodríguez Saá (ver cuadro arriba). Respecto a las PASO, hacemos algunas precisiones: contra el escrutinio definitivo, en rigor Scioli no crece 2,2% como muestra ese cuadro, sino 1,9 puntos porcentuales (dado que obtuvo 38,7%, ajustando los datos a redondeo por un decimal). Macri, respecto de la sumatoria global de Cambiemos, retrocede 0,7% (fue del 30,1%, acumulando al voto del líder del PRO el obtenido por Ernesto Sanz y Elisa Carrió), en tanto que Massa resigna 2,4 en relación a la sumatoria de UNA (ese sello logró 20,5% en las primarias, contabilizando el 6,4% que obtuvo José De la Sota). Stolbizer (Progresistas) crece 1,9% y del Caño 0,4 respecto a lo obtenido por el FIT (que incluyó en las primarias a Jorge Altamira). Cierra el lote de candidatos Adolfo Rodríguez Saá de Compromiso Federal, que pasa de 2,1% a 2,8%.
Se impone una pregunta: ¿dónde está la resiliencia de Massa, si “retrocede” 2,4 puntos? En que logra resistir de manera bastante exitosa la polarización, ya que crece 3,9 puntos porcentuales respecto a su cosecha en las primarias, aunque se le estarían "fugando" 2,4 puntos de De la Sota. Macri, por su parte, crece 5,2 puntos porcentuales, pero no sólo no logra recortar la distancia “sello a sello” con el FPV (que había sido de 8,6 puntos porcentuales en las PASO), sino que la brecha se estira a 11,2, perfilando así un escenario de potencial victoria del FPV en primera vuelta. De todos modos, no se trata de un escenario clausurado, no sólo porque falta bastante tiempo para la elección y las tendencias pueden variar, sino porque en rigor las variaciones implícitas en estos guarismos oscilan entre la nula y la baja significatividad estadística.
El punto es que otras mediciones también muestran un panorama de este tenor, que difiere por este matiz de potencial victoria oficialista en primera vuelta de la serie de las primeras 8 encuestas pos-PASO que vimos en entradas anteriores. Por caso, según Carlos de Angelis (UBA), Scioli alcanza el 39,5%, Macri el 29,5% y Massa el 23%. Aquí, a la ventaja de 10 puntos entre el FPV y Cambiemos, se suma otra preocupación para Macri. Este sondeo muestra a Massa más cerca del jefe de gobierno porteño que el resultado de las primarias, tanto si lo medíamos de candidato a candidato como de frente a frente: 6,5 puntos porcentuales, contra 10 que arrojaron las PASO. Así, este es el registro relativamente más favorable para el tigrense, ya que lo muestra creciendo 2,5 puntos porcentuales respecto a la sumatoria que obtuvo UNA en las primarias.
Veamos: según Aresco, hoy la intención de voto de Daniel Scioli/FPV alcanza el 40,6%, contra 29,4% de Macri, 18,1% de Sergio Massa, 5,4% de Margarita Stolbizer, 3,6% de Nicolás del Caño y 2,8% de Adolfo Rodríguez Saá (ver cuadro arriba). Respecto a las PASO, hacemos algunas precisiones: contra el escrutinio definitivo, en rigor Scioli no crece 2,2% como muestra ese cuadro, sino 1,9 puntos porcentuales (dado que obtuvo 38,7%, ajustando los datos a redondeo por un decimal). Macri, respecto de la sumatoria global de Cambiemos, retrocede 0,7% (fue del 30,1%, acumulando al voto del líder del PRO el obtenido por Ernesto Sanz y Elisa Carrió), en tanto que Massa resigna 2,4 en relación a la sumatoria de UNA (ese sello logró 20,5% en las primarias, contabilizando el 6,4% que obtuvo José De la Sota). Stolbizer (Progresistas) crece 1,9% y del Caño 0,4 respecto a lo obtenido por el FIT (que incluyó en las primarias a Jorge Altamira). Cierra el lote de candidatos Adolfo Rodríguez Saá de Compromiso Federal, que pasa de 2,1% a 2,8%.
Se impone una pregunta: ¿dónde está la resiliencia de Massa, si “retrocede” 2,4 puntos? En que logra resistir de manera bastante exitosa la polarización, ya que crece 3,9 puntos porcentuales respecto a su cosecha en las primarias, aunque se le estarían "fugando" 2,4 puntos de De la Sota. Macri, por su parte, crece 5,2 puntos porcentuales, pero no sólo no logra recortar la distancia “sello a sello” con el FPV (que había sido de 8,6 puntos porcentuales en las PASO), sino que la brecha se estira a 11,2, perfilando así un escenario de potencial victoria del FPV en primera vuelta. De todos modos, no se trata de un escenario clausurado, no sólo porque falta bastante tiempo para la elección y las tendencias pueden variar, sino porque en rigor las variaciones implícitas en estos guarismos oscilan entre la nula y la baja significatividad estadística.
El punto es que otras mediciones también muestran un panorama de este tenor, que difiere por este matiz de potencial victoria oficialista en primera vuelta de la serie de las primeras 8 encuestas pos-PASO que vimos en entradas anteriores. Por caso, según Carlos de Angelis (UBA), Scioli alcanza el 39,5%, Macri el 29,5% y Massa el 23%. Aquí, a la ventaja de 10 puntos entre el FPV y Cambiemos, se suma otra preocupación para Macri. Este sondeo muestra a Massa más cerca del jefe de gobierno porteño que el resultado de las primarias, tanto si lo medíamos de candidato a candidato como de frente a frente: 6,5 puntos porcentuales, contra 10 que arrojaron las PASO. Así, este es el registro relativamente más favorable para el tigrense, ya que lo muestra creciendo 2,5 puntos porcentuales respecto a la sumatoria que obtuvo UNA en las primarias.
miércoles, 16 de septiembre de 2015
El beso de la mujer araña: razones para la no polarización electoral vs razones para la polarización (2)
Adelantábamos en la entrada anterior una primera razón a favor del argumento de polarización inevitable (aunque pueda ser tardía más que temprana): la propia composición del voto de UNA, conformada de un mix de cambio y de continuidad (que podría repartirse en dosis variables entre Macri y Scioli) y de voto independiente con voto filo-PJ (el primero, con más vasos comunicantes hacia Macri y el último con más hacia Scioli) sugieren que una polarización inexorable, aunque pueda llegar a ser, como plantea Juan Germano (consultora Isonomía), más tardía que temprana.
Hay otras razones a considerar: históricamente, las dos fuerzas mejor ubicadas en las primarias anteriores crecieron en votos desde las PASO hasta las elecciones generales, proceso en el que inciden tanto las consideraciones de “voto útil” como la menor dispersión electoral posterior al filtro de las primarias. Para las elecciones de este año, por caso, el Frente Popular, el MAS, el MST, el Partido Popular y el Movimiento de Acción Vecinal quedaron sin representación después de las PASO, “liberando” así 1,96%, o sea casi 2 puntos electorales. En el caso del FPV, primer minoría electoral, esa inercia no es para nada despreciable: en rigor, los antecedentes muestran que el oficialismo creció más cuanto relativamente peor le había ido en la primaria anterior (6 puntos en 2013 contra 4 en 2011, lo cual es natural, dado que el 50% obtenido por Cristina Fernández en agosto de 2011 estaba más cerca del techo oficialista que el 27,15% logrado por el FPV en 2013). Una estimación promedio de ambos incrementos arroja 5 puntos porcentuales adicionales para el FPV, lo que traza una de nuestras hipótesis para el oficialismo de cara a octubre: 38,7% + 5%, 43,7%.
Un tercer elemento es lo que en la jerga se conoce como “incumbency advantage”, es decir, la ventaja relativa con la que cuentan los oficialismos en el poder. Si bien este no es un predictor infalible (de serlo, jamás habría alternancia en los gobiernos), de hecho este año se ha confirmado como la tendencia más fuerte: independientemente del signo político gobernante, la mayoría de los oficialismos conservó el gobierno en las elecciones ejecutivas celebradas hasta ahora (Salta, Santa Fe, CABA, Córdoba, Neuquén, Río Negro, esta semana Tucumán y, próximamente, Chaco). Sólo en dos distritos hubo victoria opositora: Mendoza (donde se impuso el radicalismo en alianza con el PRO, el Frente Renovador y otras fuerzas) y Tierra del Fuego (donde ganó el kirchnerismo). El politólogo Guillermo Quijano explica que los estadounidenses investigan el “incumbency advantage” en un concepto más amplio, al que le llaman "fundamentals" de los partidos políticos (que incluye "estructura", identificaciones de la gente, acceso a los medios, etc.): “en un estudio con muestra de muchas campañas en EEUU se encontró que la capacidad predictiva del análisis de los fundamentals decae a medida que se acerca el día de la elección y el de las encuestas aumenta. La conclusión extraíble del comparativo entre ambos era que a partir del 8avo mes antes de las elecciones las encuestas eran muchos mejores predictores sobre los resultados de la próxima elección que el análisis de la estructura partidaria. En realidad, ambos análisis no son excluyentes: en una campaña electoral, la intención de voto es el efecto y los fundamentals son las causas que la genera. Pero, a nivel general, podemos decir que a medida que se acerca el día de la elección es mas probable que las encuestas ya hayan registrado los efectos de 'la estructura' y estas puedan generar pocas 'sorpresas'".
Asociada al “incumbency advantage” aparece la tracción electoral recíproca (o sinérgica) entre los tramos de boleta presidencial y de gobernador: en octubre próximo, provincias gobernadas por el PJ o frentes aliados al oficialismo eligen gobernador junto con presidente. En esa lista aparecen Buenos Aires (estratégica por su peso decisivo), Formosa, Misiones, Santa Cruz, Catamarca, Jujuy, Entre Ríos, La Pampa y Chubut. Esa concurrencia, más el “efecto Tucumán”, que instaló en la campaña una suerte de clivaje “PJ-anti PJ”, podría reforzar el abroquelamiento del peronismo para conservar el poder, favoreciendo así el arrastre mutuo entre presidente y gobernador y limitando el corte de boleta.
Hay otras razones a considerar: históricamente, las dos fuerzas mejor ubicadas en las primarias anteriores crecieron en votos desde las PASO hasta las elecciones generales, proceso en el que inciden tanto las consideraciones de “voto útil” como la menor dispersión electoral posterior al filtro de las primarias. Para las elecciones de este año, por caso, el Frente Popular, el MAS, el MST, el Partido Popular y el Movimiento de Acción Vecinal quedaron sin representación después de las PASO, “liberando” así 1,96%, o sea casi 2 puntos electorales. En el caso del FPV, primer minoría electoral, esa inercia no es para nada despreciable: en rigor, los antecedentes muestran que el oficialismo creció más cuanto relativamente peor le había ido en la primaria anterior (6 puntos en 2013 contra 4 en 2011, lo cual es natural, dado que el 50% obtenido por Cristina Fernández en agosto de 2011 estaba más cerca del techo oficialista que el 27,15% logrado por el FPV en 2013). Una estimación promedio de ambos incrementos arroja 5 puntos porcentuales adicionales para el FPV, lo que traza una de nuestras hipótesis para el oficialismo de cara a octubre: 38,7% + 5%, 43,7%.
Un tercer elemento es lo que en la jerga se conoce como “incumbency advantage”, es decir, la ventaja relativa con la que cuentan los oficialismos en el poder. Si bien este no es un predictor infalible (de serlo, jamás habría alternancia en los gobiernos), de hecho este año se ha confirmado como la tendencia más fuerte: independientemente del signo político gobernante, la mayoría de los oficialismos conservó el gobierno en las elecciones ejecutivas celebradas hasta ahora (Salta, Santa Fe, CABA, Córdoba, Neuquén, Río Negro, esta semana Tucumán y, próximamente, Chaco). Sólo en dos distritos hubo victoria opositora: Mendoza (donde se impuso el radicalismo en alianza con el PRO, el Frente Renovador y otras fuerzas) y Tierra del Fuego (donde ganó el kirchnerismo). El politólogo Guillermo Quijano explica que los estadounidenses investigan el “incumbency advantage” en un concepto más amplio, al que le llaman "fundamentals" de los partidos políticos (que incluye "estructura", identificaciones de la gente, acceso a los medios, etc.): “en un estudio con muestra de muchas campañas en EEUU se encontró que la capacidad predictiva del análisis de los fundamentals decae a medida que se acerca el día de la elección y el de las encuestas aumenta. La conclusión extraíble del comparativo entre ambos era que a partir del 8avo mes antes de las elecciones las encuestas eran muchos mejores predictores sobre los resultados de la próxima elección que el análisis de la estructura partidaria. En realidad, ambos análisis no son excluyentes: en una campaña electoral, la intención de voto es el efecto y los fundamentals son las causas que la genera. Pero, a nivel general, podemos decir que a medida que se acerca el día de la elección es mas probable que las encuestas ya hayan registrado los efectos de 'la estructura' y estas puedan generar pocas 'sorpresas'".
Asociada al “incumbency advantage” aparece la tracción electoral recíproca (o sinérgica) entre los tramos de boleta presidencial y de gobernador: en octubre próximo, provincias gobernadas por el PJ o frentes aliados al oficialismo eligen gobernador junto con presidente. En esa lista aparecen Buenos Aires (estratégica por su peso decisivo), Formosa, Misiones, Santa Cruz, Catamarca, Jujuy, Entre Ríos, La Pampa y Chubut. Esa concurrencia, más el “efecto Tucumán”, que instaló en la campaña una suerte de clivaje “PJ-anti PJ”, podría reforzar el abroquelamiento del peronismo para conservar el poder, favoreciendo así el arrastre mutuo entre presidente y gobernador y limitando el corte de boleta.
lunes, 14 de septiembre de 2015
El beso de la mujer araña: razones para la no polarización electoral vs razones para la polarización (1)
Respecto al caudal electoral de De la Sota ("disponible" para los demás candidatos, ya que quedó fuera de la carrera hacia octubre), Fara apunta que “una buena parte es partidaria a quedarse con Massa y hay otra parte que podría tener a Scioli como segunda opción y escaparse allí. Veo poca opción de corrimiento hacia Macri y eso anula un poco la posibilidad de que se produzca una polarización tan marcada y rápida”. Con matices, el análisis de Fara se acerca a nuestra hipótesis de mínima en la cual dinámica polarizadora no avanza sobre el caudal de Massa pero sí sobre el de De la Sota, aunque no coincide con la asignación propuesta en su momento (50% para Macri y 36% para Scioli). En cambio, Fara la ve más favorable al gobernador bonaerense que al del candidato de Cambiemos: potencialmente, entonces, un corrimiento como el implícito en el análisis de Fara podría llevar a Scioli por encima del 41% estimado en esa oportunidad (que se componía del 38,7% obtenido por el FPV en las primarias de agosto + 2,3%, es decir el 36% de los votos de De la Sota en las PASO).
Por su parte, Juan Germano, director de Isonomía Consultores, propone una hipótesis de polarización tardía: “Hubo una lectura por parte de la ciudadanía de que Sergio Massa hizo una elección mejor a la esperada: si bien quedó tercero, y creo que volverá a serlo, demostró no estar terminado como muchos pensaban. La tendencia a la polarización igual se va a dar, y sobre todo en el último tramo de la campaña, pero quizás tarde un poco más de lo esperado (…) Mauricio Macri tenía dos objetivos muy claros antes de las PASO. El primero, quedar mejor posicionado que Massa, y lo logró con creces. El segundo, para después de las PASO, era dejar de ser el líder del PRO y pasar a ser el líder de Cambiemos. En eso está. Si logra consolidarse en ese rol, va a terminar obteniendo una parte de voto útil en los últimos 15-20 días de campaña”. Esta sección del argumento de Germano es clave y coincide con lo que venimos planteando en el blog: a diferencia de lo que pasó en las primarias presidenciales del 2011 (en las que no hubo siquiera un "primur inter pares" entre Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde y Hermes Binner), en agosto pasado sí quedó claro quién fue el “mejor segundo”: Macri. Es por ello que los escenarios de polarización electoral son, en nuestra opinión, más probables que la alternativa de no polarización hacia octubre.
Agrega Germano: “No hay que esperar grandes cambios en las intenciones de voto en 15-20 días. Son procesos más lentos. Los últimos 45 días de campaña no serán la excepción: si hay corrimientos, serán leves o suaves. Ninguno va a crecer 5-6 puntos de un día para el otro (…) La polarización va a ocurrir, pero va a ser lenta”. Repasando estos aportes y recuperando además datos de la coyuntura reciente, entre las razones para un escenario de no polarización podemos enumerar 1) electorado relativamente desconectado políticamente después de las primarias de agosto pasado 2) resiliencia del voto de Massa 3) tanto Scioli como Macri se han visto afectados por hechos de la coyuntura: en el caso del candidato del FPV, inundaciones en su provincia combinadas con un viaje a Europa fuera de timing y elección sospechada en Tucumán; en el caso de Macri, efecto “Niembro”. Sin embargo, la propia composición del voto de UNA, conformado por un mix de cambio y de continuidad (que podría repartirse en dosis variables entre Macri y Scioli) y de voto independiente con voto filo-PJ (el primero, con más vasos comunicantes hacia Macri y el último con más permeabilidad hacia Scioli) sugieren una polarización inexorable, un beso de la mujer araña (ver imagen de arriba) más allá de que pueda ser, como plantea Germano, más tardía que temprana.
jueves, 10 de septiembre de 2015
Hipótesis: polarización electoral vs no polarización (3)
Decíamos que si nos quedamos con el promedio "Nate Silver" de todas las encuestas revisadas, resulta un panorama en el que Daniel Scioli ronda los 40 puntos, pero está lejos del 45%; Mauricio Macri supera apenas los 30 puntos, y Sergio Massa ronda los 19. Puesta así, es una elección abierta y con más incertidumbres que certezas: el FPV no puede estar seguro de ganar en primera vuelta, aunque tampoco es una posibilidad descartada; Cambiemos podría llegar a segunda vuelta, pero también podría perder en primera. La única certeza está dada en el orden de los candidatos y sus respectivos frentes: Scioli primero, Macri segundo y Massa tercero, casi sin chances de competir con Macri por el lugar de principal opositor. Esta última certeza viene dada por el hecho de que, a diferencia de las primarias presidenciales del 2011, que dejaron una situación de “tablas” entre Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde y Hermes Binner (al punto que el socialista, pese a haber obtenido menos votos en las PASO de ese año, luego superó al candidato radical y al peronista disidente), en las de agosto pasado sí quedó claro quién fue el mejor segundo: Macri.
Aunque no puede hablarse propiamente de un escenario de polarización mientras Massa sostenga cierto nivel de intención de voto, el caudal del tigrense parece insuficiente para arrimarse a la pelea mayor, pero suficiente para forzar un ballotage entre Scioli y Macri. De romperse este escenario hacia uno de polarización, la clave es entender que a los dos no les sirve cualquier polarización: repasando nuestras hipótesis de post anteriores, de cara a octubre a Scioli le vendría bien una polarización máxima (hipótesis 1), que drenara el voto de Massa hasta dejarlo en un 2,9%, para así trepar hasta el 46,1%, guarismo que lo consagraría en primera vuelta (implicaría subir 7,4 puntos respecto de las PASO). Esa polarización, en cambio, no le serviría a Macri: aunque una dinámica así lo llevaría hasta el 40,4%, lo que implicaría una suba muy sustantiva de 10,3 puntos respecto de las PASO y achicar la brecha con Scioli a menos de 6 puntos porcentuales (contra los más de 8 que dejaron las PASO), al haber superado el candidato del FPV el 45% se clausura la posibilidad de ballotage. El consuelo para Macri es que esta polarización máxima es la hipótesis menos probable.
La hipótesis que mejor le sienta a Macri es la 2, de polarización mínima. Decíamos que en ese caso Massa llegaría a 15,1%, Scioli al 41% y Macri al 33,3%, lo cual obligaría a una segunda vuelta. En este caso, tanto el FPV como Cambiemos crecerían poco entre las PASO y octubre: apenas 2,3 puntos porcentuales y 3,2 puntos porcentuales, respectivamente. La brecha entre Scioli y Macri (medida por frente y no por candidatos) caería levemente, de poco más de 8 puntos a unos 7,7 puntos porcentuales. Esta hipótesis 2, decíamos, es más probable que la 1. Si miramos el promedio de las encuestas hasta ahora, podemos decir que se acerca bastante a este panorama.
Sin embargo, no sería raro que, conforme se acerque la fecha de la elección, hubiera una dinámica de más polarización: es lo que opinan analistas como Juan Germano, director de Isonomía Consultores. En este caso, podemos repasar nuestra hipótesis 3 de polarización intermedia: 43,6% para Scioli (+4,9% respecto a las PASO) 36,9% para Macri (+6,8 respecto a las PASO) y 9% para Massa (menos probable que la 1 de mínima polarización, pero ciertamente más probable que la 3 de máxima). En este caso, la diferencia entre Scioli y Macri se reduce de 7,7 a 6,7 puntos. Para una aproximación alternativa a la nuestra respecto a las diferencias probables entre Scioli y Macri, podemos citar el cálculo de la probabilidad de que el FPV obtenga una determinada ventaja sobre Cambiemos que construido por LPO con su herramienta “Diferencias” del Observatorio de Encuestas: según esa estimación, Scioli le sacará 5 puntos a Macri con certeza casi absoluta (99,9% de probabilidad). Esa probabilidad cae a 82,9% cuando la diferencia se estira a 7,5 puntos y a apenas 8,3% de probabilidad de que le saque 10 puntos (gráfico de arriba).
Aunque no tan favorable a Scioli como la hipótesis 1 de máxima polarización, la 3 claramente beneficia más al FPV que a Cambiemos, pues el candidato oficialista queda a sólo 1,4 puntos porcentuales del 45% que lo consagra en primera vuelta. Bastarían unos 5 puntos de voto en blanco para llegar a ese guarismo, cifra que no es descabellada si tenemos en cuenta que en las PASO hubo 4,27% de voto en blanco y que 5 frentes electorales se quedaron sin expresión ni candidato en esa instancia, por no llegar al mínimo de 1,5%: Frente Popular, MAS, MST, Movimiento de Acción Vecinal y Partido Popular. La sumatoria de esos frentes en las PASO da 1,96%, casi 2 puntos que podrían sumarse al 4,27% y totalizar 6,23% de votos en blanco, que facilitarían al FPV quedarse con la presidencia en octubre. Por supuesto, no puede descartarse que parte de ese caudal vote positivamente por alguno de los candidatos que siguen en carrera hacia octubre, pero difícilmente el voto en blanco pueda retroceder por debajo de los 4 puntos, dado que ese guarismo está en la zona del piso histórico.
Aunque no puede hablarse propiamente de un escenario de polarización mientras Massa sostenga cierto nivel de intención de voto, el caudal del tigrense parece insuficiente para arrimarse a la pelea mayor, pero suficiente para forzar un ballotage entre Scioli y Macri. De romperse este escenario hacia uno de polarización, la clave es entender que a los dos no les sirve cualquier polarización: repasando nuestras hipótesis de post anteriores, de cara a octubre a Scioli le vendría bien una polarización máxima (hipótesis 1), que drenara el voto de Massa hasta dejarlo en un 2,9%, para así trepar hasta el 46,1%, guarismo que lo consagraría en primera vuelta (implicaría subir 7,4 puntos respecto de las PASO). Esa polarización, en cambio, no le serviría a Macri: aunque una dinámica así lo llevaría hasta el 40,4%, lo que implicaría una suba muy sustantiva de 10,3 puntos respecto de las PASO y achicar la brecha con Scioli a menos de 6 puntos porcentuales (contra los más de 8 que dejaron las PASO), al haber superado el candidato del FPV el 45% se clausura la posibilidad de ballotage. El consuelo para Macri es que esta polarización máxima es la hipótesis menos probable.
La hipótesis que mejor le sienta a Macri es la 2, de polarización mínima. Decíamos que en ese caso Massa llegaría a 15,1%, Scioli al 41% y Macri al 33,3%, lo cual obligaría a una segunda vuelta. En este caso, tanto el FPV como Cambiemos crecerían poco entre las PASO y octubre: apenas 2,3 puntos porcentuales y 3,2 puntos porcentuales, respectivamente. La brecha entre Scioli y Macri (medida por frente y no por candidatos) caería levemente, de poco más de 8 puntos a unos 7,7 puntos porcentuales. Esta hipótesis 2, decíamos, es más probable que la 1. Si miramos el promedio de las encuestas hasta ahora, podemos decir que se acerca bastante a este panorama.
Sin embargo, no sería raro que, conforme se acerque la fecha de la elección, hubiera una dinámica de más polarización: es lo que opinan analistas como Juan Germano, director de Isonomía Consultores. En este caso, podemos repasar nuestra hipótesis 3 de polarización intermedia: 43,6% para Scioli (+4,9% respecto a las PASO) 36,9% para Macri (+6,8 respecto a las PASO) y 9% para Massa (menos probable que la 1 de mínima polarización, pero ciertamente más probable que la 3 de máxima). En este caso, la diferencia entre Scioli y Macri se reduce de 7,7 a 6,7 puntos. Para una aproximación alternativa a la nuestra respecto a las diferencias probables entre Scioli y Macri, podemos citar el cálculo de la probabilidad de que el FPV obtenga una determinada ventaja sobre Cambiemos que construido por LPO con su herramienta “Diferencias” del Observatorio de Encuestas: según esa estimación, Scioli le sacará 5 puntos a Macri con certeza casi absoluta (99,9% de probabilidad). Esa probabilidad cae a 82,9% cuando la diferencia se estira a 7,5 puntos y a apenas 8,3% de probabilidad de que le saque 10 puntos (gráfico de arriba).
Aunque no tan favorable a Scioli como la hipótesis 1 de máxima polarización, la 3 claramente beneficia más al FPV que a Cambiemos, pues el candidato oficialista queda a sólo 1,4 puntos porcentuales del 45% que lo consagra en primera vuelta. Bastarían unos 5 puntos de voto en blanco para llegar a ese guarismo, cifra que no es descabellada si tenemos en cuenta que en las PASO hubo 4,27% de voto en blanco y que 5 frentes electorales se quedaron sin expresión ni candidato en esa instancia, por no llegar al mínimo de 1,5%: Frente Popular, MAS, MST, Movimiento de Acción Vecinal y Partido Popular. La sumatoria de esos frentes en las PASO da 1,96%, casi 2 puntos que podrían sumarse al 4,27% y totalizar 6,23% de votos en blanco, que facilitarían al FPV quedarse con la presidencia en octubre. Por supuesto, no puede descartarse que parte de ese caudal vote positivamente por alguno de los candidatos que siguen en carrera hacia octubre, pero difícilmente el voto en blanco pueda retroceder por debajo de los 4 puntos, dado que ese guarismo está en la zona del piso histórico.
martes, 8 de septiembre de 2015
Hipótesis: polarización electoral vs no polarización (2)
Cerrábamos la entrada anterior con dos escenarios de “no polarización”, según los cuales octubre podría mostrar una foto muy similar a la de las PASO: por un lado, la encuesta de Management & Fit, que proyectaba Daniel Scioli 39,3%, Mauricio Macri 31,2%, Sergio Massa 18,3%, Margarita Stolbizer 4,4%, Adolfo Rodríguez Saá 2,7% y Nicolás Del Caño 2,2%. Por otro, una encuesta de Polldata: Scioli 37,5%, Macri 31,6%, Massa 19,2% y, por fuera del podio, 4,1% para Stolbizer, 2,7% para del Caño y 1,7% para Rodríguez Saá, con un 3,2% de indecisos. El denominador común de estos dos estudios, entonces, es que Massa mantiene un caudal de votos que obligaría a definir la presidencia en segunda vuelta entre Scioli y Macri, ya que el primero no llegaría al 45% ni a más de 40 con una brecha de 10 puntos porcentuales del segundo (las dos condiciones que lo consagrarían presidente sin necesidad de ballotage).
Sin embargo, también hay una diferencia entre ambas mediciones. La de M&F, si bien muestra por ahora un escenario de ballotage entre Scioli y Macri, no descarta la posibilidad de que el primero pueda imponerse en octubre, dado que conserva la ventaja de 8 puntos que obtuvo en las primarias y está al límite de los 10 que requiere para ganar (si se considera, además, el error muestral): Mariel Fornoni, titular de la consultora, advirtió que “nadie tiene comprado ni el cielo ni el infierno, porque puede terminar en 41% Scioli, 30,08% Macri y eso definiría un triunfo en primera vuelta”. Con matices, esa misma posibilidad es la que ya señalaba la encuesta de Aresco que citamos hace un tiempo, que ubicaba a Scioli con 40,5% y a Macri con 30,3% (y Massa tercero, con 17,2%). Aquí, la diferencia entre Scioli y Macri es de 10,2 puntos porcentuales, o sea, bien al límite (sólo décimas de diferencia entre triunfo en octubre o pase a segunda vuelta).
Existe otra encuesta en la cual, además de no advertirse polarización, aparecen otros elementos que la distancian de las demás mediciones. Se trata de la última medición de la consultora González y Valladares, según la cual Scioli alcanza 35,6% y Macri 28,2%, lo que implica, a diferencia de los sondeos que venimos citando, que Scioli obtendría menos votos que en las PASO (-3,1 puntos porcentuales) y Macri menos que los de Cambiemos en agosto (-1,9 puntos porcentuales). En cambio, Massa es el que sale más beneficiado de las mediciones de GyV: suma 23,1%, es decir que crece 2,5 puntos porcentuales respecto a lo obtenido por el espacio UNA en las PASO (20,6%) y queda a sólo 5,1 puntos porcentuales de Macri, una brecha que no puede considerarse indescontable. Esta medición, entonces, no sólo no muestra polarización, sino que implica despolarización respecto de octubre, ya que Scioli y Macri bajan relativamente, en tanto que Massa sube. Sin embargo, hay que decir que las variaciones que muestra este estudio son estadísticamente no significativas (ya que su margen de error es de +- 3,16%), con lo cual el matiz respecto de los otros estudios, si bien existe, no es sustancial.
En sentido contrario al estudio de González y Valladares, una medición de Ibarómetro arroja un escenario bien polarizado entre Scioli y Macri, con Massa muy detrás: 40,7%, 35,7% y 15,7%, respectivamente. Acá, la distancia entre el FPV y Cambiemos es de apenas 5 puntos, pero la brecha entre Macri y Massa ya es indescontable: 20 puntos porcentuales. En conjunto, si ponemos a jugar todas las mediciones que venimos citando en una suerte de temprano promedio del tipo "Nate Silver", tenemos un panorama en el que Scioli ronda los 40 puntos, pero está lejos del 45%; Macri supera apenas los 30 puntos, y Massa ronda los 19. En la misma línea están los números del Observatorio de Encuestas de LPO (ver cuadro arriba): Scioli tiene un promedio de 39,8% de votos, frente al 31,3% de Macri.
Sin embargo, también hay una diferencia entre ambas mediciones. La de M&F, si bien muestra por ahora un escenario de ballotage entre Scioli y Macri, no descarta la posibilidad de que el primero pueda imponerse en octubre, dado que conserva la ventaja de 8 puntos que obtuvo en las primarias y está al límite de los 10 que requiere para ganar (si se considera, además, el error muestral): Mariel Fornoni, titular de la consultora, advirtió que “nadie tiene comprado ni el cielo ni el infierno, porque puede terminar en 41% Scioli, 30,08% Macri y eso definiría un triunfo en primera vuelta”. Con matices, esa misma posibilidad es la que ya señalaba la encuesta de Aresco que citamos hace un tiempo, que ubicaba a Scioli con 40,5% y a Macri con 30,3% (y Massa tercero, con 17,2%). Aquí, la diferencia entre Scioli y Macri es de 10,2 puntos porcentuales, o sea, bien al límite (sólo décimas de diferencia entre triunfo en octubre o pase a segunda vuelta).
Existe otra encuesta en la cual, además de no advertirse polarización, aparecen otros elementos que la distancian de las demás mediciones. Se trata de la última medición de la consultora González y Valladares, según la cual Scioli alcanza 35,6% y Macri 28,2%, lo que implica, a diferencia de los sondeos que venimos citando, que Scioli obtendría menos votos que en las PASO (-3,1 puntos porcentuales) y Macri menos que los de Cambiemos en agosto (-1,9 puntos porcentuales). En cambio, Massa es el que sale más beneficiado de las mediciones de GyV: suma 23,1%, es decir que crece 2,5 puntos porcentuales respecto a lo obtenido por el espacio UNA en las PASO (20,6%) y queda a sólo 5,1 puntos porcentuales de Macri, una brecha que no puede considerarse indescontable. Esta medición, entonces, no sólo no muestra polarización, sino que implica despolarización respecto de octubre, ya que Scioli y Macri bajan relativamente, en tanto que Massa sube. Sin embargo, hay que decir que las variaciones que muestra este estudio son estadísticamente no significativas (ya que su margen de error es de +- 3,16%), con lo cual el matiz respecto de los otros estudios, si bien existe, no es sustancial.
En sentido contrario al estudio de González y Valladares, una medición de Ibarómetro arroja un escenario bien polarizado entre Scioli y Macri, con Massa muy detrás: 40,7%, 35,7% y 15,7%, respectivamente. Acá, la distancia entre el FPV y Cambiemos es de apenas 5 puntos, pero la brecha entre Macri y Massa ya es indescontable: 20 puntos porcentuales. En conjunto, si ponemos a jugar todas las mediciones que venimos citando en una suerte de temprano promedio del tipo "Nate Silver", tenemos un panorama en el que Scioli ronda los 40 puntos, pero está lejos del 45%; Macri supera apenas los 30 puntos, y Massa ronda los 19. En la misma línea están los números del Observatorio de Encuestas de LPO (ver cuadro arriba): Scioli tiene un promedio de 39,8% de votos, frente al 31,3% de Macri.
domingo, 6 de septiembre de 2015
Nota publicada en suple Tendencias de La Voz
El asombro marcha sobre ruedas
Tecnología aplicada los autos. Un repaso por novedades tecnológicas vinculadas a los coches, que cada vez sorprenden más.
Por Norman Berra (Especial)
http://www.lavoz.com.ar/autos/el-asombro-marcha-sobre-ruedas
viernes, 4 de septiembre de 2015
Hipótesis: polarización electoral vs no polarización (1)
De la entrada anterior se desprenden dos
hipótesis de polarización electoral para la primera vuelta de octubre: una de
máxima, en la cual el voto de UNA sería “drenado” hacia los dos candidatos más
votados y un 50% de ese caudal iría a Mauricio a Macri y un 36% a Daniel Scioli
(sobre la premisa de la encuesta “confidencial” citada por Castro en Perfil;
recordemos que datos previos a las PASO registraban proporciones de 40-60,
60-40 o “fifty-fifty”, que cambiarían sensiblemente esa proyección). En ese
caso, Scioli sumaría al 38,7% que obtuvo en las PASO un 7,40 (el 36% de 20,5 puntos), que lo llevaría a un 46,1%, guarismo con el cual ganaría en primera
vuelta, por más que Macri trepara al 40,4% (30,1% + 10,3%, es decir el 50% del
20,5% de UNA en las PASO), y Massa retrocedería hasta apenas 2,9% (el 14% de
electores de UNA que no se decanta ni por Macri ni por Scioli).
Esta hipótesis 1, de máxima polarización
“precipitada” para octubre (el estudio citado lo pronostica recién para el ballotage) parece
de baja probabilidad, porque lleva a Massa a un nivel muy reducido,
contra una premisa de voto “fiel” del 80,2% según el estudio que vimos de
González y Valladares que, en teoría, implicaría que el tigrense no podría retroceder
por debajo de 11,4% (resignando un 15,9% que sí podría cambiar su voto, esto
es, 2,2 puntos porcentuales, y 3,9% que no sabe, es decir 0,6 puntos
porcentuales). Entonces, podemos formular una hipótesis alternativa, de
polarización mínima, en la que Massa lograría conservar su caudal en
torno al 14% y sumar, a su vez, un 14% de los votos obtenidos por José De la Sota (6,4%),
pero no podría retener de su rival en las PASO el 50% “pro-opositor” ni el 36% filo-oficialista. En ese
caso, Massa agregaría 0,9 puntos a su cosecha de las primarias, con lo que llegaría a
15,1%, mientras que el 36% del voto del gobernador cordobés iría a Scioli y el 50% a Macri,
con el resultado siguiente: Scioli 38,7% + 2,3% = 41% y Macri 30,1% + 3,2% =
33,3%. En este caso, habría segunda vuelta, ya que el FPV no llegaría al 45%
que lo consagraría sin ballotage ni tampoco estaría obteniendo una brecha de 10
puntos respecto del segundo (apenas 7,7 puntos porcentuales). Esta sería la
hipótesis 2, que parece más probable que la 1.
¿Qué sucedería si no hubiera máxima
polarización ni mínima, sino intermedia? En ese caso, el promedio de las estimaciones
para los tres principales candidatos sería: 43,6% para Scioli, 36,9% para Macri
y 9% para Massa. Con los datos de las últimas encuestas, esta hipótesis 3 parece menos probable que la 2 de mínima
polarización, pero ciertamente más probable que la 1 de máxima polarización. Un
atractivo adicional, en tren de buscar regularidades estadísticas, es que la
estimación de 43,6% para el FPV coincide con el pronóstico promedio de
crecimiento desde una elección general a las PASO: como vimos, en 2011 fue de 4
puntos (50 a 54%) y en 2013 de 6 puntos (27,15% a 33,15%). Así, 5 puntos de
promedio de suba de las PASO a la primera vuelta de octubre arrojan: 38,7% + 5%
= 43,7%, casi lo mismo que el 43,6% que da el cálculo del oficialismo con un
escenario de polarización intermedia. En este caso, la posibilidad de que se
resolviera la elección en primera vuelta quedaría abierta, ya que el FPV
estaría a sólo 1,4 puntos porcentuales del umbral del 45% necesario. Otro plus de esta estimación basada en promedios simples de resultados es que esa misma operación nos dio un valor que coincidió casi exactamente con lo que obtuvo el FPV en las primarias de agosto: el cálculo que hicimos oportunamente fue 50% (PASO 2011) + 27,15% (PASO 2013) = 77,15%, lo que da un promedio de 38,6% (Scioli obtuvo en el escrutinio definitivo 38,7%).
Por supuesto, también podría ensayarse
una suerte de “hipótesis nula” (término que en estadística se usa para plantear
el supuesto de que dos poblaciones o subgrupos son iguales hasta que se pruebe
lo contrario). En ese caso, octubre podría mostrar una foto muy similar al del 9 de agosto. En esa línea se inscribe la tendencia que arrojó la última encuesta de Management & Fit, sobre una muestra de 2.400 personas en todo el país realizada
entre el 20 y el 26 de agosto, con un margen de error de +- 2%. Con proyección de indecisos, el escenario queda así: Scioli-Zannini
39,3%, Macri-Michetti 31,2%, Massa-Sáenz 18,3%, Stolbizer-Olaviaga 4,4%,
Rodríguez Saá-Negre 2,7% y Del Caño-Bregman 2,2%. Similar
panorama, con matices, arrojó un estudio de Polldata realizado entre el 24 y el
30 de agosto con 1.420 casos a nivel nacional. Aquí, Scioli se ubica primero
con un 37,5%, a casi 6 puntos de Macri (31,6%),
mientras que Massa llega al 19,2%. En cuanto a los otros tres candidatos presidenciales, esa encuesta prevé 4,1% para
Margarita Stolbizer, 2,7% para Nicolás del Caño y 1,7% para Adolfo
Rodríguez Saá, con apenas 3,2% de indecisos. Este sondeo tiene un margen de error de +-2,5 puntos para un nivel de confianza del 95%. El denominador común de estos
dos estudios, insistimos, es que arrojan escenarios sin polarización, en los que
Massa retiene un caudal de votos que obligaría a definir la presidencia en
segunda vuelta entre Scioli y Macri.
miércoles, 2 de septiembre de 2015
Fidelidad electoral por espacio: FPV, Cambiemos y UNA (2)
Decíamos en el post anterior que las tres primeras encuestas pos-PASO mostraban lo siguiente: Daniel Scioli logra retener el 100% de los votos del FPV y crecer casi 2 puntos, mientras que Mauricio Macri logra lo mismo con los votos del frente Cambiemos. En cambio, en el caso de Sergio Massa, el líder del Frente Renovador sí retiene el 100% de su caudal propio y le agrega además 2,8 puntos adicionales, pero no logra retener unos 3,6 puntos porcentuales de UNA (dado que ese espacio obtuvo en las PASO, y ahora ajustamos el dato contra el escrutinio definitivo y no el provisorio, 20,57%, o 20,5% redondeado, contra unos 17 puntos que recoge Massa en el promedio de las encuestas que citamos). Los matices del escrutinio definitivo son mínimos, pero vale repasarlos: respecto del escrutinio provisorio, el FPV creció 0,28 puntos (38,69%), Cambiemos subió un 0,03 (30,10%) y UNA bajó 0,07 puntos. De los demás candidatos que superaron el filtro de las PASO, Margarita Stolbizer (frente Progresistas) terminó con 3,46%, Nicolás del Caño (FIT) con 3,24%; y Adolfo Rodríguez Saá (Compromiso Federal) con 2,09%.
Hacíamos el siguiente análisis: si el tigrense retiene el 100% de su caudal, hay que buscar la explicación de esa merma de aproximadamente 3 puntos y medio entre los electores del precandidato que salió derrotado en su espacio en las PASO, José De la Sota. Según la encuesta de González y Valladares, el nivel de fidelidad entre los electores del gobernador cordobés es de 69,2% de sus votantes (no dispuestos a cambiar el voto, es decir, a votar un candidato por fuera del espacio UNA), contra un 23,3% que podría cambiarlo y 7,5% que no sabe. El 69,2% de los votos de De la Sota en las PASO (6,4) serían algo así como 4,4 puntos, que si se quedaran dentro de UNA deberían llevar a Massa hasta los 18,6 puntos, contra los 17% que obtiene. Concluíamos así que, aunque Massa podía resistir la polarización y su efecto combinado con el “voto útil” entre sus votantes de las PASO, hasta ahora le resultaba más difícil retener el caudal obtenido por De la Sota, parte del cual podría migrar a alguno de los dos candidatos más votados: a Scioli los electores más cercanos al oficialismo y a Macri los electores más netamente opositores.
Que el foco del análisis pase por los electores que acompañaron a UNA en las PASO tiene que ver, por supuesto, con el alto caudal de votos de ese espacio: 20,5%. Pero, además de lo cuantitativo, hay una consideración adicional: entre esos electores hay algunos más inclinados hacia el polo opositor (liderado por Macri) y otros hacia el polo oficialista (liderado por Scioli). Cómo se distribuyen esas proporciones es central a efectos de pronosticar qué pasaría si la elección de octubre se polarizara, drenando los votos de UNA/Massa hacia las candidaturas de Macri y de Scioli, respectivamente. También sería clave esa distribución si en octubre Scioli no lograra imponerse en primera vuelta y fuera a un ballotage con Macri. Previo a las PASO, había estudios que hablaban de que el voto de UNA se repartía en un 60% permeable a Macri y un 40% permeable a Scioli, otros que ponían los números exactamente al revés y hasta algunos que establecían un simétrico fifty-fifty. Pos-PASO no se publicaron datos sobre este punto, pero a modo de referencia podemos citar una nota de Nelson Castro en Perfil en la que comentó una supuesta encuesta confidencial que auguraba, en caso de segunda vuelta, que un 50% de los votos de UNA irían a Macri, un 36% a Scioli y un 14% indeciso. Sólo como ejercicio matemático, si ese dato fuera correcto y tal polarización se precipitara no para el ballotage sino ya en la primera vuelta de octubre (o si Massa se bajara, en el sentido de muchas presiones del establishment), el FPV sumaría al 38,7% que obtuvo en las PASO un 7,4%, que lo llevaría hasta un 46,1%, guarismo con el cual ganaría en primera vuelta (por más que Macri trepara al 40,4% por efecto de sumar el 50% de UNA). En cambio, si esa proporción se aplicara sólo al voto que obtuvo De la Sota en las PASO y Massa apenas conservara de ese caudal el 14% de indecisos citado arriba, la cuenta sería la siguiente: Scioli 38,7% + 2,3% = 41% y Macri 30,1% + 3,2% = 33,3%. En este caso, habría segunda vuelta.
De todos modos, mientras tal polarización no se produzca ni Massa se baje, esas hipótesis quedan en el terreno de la pura especulación. Respecto a si los demás candidatos podrían “resistir” una eventual polarización en la primera vuelta, los niveles de fidelidad de las otras 3 figuras que aún siguen en la carrera presidencial no son muy diferentes de los que ostentan Scioli, Macri y Massa: en el caso de Stolbizer, 73,5% no cambiaría su voto, 19,3% podría cambiarlo y 7,2% no sabe; en el caso de Nicolás del Caño, 76,4% no lo cambiaría, 19,2% podría cambiarlo y 4,4% no sabe. Finalmente, en el caso de Adolfo Rodríguez Saá, 76,3% no lo cambiaría, 15,1% podría cambiarlo y 8,6% no sabe.
Hacíamos el siguiente análisis: si el tigrense retiene el 100% de su caudal, hay que buscar la explicación de esa merma de aproximadamente 3 puntos y medio entre los electores del precandidato que salió derrotado en su espacio en las PASO, José De la Sota. Según la encuesta de González y Valladares, el nivel de fidelidad entre los electores del gobernador cordobés es de 69,2% de sus votantes (no dispuestos a cambiar el voto, es decir, a votar un candidato por fuera del espacio UNA), contra un 23,3% que podría cambiarlo y 7,5% que no sabe. El 69,2% de los votos de De la Sota en las PASO (6,4) serían algo así como 4,4 puntos, que si se quedaran dentro de UNA deberían llevar a Massa hasta los 18,6 puntos, contra los 17% que obtiene. Concluíamos así que, aunque Massa podía resistir la polarización y su efecto combinado con el “voto útil” entre sus votantes de las PASO, hasta ahora le resultaba más difícil retener el caudal obtenido por De la Sota, parte del cual podría migrar a alguno de los dos candidatos más votados: a Scioli los electores más cercanos al oficialismo y a Macri los electores más netamente opositores.
Que el foco del análisis pase por los electores que acompañaron a UNA en las PASO tiene que ver, por supuesto, con el alto caudal de votos de ese espacio: 20,5%. Pero, además de lo cuantitativo, hay una consideración adicional: entre esos electores hay algunos más inclinados hacia el polo opositor (liderado por Macri) y otros hacia el polo oficialista (liderado por Scioli). Cómo se distribuyen esas proporciones es central a efectos de pronosticar qué pasaría si la elección de octubre se polarizara, drenando los votos de UNA/Massa hacia las candidaturas de Macri y de Scioli, respectivamente. También sería clave esa distribución si en octubre Scioli no lograra imponerse en primera vuelta y fuera a un ballotage con Macri. Previo a las PASO, había estudios que hablaban de que el voto de UNA se repartía en un 60% permeable a Macri y un 40% permeable a Scioli, otros que ponían los números exactamente al revés y hasta algunos que establecían un simétrico fifty-fifty. Pos-PASO no se publicaron datos sobre este punto, pero a modo de referencia podemos citar una nota de Nelson Castro en Perfil en la que comentó una supuesta encuesta confidencial que auguraba, en caso de segunda vuelta, que un 50% de los votos de UNA irían a Macri, un 36% a Scioli y un 14% indeciso. Sólo como ejercicio matemático, si ese dato fuera correcto y tal polarización se precipitara no para el ballotage sino ya en la primera vuelta de octubre (o si Massa se bajara, en el sentido de muchas presiones del establishment), el FPV sumaría al 38,7% que obtuvo en las PASO un 7,4%, que lo llevaría hasta un 46,1%, guarismo con el cual ganaría en primera vuelta (por más que Macri trepara al 40,4% por efecto de sumar el 50% de UNA). En cambio, si esa proporción se aplicara sólo al voto que obtuvo De la Sota en las PASO y Massa apenas conservara de ese caudal el 14% de indecisos citado arriba, la cuenta sería la siguiente: Scioli 38,7% + 2,3% = 41% y Macri 30,1% + 3,2% = 33,3%. En este caso, habría segunda vuelta.
De todos modos, mientras tal polarización no se produzca ni Massa se baje, esas hipótesis quedan en el terreno de la pura especulación. Respecto a si los demás candidatos podrían “resistir” una eventual polarización en la primera vuelta, los niveles de fidelidad de las otras 3 figuras que aún siguen en la carrera presidencial no son muy diferentes de los que ostentan Scioli, Macri y Massa: en el caso de Stolbizer, 73,5% no cambiaría su voto, 19,3% podría cambiarlo y 7,2% no sabe; en el caso de Nicolás del Caño, 76,4% no lo cambiaría, 19,2% podría cambiarlo y 4,4% no sabe. Finalmente, en el caso de Adolfo Rodríguez Saá, 76,3% no lo cambiaría, 15,1% podría cambiarlo y 8,6% no sabe.
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